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9 de mayo, día de Europa


Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial es el nombre con el que ha denominado la historiografía al conflicto militar en el que se vieron implicadas entre 1939 y 1945 la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, alineadas en dos alianzas militares opuestas: los Aliados y las Potencias del Eje. Fue la mayor contienda bélica de la Historia, con más de 100 millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo armamentístico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto y el uso por primera y última vez de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad,1 con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas.

El comienzo del conflicto se suele situar en el 1 de septiembre de 1939, con la invasión alemana de Polonia, el primer paso bélico de la Alemania nazi en su pretensión de fundar un gran imperio en Europa, que produjo la inmediata declaración de guerra de Francia y la mayor parte de los países del Imperio Británico y la Commonwealth al Tercer Reich. Desde finales de 1939 hasta inicios de 1941, merced a una serie de fulgurantes campañas militares y la firma de tratados, Alemania conquistó o sometió gran parte de la Europa continental. En base a acuerdos entre los nazis y los soviéticos, la nominalmente neutral Unión Soviéticaocupó o se anexionó territorios de las seis naciones vecinas con las que compartía frontera en el oeste. El Reino Unido y la Commonwealth se mantuvieron como la única gran fuerza capaz de combatir contra las Potencias del Eje en el Norte de África y en una extensa guerra naval. En junio de 1941 las potencias europeas del Eje comenzaron una invasión de la Unión Soviética, dando así inicio a la más extensa operación de guerra terrestre de la Historia, donde desde ese momento se empleó la mayor parte del poder militar del Eje. En diciembre de 1941 el Imperio del Japón, que había estado en guerra con China desde 19372 y pretendía expandir sus dominios en Asiaatacó a los Estados Unidos y a las posesiones europeas en el Océano Pacífico, conquistando rápidamente gran parte de la región.

El avance del Eje fue detenido en 1942 tras la derrota de Japón en varias batallas navales y de las tropas europeas del Eje en el Norte de África y en la decisiva batalla de Stalingrado. En 1943, como consecuencia de los diversos reveses de los alemanes en Europa del Este, la invasión aliada de la Italia Fascista y las victorias de los Estados Unidos en el Pacífico, el Eje perdió la iniciativa y tuvo que emprender la retirada estratégica en todos los frentes. En 1944 los aliados occidentales invadieron Francia, al mismo tiempo que la Unión Soviética recuperó las pérdidas territoriales e invadía Alemania y sus aliados.

La guerra en Europa terminó con la captura de Berlín por tropas soviéticas y polacas y la consiguiente rendición incondicional alemana el 8 de mayo de 1945. La Armada Imperial Japonesa resultó derrotada por los Estados Unidos y la invasión del Archipiélago japonés se hizo inminente. Tras el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos, la guerra en Asia terminó el 15 de agosto de 1945 cuando Japón aceptó la rendición incondicional.

La guerra acabó con una victoria total de los Aliados sobre el Eje en 1945. La Segunda Guerra Mundial alteró las relaciones políticas y la estructura social del mundo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada tras la conflagración para fomentar la cooperación internacional y prevenir futuros conflictos. La Unión Soviética y los Estados Unidos se alzaron como superpotencias rivales, estableciéndose el escenario para la Guerra Fría, que se prolongó por los siguientes 46 años. Al mismo tiempo declinó la influencia de las grandes potencias europeas, materializado en el inicio de la descolonización de Asia y África. La mayoría de los países cuyas industrias habían sido dañadas iniciaron la recuperación económica, mientras que la integración política, especialmente en Europa, emergió como un esfuerzo para establecer las relaciones de posguerra.

 
 
 


 

Causas que originaron la Segunda Guerra Mundial

Malestar dejado por la Primera Guerra Mundial

Alemania, derrotada albergaba un profundo resentimiento por la pérdida de grandes áreas geográficas y por las indemnizaciones que debía pagar en función de las reparaciones de guerra impuestas por el Tratado de Versalles en 1919. Algunas de esas cláusulas establecidas dentro del tratado firmado por Alemania fueron:

1.- Pago de indemnizaciones por parte de Alemania a los Aliados por las perdidas económicas sufridas por los mismos a causa de la guerra.

2.- Reducción del ejercito alemán a la cantidad de 100.000 hombres, no posesión de ningún arma moderna de combate ( tanques, aviación y submarinos ).

3.- Reducción de la flota Alemana a buques menores a las 10.000 toneladas.

4.- La gran recesión que se presentó en el mundo entre los años 20 y 30, que en Alemania, crearon desempleo, caída del nivel de vida de la clase media, que a su vez abonaron el camino para el surgimiento de las reivindicaciones alemanas y con ello el impulso al partido Nacional-Socialista (Nazi).

Italia, una de las vencedoras, no recibió suficientes concesiones territoriales para compensar el coste de la guerra ni para ver cumplidas sus ambiciones, no había quedado muy conforme con la repartición de territorios hecha en virtud del Tratado de Versalles. Los italianos obtuvieron sólo los territorios de Trento y Trieste, cuando aspiraban a ganancias mucho mayores. Por otra parte, la miseria reinaba en los campos y la carestía azotaba las ciudades, haciendo crecer el descontento popular.

Japón, que se encontraba también en el bando aliado vencedor, vio frustrado su deseo de obtener mayores posesiones en Asia oriental.

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Ideologías anticomunistas: el Fascismo y el Nazismo

Ideologías totalitarias de distinto signo se impusieron en tres naciones europeas: Rusia, Italia y Alemania. Con profundas diferencias entre ellos, estos sistemas tuvieron como denominador común la supresión de la libertad política y el papel de preponderante del Estado controlado por un solo partido.

Fascismo

Mussolini fundó en 1914 un periódico, "Il popolo d'Italia", tribuna que utilizó para incitar la entrada de Italia a la Primera Guerra. Al término del conflicto bélico, creó una unión de ex combatientes bautizada como "Fascio di combatimento". De este grupo nació el movimiento fascista, de cuño nacionalista y anticomunista. Los fascistas declararon la lucha al comunismo y al débil gobierno de la época, organizando expediciones a los pueblos italianos, donde obligaban a dimitir a los alcaldes socialistas.

Benito Mussolini estableció en Italia en 1922 la primera dictadura fascista. Su régimen fue nacionalista y totalitario. La economía se organizó en base a corporaciones gremiales que agrupaban a obreros y patrones. El corporativismo es una de las características principales que identificaron al fascismo. La preparación militar de la población fue otro de los objetivos del régimen fascista.

Mussolini logró algunos éxitos económicos en cuanto a aumentos de producción y gobernó como amo y señor de Italia, destruyendo a todos los partidos no fascistas y a sus adversarios políticos.

En 1937, Italia adhirió al pacto contra la propagación de los comunistas que ya habían firmado Alemania y Japón. Los bloques ya se perfilaban con nitidez.


Nazismo

Adolf Hitler postulaba que según las leyes naturales, los más fuertes debían imponerse a los más débiles. También consideraba que existía una tendencia natural hacia la duración de las razas, idea en la que se basó para luchar por la pureza de la raza aria, tronco étnico de lo germanos.

Según Hitler, los arios eran una raza privilegiada "forjadora de cultura". Los judíos, en cambio, representaban para él un pueblo destructor de esa cultura. Hitler veía en el antisemitismo un fundamento de su misión histórica. Esto le llevó a desencadenar una implacable persecución, que comenzó por despojar a los judíos de sus bienes, continuó con su discriminación en todos los aspectos y culminó con cinco millones de víctimas en los campos de concentración.

El estado debía organizarse en base a un principio aristocrático, donde la autoridad estaría en manos del líder, de especial capacidad, en el cual el pueblo depositaría su confianza. Esto explica que Hitler utilizara el título de Führer, o líder, en el régimen totalitario que logró instaurar. Por último, es necesario mencionar que el Führer consideraba fundamental para el porvenir de Alemania la conquista de un "espacio vital" en Europa, lo que implicaba la expansión territorial.

La oportunidad de triunfo para los nazis se presentó tras la crisis económica desatada el año 1929. La población estaba angustiada por la falta de trabajo y muchos capitalistas veían con temor el avance de los comunistas, que se habían hecho más fuertes después de la Revolución Rusa. Además, había en el ejército un deseo revanchista, provocado por la dura humillación que Alemania había sufrido en la Primera Guerra Mundial. Por todo esto, la idea nazi comenzó a ser captada con simpatía por parte de las masas alemanas, que quería recuperar su orgullo nacional.

Japón no adoptó un régimen fascista de forma oficial, pero la influyente posición de las Fuerzas Armadas en el seno del gobierno les permitió imponer un totalitarismo de características similares. Los militares japoneses aprovecharon un pequeño enfrentamiento con tropas chinas en las proximidades de Mukden (actual Shenyang) en 1931 como pretexto para apoderarse de Manchuria, en donde constituyeron el Estado de Manchukuo en 1932. Asimismo, ocuparon entre 1937 y 1938 los principales puertos de China.


Nacionalismos que se transforman en imperialismos

Las apetencias de expansión y dominio del régimen nacional socialista que desembocaron en la invasión de Polonia por Alemania, lo cual significó el estallido de la guerra dos días después.

El conflicto entre Alemania y Polonia se hacía inevitable. Polonia, Estado eslavo, constituía una traba para la expansión hacia el este soñada por Hitler. Desde 1919, Alemania intentaba formular reclamación de índole fronteriza a costa de Polonia, país que comprendía una minoría germana entre 700 y 800 mil individuos, que en opinión de los alemanes, las fronteras de Alta Silesia también constituían una "flagrante injusticia". Además, la cuestión de Dantzig y el corredor polaco venían produciendo grandes fricciones entre Varsovia y Berlín. En 1919 Dantzig se convirtió en un estado libre bajo control de la Sociedad de Naciones, pero Alemania lo reivindicaba por estimar que su población era casi exclusivamente de lengua Alemana.


La agresión alemana

Hitler inició su propia campaña expansionista con anexión de Austria en marzo de 1938, para lograr la cual no hubo de hacer frente a ningún impedimento: Italia lo apoyó, y los británicos y franceses, intimidados por el rearme de Alemania, aceptaron que Hitler alegara que la situación de Austria concernía a la política interior alemana. Estados Unidos había limitado drásticamente su capacidad para actuar contra este tipo de agresiones después de haber aprobado una ley de neutralidad que prohibía el envío de ayuda material a cualquiera de las partes implicadas en un conflicto internacional.

En septiembre de 1938, Hitler amenazó con declarar la guerra para anexionarse la zona de la frontera occidental de Checoslovaquia con sus 3,5 millones de ciudadanos de lengua alemana.

El primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, inició una serie de conversaciones que concluyeron a finales de mes con el Pacto de Munich, en el que los checoslovacos, instados por británicos y franceses, renunciaban a la frontera occidental de Checoslovaquia a cambio de que Hitler se comprometiera a no apoderarse de más territorios checos.

Este acuerdo fue infructuoso: Hitler invadió el resto de Checoslovaquia en marzo de 1939. El gobierno británico, alarmado por esta nueva agresión y las amenazas proferidas por Hitler contra Polonia, se comprometió a ayudar a este país en el caso de que Alemania pusiera en peligro su independencia. Francia también estableció un tratado de defensa mutua con Polonia.


La crisis económica de 1929

En el período que siguió a la Primera Guerra mundial fue necesario reparar los daños que había provocado el conflicto y en ello se ocuparon prácticamente todas las fuerzas de trabajo. En los inicios de la década de 1920 hubo gran prosperidad, por lo que la gente pensó que bonanza y paz eran dos términos que iban de la mano.

Muchos de los proyectos de reconstrucción contaban con el sistema de créditos para lograr financiamiento. El mismo pago de las indemnizaciones de guerra exigidas a Alemania, en virtud del Tratado de Versalles, era realizado gracias a una importante corriente de préstamos provenientes, sobre todo, de Estados Unidos y Gran Bretaña.

La corriente de créditos enviada desde Estados Unidos hacia Europa fue la causa principal del ambiente de prosperidad en el viejo continente. Estados Unidos era entonces el gran soporte del bienestar.

El 19 de octubre de 1929 los indicadores de cotizaciones de la Bolsa de Valores de Nueva York cayeron como una avalancha, creando pánico en el mundo de las finanzas. El año de 1929 está marcado en el calendario de la historia como el inicio de la crisis económica que sumió en la pobreza y la desesperación a millones de personas.

Esta crisis repercutió en Europa y el resto del mundo. Estados Unidos ya no estaba en condiciones de seguir haciendo inversiones en el extranjero y el colapso se extendió rápidamente. La consecuencia inmediata fue la miseria de millones de personas, y el resultado último, que esta gente desesperada fue presa fácil de doctrinas totalitarias que les prometían recuperación material y empleo a corto plazo.


El débil comportamiento de la Sociedad de las Naciones

En 1935 Mussolini había atacado Etiopía y con gran despliegue de fuerzas no tardó en vencer a las desorganizadas tropas del Negus Fallé Selassie ocupando Addis Adeba. La Sociedad de Naciones aplicó unas sanciones económicas que ni siquiera impidieron la llegada del petróleo necesario para la guerra a los puertos italianos. Inglaterra permitió el paso de buques cargados de tropas por el Canal de Suez y con estos hechos la Sociedad de Naciones se desprestigió totalmente fortaleciéndose Italia y reforzándose el eje Roma-Berlín.

La Sociedad de las Naciones no pudo evitar el estallido de nuevos conflictos internacionales ni cumplir la misión pacificadora para la que había sido concebida. No pudo imponer el cese al fuego cuando Japón, Italia y Alemania empezaron las agresiones. A pesar de que aplicó sanciones económicas y diplomáticas, los países culpables optaron por salirse de la organización en lugar de acatarlas.


La guerra civil española (1936-1939)

Se dice que la Guerra Civil Española fue una especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las armas que luego habrían de usarse en la Segunda Guerra Mundial, que se inicia cuando terminó el conflicto peninsular .

Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizar unas nuevas Fuerzas Aéreas y reimplantar el servicio militar, puso a prueba su nuevo armamento durante la Guerra Civil española .

Alemania e Italia entregaron material de guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno republicano en 1936. Las otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento directo y se abstuvieron de intervenir en la lucha.


El Pacto de Acero

Hitler y Mussolini firmaron en mayo de 1939 el "Pacto de Acero", temible alianza ofensiva, con la cual Alemania e Italia se comprometieron a prestarse ayuda militar en caso de guerra, lo que se convierte entonces en el objetivo primordial del nacionalismo. El Eje Berlín-Roma quedó así sellado definitivamente.

Los directores del vasto complejo siderúrgico Krupp estaban vinculados con los nazis y fueron los principales responsables de suministrar el material necesario al esfuerzo de guerra alemán.


La formación del Eje

Los tratados firmados por Alemania, Italia y Japón desde 1936, cuando los dos primeros países acordaron el primero de ellos, hasta 1941 (fecha en la que Bulgaria se incorporó a los mismos) dieron como resultado la formación del Eje Roma-Berlín-Tokio.


Pacto germano-soviético

La noche del 23 de agosto de 1939 en Moscú , Hitler logró que Stalin, a pesar de sus divergencias ideológicas, firmara un pacto de no-agresión entre Alemania y la Unión Soviética (URSS) donde acordaban no luchar entre sí.

Esto permitiría al Führer atacar Polonia, sin temor a una intervención soviética en el frente oriental. De esta forma, Adolf Hitler tuvo el camino despejado.

Adicionalmente, se firmó un protocolo secreto en el que se concedía a Stalin libertad de acción en Finlandia, Estonia, Letonia y en el este de Polonia y en Rumania.


Desarrollo de la guerra

Cuando las tropas aliadas entraron en Alemania, a finales de la Segunda Guerra Mundial, no podían creer lo que sus ojos veían. El panorama de los campos de concentración y exterminio era tal, que tomaron registros de lo que encontraron y así, nadie pudiera negar su existencia o los horrores que en ellos se cometían.

Adof Hitler, el hombre que estuvo tras estos horrores, el que también prometió que formaría un Tercer Reich y que este perduraría por mil años.


Hitler, el hombre tras el Imperio
 
   

El Tercer Reich colapsó en la primavera de 1945. Pocos supieron lo que pasaba realmente tras su fachada. La dictadura operó en secreto. Hitler es el último de los grandes conquistadores en la tradición de Alejandro, César o Napoleón. Y el Tercer Reich, el último de los imperios. En el 28 de enero de 1933 se destituyó al anciano presidente mariscal Von Hindenburg. Hitler, jefe del nacionalsocialismo, el partido político más numeroso de Alemania, pedía la cancillería de la República Democrática que había prometido destruir. Quería abolir el régimen democrático. El Presidente tenía 86 años y aunque se oponía, flaqueó y el 30 de enero nombró canciller a Hitler. Éste ya se hacía acompañar por Goebbels, Roehm y Goering. Hitler había sido un vagabundo que caminaba en Viena, un soldado anónimo de la Primera Guerra mundial, fascinante orador y austríaco. Tenía 43 años cuando lo nombraron, se emocionó. Con ese episodio cambió la historia de la humanidad. Su nombramiento se celebró en las calles con marchas. ¿Supo Hindenburg lo que había echado a andar? Hitler saludaba y sonreía emocionado. Goebbels escribió: la revolución alemana ha comenzado.

 
   

Su reino duró 12 años y 4 meses. Causó una erupción violenta y destructora, desolación, calculada carnicería de vidas y espíritu humano. Sobrepasó todas las salvajes opresiones de las eras anteriores. Hitler fundó el Tercer Reich. Lo gobernó despiadadamente, con astucia poco común. Lo condujo a las vertiginosas alturas y a un espantoso fin. Tenía personalidad demoníaca, voluntad de granito, misteriosas intuiciones, fría crueldad, notable inteligencia y alta imaginación. Al final se encontraba borracho de poder y de triunfos. A algunos alemanes y extranjeros les pareció un charlatán. Luego tomó aura de jefe carismático, lo siguieron ciegamente como si poseyese el juicio divino.

Nació a las 6:30 de la tarde del 20 de abril de 1889 en una modesta posada en Braunau, Austria, en la frontera austro-germana. Hitler tenía una media hermana, Angela, que tenía una hija: Geli Raubal, el verdadero amor de Hitler. También tenía un medio hermano, Alois, pero Hitler no quería saber nada de él. Era el vivo recordatorio de su origen humilde. Hitler nunca habló de su familia.

A los 6 años ingresó a la escuela, era 1895. A los 15 años ya se había cambiado 7 veces de dirección y había estado en 5 escuelas diferentes. Un compañero lo recuerda como un discutidor autocrático, de opiniones propias, mal carácter e incapaz de someterse a la disciplina escolar. No era trabajador. Un profesor de historia, Leopold Poetsch, influyó en Hitler. Era un fanático nacionalista alemán. Hitler le rindió tributo en su libro. "Usaba nuestro fanatismo nacional en brote como medio de educarnos, apelando frecuentemente a nuestro sentimiento de honor nacional. Hizo de la historia mi tema favorito. Fue entonces cuando me convertí en un joven revolucionario", escribió en su libro. Con la muerte de su padre Hitler lloró. Su madre, viuda y con dos hijos, se vio obligada a hacerlo estudiar la carrera de funcionario civil. Pero su hijo no deseaba eso y, aunque se querían, entre ellos hubo fricciones. A los 16 años padeció de una dolencia pulmonar y fue mandado a la casa de su tía en Spitel.

En geografía e historia obtuvo notable, en dibujo sobresaliente, según su último informe. Al salir de la escuela se emborrachó. Luego se mantuvo abstemio, no fumador y vegetariano. Descubre los años más felices de su vida, entre los 16 y 19 años. Soñaba con un futuro como artista. Se negaba a trabajar y así ayudar a su madre económicamente. Le parecía repulsiva la idea de recibir un sueldo. La felicidad era no tener que trabajar y eso le dio libertad: soñaba, pensaba, hablaba con amigos del mundo, escuchaba a Wagner. Un amigo lo recuerda como pálido, enfermizo, un joven tímido y reticente con repentinos estallidos de furia histérica contra los que no estaban de acuerdo con él. Estaba decidido a ser artista, pintor o arquitecto. Pero desde los 16 años estuvo obsesionado con la política. Odiaba la monarquía de los Habsburgo y todas las razas no alemanas del Imperio Austro húngaro. Tenía un amor igualmente violento hacia todo lo alemán. A los 16 años ya era un fanático nacionalista alemán. Se hizo lector voraz. Sus obras favoritas eran de historia y mitología alemanas.

En 1906 se fue a Viena con el dinero que le dio su madre. La primera visita le encantó. A los 18 años postuló a la Academia de Bellas Artes, pero no aprobó el ingreso. Postuló al año siguiente y tampoco fue aceptado. Para el joven ambicioso fue el hundimiento. Sufrió el dolor del fracaso. El 21 de diciembre de 1908 murió su madre de cáncer. Fue un golpe. Había respetado al padre, pero a su madre la quería. La muerte puso fin a sus planes de alto vuelo. Se vio obligado a conseguir su propio dinero. Partió a Viena nuevamente. Entre 1909 y 1913 vivió años de completa miseria e indigencia. Hitler trabajó en extrañas tareas: retirar nieve de las calles, sacudir alfombras, llevar maletas, de peón. Durante 4 años vivió en pensiones de baja categoría, en barrios miserables, se salvó de morir de hambre porque iba a las cocinas de caridad. Fue la época más triste de su vida. Sufría de hambre, pero nunca trató de conseguir un trabajo fijo. No quería caer en las filas del proletariado, de los trabajadores manuales.

No tenía vicios y usaba un largo abrigo. Para él leer era un arte: saber retener lo esencial y olvidar lo no esencial. Fue tomando forma su visión y filosofía del mundo que fueron luego, los cimientos de sus actos.

¿Qué aprendió tan importante? La monarquía del Danubio agonizaba. Durante siglos una minoría germano-austríaca había gobernado un imperio formado por 12 nacionalidades diferentes. Desde 1848 la autoridad se había ido debilitando. A comienzos del siglo XX los pueblos eslavos pedían igualdad y autonomía nacional. Las clases bajas reclamaban derecho a voto, los trabajadores pedían sindicatos y derecho a huelga. Hitler, joven y fanático nacionalista austro-germano, era opuesto a estas evoluciones. Para él, el imperio se hundía en un pantano. Podía salvarse sólo si la raza germana dominante recobraba la antigua y absoluta autoridad. Otras razas, para él, sobre todo los eslavos, eran inferiores. Había que gobernar con mano de hierro y dejarse de tonteras democráticas. En los comedores de caridad comenzó a gestarse una astucia política que le permitió ver con asombrosa claridad las fuerzas y debilidades de los movimientos políticos contemporáneos. Hitler se dio cuenta de la importancia de la oratoria en la política. Los oradores públicos eran efectivos. Escribió: "la fuerza que mueve avalanchas políticas y religiosas es el mágico poder de la palabra hablada y sólo eso. Las grandes masas de gente pueden ser movidas solamente por el poder de los discursos. Todos los grandes movimientos son movimientos populares, erupciones volcánicas de las pasiones y de los sentimientos emocionales humanos, fomentados bien por crueles dioses del dolor o por la antorcha de la palabra arrojada entre las masas, no por chorros de limonada de los estetas literarios y de los héroes de salón".

Comenzó a practicar oratoria entre los grupos de oyentes que formó en las posadas de baja categoría, comedores de beneficencia y en las esquinas. Se convertiría en un talentoso orador, más que ningún otro alemán de la época, lo que contribuyó en gran parte a su asombroso éxito. Según sus amigos, desde la escuela era antisemita.

En Viena vivían unos 200 mil judíos. Hitler se preguntó si eran alemanes. Comenzó a leer literatura antisemita. Dice que empezó a ver judíos por todas partes "a menudo sufrí náuseas al oler a estos portadores de caftan". Poco después, dice, descubrió la mancha moral de este pueblo elegido. Aseguró que los judíos eran responsables de la mayor parte de la prostitución y trata de blancas."Reconocí al judío como el director calculador, desvergonzado y sin corazón de este repugnante tráfico del vicio entre la gente baja de la gran ciudad, un frío estremecimiento me recorrió la espalda".Mi Lucha, su libro, está sembrado de alusiones espeluznantes a extraños judíos que seducían a inocentes muchachas cristianas y así adulteraban su sangre. En 1913 abandonó Viena y se fue a Alemania, tenía 24 años. Parecía un fracasado: ni pintor ni arquitecto. Era un vagabundo excéntrico, lleno de libros, sin amigos, familia, trabajo ni hogar, pero con una ilimitada confianza en sí mismo y un sentido ardiente de su misión. Le repugnaba el imperio de los Habsburgo, el conglomerado de razas de la capital, sobre todo los judíos. Mezcla, según él, que corroía a la cultura alemana. El verano de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Comenzaba el período más memorable de su vida. Lo hirió la derrota. El ejército alemán no había sido vencido en el campo de batalla sino por traidores de la retaguardia. Así nació para Hitler, como para otros alemanes, la leyenda de la puñalada por la espalda que ayudó a socavar la república de Weimar y preparar el terreno para su llegada al poder. Ahí supo su destino: la política. Una decisión fatídica para el mundo. ¿Qué posibilidades tenía un austríaco de 30 años, sin amigos, sin dinero, sin trabajo ni experiencia?

Comenzó a servir para el ejército. Lo destinaron oficial instructor que debía combatir ideas peligrosas: pacifismo, socialismo, democracia. Habló ante un gran auditorio y ése fue el comienzo de una habilidad con la que se convirtió en orador efectivo, de mágico poder.

Utilizó la radio para ganarse a millones de oyentes. Le ordenaron investigar al partido político obrero alemán. Hitler oyó una conferencia de Gottfried Feder y quedó impresionado. Vio el llamado de Feder a abolir las esclavitud capitalista, una de sus premisas esenciales para fundar el nuevo partido. Vio un poderoso slogan para la próxima lucha. Pensó que era una organización como tantas otras. Era época en que surgían muchos partidos políticos, no juzgó a éste diferente.

En esa charla, un profesor propuso que Baviera se separara de Prusia y se fundara Alemania del Sur junto con Austria. Hitler se encolerizó y habló violentamente, la gente miró a este desconocido y joven orador atónitamente. Hitler, luego, leyó un folleto del partido y vio reflejado en él gran parte de sus ideas. Recibió una postal en que se le anunciaba que había sido aceptado como miembro. Fue a una reunión, el ansia de esos hombres de un nuevo movimiento lo atrajo. Pensó que podía unirse a ellos, la insignificancia del partido podía darle la oportunidad a un joven enérgico como él. Tomó la decisión más importante de su vida: se unió al partido. Necesitaban un jefe, qué mejor que un buen orador como Hitler. Se convirtió en íntimo consejero y fue presentado, entre otros, a Rudolf Hess y Alfred Rosenberg.

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Nace el Partido Nacionalista socialista Nazi
 

Hitler toma dirección de la propaganda del partido Obrero. Enunció los 28 puntos del programa que, a la larga, fueron el programa nazi. El 1 de abril de 1920 se convirtió en Partido Nacional Socialista de Obreros Alemanes. La mayoría de los enunciados programáticos fueron olvidados al llegar al poder. Los más importantes fueron llevados a cabo por el Tercer Reich con desastrosas consecuencias para millones de personas. Algunos de esos puntos eran: Unión de todos los alemanes en una Alemania grande. Varios de estos puntos promovian el antisemismo, lo que constituyeron una temible advertencia. Se les prohibía ejercer su profesión, se les negaba la ciudadanía y eran excluidos de la prensa. Fueron expulsados quienes hubiesen entrado en el Reich después del 2 de agosto de 1914. Había varios puntos demagógicos para atraer a los obreros: la abolición de los ingresos no ganados por el trabajo, la nacionalización de los trust, la participación del Estado en los beneficios de las grandes industrias, abolición de rentas agrícolas y de las especulaciones en tierra, pena de muerte a traidores, usureros y explotadores. Pedía la abrogación de los Tratados de Versalles y Saint Germain, junto con la creación de un fuerte poder central del Estado. Hitler quería el poder de todo el Reich para hacer su régimen dictatorial.

Era el fin de los estados semi-autónomos de la República de Weimar. Tenía una oratoria incendiaria y un programa radical. Pensó que las masas necesitaban no sólo ideas, sino también símbolos que ganaran fe, junto con boato y colorido que las elevaran. Además, actos de violencia y terror que, si tenían éxito, atraerían adhesiones y darían sensación de poder.

Hitler organizó escuadras de choque con uniformes caquis. Reclutaron voluntarios, guardaban el orden de los mítines nazis y disolvían los de otros partidos. En 1921 Hitler dirigió uno y estuvo un mes en prisión por ello. Pensó que al pueblo le faltaba una bandera, un emblema. Diseñó la svástica, que se convirtió en el símbolo del poderoso partido nazi. Diseñó también un brazalete y estandarte. Era la mejor propaganda.

1921 Hitler se adjudicó la dirección del partido. Era poderoso orador, mejor organizador y propagandista. Conseguía fondos con sus discursos. Obtuvo poderes absolutos del partido y quedó establecido el principio dictatorial que iba a ser la primera ley de los nazis.

El Führer había salido a escena en Alemania. Se dispuso a reorganizar el partido. Tenían un diario, más parecido a una hoja antisemita, en la que pregonaban sus ideas. Hess se convirtió en íntimo amigo, devoto seguidor y secretario del jefe. Hasta el final sería uno de sus más leales seguidores.

Goering también cayó ante la fascinación de Hitler. Era piloto de guerra y cuando conoció al führer se unió al partido y lo ayudó económicamente con generosidad. Apoyó a Roehm para crear las tropas de asalto y en 1922 era comandante de las SA. Hitler abandonó el ejército y se dedicó al partido. Nunca recibió un sueldo.

¿De qué vivía? Nunca contestó. Dijo que ganaba dinero cuando hablaba para otras instituciones y tenía camaradas que lo ayudaban. Entre 1921 y 1923 tuvo que organizar el partido y mantener el control.

En 1921 los aliados cobraron 33 mil millones de dólares a Alemania por indemnizaciones de la Primera Guerra. La derecha comenzaba a cometer asesinatos y el gobierno de Berlín respondió con una ley especial de protección a la República. Ésta imponía severas penas a los actos de terrorismo. La joven República Democrática de Weimar se hallaba en grandes apuros. Su existencia era amenazada por extremistas de derecha e izquierda. El Tratado de Versalles cayó como balde de agua fría en Alemania, hubo protestas que llamaban a no firmarlo.

¿Qué lo hacía tan intolerable? Devolvía Alsacia y Lorena a Francia, un poco de territorio a Bélgica, una parte a Dinamarca y a los polacos las tierras que los alemanes habían tomado. Esta parte les dolió, porque consideraban a estos últimos como una raza inferior. Se les daba, además, la responsabilidad a los alemanes del comienzo de la guerra. Se exigía la entrega del emperador Guillermo II y ochocientas personas más, considerados criminales de guerra. Las reparaciones serían fijadas después, pero debían pagar 5 mil millones de dólares en marcos de oro entre 1919 y 1921.

El tratado desarmaba prácticamente a Alemania y, por lo tanto, le cerraba el camino de la hegemonía en Europa. Dejaba al Reich geográfica y económicamente intacto en su mayor parte. Además, reservaba su unidad política y fortaleza potencial como gran nación. No tenían alternativa frente a los aliados. O aceptaban el tratado o los aliados tomarían represalias. La resistencia armada era imposible, así lo decían los dirigentes del ejército.

El 28 de junio de 1919 el tratado de paz era firmado. Pero Alemania se convirtió en una casa dividida. Los conservadores no querían aceptar ni el tratado ni la república que lo había firmado. Ellos tenían riquezas que usaron para subvencionar a partidos políticos y a la prensa política, que se esforzaría en minar los cimientos de la República.

El ejército comenzó a burlar las restricciones militares del tratado y se convirtió en verdadero centro de poder político en la nueva Alemania. Se convirtió en un estado dentro del estado, ejerciendo influencia sobre la política extranjera y de interior. Mantuvo la independencia del gobierno nacional. Los socialistas moderados, ayudados por los demócratas y centristas católicos, fueron quedándose solos para llevar adelante la República. Se pensaba que la constitución de Weimar estaba sentenciada a muerte. Había una fuerza nacionalista, antirrepublicana y antidemocrática que Hitler detectó. El marco alemán comenzó a descender. Alemania no pudo pagar sus compromisos y en represalia, Francia ocupó el Ruhr, corazón industrial germano. Fue un golpe a la economía alemana y logró unir al pueblo como no se veía desde 1914. Hubo una huelga general en 1923, el descenso del marco continuó hasta que la moneda alemana se hizo inservible. El poder adquisitivo de los salarios y los jornales habían quedado reducidos a cero. La fe del pueblo alemán en la estructura económica de la sociedad alemana fue destruida. Y era la República la que se había rendido al enemigo, aceptando cargas de reparaciones. Los culparon.

El gobierno no supo enfrentar la crisis. El pueblo se sabía en bancarrota, tenían hambre. Culpaban de todo a la República. Tiempos así parecían caídos del cielo para Hitler. "Nuestra miseria aumentará, el Estado se ha convertido en ladrón y en estafador. Necesitamos una dictadura", gritaba.

La irreflexiva inflación conducía a miles de alemanes a creer en él. Las condiciones caóticas favorecían la caída de la República, él quería dirigir la revolución, Pero tenía dificultades: Primero, el partido nazi no era un movimiento importante y era desconocido fuera de Baviera. En segundo lugar, la ocupación del Ruhr unió a los alemanes tras el gobierno republicano de Berlín.

Hitler, quería la muerte de la República, la muerte de los traidores de la patria y la de los criminales del movimiento. Formó la Unión de Trabajadores de las Ligas Combatientes de la Madre Patria y, luego, un grupo más fuerte: la Unión Combatiente Alemana. Objetivo: derrocar la República y desgarrar el Tratado de Versalles.

El 26 de septiembre de 1923 el canciller anunció el fin de la resistencia del Ruhr y la continuación de los pagos de indemnizaciones. Hubo un estallido de rabia y de histeria entre los nacionalistas alemanes y los comunistas. Hubo revueltas y se estuvo al borde de la guerra civil. El gobierno central ordenó cerrar el diario de Hitler y arrestar a Hess, Eckhardt y Rossbach. Las órdenes fueron desobedecidas. Baviera desafiaba a Berlín.

La noche del 10 de noviembre las SA serían concentradas al norte de Munich y en la mañana marcharían sobre la ciudad, proclamando la revolución. Hitler abandonó este plan e improvisó otro para llevarlo a cabo el 8 de noviembre, durante un mitin en una cervecería. Las tropas de la SA rodearon la cervecería hasta donde había llegado el jefe del gobierno bávaro: Kahr. Hitler saltó sobre la mesa para atraer la atención de más de tres mil burgueses que se encontraban allí. Gritó: "la revolución nacional ha comenzado, los gobiernos de Baviera y del Reich han sido destituidos y se ha formado un gobierno nacional provisional". Tomó a los tres dirigentes y los arengó, mientras ellos se negaban a hablarle. Amenazó con matarlos. Ninguno quería unirse a Hitler.

Las cosas no estaban saliendo como él lo había planeado. Se dirigió a la multitud haciéndoles creer que el gobierno bávaro estaba destituido y que uno nuevo salvaría al pueblo. La multitud creyó su mentira. Hubo vivas estentóreos.

Enajenado de alegría por el afortunado comienzo hizo que todos juraran lealtad al nuevo régimen. Dio otra arenga en la que dijo que no descansaría hasta ver a los criminales de noviembre derrocados, hasta que Alemania volviera a tener poder y grandeza, libertad y esplendor.

Un error desmoronó su plan. Se alejó por unos minutos de la cervecería y los tres jefes del gobierno huyeron. El ejército comenzó a aplacar el alzamiento. Se ordenó la disolución del partido Nacional Socialista de Trabajadores Alemanes y de las ligas combatientes. Hitler había planeado un golpe militar, quería una revolución con las fuerzas armadas, no contra ellas. Ludendorff, el legendario jefe militar, le propuso marchar hacia el centro de la ciudad y apoderarse de él. La policía y el ejército jamás se les opondrían.

A las 11 de la mañana del 9 de noviembre Hitler y Ludendorff enfilaron una columna con trescientos hombres hacia el centro de Munich. Iban con la svástica y un camión cargado con ametralladoras. Las fuerzas de asalto llevaban carabinas y Hitler su revólver. Hubo disparos con la policía, se cree que el führer hizo el primero. Dieciséis nazis y tres policías murieron. Hubo heridos y el resto cayó a tierra. Hitler fue arrestado y también Ludendorff. En pocos días, los jefes rebeldes fueron cercados y encarcelados. La intentona nazi había terminado en un fracaso. El partido fue disuelto. Aparentemente el nacional socialismo estaba muerto. La carrera de Hitler al poder fue brevemente interrumpida, sin embargo, usó el juicio como plataforma para desacreditar a las autoridades y hacer que su nombre fuera conocido más allá de Baviera.

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Hitler en camino al poder

Hitler fue sometido a juicio. Cuando terminó, había transformado la derrota en triunfo. Impresionó al pueblo alemán con su elocuencia y el fervor de su nacionalismo. Su nombre apareció en los titulares. Proclamó "yo soy el único responsable, pero no soy un criminal". Su confianza en sí mismo estaba intacta. En prisión, esperando el juicio, prometió no volver a cometer los mismos errores. Ya sabía como construir el Estado nazi. Necesitaba al ejército alemán con él. Por lo tanto, buscó la reconciliación con él. Ludendorff fue absuelto. Hitler y otros acusados fueron encontrados culpables y fue sentenciado a 5 años de prisión en Landsberg. Nueve meses después, el 20 de diciembre, Hitler era excarcelado y en libertad podía continuar su lucha: derribar el estado democrático.

Hitler se había convertido en famoso y para los ojos de muchos, era un patriota y un héroe. La propaganda nazi convirtió este episodio en una leyenda del movimiento. En su prisión Hitler era tratado con honores. Tenía una habitación para él solo. Convocó a Hess y empezó a dictarle su libro:"Mi Lucha". El libro tenía poco de autobiográfico. Durante su primer año de canciller fue el autor más próspero de Alemania. Y por primera vez era millonario. En el régimen nazi el libro se leyó tanto como la Biblia. Era casi obligatorio leerlo y las familias se sentían protegidas si tenían el libro en sus hogares. Si este libro se hubiese leído antes, quizás el mundo se hubiera librado de una catástrofe. Ahí se exponía la clase de Alemania que pretendía hacer si llegaba al poder y la clase de mundo que quería crear mediante la conquista armada alemana.

La impronta del Tercer Reich y el bárbaro orden que Hitler impuso entre 1939 y 1945 se hallan expuestos con aterradora crudeza y con gran extensión y detalle en ese libro. El concepto de la vida que ahí se detalla fue abrazado fanáticamente por millones de alemanes y produjo la ruina de muchísimos seres humanos decentes y sin culpa. Como pretendía lograr un nuevo Reich:

  •     Ajustando las cuentas con Francia.
  •     Expandiéndose hacia el este, sobre todo a costa de Rusia.

El Tercer Reich sería gobernado con el principio del caudillaje, una dictadura. No le daba importancia a lo económico, el tema lo aburría. Creía que ninguna política económica era posible sin una espada, ninguna industrialización era posible sin poder. En su libro, Hitler deambula de un tema en otro. Escribió sobre todo: cultura, educación, teatro y cine. También escribió sobre lo que será la eugenesia del Tercer Reich: el matrimonio no puede ser un fin en sí mismo, sino que tiene que servir para su meta más alta: el aumento y la conservación de la especie y de la raza.

Veía toda vida como una eterna lucha y el mundo como una selva en la que sobrevivían los más capaces y gobernaban los más fuertes: un mundo donde una criatura se alimenta de otra y donde la muerte del más débil implica la vida del más fuerte. El fuerte debe dominar y no mezclarse con el débil, sacrificando así su propia grandeza...los que deseen vivir deben luchar y los que no quieran luchar no merecen vivir. ¿Quién era el fuerte, en valor y habilidad, el favorito de la naturaleza? El ario. Este era el meollo del ideario nazi: la concepción de una raza superior era la base del Tercer Reich y del nuevo orden de Hitler en Europa.

Los arios han logrado tantas cosas y conquistado supremacías pisoteando a los demás, pensaba. Hitler se revela en su libro con un sadismo difícil de entender. Para él, la mezcla de sangres, era un error cardenal. Ella mata a las viejas culturas y los hombres pierden resistencia. Todos los que en este mundo no son de buena raza pertenecen a la broza, dice. ¿Y quién es la broza? Los judíos y los eslavos. Hitler llegó a prohibir el matrimonio entre alemanes y algún miembro de estas razas. Era ignorante de la historia y de la antropología. Para él los alemanes son la más alta especie en la humanidad que existe sobre la tierra y lo seguirán siendo si velan con cuidado por la pureza de su propia sangre.

Dice: "el Estado Popular debe colocar a la raza en el centro de toda vida, debe tomar las medidas necesarias para que solamente las personas saludables puedan engendrar hijos. Sólo hay una desgracia: traer hijos al mundo a pesar de las propias enfermedades y deficiencias. Es reprensible privar a la nación de hijos saludables".

El dominio alemán se había convertido para él en una obsesión. No estaba de acuerdo con la democracia: no debe haber decisiones de la mayoría, sino únicamente de personas responsables.

Un solo hombre poseerá la autoridad y el derecho para mandar. No dudaba en que construiría su Reich. Estaba poseído de ese ardiente sentimiento de misión peculiar. Unificaría a un pueblo elegido, purificaría la raza, lo haría fuerte, haría que sus hijos fueran señores en la tierra. Todas sus ideas tenían raíces en la experiencia y pensamiento alemanes. El nazismo y el Tercer Reich no eran sino una continuación lógica de la historia alemana. Primer Reich: sagrado imperio germánico medieval. Segundo Reich: el de Bismarck, en 1871 después de la derrota de Francia a manos de Prusia.

Ambos le habían dado gloria a Alemania. Para Hitler la república de Weimar había arrastrado este nombre por el fango. El Tercer Reich lo restauraría, prometía Hitler. Alemania había sido siempre un país formado de diversas naciones. No hubo crecimiento natural como nación, estaban divididos en diminutos estados. La idea de pueblo soberano, de democracia nunca echó raíces en Alemania. Las ideas no son propias de Hitler, sino la forma de aplicarlas. Alemania tuvo épocas gloriosas, como la de Bismarck. La idea de la raza dominante o de los judíos como raza inferior no era nueva en Alemania. Hitler admiraba a Nietzsche y odiaba el cristianismo: el hombre debe ser instruido para la guerra y la mujer para la procreación del guerrero. Al final, Hitler se consideraba a sí mismo el superhombre de la profecía de Nietzsche.

Como Hitler, Wagner también odiaba a los judíos, y el Führer admiraba a Wagner, le gustaba oír sus óperas con mitos germanos.

Se podría considerar a H. Stewart Chamberlain como el fundador espiritual del Tercer Reich. Este inglés vio en la raza alemana la dominante, la esperanza del futuro. Hitler lo consideró profeta, además tenía un sentido místico de su misión personal sobre la tierra en esos días. En su libro está salpicada la idea de genio escogido por la Providencia para conducir a un gran pueblo.

Un genio con una misión estaba por encima de la ley, no podía ser limitado por la moral burguesa, con esta idea Hitler pudo justificar los actos más crueles cometidos a sangre fría: la supresión de la libertad personal, la práctica brutal de los trabajos forzados, la perversión de los campos de concentración, la matanza de sus mismos seguidores en junio de 1934, el asesinato de los prisioneros de guerra y la carnicería masiva de los judíos.

En 1924 Hitler salió de la cárcel. Su partido y prensa estaban prohibidos, la economía alemana se estaba recuperando y el pueblo alemán estaba comenzando a vivir normalmente. El nazismo parecía morir.

 

Pero Hitler no se desanimaba fácilmente. Editó "Mi Lucha". Pocos vieron en ese libro la continuación de la historia alemana. Señalaba a su patria el camino hacia un glorioso destino.

Los años 1925 y 1929 fueron difíciles para Hitler y los nazis. Pero él perseveraba, confiaba en que los malos tiempos no durarían. Alemania recibió créditos y la gente parecía más feliz. El antiguo y opresivo espíritu prusiano parecía estar muerto y enterrado.

Casi no se oía de Hitler o de los nazis. Alemania parecía haberse consolidado. El primer ministro de Baviera levantó el castigo a Hitler y a su partido.

El 26 de febrero de 1925 se reeditó el diario y el líder habló en el primer mitin del partido nazi resucitado. Cuatro mil seguidores se reunieron nuevamente para oírlo. Y Hitler fue tan elocuente como siempre.

Sus camaradas ya no estaban. Tenía un nuevo objetivo:  concentrar el poder del partido en sus manos, restablecerlo como organización y buscar poder en las instituciones constitucionales.

La bestia no estaba domesticada, amenazaba al Estado con violencia. Por dos años, el gobierno de Baviera le prohibió hablar en público.

Hitler mudo era un fracasado. Pero también era un buen organizador. Se puso a trabajar por el partido. Primero atrajo gente. En 1925 eran 27 mil y en 1929 ya sumaban 178 mil. La organización política quedó dividida en dos grupos: POI (su misión era atacar y minar el gobierno) y POII (buscaba establecer un estado dentro de otro estado). Creó las juventudes hitlerianas (10 a 15 años) y organizaciones para las mujeres.

Las S.A estaban organizadas como bandas armadas. Debían proteger los mítines nazis y desorganizar a los otros, junto con aterrorizar a los que se oponían a Hitler. Una vez en el poder se convertirían en el ejército. Pero las camisas pardas (S.A) no llegaron a ser más que una confusa mezcla de chusma camorrista. Muchos de sus jefes eran homosexuales. Hitler creo las SS (Schutzstaffel) con uniformes negros y les hizo jurar lealtad a su persona. Primero fueron una guardia personal. El jefe definitivo fue Heinrich Himmler. Comenzaron con doscientos hombres y terminaron dominando a Alemania e infundiendo terror en toda la Europa ocupada. El jefe supremo del partido era Hitler. Pero la organización no era más que un conglomerado de alcahuetes, asesinos, homosexuales, alcoholizados y chantajistas. A Hitler eso no le importaba mientras fueran útiles. En 1926 constituyó el tribunal del partido.

Usando a un joven inquieto, Strasser, mandó a organizar el partido en el norte del país. Él nombró de secretario a un hombre de 28 años: Paul Joseph Goebbels. Goebbels era un orador vehemente y fanático nacionalista, tenía una pluma mordaz y una sólida educación universitaria. Era doctor en Filosofía. Tenía un pie malo, por lo tanto no había podido ir a la guerra. La cojera le produjo amargura. Los socialdemócratas y comunistas propusieron la expropiación de las tierras y fortunas reales para que fueran puestas a disposición de la República. Strasser y Goebbels propusieron apoyar la idea. Hitler se enfureció, muchos de esos antiguos gobernantes y grandes industriales apoyaban económicamente al partido.

Hitler envió a Feder al norte para acallar a los rebeldes.

Goebbels gritó propongo que Hitler sea expulsado del partido. El 14 de febrero de 1926 Hitler devolvió el golpe. Organizó una reunión en el sur durante un día hábil. Goebbels y Strasser estaban en minoría y tuvieron que abandonar su programa. Goebbels oyó el discurso de Hitler y sintió un golpe, le estaban moviendo sus cimientos. El Führer lo conquistó y lo convirtió en su más fiel seguidor hasta el final.

Esos años Hitler pasó mucho tiempo en un refugio en los Alpes bávaros. Era su único hogar.

En 1928 invitó a su media hermana, Angela, quien llegó con sus dos hijas. Hitler se enamoró de una de ellas, Geli Raubal, una muchacha de 20 años. No se sabe si ella también lo quería.

En 1931 Geli anunció que volvía a Viena, pero Hitler no la dejó. Al día siguiente ella se había suicidado. Él parecía inconsolable.

Tres semanas después Hitler obtuvo la primera entrevista con el jefe alemán, Hindenburg. Era su primera movida para llegar al poder.

La depresión del 29 le dio su oportunidad. El pueblo, duramente oprimido, clamaba buscando una salida a su triste situación. Millones de parados querían trabajo, los tenderos ayuda. Para los descontentos Hitler era un torbellino electoral. Desarrolló una campaña en que ofreció para los millones de desesperados una posible esperanza en medio de la miseria general. Haría una vez más fuerte a Alemania, se negaría a pagar las indemnizaciones, repudiaría el Tratado de Versalles, acabaría con la corrupción, obligaría a capitalistas (especialmente judíos) a proveer con dinero al Estado y trataría de que todo alemán tuviera trabajo y pan. Para los desesperados y hambrientos hombres que buscaban no sólo socorros monetarios, sino nueva fe y nuevos dioses, la llamada no fue hecha en vano.

Aunque sus esperanzas eran grandes, Hitler quedó sorprendido cuando la noche del 14 de septiembre de 1930 llegaron los resultados de las elecciones. Dos años antes, su partido había conseguido unos 810 mil votos y elegido 12 candidatos como miembros del Reichstag. Esta vez, su meta era cuadruplicar esos resultados, pero consiguió 6 millones de votos que le daban 107 escaños y hacían ascender al partido nazi del noveno lugar al segundo en importancia. El PC también había subido de 54 a 77 escaños. Engreído, Hitler volvió al propósito de atraer a dos grupos poderosos: el ejército y los grandes industriales.

En 1930 quedó en evidencia que la propuesta nazi hacía progresos en el ejército, especialmente en jóvenes oficiales. Los nazis comenzaron a recolectar dinero, los negociantes y banqueros les daban, hacían colectas.

En 1931 Hitler decidió concentrar esfuerzos en cultivar amistad con influyentes magnates industriales. Atravesó Alemania manteniendo entrevistas personales con prominentes personalidades del mundo de los negocios. A principios de ese año Hitler había reunido en torno al partido a una pequeña banda de hombres fanáticos y crueles que le ayudarían en su impulso final hacia el poder y estarían a su lado en el Tercer Reich. Había cinco que destacaban de su lote de seguidores: Roehm, Strasser, Goering, Goebbels y Frick.

En ese período, también, el camino difícil en Alemania continuaba. Había cinco millones de obreros parados, las clases medias enfrentaban la ruina, los labradores sin poder pagar sus impuestos, el Parlamento paralizado, el gobierno vacilante y el Presidente de 84 años se hundía en la cenilidad. Entre los nazis crecía la confianza.

El problema político: el canciller Bruning no contaba con mayoría y comenzó a gobernar por decreto.

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Hitler, ansias de poderío

El 10 de octubre de 1931 Hindenburg recibió a Hitler por primera vez. El futuro Führer intentó impresionarlo, pero no lo logró. El canciller Hindenburg pretendía extender el mandato del presidente, decisión que debía tomar el Parlamento.

Bruning llamó a Hitler, quería que el partido nazi aceptara la prolongación del mandato de Hindenburg. Le lanzó un anzuelo: ofrecía sugerir el nombre de Hitler como sucesor en el puesto de canciller. Pero el líder nazi quería el fin de la República y eso significaba darle más vida. Ofreció apoyar a Hindenburg en las elecciones si se deshacían de Bruning, nombraban un gobierno nacional y convocaban a nuevas elecciones para el Parlamento y la dieta prusiana. Hitler pensaba en la posiblidad de presentarse a las elecciones. Goebbels lo incitaba a hacerlo y el líder siguió su consejo. La campaña fue áspera y confusa.

Hindenburg era protestante, prusiano, conservador y monárquico, tuvo apoyo de socialistas, sindicatos y católicos. Hitler era católico, austríaco, antiguo vagabundo, nacionalsocialista, jefe de la clase media más baja, contaba con propios seguidores y con algunos de clase alta y monárquicos. Para resolver el tema de la ciudadanía y se convirtió en alemán.

Emprendió su campaña con energía, recorrió el país, hizo ardorosos mítines, habló a la ciudadanía y los fustigó hasta llevarlos a un estado de frenesí.

Los nazis hicieron una campaña de propaganda como nunca se había visto en Alemania. Pegaron carteles en paredes, distribuyeron ocho millones de folletos y doce millones de periódicos. Llevaron a cabo tres mil mítines en un día. Además, hicieron uso de películas y discos con ayuda de altavoces en camiones.

Hindenburg conservó la red de radiodifusión a favor de su propio bando.

En las elecciones, el canciller obtuvo el 49, 6% y Hitler el 30,1%. Ninguno consiguió mayoría absoluta. Era necesaria una nueva elección. Hitler había logrado aumentar la votación de los nazis en un 86% pero el Presidente lo había rebasado. Emprendió una nueva campaña con más ánimo. Realizó cuatro, cinco mítines en un día, volaba en avión de un punto a otro. Se dedicó a predecir un futuro feliz a todos los alemanes si votaban por él: trabajo para todos los obreros, precios mejores para cultivadores, más negocios, un gran ejército, llegó a prometer que todas las muchachas encontrarían marido. El 10 de abril de 1932 se realizó la segunda elección:

Hindenburg sacó un 53% y Hitler un 36,8%. Más de la mitad de los alemanes había expresado su confianza en la República Democrática.

Hitler había duplicado los votos nazis en apenas dos años. El consejo de ministros había decidido suprimir el ejército del partido, la SA, ante el rumor de que si ganaba se apoderaría de Alemania. El golpe aturdió a los nazis. Hitler obedeció, no era momento de rebelión armada. El 8 de mayo se volvió atrás con esta decisión de la SA y Hindenburg llamó a Hitler a apoyar al gobierno.

El 1 de junio de 1932 fue nombrado canciller Franz Von Papen. El hombre no era tomado en serio por sus amigos ni enemigos. Se le consideraba superficial, desatinado, intrigante, astuto, vano y ambicioso. No tenía respaldo político. El 4 de junio disolvió el Parlamento y llamó a elecciones para el 31 de julio.

El 15 de junio levantó el bando de suspensión de las SA. Le siguió una ola de asesinatos y violencia política como no se había conocido en Alemania. Fuerzas de asalto buscaban peleas y sangre. Sólo en Prusia durante veinte días, hubo 461 batallas campales en las calles con 82 muertos y 400 heridos. Papen prohibió las concentraciones políticas antes de las elecciones. El 20 de julio destituyó al gobierno prusiano y se nombró a sí mismo comisario del Reich en Prusia. Además, proclamó estado de guerra en Berlín. Hitler decidió derrocar a Papen. Los nazis se arrojaron nuevamente a la campaña. Ganaban terreno. En las elecciones del 31 de julio, los nazis consiguieron trece millones 700 mil votos y 230 escaños en el Reichstag. Era el partido más numeroso del Parlamento, pero les faltaba mayoría en la cámara.

Hitler aún no conseguía la mayoría para llegar él mismo al poder. El 4 de agosto fue a Berlín. Pidió ser canciller y para su partido varios puestos de ministros. No era tan fácil. Para presionar, el 10 de agosto las SA tendían un cerco a Berlín. Le dijeron que lo máximo que podía aspirar era a la vicecancillería.

Hitler se mostró ultrajado. Sería canciller o nada. Se reunió con Hindenburg, ya de 85 años, y repitió su petición. El Presidente replicó que con la tensa situación no podía arriesgarse a transferir el poder a un partido nuevo que no tenía la mayoría y que era turbulento e indisciplinado. Habló de actos de violencia y de ataques a judíos. Hindenburg consideraba que era un partido fuera de control. Le pidió colaboración a otros partidos y que Hitler desechara la idea del poder completo. El viejo presidente le dio un sermón al caudillo nazi. Cuando los alemanes se enteraron de la petición de poderes absolutos, la causa nazi sufrió un revés. El 30 de agosto los centristas se unieron a los nazis y eligieron a Goering presidente del Reichstag.

El canciller Von Papen había conseguido un decreto para disolver la cámara. Pero Hitler ordenó votar la enmienda comunista para derrotar a Von Papen antes de que éste disolviera el Reichstag. Estaba fuera de sí de alegría. El 6 de noviembre hubo nuevas elecciones. El pueblo ya estaba cansado de propaganda y discursos, los nazis no tenían dinero para una gran campaña. Los círculos adinerados se asustaron por la participación del partido en una huelga de obreros del transporte en Berlín.

En la votación, los nazis perdieron 2 millones de votos y 34 escaños del Reichstag. Sólo tenían 196 diputados. Seguían siendo el mayor partido de la nación pero habían retrocedido. Hitler estaba más débil.

El 17 de noviembre Papen y los ministros dimitieron. Hindenburg, entonces, llamó a Hitler el 19 de noviembre. El Presidente le ofreció la cancillería si podía asegurar una mayoría manejable en el Reichstag para llevar a cabo un programa definido o, bien, le entregaba la vicecancillería a las órdenes de Von Papen. No hubo acuerdo. Hitler no podía asegurar lo que pedía el anciano.

El ejército se puso contra Von Papen y Hindenburg apoyó a la institución armada. El canciller había sido depuesto y el Presidente pensó que libraba a Alemania de una guerra civil. El 2 de diciembre Kurt Von Schleicher fue nombrado canciller. El general llegaba a este alto puesto en la cumbre de la depresión. Estuvo 57 días en el puesto, en una época de odios e intrigas. Trató de que Hitler se uniera a su gobierno. Como no lo logró, trató de dividir al partido. Los nazis estaban en problemas económicos, no tenían fondos para pagar la nómina de miles de funcionarios, para los 2 millones de marcos que costaban las SA a la semana y debían las impresiones de los diarios.

En las elecciones en Turingia los nazis perdieron un 40 % de los votos. Sabían que nunca lograrían el poder mediante la votación.

Strasser discrepaba con Hitler en la forma de buscar el poder total. Le envió una carta renunciando, su principal seguidor desertaba.

 

    Hitler se sintió traicionado. Pero se esforzó por cerrar en un círculo la lealtad al resto. El nuevo canciller estaba a punto de caer. No contaba con la mayoría del Reichstag. El 28 de enero presentó la dimisión a Hindenburg, quien le pidió a Von Papen que indagara la posibilidad de un gobierno encabezado por Hitler en términos constitucionales. Mientras los nazis celebraban, corrió el rumor de que se estaba preparando una dictadura militar. Goering le fue a avisar a Hindenburg y a Von Papen, mientras Hitler ponía en estado de alarma a la SA en Berlín.

Se nombró Ministro de Defensa a Blomberg el 30 de enero de 1933. El gabinete de Hitler se había constituido y fue nombrado canciller.
 

Los nazis eran minoría. Tenían 3 de 11 puestos del gabinete. Los ministerios importantes, los tenían los conservadores que creían estar usando a los nazis para sus fines. Nadie comprendió en ese momento las fuerzas que se estaban ayudando a encumbrar a las alturas.

Los alemanes impusieron la tiranía nazi a sí mismos.

El error: no oponerse unidos a Hitler. Al mediodía del 30 de enero de 1933, el Presidente nombró canciller a Hitler. Su poder, aunque grande, no era completo. Su tarea inmediata: eliminar a quienes le quitaban parte del poder. Con ese elemento llevaría a cabo su revolución nazi.

A las 5 horas hizo el primer consejo de ministros. Ayudado por Goering empezó a obligar a sus colegas conservadores para que le siguieran la corriente. Mandó a Goering a hablar con los centristas, que tenían 70 escaños en el Reichstag. Como ponían condiciones, Goering propuso disolver el Reichstag y llamar a elecciones. Hitler dio su aprobación. Fue a hablar con ellos y luego dijo que los del centro hacían peticiones imposibles de aceptar y que no había posibilidad de acuerdo. Pidió al Presidente que disolviera el Reichstag y llamara a elecciones, él aseguró que no haría cambios en el gabinete. El 5 de marzo hubo nuevas elecciones. Los nazis usaron vastos recursos del gobierno para acumular votos. Tenían la radio y la prensa a su disposición, por lo que pusieron en escena una obra maestra de propaganda.

Invitaron a magnates a ayudarlos económicamente. Hitler suprimió las reuniones y la prensa comunista. Goering fue nombrado ministro del Interior de Prusia. Expulsó a los oficiales republicanos y los reemplazó por nazis, sobre todo oficiales de la SA y la SS. Ordenó a la policía evitar hostilidades entre estas dos fuerzas. Invitó a eliminar a todos los que se opusieran a Hitler.

 

El poder policíaco de Prusia (dos tercios de Alemania) fue recayendo en manos nazis. El 27 de febrero de 1933 se incendia el edificio del Reichstag. Hitler acusó a los comunistas de realizar un crimen contra el nuevo gobierno. Goering gritó que con esto comenzaba la revolución comunista.     Aunque no hay certeza, al parecer fueron los nazis los que organizaron el incendio. Llevaron tropas de asalto al túnel subterráneo, rociaron con gasolina y elementos químicos inflamables y regresaron. Luego, un pirómano comunista, elegido por los nazis, prendió fuego. En el juicio fue declarado culpable y decapitado. Pero , de todas formas, recayeron sospechas sobre nazis y sobre Goering. El 28 de febrero, Hitler consiguió del Presidente un decreto para la protección del pueblo y del Estado. Quedaban en suspenso las siete garantías de libertades individuales y civiles de la Constitución. Según Hitler, eran medidas defensivas contra actos comunistas de violencia.

Se autorizaba, además, al gobierno del Reich para ejercer un completo poder sobre los Estados Federales, cuando fuera necesario, e imponer pena de muerte a crímenes como alteraciones graves de la paz.

Hitler hizo callar a sus adversarios e posibilitó su arresto cuando fuera necesario. Creó así una amenaza oficial a los comunistas provocando miedo a la clase media y campesina. Si no votaban por él en las elecciones, los bolcheviques se apoderarían del poder. Unos cuatro mil funcionarios comunistas fueron arrestados.

Era la primera experiencia del terror nazi para los alemanes. Sus partidarios rugieron por las calles de toda Alemania. Las camisas pardas acorralaron a víctimas, las llevaron a barracones de las SA, las torturaron y las golpearon. La prensa comunista y las reuniones políticas fueron suprimidas; diarios socialdemócratas y liberales fueron suspendidos y las reuniones de otros partidos, prohibidas o disueltas. Sólo los nazis podían llevar a cabo campañas sin ser molestados.

Llevaron a cabo una gran propaganda. La radio estatal difundió sus voces, se pusieron banderas en las calles, hicieron grandes concentraciones, anunciaban el paraíso. En las elecciones del 5 de marzo, los nazis lograron 17 millones de votos. Pero, con todo, la mayoría seguía rechazando a Hitler, ya que esa votación sólo representaba un 44%.

Hitler no tenía los dos tercios en el Reichstag, necesarios para hacer su revolución, establecer dictadura con consentimiento del Parlamento.

Su plan fue pedir al Reichstag la aprobación de una ley de plenos poderes, confiriéndole al gabinete de Hitler facultades exclusivas legislativas por 4 años. Se necesitaban, nuevamente, dos tercios para lograrlo. Sin embargo, arrestando a unos cuantos comunistas podía asegurar esa proporción. Hitler logró el poder de legislar quitándole atribuciones al Reichstag. Prometió hacer buen uso de esas nuevas facultades.

Así fue enterrada la democracia parlamentaria en Alemania. Todo se hizo con entera legalidad, el Parlamento había cedido su autoridad constitucional a Hitler, cometiendo un verdadero suicidio.

Esta ley de plenos poderes constituyó la base legal para la dictadura del Führer. Desde el 23 de marzo de 1933, Hitler fue el dictador del Reich.

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El poder total

Los Estados Federales comenzaron a caer en manos nazis. Comisarios del Reich fueron designados para hacerse cargo del mando. El 7 de abril Hitler designó gobernadores, todos eran nazis. Abolió los poderes independientes de los estados y los sometió a la autoridad central. Había unificado Alemania.

 
 

El partido nazi fue quedando solo y el 14 de julio se decretó la ley que decía que el partido de los trabajadores alemanes nacionalsocialista se constituía en el único de Alemania. El que quisiera formar otro partido sería castigado. El estado pasaba a ser totalitario Los sindicatos libres fueron eliminados tan fácilmente como los partidos políticos. El 1 de mayo de 1933 Hitler habló ante cien mil trabajadores, diciéndoles que la revolución no era contra ellos. Al día siguiente, los nazis ocuparon los cuarteles generales de todos los sindicatos, confiscaron fondos, los disolvieron y arrestaron a sus jefes. Muchos de ellos fueron golpeados e internados en campos de concentración. Tres semanas más tarde, por un decreto, Hitler puso fin a convenios colectivos, el decreto dejaba fuera de la ley a las huelgas. Las camisas pardas corrían por las calles sembrando el terror con el consentimiento del Estado. Los jueces estaban aterrorizados. Hitler era la ley. Para él los judíos no eran alemanes, no los exterminó enseguida pero fueron robados, apaleados o asesinados durante los primeros meses. Publicó leyes que los expulsaban de los servicios públicos, de las universidades y de las profesiones liberales. El 1 de abril de 1933 dictó un boicot nacional contra los establecimientos judíos. A mediados del verano del 33, Hitler era dueño de Alemania.
 

 

Había usado consignas socialistas para llegar al poder, como nueva propaganda. Ahora que tenía el poder, las masas no le interesaban. Debía afianzar la confianza de los sectores financieros para no llevar a Alemania a la bancarrota y arriesgar su régimen. Necesitaba orden en el país. La revolución nazi era política y no económica. Hitler sabía que necesitaba contar con el ejército. La SA no eran más que una turba buena para combates callejeros, pero de escaso valor como ejército moderno.

El 4 de abril Hitler creó el Consejo de Defensa del Reich, para estimular un nuevo y secreto programa de rearme. Ya había conquistado Alemania, ahora le faltaba Europa. El Tercer Reich estaba aislado diplomáticamente e impotente en cuanto a fuerzas militares. El mundo había sentido repugnancia por los excesos nazis, especialmente contra los judíos. Alemania estaba sin amigos y desarmada en comparación con sus vecinos.

Los objetivos era, entonces, librarse de las amarras de Tratado de Versalles (sin provocar sanciones) y lograr el rearme sin arriesgarse a una guerra.

Primero había que confundir al adversario pregonando la paz y el desarme. El 17 de mayo de 1933 Hitler dio un discurso de la paz ante el Reichstag.

Fue una obra maestra de propaganda engañosa, que conmovió al pueblo alemán profundamente. Lo unificó tras su jefe, junto con causar una impresión favorable y profunda en el mundo exterior. El presidente Roosevelt había pedido el desarme y Hitler lo había aceptado. Decía que Alemania no quería guerra y no tenía la menor intención de germanizar a otros pueblos. El mundo estaba encantado, Hitler hablaba con mesura y claridad. Pedía un trato igual a otras naciones. El 14 de octubre a Alemania se le niega la igualdad de derechos por parte de otras potencias. Como consecuencia, se retira de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de las Naciones.

Hitler disolvió el Reichstag y anunció que sometería a plebiscito la retirada de Alemania de Conferencia de Ginebra. Desde ese momento el país intentaría rearmarse en franco desafío a cualquier tratado de desarme y al de Versalles. Se estaban produciendo violaciones al acuerdo. Las naciones aliadas no adivinaron lo que se estaba construyendo en Alemania. El 95% del pueblo aprobó la retirada. El 26 de enero de 1934 se anunció la firma de un pacto de no agresión, por 10 años, entre Alemania y Polonia. En un año en el poder de Hitler había terminado con la República de Weimar; había logrado la dictadura personal; destruido los partidos políticos, menos el nazi; borrado los gobiernos estatales y sus parlamentos; había unificado el Reich; destruido sindicatos; suprimido asociaciones democráticas; expulsado a judíos de la vida pública y profesional; abolido la libertad de palabra y de prensa y anulado la independencia de tribunales la política. Además, la economía y la cultura estaban bajo reglas nazis. Las SA contaban con 2 millones de hombres. Roehm quería que fueran la base del ejército. Hitler no quizo ofender a la oficialidad y rehusó la idea. Altos oficiales aceptaron a Hitler como sucesor de Hindenburg, que estaba a punto de morir, a cambio de que él calmara las ambiciones de Roehm y de reducir a la SA. El trato sellaba la dictadura verdaderamente suprema.

Comenzaron presiones para que los nazis suspendieran los ataques a iglesias, detenciones arbitrarias, persecución de judíos y las conductas arrogantes de sus tropas de asaltos. Se pedía que el terror organizado por ellos terminara. El 1 de abril, Himmler fue designado por Goering jefe de la Gestapo prusiana y comenzó a formar el imperio de la policía secreta exclusivo para él. El 14 de junio, Hitler fue a Venecia a conversar con Mussolini.

Von Papen habló públicamente de los excesos del régimen que él había ayudado a afianzar. Pedía restaurar las normas de decencia y las libertades. Hitler se enfureció. Von Papen habló directamente con él y le comunicó que estaba hablando también por el anciano Presidente. El Führer entonces, se preocupó. Sabía que Hindenburg estaba disgustado y pensaba declarar estado de sitio para entregarle el poder al ejército. Hitler habló con el Presidente, quien le confirmó el ultimátum.

Su plan peligraba, debía recuperar la confianza. Pensando que conspiraba contra él, Hitler mandó a matar a Roehm. También fue ejecutado Gregor Strasser, el secretario de Von Papen y el jefe de la acción católica. El mismo Von Papen fue arrestado en su domicilio. Este hecho se conoce con en nombre de "La noche de los cuchillos largos".

 

Noche de los cuchillos largos
 

Ernst Röhm

    Nombre por el que es conocida la purga cruenta llevada a cabo por el dictador alemán Adolf Hitler, el general Hermann Wilhelm Goering y el jefe de las SS, Heinrich Himmler, en la que varios miembros del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo, entre otros, fueron asesinados en la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1934. Las principales víctimas de la Noche de los cuchillos largos (denominación que dieron a aquellos acontecimientos los propios nacionalsocialistas) fueron Ernst Röhm, jefe de las SA, y sus lugartenientes, y muchas personalidades importantes que se habían opuesto a la hegemonía hitleriana en el partido desde 1931, como el también dirigente nazi Gregor Strasser o el general Kurt von Schleicher, quien había ocupado el cargo de canciller inmediatamente antes que Hitler.

    El jefe de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas alemanas) y ministro de la Guerra, Werner von Blomberg, había comunicado claramente a Hitler que el plan de Röhm para que las SA controlaran a aquélla, y así asumir los cargos de aquél, era inaceptable. Blomberg había advertido que si se intentaba poner en práctica ese proyecto, el presidente de la República, Paul von Hindenburg, gravemente enfermo en aquellas fechas, entregaría el poder a la Wehrmacht e impondría la ley marcial. Hitler, que necesitaba el apoyo de las Fuerzas Armadas para ascender a la presidencia y llevar a cabo el rearme del país (por no mencionar el respaldo de los sectores conservadores, especialmente de la industria armamentista alemana, enfrentados al ala radical del partido nazi), decidió que había llegado el momento de actuar. Arrestó personalmente a Röhm en Munich y ordenó que fuera ejecutado por la Gestapo. Entre tanto, en Berlín, Goering y Himmler detuvieron y asesinaron a otros destacados miembros de la oposición. Este tipo de acciones se realizaron en toda Alemania y al final de la noche transcurrida entre el 30 de junio y el 1 de julio de 1934, el número de víctimas se acercó a doscientas, entre las cuales se incluyeron a monárquicos partidarios de la restauración de la familia Hohenzollern.

    Las demandas del Ejército fueron satisfechas y cuando falleció Hindenburg el 2 de agosto de ese año, la Wehrmacht no mostró oposición alguna a que Hitler uniera a su cargo de canciller alemán el de Führer, en sustitución del de presidente de la República, y el de jefe de la Wehrmacht, propuesta que fue respaldada por el plebiscito celebrado el 19 de agosto. Sin embargo, el triunfo de los militares profesionales sobre las milicias del partido fue aparente, ya que las SS de Himmler, libres de cualquier supeditación a las SA, se convirtieron en una amenaza mucho mayor para el Ejército de lo que nunca hubieran sido los desorganizados escuadrones de las SA de Röhm.

 

¿Cuántos murieron en esa purga? No se sabe exactamente. Hitler anunció el fusilamiento de 61 personas, diecinueve de ellos eran altos jefes de las SA. Para otros, en realidad murieron 401 personas, pero sólo identificaron a 116. En el juicio de Munich de 1957 se habló de más de mil. ¿Hubo realmente una conspiración contra Hitler? No hubo pruebas.

El 1 de julio la matanza estaba terminada. Hindenburg agradeció el fin de la alta traición. Se legalizó la carnicería como necesaria para la defensa del Estado. En lugar de la SA vino la SS, quedando Himmler a cargo. El 2 de agosto. Hindenburg murió, a los 87 años de edad. Los cargos de canciller y presidente recayeron en Hitler, además se convirtió en jefe de Estado y comandante de las FFAA. Es a partir de ese momento en que es llamado Führer y canciller del Reich. Su poder era ahora completo. Hizo jurar fidelidad a las FFAA hacia él y obediencia incondicional. Los oficiales lo reconocieron como máxima autoridad. El 19 de agosto, el 90% de los ciudadanos (más de 38 millones) votaron aprobando la conducta de Hitler al usurpar el poder completo. Tenía 45 años y estaba sólo en el principio.

Los alemanes ya estaban acostumbrados a las reglas de Hitler. La Gestapo acechaba y enviaba a campos de concentración a quienes se salían de la raya, judíos y comunistas. Pero el terror nazi de principios de año afectaba a pocos alemanes.

Ellos lo apoyaban con genuino entusiasmo, imbuidos de una nueva esperanza y fe en el futuro de la nación. Mientras tanto, Hitler rearmaba Alemania: cañones antes que mantequilla. En el otoño de 1936 el problema de los obreros sin trabajo fue resuelto. Todos tenían un nuevo puesto. El bienestar de la comunidad estaba por encima de las ganancias personales. Las teorías raciales de Hitler parecían un retroceso a vista de los extranjeros, pero para los alemanes eran populares. ¿Qué podían hacer contra la persecución de judíos? El Tercer Reich era abierto a extranjeros, los nazis no tenían nada que esconder. Se creó la tolerancia hacia esta nueva Alemania y los extranjeros que iban, creían ver realizaciones positivas.

En Berlín, durante 1936, se realizaron los Juegos Olímpicos. Los nazis impresionaron al mundo con los éxitos del Tercer Reich. La persecución de judíos se detuvo temporalmente. La organización de los juegos fue espectacular. Las leyes de Nuremberg del 15 de septiembre de 1935 privaban a los judíos de ciudadanía alemana, prohibían matrimonios judío-arios y relaciones extramaritales. Decretos suplementarios expulsarían de la ley, por completo, a los judíos.
 

   

En muchas ciudades ni siquiera podían comprar alimentos. Las puertas de las carnicerías, panaderías y lecherías lucían letreros con la leyenda no se admiten judíos. Las farmacias no les vendían remedios y los hoteles no los alojaban. Los nazis también comenzaron una guerra contra las iglesias cristianas. Algunos pasos que dieron contra la Iglesia Católica fueron la ley de esterilización; la disolución de la Liga Católica; el arresto de monjas y sacerdotes por inmorales o tráfico de divisas extranjeras y la prohibición de publicaciones católicas.

 

En la noche del 10 de mayo de 1933, unos veinte mil libros fueron quemados por estudiantes. Algunos de los autores eran Thomas Mann, Albert Einstein, Jack London, Helen Keller, Emile Zola y Proust. Quedaba prohibido cualquier libro que obre contra el futuro alemán, la patria y las fuerzas impulsoras del pueblo.

Se comenzó a reglamentar la cultura. El Reich debía determinar las líneas de progreso mental y espiritual. Se establecieron siete subcámaras para la guía e inspección de todas las esferas de la vida cultural. Los judíos fueron desterrados de las orquestas y prohibida la música de Mendelssohn porque era de esa raza. Goebbels, ministro de propaganda, daba todos los días instrucciones a los diarios y corresponsales sobre qué noticias publicar y cuáles suprimir, cómo redactarlas e, incluso, los titulares. La ley de prensa del Tercer Reich decía que los directores debían ser arios, limpios, alemanes y no estar casados con judías.

Tenían el control total de la prensa. La radio y el cine también estaban acorralados para servir la causa nazi. El Tercer Reich también controlaba la educación. La instrucción era espartana, política y marcial. Había servicio laboral obligatorio y luego servicio militar. La idea era coger a la juventud.

Centros escolares fueron nazificados. "Mi Lucha" fue declarado órgano oficial de educación, mientras a los judíos se les prohibía enseñar.

El ministro de educación del Reich nombraba a los rectores. Se falseó la historia y se enseñó ciencias racistas. De los 6 a los 10 años, los niños debían hacer un aprendizaje para las juventudes hitlerianas.

A los 10 años, después de aprobar ejercicios de atletismo, prácticas de campamento y de historia nazificada, pasaban a las juventudes donde juraban lealtad al Führer hasta dar la vida por él.

A los 14 años ingresaban a la juventud propiamente tal, hasta los 18 años. Luego venía el servicio al trabajo y al ejército. Había una vasta organización. También para las muchachas. Tenían uniformes, les daban instrucciones y hacían marchas donde las adoctrinaban. Las mujeres debían ser madres saludables de hijos igualmente sanos.

Existía la BDM (Bund deutscher maedel). Eran muchachas de 18 a 21 años que hacían un año de servicio en granjas. A fines de 1938, las juventudes hitlerianas tenían siete millones 700 mil afiliados. En marzo de 1939 se dictó una ley que obligaba enrolarse.

Las juventudes eran educadas para tener cuerpos sanos y fuertes; fe en el futuro de la patria y en ellos mismos; además de un sentido de hermandad y camaradería. La dictadura nazi no se atrevió a suprimir las inmensas propiedades feudales, pero hizo programas agrícolas que estimulaban al campesino.

Se redujo la cesantía; la producción nacional subió en un 102% entre 1932 y 1937, mientras la renta nacional fue duplicada. Estimuló el trabajo por medio de grandes obras públicas y apoyó a la empresa privada. La base de la recuperación alemana fue el rearme. Era una economía de guerra, movilizada para ella. La industria pesada se benefició con estas acciones.

Los obreros no tenían derecho a huelga, ni a sindicatos. Por lo tanto, eran siervos industriales a quienes les fijaba el salario. Las leyes restringían, además, la posibilidad del obrero para cambiarse de trabajo.

En 1938 la ley instituyó el reclutamiento para el trabajo.     Obligaba a trabajar donde el estado determinara. La fuerza de la alegría era la forma en que se trataba de controlar esparcimiento de los obreros. Se organizaron clubes y viajes de excursión a los Alpes bávaros. Se controlaban hasta los deportes.

Hitler era la ley. Goering dijo a los fiscales, que las normas y la voluntad del Führer eran lo mismo. Con el tiempo se estableció el temido tribunal del pueblo. La Gestapo también era ley, la policía secreta del Estado. Primero fue un instrumento personal de Goering para infundir temor, detener y asesinar a los adversarios del régimen. En 1934, el mismo Goering nombró a Himmler lugarteniente de la Gestapo. Las órdenes y las acciones de esta policía no estaban sometidas a revisión judicial.

Los primeros campos de concentración brotaron como hongos durante el primer año de gobierno nazi. A finales de 1933 habían unos 50. Se arrestaba para custodia protectora. A principios del régimen nazi había entre 20 y 30 mil presos. Luego serían millones. El 16 de junio de 1936 se estableció una policía unificada para todo el Reich, con Himmler al frente. El Tercer Reich había llegado a ser un estado policíaco. El 25 de julio de 1934 los nazis asesinaron al canciller austríaco Dollfuss, en Viena. Por radio se informó que había dimitido, pero la sublevación nazi fracasó. Hitler perseguía incansablemente su programa de rehacer las fuerzas armadas y procurarles armamentos. El ejército debía triplicarse en un año.

Goering fue nombrado ministro de aviación, debía organizar esa fuerza. Puso a trabajar a los fabricantes en diseño de aviones de guerra. Comenzó el entrenamiento de pilotos militares. La fabrica Krupp de cañones, tampoco estaba ociosa.

Alemania debía autoabastecerse de gasolina y de caucho. Hitler promulgó la ley de servicio militar obligatorio. Con el renacimiento del ejército alemán moría el Tratado de Versalles. Los países de Europa comenzaron a enviar mensajes a Hitler por la paz.

El Führer proclamó que Alemania no tenía la intención de conquistar otros pueblos. Había dicho, también, que no competiría navalmente con el poderío británico. El gobierno inglés creyó sus palabras. Se le concedió permiso para construir una armada, cuyo tamaño llegara a un tercio de la británica. Se le daba, por lo tanto, rienda suelta para proceder lo más rápido posible. Los astilleros trabajaban a toda máquina. Fue una inyección de ánimo a la industria del acero.

También se autorizó la construcción de submarinos, cruceros y destructores. En resumen, se pasó por alto el tratado. Cuando Alemania ocupó Renania, los franceses vacilaron y los aliados se mantuvieron en calma. Aunque superiores, no quisieron arriesgarse a una guerra. Seguían creyendo las palabras de paz de Hitler. La victoria del Rhin fortaleció su popularidad y poder, a pesar de lo pequeña que era la operación.

Los hechos se sucedían rápidamente. El 11 de julio de 1936, un acuerdo ratificaba el reconocimiento alemán de soberanía austríaca y prometía la no intervención. El canciller de esa nación, entonces, acordó libertar a los presos políticos nazis. Mientras, el 2 de mayo de ese año Mussolini había ocupado Albisinia y el 16 de julio estallaba la guerra civil española. Hitler tomó decisión de apoyar militarmente a Franco. La ayuda fue considerable, pero menos que la italiana. El 21 de octubre se firmó un protocolo secreto que unía a Roma y Berlín en una conducta común en lo relativo a la política exterior. El 25 de noviembre firmó pacto con Japón, según el cual se unían para defender la civilización occidental. Además, tenía protocolo secreto contra Rusia.

En 1937, Hitler fue al Reichstag para proclamar la retirada de la firma alemana del Tratado de Versalles (en realidad el tratado ya estaba muerto). Aprovechó y dio un informe de su gestión en los 4 años que llevaba en el poder: se abolió el paro obrero, se había creado un alza en los negocios, construido un ejército, una flota y fuerzas aéreas. Francia y Gran Bretaña no habían hecho nada para detener a Hitler. En poco tiempo, Alemania se había preparado para la guerra. Ese año, el país se dedicó a buscar la consolidación y a preparase para alcanzar sus objetivos. Fue un año dedicado a la fundición de armas, instrucción de tropas, experimentación de la nueva fuerza aérea, acumulación de sucedáneos del caucho y de gasolina, junto a la consolidación del eje Roma-Berlín.

El 24 de junio de 1937 el mariscal de campo, Blomberg, dio directrices secretas: Alemania no debía temer un ataque, pero tenía que estar preparada, porque los sistemas políticos son cambiantes. Los casos de posibles guerras eran en el oeste y el sudeste.

El 5 de noviembre de 1937, Hitler había afirmado su irrevocable decisión de ir a la guerra. Iba a usar las Fuerzas Armadas contra Austria y Checoslovaquia, aunque le significara un conflicto contra Gran Bretaña y Francia. Los comandantes desaprobaban la idea, pero el Führer los sacó del medio. Cayó el ministro Blomberg y luego el general Von Fritsch por medio de conjura de la Gestapo. Hitler, así, había destituido a los hombres de más alto cargo del ejército. Para el 4 de febrero de 1938, el gabinete alemán celebró su última reunión. Hitler se hizo cargo personalmente de las Fuerzas Armadas y abolió el Ministerio de Guerra. Creó el alto mando, con lo que el ejército, la marina y la fuerza aérea quedaban subordinadas. Goering fue nombrado mariscal de campo. Dieciséis generales, por último, fueron relevados de su mando y sacó al ministro de Relaciones Exteriores. Ese día, además, ocurrió un hito en la historia del Tercer Reich. Los últimos conservadores que se oponían al camino de Hitler fueron abatidos. La política exterior, económica y militar quedó concentrada en sus manos. También las Fuerzas Armadas.

Hitler, luego, hizo un ultimátum a Austria para que en una semana entregara el gobierno a los nazis. Si no lo hacía, invadiría . Ante tal amenaza, el presidente austríaco cedió. El 20 de febrero del mismo año, Hitler dio un discurso donde advirtió que Austria y Checoslovaquia serían alemanas. El 10 de marzo decidió la ocupación de su país natal. El canciller austríaco dimitió. Mientras, Gran Bretaña y Francia no adoptaron ninguna medida. El Füherer había previsto esta inmovilidad.

 
 

 El 12 de marzo las tropas alemanas entraban por raudales en Austria. Pronto caería Checoslovaquia. Hitler se puso en camino a su país, donde recibió una bienvenida tumultuosa y mandó a hacer una ley que lo proclamaba presidente. Austria era, ahora, una provincia del Reich. Detuvieron a 79 mil personas que no eran de fiar.

Dijo al pueblo: "no hemos venido como tiranos sino como libertadores".

Miles de judíos fueron arrestados, encarcelados y sus posesiones confiscadas o robadas. Tal vez la mitad de los ellos, unos 90 mil, compró su libertad para huir entregando a los nazis lo que poseían. Comenzó, con esto, el lucrativo negocio de la libertad humana. Lo llevó a cabo una organización llamada Oficina para la Emigración Judía, única agencia nazi autorizada para expedir permisos a los judíos que querían irse del país. Se convirtió en agencia de exterminación y organizó una matanza de más de cuatro millones de personas.

Al anexar Austria, Hitler había añadido 7 millones de subordinados al Tercer Reich. Faltaba ahora el ataque sorpresa a Checoslovaquia. Éste era un país de minorías. La orden de Hitler era derrocar al Estado checo, apoderarse del país y someter a sus habitantes al mando del Tercer Reich. Londres, París, Praga y Moscú creyeron que Europa se encontraba cerca de la guerra. Los checos ordenaron la movilización de tropas. Gran Bretaña, Francia y Rusia mostraron firmeza y unidad. Los checos no estaban dispuestos a sucumbir sin defenderse. Pero la movilización checa enfureció al Führer. Los alemanes sufrieron la presión diplomática y Hitler gritó a sus seguidores que Checoslovaquia sería borrada del mapa. ¡Es mi terminante voluntad!, destacó. Había tomado la decisión para el 1 de octubre, aunque el alto mando se opusiera.

El movimiento de resistencia alemán fue reducido y débil. Tenían pocos partidarios. Algunos conspiradores tenían planificado apoderarse de Hitler cuando lanzara la orden de atacar Checoslovaquia y conducirlo a un tribunal del pueblo. Querían acusarlo de intentar arrojar a Alemania a una guerra.

Los principales conspiradores eran los generales Halder y Beck. Hitler dijo al canciller inglés que quería a los tres millones de alemanes que vivían en Checoslovaquia. Los británicos y franceses, que no querían la guerra, se pusieron de acuerdo en proposiciones conjuntas que los checos debían aceptar. Todos los territorios sudestes en los que la población alemana era de 50% o más, serían entregados a Alemania. Así, se aseguraría el mantenimiento de la paz y seguridad de los intereses checos. Los cancilleres británicos y franceses les dijeron que si se negaban, no se preocuparían más del futuro de ese país. Checoslovaquia debía, entonces, luchar sola y el Presidente se rindió.

El 21 de septiembre el gobierno checo capituló y aceptó el plan. No había alternativa, serían abandonados. Hitler insistió en la ocupación de territorios el 1 de octubre. El verdadero objetivo era destruir el país con una intervención militar. El 28 de septiembre la guerra parecía inevitable. Para el general Halder, había llegado el momento del complot contra Hitler. El Führer estaba en Berlín y había fijado la fecha del ataque para el 30 de septiembre. En ese momento, el primer ministro británico logró la paz por medio del acuerdo de Munich.

Los conspiradores se frenaron porque el peligro de la guerra había desaparecido. Un arreglo final, el 28 de noviembre de 1938, obligó a los checos a ceder a Alemania 28.600 kms2 de territorio.

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El inicio de la guerra

El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invaden Polonia. El 3 de septiembre, Gran Bretaña y Francia, que no habían reaccionado a raíz de la anexión de Austria y que, en la Conferencia de Múnich, el 30 de septiembre de 1938, habían consentido un primer desmembramiento de Checoslovaquia, declaran la guerra a Alemania.

En Italia, Mussolini, de acuerdo con Hitler, declara el estado de no-beligerancia; Estados Unidos proclama su neutralidad; la Unión Soviética y Japón firman un pacto de no-agresión; la Commonwealth se alinea al lado de Gran Bretaña.

El 5 de octubre de 1939 el ejército alemán marchaba sobre las calles de Varsovia. La nación estaba condenada. Su caballería no podía hacer nada contra los tanques alemanes. Los bombarderos destruyeron el sistema de transporte de Polonia, derribaron su pequeña Fuerza Aérea y aterrorizaron a las ciudades. Cracovia cayó el 6 de septiembre. En tres semanas, Polonia es puesta fuera de combate por la infantería y los ejércitos blindados alemanes en combinación con el uso masivo de la artillería y aviación. Es la guerra relámpago o blitzkrieg.

Cuando la lucha casi había terminado llegaron del este los soviéticos. El gobierno polaco huyó al exilio. De un millón de soldados polacos, 700 mil fueron hechos prisioneros y 80 mil habían huido del país. Las fuerzas de expedición alemana eran de un millón y medio de soldados y sólo fueron dados de baja 45 mil.

La Segunda Guerra involucró a todo el mundo. India contribuyó con 2 millones de soldados, Canadá también mandó hombres y su armada.

Stalin decidió apostar soldados en Finlandia para evitar que Hitler tratara de llegar a Stalingrado a través de ese país. Muchos soldados soviéticos murieron congelados. En febrero de 1940, Stalin lo intentó de nuevo. El 12 de marzo, Finlandia firmó un tratado de paz por el que cedía un décimo de su territorio a la URSS.

Alemania empezó la batalla del Atlántico, la campaña más amplia de la guerra. El 3 de septiembre de 1939 un submarino torpedeó al trasatlántico británico Athenia, matando a 112 pasajeros. La flota alemana aterrorizó a los aliados desde Islandia a Sudáfrica.

Mientras EEUU, en 1939, que proporcionaba armamento a Gran Bretaña y Francia, logró mantener al ejército fuera de la guerra hasta el ataque japonés a Pearl Harbor. Alemania estaba mejor preparada para la guerra que ningún otro país en el mundo. Hitler había encabezado un programa de rearme que duró 5 años. Multiplicó la producción y el empleo público, acabó el paro y ganó la gratitud de la gente. La invasión a Polonia fue revolucionaria y los aliados vieron que el enemigo era fuerte. Las fuerzas alemanas eran superiores en entrenamiento, disciplina y espíritu guerrero de soldados.

Suiza permaneció neutral siguiendo su política desde 1648. Fue la única democracia que sobrevivió. Durante la guerra, 400 mil refugiados se trasladaron a Suiza o la cruzaron. En 1939 los nazis reimplantaron los guetos, allí estaban confinados los judíos y fueron establecidos en Polonia. Las entradas eran vigiladas al igual que los movimientos. Las condiciones de vida eran denigrantes: Trece personas por habitación y era habitual morir lentamente de hambre. Las madres ocultaban la muerte de sus hijos para obtener la ración de comida que les tocaba.

Los que habían sobrevivido al hambre y las enfermedades fueron enviados a los campos de la muerte: Auschwitz, Bergen Belsen, Treblinka y Majdanek. El 7 de diciembre de 1941 Japón atacó Pearl Harbor y EEUU se unió a los aliados para combatir no sólo a Japón sino a las potencias del eje. Dos años más tarde, el Tercer Reich era el imperio europeo más extenso desde los tiempos de Roma. Alemania tenía el sector industrial coordinado a la perfección, un arsenal de armamentos y aviones modernos, junto a grupos de generales con sentido de estrategia aprendido de la derrota.

Tras esto, había un hombre de ideas fanáticas, perspicacia política y magnetismo personal. Hitler estaba lleno de obsesiones. Para una nación militarmente humillada y económicamente arruinada, él ofrecía elitismo basado en nociones maníacas de raza y visión de la vida como una guerra.

Los nazis exprimieron Europa hasta el hambre, organizaron los campos de la muerte, pero falló en el aprovisionamiento de sus Fuerzas Armadas.

La ideología nazi era irracional, como Hitler. Mezclaba un optimismo maniático con una paranoia enfermiza. Dirigió en persona las operaciones militares.

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Cronología

1940

En 1940, siguiendo el ejemplo de Hitler, Mussolini llevó su pueblo a la guerra contra Polonia y Francia. La URSS fue el más despreciado enemigo de Hitler, el país que más sufrió en la guerra. En 1943 detuvieron el avance alemán a Stalingrado e iniciaron un contraataque destinado a acabar en las ruinas de Berlín. El vasto territorio ruso, la enorme población y los inviernos asesinos hacían muy difícil conquistar Rusia. Los rusos resistieron heroicamente. Muchos seguidores de Stalin estaban dispuestos a morir por la revolución.

Durante la Segunda Guerra los ingleses perdieron el dominio de su imperio, pero salvaron su honor. Lucharon solos, por meses, soportando bombardeos y penurias extremas, mientras Hitler consumía Europa.

Hitler veía a Estados Unidos como la patria de los mediocres, filisteos sin autenticidad, sin historia, incapaces de ideales o grandeza. El desprecio enfermizo por la potencia norteamericana fue el factor más decisivo de su caída. Estados Unidos estaba protegido por dos mares, era dueño de grandes recursos y no dependía tecnológicamente de nadie. Esto le dio la ventaja necesaria para vencer. EE.UU se convirtió en la potencia más letal del mundo con el bombardeo atómico, pero la victoria la convirtió en la más brillante.

En 1940 fue la invasión nazi a Francia y a los países bajos. Los ingleses rescataron a trescientos mil soldados del puerto francés de Dunkerque. Hitler suspendió el ataque y Churchill prometió no rendirse. En marzo de 1940 Mussolini quería la guerra pero su pueblo no. Se juntó con Hitler y prometió soldados para el ataque a Francia. El 10 de junio le declaró la guerra a los aliados.

Después de la invasión polaca, Hitler esperó 7 meses para su próximo movimiento.

El 9 de abril de 1940 llegó a Noruega, lo sometieron en dos meses. Luego cayó Dinamarca.

El rey y los ministros se escondieron en montañas nevadas, luego escaparon a Londres. Alemania había ganado una fuente inagotable de minerales y bases desde donde atacar a Gran Bretaña.

Líderes franceses y británicos cayeron. Nacieron nuevos gobiernos, encabezados por Paul Reynaud y Winston Churchill. Cuando los alemanes atacaron Francia, Reynaud fue enviado a los campos de concentración nazi. Churchill se convirtió en el máximo exponente británico de la intransigencia contra Hitler. Fue símbolo de la determinación británica. Alemania tomaba Luxemburgo, Bélgica y Holanda.

 

    El 2 de mayo de 1940 tanques alemanes entraron a Francia. La organización de defensa era pésima y los alemanes tenían más aviones. El 3 de junio, doscientos aviones bombardearon París. Once días después los nazis entraron a la capital sin resistencia, marchando por los Campos Elíseos. El 16 de junio, Reynaud fue sustituido por el mariscal Henri Petain. El 22 firmó un armisticio. Parte del norte y del oeste francés eran zonas ocupadas. Petain trasladó la capital a Vichy y rompió relaciones con los británicos. Convirtió a la Francia ocupada en una dictadura fascista. De Gaulle, que había huido a Londres, fundó el movimiento Francia Libre, con exiliados y habitantes de colonias francesas que ayudaron a los aliados.

 

La armada británica y la barrera natural del canal de la Mancha protegieron a Gran Bretaña de la guerra relámpago. Hitler sabía que tenía que destruir la RAF (Real Fuerza Aérea) antes de invadir por mar. La aviación alemana intensificó la campaña a principios de agosto con incursiones diarias. Desplegaron mil 300 bombarderos y mil 200 cazas, pero los aviones alemanes estaban poco armados. Los cazas germanos operaban al límite de su alcance y las modernas estaciones de radar británicas impedían que el enemigo atacara por sorpresa.

El 28 de agosto, los británicos sorprendieron a los alemanes y atacaron Berlín. Era el primer ataque a la capital. Hitler contraatacó temerariamente bombardeando centros de población: Londres, Liverpool, Coventry, incluso fue alcanzado el Palacio de Buckingham.

En septiembre, Alemania había perdido muchos aviones y Hitler aplazó la invasión por mar. Pero intensificó los bombardeos con la esperanza de que Gran Bretaña se rindiera. Así continuaron hasta junio de 1941, cuando la fuerza aérea alemana fue necesaria en Rusia.

En agosto de 1940, la URSS se anexó 3 pequeñas naciones: Lituania, Estonia y Letonia. Desde mediados de ese año, los norteamericanos estaban dispuestos a ayudar a las víctimas de la agresión nazi. En septiembre, le prestó a Churchill cincuenta destructores antiguos a cambio del derecho a construir bases militares en posesiones británicas del hemisferio occidental.

Luego, estableció el servicio militar obligatorio como medida defensiva. Roosevelt salió reelegido.

Tras la invasión de Hitler, más de veinte mil judíos que vivían en Bélgica, Francia y Holanda escaparon a Suiza, España y Portugal, con la ayuda de ciudadanos solidarios que les daban documentos falsos y protección para llegar a países neutrales.


1941

 

En 1941, el 7 de diciembre, Estados Unidos fue atacado en Pearl Harbor por fuerzas navales y aéreas japonesas. El Congreso declaró la guerra a Japón. El ataque sorpresa del almirante Yamamoto resultó efectivo. Simultáneamente, los japoneses atacaron a los británicos en Malasia y Hong Kong e instalaciones americanas en Filipinas y Guam. El 8 de diciembre, el Pacífico estalló por la acción japonesa.

Los líderes nipones creían que la guerra estaba por terminar. Gran Bretaña y EEUU no podrían resistir la voluntad militar de Japón. Hitler estaba de acuerdo: ahora no es posible perder la guerra, tenemos un aliado que no ha sido vencido en 3 mil años.

 
acorazado USS Arizona tras recibir el
impacto de una bomba, esto causó explosiones masivas matando a 1.104 hombres.
Apagando las llamas en el acorazado
USS West Virginia
, que sobrevivió
al ataque y luego seria reconstruido.
 

El 11 de diciembre, Hitler declaró la guerra a Estados Unidos.También lo hizo Italia. Gran Bretaña se la declaró a Japón.

Con EEUU en la lucha, el panorama de los aliados mejoró. El ejército alemán fue en ayuda del italiano ante las derrotas en África. Rommel fue enviado a ese continente con órdenes de mantener posiciones contra los británicos. Fue ambicioso y logró avanzar.

En abril los alemanes tomaron Grecia y Yugoslavia. Los defensores británicos no pudieron hacer nada. Roosevelt firmó en agosto el tratado del Atlántico con Churchill. Era un pacto de paz que abogaba por la autodeterminación de todos los pueblos y prometía la destrucción de la tiranía nazi. En mayo de 1941, Hess, secretario de Hitler, fue a Escocia en misión de paz, decidida por sí mismo. El gobierno alemán declaró que estaba loco y los británicos lo encarcelaron. En junio Roosevelt y Churchill le avisaron a Stalin que Hitler planificaba asaltar Rusia. Cuando comenzó el ataque, la relación británico-rusa cambió. Se comprometieron a no firmar la paz separadamente con Alemania. Además, juntos invadieron Irán. Británicos y americanos suministraron ayuda a Rusia.

El 22 de junio de 1941, tres millones de soldados alemanes atacaron la URSS a lo largo de un frente de 2800 kms. El ejército era el más grande del mundo con cuatro millones de hombres activos y tres millones en reserva. Pero tenían problemas: aviones obsoletos y dirección militar débil. A pesar de las advertencias aliadas, Stalin no había movilizado sus tropas.

 

Hitler esperaba conquistar Rusia en dos meses, pero los soviéticos resistieron con tenacidad. Los invasores mataban sin piedad. Comenzaron las primeras matanzas masivas de judíos. Los escuadrones fusilaron a cientos de hombres, mujeres y niños.

Las atrocidades y el asedio a Leningrado incitaron a los rusos para pelear más tenazmente. Comenzó el invierno más duro en diez años. La nieve y la temperatura inmovilizaron a los vehículos alemanes y se congelaron los soldados. En diciembre los rusos contraatacaron, obligando a los germanos a retroceder.

Todas las naciones latinoamericanas se unieron a los aliados y al finalizar la guerra, refugiados nazis se instalaron en varios de estos países.


1942

Durante la primavera de 1942, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y Japón libraron dos batallas épicas que cambiaron el curso de la Segunda Guerra. Victorias en el mar de Coral y de Midway dieron ventaja a los aliados en el Pacífico. Ese mismo año los japoneses arrollaron el sudeste asiático. Durante el respiro alemán en cielos británicos, Gran Bretaña había fortalecido sus defensas aéreas y escuadrones de bombarderos.

En abril de 1942, EEUU bombardeó Tokio en venganza por Pearl Harbor. Dieciséis aviones atacaron y ninguno volvió.

El 20 de enero de 1942, los altos mandos nazis se reunieron para discutir la solución final al problema judío. El genocidio no había sido organizado bien. Los grupos de trabajo mataban a miles de judíos en Polonia y la URSS, pero se necesitaba gran cantidad de hombres y municiones. Los soldados sufrían ataques de nervios.

La mayoría de los judíos habían sido enviados a guetos o a campos de concentración, pero no estaba decidido el destino final. Se resolvió mandarlos a todos hacia los campos en países del este, los sanos serían esclavizados. Se necesitaba obreros para la guerra. Además, implicaba que muchos desaparecerían por causas naturales. Pronto, los judíos y otros indeseables morirían en cámaras de gas en los campos. Tres mil judíos murieron en esos lugares.

Durante 1942, las tropas de Rommel en África fueron presionadas.

 

El 27 de mayo de 1942, tres combatientes de la resistencia checa atacaron con una bomba a Heydrich, segundo SS, en Praga. Se produjeron represalias alemanas: asesinaron a varios centenares de judíos y allanaron hogares matando a familias enteras acusadas de colaborar con los asesinos. El 9 de junio, todos los hombres de Lídice mayores de quince años fueron arrestados y ejecutados en grupos de a diez. Mujeres y niños fueron enviados a campos de concentración. Mientras, en Francia, Petain construyó el régimen de Vichy según directrices fascistas. Promulgó leyes antisemitas y encarceló disidentes. En julio, trece mil mujeres y niños judíos fueron reunidos en un estadio deportivo de París en espera del destino final.

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1943

En enero, cincuenta alemanes fueron asesinados en el gueto de Varsovia, mientras arrestaban a las víctimas para enviarlos a campos de concentración. Murieron mil judíos. El 19 de abril, llegaron dos mil soldados alemanes para deportar a sesenta mil judíos que quedaban en el gueto. Algunos combatientes resistieron durante semanas y lograron matar a unos cientos de nazis. El 8 de mayo se rindieron, la mayoría fueron asesinados o traicionados. El gueto fue extinguido.

Este año, Hitler intentó una contraofensiva en Rusia, pero los soviéticos resistieron. El Führer ordenó el alto al fuego el 17 de julio pero los soviéticos siguieron presionando. El 7 de mayo, el general Alexander comunicaba que había cesado toda resistencia al norte de África. Dos días después, los alemanes se rindieron. Cuando Rommel pidió a Hitler que dejara África, éste lo relevó.

Los aliados invadieron Italia en julio de 1943. Cien mil soldados del eje habían escapado. Mussolini acababa de ser depuesto. Los comandos nazis rescataron a los alemanes y pusieron resistencia a los aliados en Italia. A finales de año, De Gaulle tomó el liderazgo de la resistencia francesa contra los alemanes. Este año Gran Bretaña dirigió tropas en Birmania tras los japoneses y Checoslovaquia firma un pacto con Rusia contra Alemania. Así se convertirían en aliados de post guerra. Sin darse cuenta el país invadido por los nazis se convirtió en el primer ladrillo de un muro que los soviéticos levantarían entre ellos y occidente. Einsehower, comandante de las fuerzas americanas en Europa, comenzó en diciembre de 1943 a planear la invasión de Normandía. También obtuvo triunfos en África, Sicilia e Italia. Después que EEUU entró en la guerra, Hitler tomó el mando militar en persona. Tomaba decisiones irracionales. Ordenó a sus soldados resistir al ataque soviético de más de cinco millones de soldados. Fueron aplastados. En el verano y el otoño del 43, los ataques aliados mataron a cuarenta mil personas en los bombardeos de Ruhr, Hamburgo y Berlín.

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1944 - 1945

El día D fue la mayor invasión marítima de la historia. Participaron dos mil barcos, cuatro mil lanchas y once mil aviones.

Soldados aliados cruzaban el canal de la Mancha hacia Normandía el 6 de junio de 1944. La operación era reconquistar el norte de Europa tras cuatro años de dominio nazi. A las 6:30am., ciento cincuenta mil hombres (entre soldados americanos, británicos y canadienses, bajo las órdenes de Montgomery) empezaron a abarrotar las playas. Cuando comenzó el ataque, Hitler pensó que era un simulacro y retuvo fuerzas para el ataque real. Los invasores se repartieron rápidamente, casi no encontraron resistencia.

A mediados de agosto, los aliados ya tenían Normandía y atravesaban Francia. El aparato de guerra nazi comenzaba a fallar. A mediados del 44 ,la ofensiva aérea de los aliados había conseguido minar la producción alemana de aviones y combustible, en contraste con los británicos que producían gran cantidad de aeroplanos.

Los alemanes desarrollaron armas secretas: las bombas volantes. La primera fue la V-1, que alcanzaron a Gran Bretaña en junio. Lograron matar a más de cinco mil personas. En julio, un grupo de oficiales y civiles alemanes, consternados por las derrotas en el campo de batalla y por las atrocidades cometidas, intentaron dar un golpe. Pusieron una bomba en el cuartel de Hitler en Prusia, donde resultó herido levemente. Los ocho golpistas fueron estrangulados y colgados en ganchos de carne. Otras cinco mil personas fueron ejecutadas. La segunda arma secreta fue la V-2. En Septiembre de 1944, los alemanes lanzaron la primera V-2.

   

Rommel, el héroe de África, se suicidó y Hitler ya no confiaba en nadie. La URSS venció a los alemanes en 1944. Se liberó Leningrado. En mayo, Hitler ordenó la retirada de Rusia. Los soviéticos persiguieron a los alemanes y tomaron Albania. El 19 de agosto estalló en París un alzamiento armado. Hitler ordenó quemar la ciudad, pero el comandante de la guarnición desobedeció. El 25 de agosto, se rindió al general Leclerc. Tras cuatro años de ocupación, París era libre. Horas después, de Gaulle era aclamado, su comité de liberación nacional se había autoproclamado gobierno provisional de Francia. La República no ha dejado de existir, dijo.

   

 Acusaron y juzgaron a los colaboracionistas de alemanes. Nueve mil ciudadanos fueron ejecutados por sumario y setecientas tras un juicio. La traición fue castigada.

El 5 de junio, los aliados entraron a Roma. Las multitudes aclamaron a los soldados. Florencia permaneció bajo el dominio alemán hasta agosto. Durante cinco años de ocupación alemana, se asesinó al veinte por ciento de la población polaca. A finales de julio de 1944 las fuerzas soviéticas llegaron a las afueras de Varsovia. El 1 de agosto, el ejército rebelde polaco se rebeló contra los alemanes. A los pocos días habían recuperado la ciudad. El ejército rojo se detuvo y los alemanes atacaron Varsovia. Los polacos resistieron sesenta y tres días antes de rendirse. Doscientos mil habitantes murieron, la ciudad estaba en ruinas.

El 18 de octubre, Hitler ordenó el reclutamiento de todos los hombres sanos entre 16 y 60 años. En diciembre lanzó una ofensiva masiva. Invadió Luxemburgo y Bélgica, rodeando a divisiones americanas. El 23 de diciembre, miles de aviones aliados bombardearon a los soldados alemanes y sus vías de suministro. Patton liberó Bastogne.

El 3 de enero del 45, las fuerzas aliadas en tierra contraatacaron. Cinco días después, los alemanes congelados y tristes se retiraron. Murieron ciento veinte mil. En otro frente, el 20 de octubre de 1944, cien mil soldados norteamericanos desembarcaron en la Isla Filipina para establecer una base desde donde recuperar todo ese país. La batalla de tres días fue el mayor encuentro naval de la historia. Japón perdió 36 barcos y la batalla terminó con la armada imperial. En esta ocasión aparecieron los ataques kamikaze, pilotos suicidas que intentaban hundir los barcos estrellándose contra ellos. El 3 de marzo cayó Manila. Los japoneses perdían las Filipinas y, en febrero, las islas Marshall. En abril, los aliados desembarcaban en Nueva Guinea. En junio, los norteamericanos invadieron Saipan, islas Marinas. Guam cayó en agosto.

Los alemanes ocuparon Hungría en marzo de 1944. Seis años antes, las autoridades húngaras se negaron a deportar judíos a los campos de concentración. Los nazis pusieron entonces un gobierno títere y los judíos de Hungría fueron despojados de sus propiedades, obligados a llevar la estrella amarilla y condenados a guetos antes de ser enviados a campos de concentración. Cuatrocientos treinta y cuatro mil judíos fueron llevados a Auschwitz, la mayoría terminó en la cámara de gas.

Cuando el ejército rojo invadió Hungría en 1945 y capturó a los soldados alemanes. De 750 mil judíos, habían sido asesinados 550 mil.

El 30 de abril de 1945, Hitler se suicida en su búnker en Berlín, invadido por las tropas rusas. El 7 de mayo en Reims, y al día siguiente en Berlín, generales alemanes firman la capitulación sin condiciones de todos los ejércitos del Reich Alemán.

La guerra aún continuaba en el Pacífico. El 6 de agosto, un bombardero estadounidense arroja sobre Hiroshima la primera bomba atómica de la Historia, que destruye por completo la ciudad y se lleva la vida de 250.000 seres humanos. El 9 de agosto, se arroja una segunda bomba atómica sobre Nagasaki. El 14 de agosto de 1945, el gobierno japonés se rinde incondicionalmente.

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Costes y consecuencias de la guerra

Con la capitulación japonesa, el mundo inició una nueva etapa a la que llegaba con un espectacular cambio de panorama respecto a la situación de 1939. En 1945, el mundo tenía abiertas graves heridas, la posición de cada uno de los principales componentes de la comunidad internacional era distinta y ésta pretendía organizarse de acuerdo con reglas nuevas.

La cifra de muertos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial no puede determinarse de forma absolutamente precisa pero es muy posible que llegase a alcanzar los 60 millones de personas, al menos cuatro veces más que el número de muertos producidos durante el conflicto de 1914-1918. Como es lógico, este balance debe ponerse en relación con la potencia destructiva de las armas y el carácter de guerra total que tuvo desde el mismo momento de su iniciación o en un momento inmediatamente posterior.

Si se examinan esas cifras contabilizándolas por naciones, el resultado puede parecer algo sorprendente porque alguno de los vencedores cuenta entre quienes más padecieron en el conflicto. La cifra de ciudadanos de la URSS muertos como consecuencia de la guerra se eleva a 20 millones de personas (y quizá incluso un 25% más) de los que tan sólo un tercio serían militares. Porcentualmente, esa cifra supondría al menos el 10% del total de los habitantes de la URSS, pero en el caso de Polonia los seis millones de muertos representan todavía una cifra muy superior, el 15%. En esos porcentajes se incluye la población judía de ambos países. El tercer lugar en el grado de sufrimiento producido por la guerra corresponde a Yugoslavia, cuyo número de muertos (de un millón y medio a dos) derivó de la existencia de una guerra civil en la que el componente étnico jugó un papel primordial.

Estos tres países pueden ser considerados entre aquellos que resultaron vencedores en la guerra. Los demás que se alinearon en ese mismo bando tuvieron un número mucho más reducido de muertos. Francia, ocupada en su totalidad por los alemanes, experimentó 600.000 muertos, mientras que Gran Bretaña sufrió 500.000 pérdidas. La gran diferencia respecto a los padecimientos de la Primera Guerra Mundial de estos dos países radica en el número de muertos civiles. Gran Bretaña, que no los tuvo en 1914-1918, ahora, en cambio, padeció unos 60.000 como consecuencia de los bombardeos. Del conjunto de los aliados, los Estados Unidos resultaron ser los mejores parados, con 300.000 muertos, todos ellos militares.

De los países vencidos en la contienda, el mayor número de muertos le correspondió a Alemania, con algo menos de cinco millones. El peso del Ejército en este número de bajas se aprecia en el hecho de que existió durante mucho tiempo un mayor número de mujeres que hombres en Alemania (todavía en 1960 existían 126 mujeres por cada 100 hombres). Dos millones de japoneses murieron como consecuencia de la guerra, una cifra inferior también en términos porcentuales. La población civil japonesa tan sólo padeció la guerra en los meses finales de la misma.

Las muertes producidas por la guerra constituyen tan sólo una parte de sus consecuencias. Como resultado de la misma hubo, principalmente en Europa, 30 millones de desplazados, un tercio de los cuales fueron alemanes que sufrieron de forma directa las consecuencias de la doctrina que les había llevado a lanzarse a una nueva expansión hacia el Este. Quienes habían expulsado a la población autóctona (por ejemplo, en los Sudetes checos) se vieron, a su vez, obligados a emigrar ahora. También una cifra elevada de japoneses pasó por idéntica experiencia. Ambos países descubrieron en la posguerra que podían lograr un lugar mucho más confortable en el mundo de la posguerra renunciando a la expansión territorial e intentando un desarrollo económico que resultaría espectacular en ambos casos.

Sin embargo, por el momento la situación en que se encontraron esos dos países no tenía nada de reconfortante porque la destrucción padecida fue muy superior a la que sufrieron los beligerantes durante la Primera Guerra Mundial. En Alemania, el nivel de producción industrial se retrotrajo a las cifras de 1860, mientras que en el Ruhr, la zona más castigada, quedó limitada al 12% de las cifras de la etapa prebélica. Japón sólo se vio afectado de manera decisiva por la guerra en su fase final pero la producción se redujo en un tercio. La Flota mercante quedó reducida a una dieciseisava parte del tonelaje de 1941. Un 40% de la superficie urbana quedó destruida, como consecuencia de los bombardeos norteamericanos, especialmente destructivos cuando las bombas se empleaban ante una frágil arquitectura como la existente en el archipiélago.

Pero las consecuencias de la guerra no fueron crueles solamente para los vencidos, sino también para los vencedores y ello en los más diversos terrenos. Francia, primero derrotada y luego vencedora, pudo considerar arruinadas aquellas instituciones que durante muchos años no sólo ella sino la totalidad del mundo había podido considerar como la ejemplificación señera de la libertad política. Al concluir la guerra, había muerto la Tercera República, cuyas instituciones necesitaban transfigurarse por completo para adaptarse a la realidad de un mundo nuevo. Gran Bretaña había sido quien, con su decisión durante el verano de 1940, consiguió detener el avance nazi en el momento mismo en que todo el mundo la consideraba derrotada. Nunca, sin embargo, recuperaría ni tan siquiera la sombra de su poder de otros tiempos. En los instantes finales de la guerra estaba en la ruina: su deuda equivalía al triple de la renta nacional anual y por vez primera en mucho tiempo carecía de partidas invisibles con las que compensar una balanza comercial deficitaria porque las había liquidado en los años precedentes. Poco tiempo pasaría hasta que se hiciera patente de forma abrumadora la necesidad de considerar inevitable la liquidación del Imperio.

Frente a la decadencia de estas dos potencias europeas, dos gigantes estaban destinados a dominar el mundo de la posguerra. Los Estados Unidos no representaban más que un 7% de la superficie del globo, pero producían tanto como el resto en conjunto. Incluso en aquellos sectores en los que con el paso del tiempo se demostraría su debilidad relativa (como el petrolífero) el porcentaje de su producción se acercaba a un tercio de la mundial. De este modo, el mundo posterior a 1945 tenía que ser el de la hegemonía norteamericana. También fue el mundo de la hegemonía soviética, aunque ésta en realidad fue mucho más aparente que real. En efecto, por grandes que fueran los temores a su expansión, lo cierto es que la URSS había padecido mucho más que el resto de los vencedores. Por otro lado, en esta guerra, la Unión Soviética perdió el monopolio de su condición de única potencia revolucionaria del mundo: aunque eso de momento pudo parecer no tan grave. Con el transcurso del tiempo, China (y, en menor grado, Yugoslavia) se convertirían en rivales, más que en colaboradores. La URSS, cuyo protagonismo en la guerra fue decisivo, salió de ella con una convicción en su capacidad de liderazgo e incluso con el convencimiento de que podría llegar a superar a su adversario capitalista. Sólo con el transcurso del tiempo acabaría descubriendo que podía competir en el terreno militar, pero que era incapaz de hacerlo en otros campos a la larga mucho más decisivos, como el económico y el tecnológico.

Por último, hay que tratar de los cambios territoriales que tuvieron lugar en el mundo como resultado de la guerra. Este conflicto, en efecto, supuso escasas modificaciones de las fronteras, en comparación con los de otros tiempos, aunque tuviera una repercusión mucho más duradera en la configuración global del mundo.

La última de las reuniones de los grandes líderes mundiales aliados tuvo lugar en Potsdam, durante la segunda quincena de julio de 1945, cuando estaba reciente la derrota de Alemania pero todavía se pensaba que la japonesa podía resultar remota. Estuvo presente Truman, sustituyendo a su predecesor Roosevelt, y, a la mitad de la conferencia, debió retirarse Churchill a quien, por decisión del elector británico, le era negado el poder de moldear el futuro, después de haber tenido tan decisivo protagonismo durante toda la contienda. Ya se ha mencionado la relevancia de esta reunión en lo que respecta a la intervención soviética contra Japón y al descubrimiento de la bomba atómica por los norteamericanos, que Stalin conocía ya. Pero Potsdam supuso también una solución a la cuestión decisiva para la posguerra, la de Alemania, que, sujeta a un tratado de paz posterior, quedó contenida en una fórmula definitiva. En efecto, se acordó hacer retroceder su frontera oriental hasta la línea marcada por los ríos Oder y Neisse y se toleró en la práctica que los soviéticos empezaran a aplicar, por su cuenta y riesgo, un plan de reparaciones sobre la parte que le había correspondido.

Lo primero supuso una emigración masiva hacia Occidente de millones de alemanes y ello, a su vez, trajo como consecuencia que se abandonara cualquier veleidad de convertir a Alemania en un país exclusivamente rural. El mantenimiento de la industria resultaba imprescindible para la subsistencia de la población, por mucho que la solución citada pudiese resultar tentadora. Por otro lado, los soviéticos se apoderaron de las fábricas de su zona de ocupación en el Este de Alemania y, en muchos casos, las trasladaron a su propio país. La ausencia de sintonía entre las potencias democráticas y los soviéticos hizo imposible un acuerdo definitivo en éste y otros muchos puntos, por lo que los acuerdos sólo pudieron ser parciales, provisionales o incompletos. Se previó la existencia de una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores, que se reunió en Moscú en 1945 y en Nueva York en 1946. En la capital francesa se suscribieron los tratados de paz relativos al Este de Europa e Italia, mientras que hubo que esperar hasta 1951 para que en San Francisco se firmaran los relativos al Japón, momento en que ya no estuvieron presentes los nuevos países comunistas.

Los cambios territoriales en la Europa Oriental resultaron relativamente modestos, aunque ratificaron e incrementaron las ventajas que la Unión Soviética había logrado por los acuerdos con Hitler de 1939. Basta decir que la URSS obtuvo el Norte de la Prusia Oriental (que le proporcionaba una salida al Báltico), la Carelia finlandesa, la zona de Petsamo (que le aportaba una frontera con Noruega) y una base temporal (Porkkala) en territorio finés. Además, los soviéticos se anexaron Rutenia, el extremo oriental de Checoslovaquia. En cuanto a Italia, perdió sus colonias, que se independizaron (Libia, Somalia) o fueron incorporadas a otros países: Eritrea, a Abisinia; las islas del Dodecaneso, a Grecia.

En el resto del mundo, los cambios fueron también, en apariencia, pequeños. En el Medio Oriente, por ejemplo, Líbano y Siria lograron su independencia, mientras que la llegada de oleadas de inmigrantes judíos askenazis, procedentes de Europa del Este, tuvo como consecuencia que el Estado de Israel tuviera una condición mucho más beligerante que antes respecto a la población palestina. Lo decisivo, de todos los modos, fue el impulso inicial dado a la descolonización, movimiento un tanto contradictorio por el momento, pues a las promesas de japoneses y norteamericanos de independencia para las colonias se sumó, en esta circunstancia, la victoria de las potencias colonizadoras. De ahí que, por ejemplo, Filipinas consiguiera la independencia y que, por el contrario, los norteamericanos, después de haber apoyado la de Indochina, acabaran por apoyar el mantenimiento de la presencia francesa en aquellas tierras. Japón volvió a sus fronteras de mediados del siglo XIX, cediendo Formosa, Corea, Manchuria y las islas del Pacífico. Pero, mucho más importantes que estas nuevas fronteras territoriales, fueron las consecuencias de la división ideológica del mundo en dos partes enfrentadas.


 
Operaciones militares

OFENSIVA EN EL OESTE
 

En un mes y medio, entre el 10 de mayo y el 22 de junio de 1940, las Fuerzas Acorazadas alemanas desbarataron por completo los planes estratégicos aliados e inflingieron a Francia, Bélgica, Holanda y al Fuerza Expedicionaria Británica una derrota total.


La situación tras la campaña de Polonia 

Solamente después de terminar la campaña contra Polonia, y una vez rechazada la oferta de paz proclamada por Hitler el 6 de octubre en el Reichstag a Gran Bretaña, comenzaron los preparativos para lanzar una nueva Blitzkrieg en el Oeste de acuerdo con su Directiva nº 6 emitida 9 de octubre de 1939.

Nada había sido planeado previamente puesto que Hitler esperaba que la situación se resolviese de manera similar a como se desarrolló con Checoslovaquia. Desde luego no esperaba que Francia y Gran Bretaña cumpliesen sus compromisos con Polonia y que tras la invasión se desencadenase la guerra con ambas potencias.

Inicialmente la ofensiva en el Oeste estaba planeada para que se desarrollase en noviembre de 1939, de cara a no dar más tiempo para preparar la defensa al enemigo. Hitler se sentía moderadamente seguro de no comprometerse en una guerra de dos frentes merced al pacto de no-agresión con la Unión Soviética.

Mientras tanto, las tropas rusas habían ocupado la parte de Polonia acordada en la claúsula de reparto firmado en el pacto germano-soviético y los Estados bálticos. El 30 de noviembre atacaron Finlandia. Esta guerra ruso-finlandesa provocó cierta inquietud en los mandos alemanes que no se fiaban demasiado de la amistad con los rusos.

Desde el mes de octubre de 1939 hasta la gran ofensiva alemana de mayo de 1940, las tropas francesas y alemanas van a permanecer en sus posiciones que bordean la frontera, limitándose a realizar algunos golpes de mano y escaramuzas, y manteniéndose unas y otras en posición defensiva.

Estos nueve meses de "tregua" corresponden a esta guerra de chiste (drôle de guerre para los franceses, komische krieg para los alemanes, funny war para los británicos).

Sin embargo, las intenciones militares de los dos beligerantes están lejos de corresponder a esa definición.

1. Del lado francés: el alto mando, que cree en el valor de la Línea Maginot como en un dogma militar absoluto, espera firmemente un ataque alemán que, según él, será rápidamente anulado.

2. Del lado alemán: Hitler, con el estímulo de sus victorias en Polonia, proyecta una guerra del mismo tipo en Francia.

La fecha de la ofensiva general es cambiada repetidas veces por Hitler: el 7, el 9, el 13, el 16, el 20 de noviembre; después, el 4, el 6, el 12 de diciembre. Pero la lluvia sigue cayendo a mares, y Hitler aplaza su ofensiva sine die.

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El plan Amarillo 

El plan de ataque alemán en el Oeste, Fall Gelb (Plan Amarillo), en su concepción original era un calco del plan seguido en la I Guerra Mundial, el Plan Schlieffen, aunque con algunas variantes tácticas debidas a la existencia de la Línea Maginot.

 

El General Alfred von Schlieffen antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército alemán desde 1891 hasta 1906, había propuesto a principios de siglo atacar Francia por el flanco derecho, avanzando por la costa del Canal de la Mancha y cruzando el Somme para luego caer al Oeste de París y cercar al ejército francés, obligándolo a capitular.

Aunque el plan obtuvo algún éxito en los primeros compases de la guerra, la ofensiva fue perdiendo fuerza y finalmente se detuvo en el Marne originando una guerra de desgaste frente a una de movimientos.

Descartado totalmente un asalto frontal contra la Línea Maginot, y cualquier incursión por la poco fortificada región de las Ardenas por considerarse poco propicia para el paso de infantería y blindados, el O.K.W. había propuesto lanzar el ataque principal por el ala derecha, a través de Holanda y el Norte de Bélgica.

Según el orden de operaciones del 29 de octubre, el plan era el siguiente:

- Al Norte el Heeresgruppe B (Generaloberst Fedor von Bock). Compuesto por 4 ejércitos, debía lanzar el ataque principal con 43 divisiones (diez de ellas acorazadas). De Norte a Sur, el 18º Armee entraría en Holanda, el 6º Armee atacaría al Norte de Lieja en dirección Bruselas, y el 4º Armee atacaría al Sur de Lieja hasta llegar a la línea del Somme y la costa del Canal de la Mancha. El 2º Armee quedaría inicialmente como reserva móvil.

- En en Centro el Heeresgruppe A (Generaloberst Gerd von Rundstedt). Compuesto por 2 ejércitos debía cubrir el flanco Sur del Heeresgruppe B avanzando a través de las Ardenas hacia el Mosa con 22 divisiones. El 12º Armee avanzaría a través del Sur de Bélgica y Norte de Luxemburgo cruzaría el Mosa en Fumay y seguiría hasta Laon estableciendo una línea defensiva para proteger el avance del Heeresgruppe B. El 16º Armee algo más al Sur en Luxemburgo avanzaría hasta el Mosa y establecería posiciones defensivas frente a la Línea Maginot al Sur de Sedan.

- Al Sur el Heeresgruppe C (Generaloberst Ritter von Leeb). Compuesto por el 1º y 7º Armee se quedaría a la defensiva frente a la Línea Maginot con 18 divisiones.

El objetivo principal del plan era la derrota de los Aliados en Bélgica y la ocupación de los puertos y bases de la costa del Canal, al norte del Somme, que proporcionarían bases a la Luftwaffe para poder continuar la guerra contra Francia y Gran Bretaña en unas condiciones más favorables. Únicamente después de haber conseguido este primer objetivo, el O.K.W. decidiría si continuar la ofensiva o pasar a la defensiva.

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Manstein propone un plan alternativo

Naturalmente no todos compartían la misma idea, el Generalleutnant Erich von Manstein se opuso a la idea de lanzar el ataque principal por el ala derecha e ideó un plan alternativo.

En primer lugar rechazó por completo la idea de una victoria parcial mediante un ataque lanzado por el flanco derecho, ya que repitiendo la misma estrategia que en 1914 se perdía el factor sorpresa. Manstein advirtió también que era imposible obtener una victoria total mediante un único y poderoso golpe, dado el gran número de fuerzas de las que disponía el enemigo.

Si se quería una victoria decisiva habría que dividir el ataque en dos fases. En la primera habría que destruir el ejército Aliado en Bélgica dejando así el camino libre para una segunda fase en la que Francia que quedaría a merced de la Wehrmacht. Para Manstein, la única forma de destruir por completo al ejército Aliado en Bélgica era transfiriendo el peso principal del ataque al Heeresgruppe A, que debería lanzar un ataque sorpresa por el ala izquierda a través de la boscosa región de las Ardenas en el sur de Bélgica.

 

Para ello el Heeresgruppe A debería de ser dotado de tres ejércitos en vez de dos, además de fuertes elementos acorazados. El 12º Armee cruzaría Bélgica y se dirigiría hacia la costa del Canal atrapando a las fuerzas enemigas enfrentadas al Heeresgruppe B por la retaguardia. El 2º Armee cruzaría el Mosa y se dirigiría hacia el Suroeste para hacer frente a cualquier contra ofensiva aliada contra el flanco Sur.

Por último el 16º Armee tomaría posiciones frente al norte de la Línea Maginot.

A comienzos de noviembre el O.K.W. comenzó a recibir las primeras noticias sobre el nuevo plan, aunque no se mostró de acuerdo con la idea. La decisión sobre la fecha y forma definitiva del ataque se aplazaba constantemente y más aún cuando comenzó el mal tiempo, que interrumpió las operaciones de la Luftwaffe y empeoró el estado del terreno.

El 10 de enero de 1940 un avión de la Luftwaffe quedó desorientado y aterrizó en la neutral Bélgica, el piloto llevaba consigo el plan original del ataque Oeste (basado en el Plan Schlieffen) que fue capturado por los aliados. Aún así, el orden de operaciones permaneció inalterado. La insistencia de Manstein en su propuesta le costó el puesto y a comienzos de febrero el O.K.W. le confió el mando del 38º Armee-Korps en un intento de deshacerse de la molestia. El 17 de febrero de 1940 Manstein fue llamado a Berlín, donde tuvo una entrevista con Hitler y pudo exponer su punto de vista.

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El plan Manstein en detalle 

Hitler se mostró muy interesado y completamente de acuerdo con el nuevo plan. El 20 de febrero, Hitler ordenó el establecimiento de un nuevo y definitivo orden de operaciones de acuerdo con las ideas de von Manstein. Finalmente el 24 de febrero, en una reunión celebrada en Berlín con todos los jefes de los ejércitos del frente del Oeste presentes, el Oberbefehlshaber des Heeres Walter von Brauchitsch daba a conocer las nuevas intenciones:

"La situación en el frente del Oeste ha cambiado radicalmente. Ingleses y franceses tienen preparada una fuerte defensa contra un ataque alemán a través de Bélgica. Documentos que han sido probablemente perdidos en el accidente aéreo ocurrido en Bélgica revelaron los planes. El Führer ha decidido por lo tanto que el ataque principal y concentrado lo de el Heeresgruppe A en vez de las tres puntas de lanza planeadas anteriormente. Para asegurar uniformidad en la acción del punto de ataque principal, se moverá el 4º Armee del Heeresgruppe B al Heeresgruppe A. El Heeresgruppe B mantiene el objetivo de ocupar Holanda, rompiendo a través de las fortificaciones fronterizas belgas, atrayendo el máximo número de fuerzas enemigas hacia él".

En detalle, las órdenes eran las siguientes:

- El Heeresgruppe B, al mando del Generaloberst Fedor von Bock, cubriría el flanco Norte. El 39º Panzer-Korps de Schmidt, con la 9ª División Panzer en vanguardia, actuaría en el Sur de Holanda. El 16º Panzer-Korps de Hoepner (3ª y 4ªPanzerdivisionen), cruzaría el Mosa en Masstricht y avanzaría hacia el area de Gembloux, a lo largo de la línea del Mosa y el Sambre, cubriendo así el avance principal del Panzergruppe Kleist más al Sur y evitando dirigirse hacia Bruselas donde, posiblemente, encontraría una más dura resistencia.

- En el centro el Heeresgruppe A, al mando del Generaloberst Gerd von Rundstedt, llevaría el peso principal del ataque en el sector de las Ardenas. El 15º Panzer-Korps de Hoth (5ª y 7ª Panzerdivisionen), debía dirigirse hacia el Mosa y cruzarlo en Dinant. ElPanzergruppe Kleist (41º y 19º Panzer-Korps), algo más al Sur, se dirigiría también hacia el Mosa. El 41º Panzer-Korps de Reinhardt (6ª y 8ª Panzerdivisionen), lo cruzaría al norte de Mézierès, y el 19ª Panzer-Korps de Guderian (2ª, 1ª y 10ª Panzerdivisionen), en Sedán.

- El Heeresgruppe C, situado al Sur hasta la frontera suiza, al mando delGeneraloberst Ritter von Leeb, tenía la misión de esperar situado en posición defensiva frente a la Línea Maginot con el 1º y 7º Armee.

- La Luftwaffe tendría un papel fundamental en el ataque, y al igual que en Polonia, después de atacar los aeródromos enemigos procedería a apoyar directamente a las tropas de tierra. Se lanzarían tropas paracaidistas sobre la retaguardia enemiga, en Holanda, con la misión de tomar los principales puentes, y en Bélgica se atacaría el Fuerte de Eben Emaël.

- La Kriegsmarine por su parte no actuaría prácticamente en la operación y sólo mandaría algunos de sus U-Boote (submarinos) y lanchas torpederas al Canal de la Mancha.

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Premisas del Plan Manstein

El éxito de la operación residía en la velocidad con la que los blindados alcanzasen el Mosa y de cómo reaccionasen los Aliados en un principio. Una vez que las cabezas de puente al otro lado del Mosa estuviesen consolidadas, se darían ordenes de avanzar hacia el Canal de la Mancha, efectuando un "movimiento en hoz" hacia el Norte.

Para ello se presuponían las siguientes condiciones:

1. Los blindados debían constituir cuerpos autónomos y librar sus combates sin preocuparse de las divisiones de infantería, que los seguirían a distancia y ocuparían y cosolidarían el terreno conquistado.

2. Dado que todo ataque supone una preparación de artillería, y que un avance rápido de los blindados impide la utilización de la artillería clásica (que no puede ser llevada a tiempo sobre el terreno), debe ser la aviación, utilizada en masa, la que se encargue del bombardeo intensivo de las líneas enemigas y de desorganizar sus comunicaciones.

3. Por último, un ataque rápido requiere la presencia física de los jefes a la cabeza de sus ejércitos; al contrario de lo que sucede en Francia (puestos de mando alejados del frente, a la moda de 1914-1918; Pétain, por ejemplo, mandó la batalla de Verdún instalado en Bar-le-Duc, en casa de Madame Varin-Bernier).

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Compases iniciales de la batalla: La invasión de Bélgica y Holanda 

El 10 de mayo por la mañana, los ejércitos del Grupo B (Von Küchler y Von Reichenau), formados por diez divisiones acorazadas, 135 divisiones de infantería y apoyados por la fuerza aérea, penetran en Holanda y en Bélgica.

El general Sponeck, jefe de las Fuerzas Especiales alemanas, con un batallón paracaidista y dos regimientos aerotransportados, asaltó La Haya e intentó, infructuosamente, capturar al gobierno holandés.

Simultáneamente, la Luftwaffe arrasó Rotterdam, el principal nudo de comunicaciones, mientras laWehrmacht atravesaba la frontera holandesa, haciendo que la confusión se apoderara del país.

Francia 1940: Panzer I en pleno avance
 

Los puentes de Rotterdam, Dordrecht y Moerdijk eran paso obligado de la principal ruta hacia el Sur. Sobre ellos saltaron cuatro batallones paracaidistas y un regimiento aerotransportado.

Los holandeses no lograron volar estas vías y los alemanes, rápidamente, las ocuparon.

Una división de infantería enlazó sólo tres días después con la avanzada paracaidista para consolidar la posición. La flota mercante holandesa huye y se refugia en puertos británicos.

El 6º Ejército alemán, al mando del general Walther von Reichenau, recibe la orden de invadir Bélgica. Para ello se debe cruzar primero el Canal Alberto. Los belgas esperan con los puentes principales listos para ser volados a la menor alarma. Un batallón aerotransportado fue lanzado sigilosamente tras las líneas belgas. Los alemanes capturaron por sorpresa los puentes antes de que fuesen volados.

Quedaba aún otro obstáculo por salvar: el Fuerte de Ben Emael. El fuerte, considerado como "inexpugnable" es una fortaleza de hormigón armado de 700x900 metros de lado, con 35 casamatas de artillería e infantería cubriéndose mutuamente y rodeada de fosos artificiales y obstáculos naturales. El Fuerte de Ben Emael domina el área del Canal Aberto, el Mosa y el Canal Stich en dirección a Maastricht y protege los estratégicos puentes de Vrohenhoven, Veldwezelt y Canne. Los grandes cañones de Ben Emael alcanzan hasta Maastricht y Lieja y pueden batir cinco carreteras de primer orden en su sector.

El 10 de Mayo, 85 comandos aerotransportados fueron lanzados desde once silenciosos planeadores de carga tipo TSS 230 sobre el mismo techo de la fortaleza armados con 50 kilos de explosivo de carga hueca capaz de hacer saltar planchas blindadas de 250 mm. El objetivo era destruir los puntos y cañones principales del fuerte. La maniobra sorpresa, para la que los comandos se entrenaron secretamente en maquetas a escala en Alemania, salió a la perfección. Los 1.200 soldados belgas que guarnecían el fuerte fueron hechos prisioneros. El camino a Francia quedaba expedito para las divisiones Panzer. 


Compases iniciales de la batalla: el paso del Mosa

El 12 por la tarde, mientras se libran duros combates desde Amberes hasta Namur y nada se mueve detrás de la Línea Maginot, los carros de combate del general Guderian (1º, 2º y 10º Panzer) nan cruzado sigilosamente el espeso macizo de las Ardenas y se encuentran apostados en el bosque de Sedán.

El 13 de mayo a las 16 horas, Guderian lanza el asalto contra el Mosa. Los Panzer machacan las comunicaciones y posiciones francesas desde la orilla opuesta apoyados por la Luftwaffe. Entretanto, el general francés Huntziger está en su puesto de mando de Senac, a 50 km del frente.

Tras una fuerte preparación artillera y bombardeos a cargo de los Stukas y Do 17, los alemanes echan primeros botes de goma al agua. Tras las lanchas hinchables van las barcazas y transportes de vehículos. A las 19 horas, el regimiento de asalto Grossdeutschland alcanza la famosa cota 147, que es el objetivo previsto por el Führer.

Poco más tarde, todo el ala derecha del II Ejército francés huirá, presa de un pánico generalizado, en un "sálvese quien pueda" encabezado a veces por los oficiales superiores. Se huye ante el empuje de los Panzer y ante el bombardeo de los Stukas, que "pican" con un silbido infernal, pero todavía no ante el grueso de la infantería enemiga, que aún no ha llegado.

Simultáneamente, la 7ª Panzerdivision del general Hoth -mandada por el general Rommel- ha hundido el ala izquierda del IX Ejército del general Corap, casi sin preparación aérea. En el lado francés reina la confusión y la falta de coordinación. No funcionan las comunicaciones por radio ni los correos personales. El general Corap ha perdido la visión de conjunto de todo un frente que comienza a desmoronarse.

El 13 de mayo, hacia la medianoche, el general Gamelin -jefe supremo de las fuerzas armadas francesas- recibe las primeras noticias en su puesto de mando de Vincennes: "Se trata de un lío bastante serio por el lado de Sedán".

En la noche del 13 al 14 de mayo, los jefes militares (los generales Georges, Huntziger y Billette) no se preocupan -como podría creerse- de reforzar la zona de operaciones del IX Ejército, sino de proteger la Línea Maginot, con el temor de que pueda ser cercada. En lugar de enviar reservas a Corap, éstas se dirigen hacia Huntziger o hacia Blanchard (para proteger el acceso clásico de Gembloux).

En la mañana del 14 de mayo de 1940 la batalla del Mosa está decidida. Todo se ha desarrollado conforme al plan alemán. El movimiento  en hoz puede irse cerrando a espaldas del grueso de las fuerzas francesas.

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Desenlace de la batalla: Dunkerque 

Entre el II Ejército, que se repliega hacia el este, y el IX, que se repliega hacia el oeste, los Panzerprofundizan el 14 y el 15 de mayo, después de aprovechar las cabezas de puente establecidas por Guderian y Rommel.

El avance de los blindados es extremadamente rápido. El mismo Rommel, al mando de la 7ª Panzerdivion, avanzaba con su carro en vanguardia, penetrando en el despliegue enemigo e impartiendo órdenes según lo observado. Pero el aislamiento de los Panzer no es peligroso pues ante ellos sólo existe un inmenso ejército en desbandada del que no se teme ningún contraataque.

Un ejemplo: el general Bruneau, que manda la 1ª División acorazada y que cuenta con 200 carros y 7.000 soldados de élite, recibe la orden de atacar a Rommel por el flanco; busca a su superior jerárquico antes de actuar, y no lo encuentra. Aunque lo hubiera encontrado, tampoco habría podido hacer nada: no sabía ni dónde estaban los depósitos de gasolina para alimentar a sus tanques.

Sólo el general francés Charles de Gaulle contraatacó con su regimiento blindado, replegándose al poco tiempo acosado por los bombardeos de los Stuka.

El General von Kleist, asustado por la audacia de sus subordinados, ordenó detener el avance, aunque Guderian, en una airada conversación telefónica, logró la autorización para marchar durante otras 24 horas. Avanzó con tal rapidez que, de nuevo, el Alto Mando alemán se asustó ante la posibilidad de un contraataque por el flanco. Hitler ordenó detener la ofensiva pero Guderian logró nuevamente que se rebatiese la orden.

El mariscal de campo lord Gort, jefe del Cuerpo Expedicionario Británico, indica a su gobierno la posibilidad de retirarse a Dunkerque. Recibe por respuesta la orden de internarse en Francia y romper el cerco alemán. En el lado francés, Gamelín es sustituido por Weygand, que toma el mando el día 19 de mayo. Éste, anclado mentalmente en 1918, no alcanza a comprender qué está ocurriendo.

El 20 de mayo, Guderian alcanza el Canal de la Mancha, cortando las comunicaciones entre los Aliados y los belgas. Los británicos comprueban en Arrás que un contraataque es imposible y comienzan a replegarse a la costa.

La mayoría de las tropas Aliadas se retira hacia el campo atrincherado de Dunkerque, donde una flota británica se apresta a repatriar a los combatientes a Gran Bretaña. El día 23 de mayo, los alemanes están en Gravelines, a 15 km. de Dunkerque. La maniobra de embolsamiento ha concluido atrapando en su interior a los Aliados.

En ese crucial instante Hitler ordena a sus tropas detenerse. El Führer se ha dejado convencer por Göering, que deseoso de gloria personal, propone "que descansen las unidades Panzer" asegurando que la Luftwaffe se bastaría por sí misma para aniquilar a los Aliados en retirada. Los generales al mando de las tropas blindadas, decididos a aplastar al Cuerpo Expedicionario Británico en una maniobre de "yunque y martillo" formada por los Panzer en un extremo y la Infantería en el otro, claman en vano.

La evacuación es autorizada por Londres el día 27. El Ejército belga se derrumba. Para proteger el embarque de tropas, amenazado por la Luftwaffe e infantería alemanas, Gran Bretaña emplea su fuerza aérea. Esta gigantesca batalla aérea, comenzada el 28 de mayo, llega a su fin el 4 de junio. La R.A.F. derribó 140 aviones alemanes y perdió 106 aparatos. La fanfarronería del máximo responsable de la Luftwaffe ha salvado al Cuerpo Expedicionario Británico de la total aniquilación.

Al amanecer del día 4 de junio de 1940, cuando el último barco Aliado deja tras de sí las playas, sembradas de cadáveres y material destruido, se han conseguido evacuar a 338.662 combatientes entre oficiales, suboficiales y tropa, entre ellos a 123.095 franceses.

Los restantes 40.000 soldados franceses, al mando del general Fagalde, cayeron prisioneros de los alemanes. El destino de Francia quedaba sellado.

Hitler ha ganado. Puede anunciar al mundo que ha destruido 75 divisiones, y capturado, herido o muerto a 1.200.000 enemigos, mientras que las pérdidas alemanas son mínimas (muertos: 10.255; heridos: 42.523; desaparecidos: 8.643.

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La Batalla de Francia 

Culminada con éxito la primera fase de la operación, se trata ahora de invadir Francia. Hitler ya piensa en París.

Francia cuenta aún con 70 divisiones propias, 5 británicas y 2 polacas. Al norte de París se establece un segundo frente, que aprovecha los cursos del Caen, el Aisne y algunos canales, hasta llegar al extremo de la Línea Maginot.

El plan alemán es el siguiente:

- El Heeresgruppe B (Von Bock) debe romper el frente del Somme y penetrar en Francia en abanico, hacia París, Lyón, los Alpes y el Mediterráneo por un lado, y hacia Bretaña y el Atlántico por otro.

- El Heeresgruppe A (Von Rundstedt) cogerá de espaldas a los ejércitos del Este.

- El Heeresgruppe C (Von Leeb) atacará Alsacia-Lorena y completará el cerco de Von Rundstedt.

La defensa prevista por Weygand es la siguiente: mantener hasta el fin todas las posiciones clave aptas para ser defendidas en todas las direcciones (táctica conocida como defensa en erizo).

Pero las 10 Divisiones Panzer alemanas que llevan el peso de la operación no atacan estas posiciones: se limitan a pasar por los huecos entre las mismas a toda velocidad desbaratando toda posibilidad de resistencia.

El ejército francés ya no está en condiciones de resistir el empuje alemán: la Línea Weygand es atacada el 5 de junio en el Somme y hundida en la noche del 7 por los blindados de Hoth y de Rommel, que llegan a Forges-les-Eaux. El 9 de junio, tal como estaba previsto, von Rundstedt ataca a su vez en el Argonne.

El 10 de junio, Italia declara la guerra a Francia. Friamente, Mussolini decía a su mariscal Badoglio: "necesito mil muertos para sentarme en la mesa con los vencedores". El Duce lanzó un desastroso ataque y obtuvo con creces esos muertos, pues las fuerzas francesas del sur, en la frontera franco-italiana, aunque desmoralizadas, baten completamente a unos militarmente incompetentes italianos.

Mientras tanto, von Rundstedt Toma Reims, atraviesa el Marne y avanza sobre París, que es declarada ciudad abierta el día 11. En las carreteras, paralizando todos los movimientos de tropas, crece el enorme éxodo de civiles que empezó el día 12.

Después del dramático consejo de ministros del 13 de junio de 1940 en el castillo de Cangé, los acontecimientos se precipitan. El día 14 de junio, los alemanes entran en París, con el consiguiente quebranto de la moral francesa.   

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El armisticio 

El primer ministro Reynaud presentó su dimisión. El presidente de la República, Lebrun, encargó formar gobierno al mariscal Philippe Petain (héroe de Verdún en la Gran Guerra), de 84 años. Contra la opinión de gran parte de su gobierno, Lebrun autorizó a Petain a negociar el armisticio.

El 17 de junio, Petain transmite a Hitler una propuesta de armisticio. El 21 de junio empiezan las conversaciones entre Francia y Alemania. Tienen lugar en Rethondes, en el mismo vagón donde fue firmado el armisticio deshonroso -para Alemania- de 1918. Hitler, los principales dignatarios del Tercer Reich y los jefes del ejército alemán están presentes.

Imponen a los plenipotenciarios franceses, dirigidos por el general Huntziger un armisticio que respeta la República francesa parcialmente; Los alemanes establecen una zona de ocupación que comprende todo el Norte y la costa atlántica con vistas a ulteriores operaciones contra Gran Bretaña. Dejan 40 departamentos del sur de Francia, la flota y las colonias bajo la obediencia del gobierno colaboracionista de Petain con sede en Vichy, permitiendo la existencia de un ejército de 100.000 soldados en suelo francés y 180.000 en las colonias.

Además, son consideradas ciertas modalidades económicas y administrativas relativas al mantenimiento de las tropas de ocupación, a la entrega a Alemania de refugiados políticos alemanes, etc. La entrada en vigor del armisticio queda subordinada a la firma de un convenio análogo con Italia.

El 22 de junio, Huntziger firma las convenciones franco-alemanas. El armisticio con Italia es firmado por los mismos plenipotenciarios el 24 de junio. El 25 de junio, a las 00 h 35 min, cesan las hostilidades en todos los frentes.

Las pérdidas de la campaña de Francia son las siguientes:

Francia: 120.000 muertos

Inglaterra: 3.500 muertos

Bélgica: 7.000 muertos

Holanda: 2.890 muertos

Alemania: 27.074 muertos y 18.384 desaparecidos

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OPERACIÓN BARBARROJA

Nos encontramos en Junio de 1941. Unidades blindadas y mecanizadas han sido traídas de toda la Europa ocupada para iniciar una fulgurante ofensiva que destruirá al ejército rojo en el propio campo de batalla. El comienzo es bueno. Los rusos, al no retirarse, pueden ser fácilmente atrapados en enormes bolsas creadas por los Panzer, secundadas por la infantería mecanizada, y aniquiladas por la infantería regular y los Einsatzgruppen. Pero ahora estamos a menos de 100 kilómetros de Moscú, y los Rusos han decido no rendirse más, y dar la vida por La madre Rusia. Tendrán un gran respiro, cuando las lluvias de otoño inunden toda la penillanura y conviertan los caminos en auténticos barrascales. 
 


La ofensiva por el centro
 

 De todos modos, la ofensiva continúa una vez que las primeras heladas llegan y congelan el suelo, aliviando a los alemanes. Ellos mismos, que alabaron a esta helada, se arrepentirían considerablemente de haberlo hecho, cuando este frío los acosara en forma fatal. Los soviéticos resisten, y cada villa es una carnicería en ambos bandos, cada vez se parece menos a lo que fue Smolensk o Minsk, y el retraso para ser limpiada demora aún más el avance a la capital. Una vez hecho, continuar la ofensiva hacia adelante. Pero había lugares de donde los rusos no se retirarían. Tula era una gran interrogante: Si esta caía, el destino de la ofensivaalemana por el suroeste estaba sellado. Esta ciudad era el último gran punto de resistencia en el sur antes de Moscú. Era el verdadero centro de aprovisionamiento de la capital, y la mayor fuerza estaba apostada aquí.


¿Pero que otras alternativas podría haber tenido esta campaña?

Una de las causas principales de la derrota fue que empezó tardíamente. Esto se demoró por el fracaso de Mussolini de vencer a Grecia tras la invasión en Marzo, que resistió heróicamente, y llevó a una contraofensiva que peligraba la exitencia italiana en Albania y los balcanes. Por esto, Hitler ordenó en Abril, mientras se amasaba sigilosamente la invasión a Rusia, enviar 4 ejércitos, 2 de ellos acorazados, y uno húngaro. Se declaró la guerra a Yugoslavia, que no pudo oponer más de 2 días de resitencia, y los Griegos tampoco pudieron hacer mucho en contra de los tanques alemanes, ni si quiera ayudados por sus aliados británicos. Debido a esto, no se podía comenzar la ofensiva hasta que el terreno en los balcanes estuviera seguro, no hasta mayo, cuando cayera Creta.

 

Las fuerzas que en 1941 se enfrentaban en el frente ruso

Alemanas

Rusas

Ejército de tierra Ejército de tierra

118 divisiones de infantería

118 divisiones de infantería

15 divisiones motorizadas

40 brigadas motorizadas

19 Panzer divisionen

20 divisiones acorazadas

Total: 152 divisiones

Total: 138 divisiones y 40 brigadas

Aviación Aviación

1.160 bombarderos

1.800 bombarderos, 800 de ellos modernos

720 cazas

2.000 cazas, 300 de ellos modernos

120 aviones de reconocimiento

800 aviones de reconocimiento, muy anticuados.

Número de combatientes Número de combatientes

3.050.000 hombres de un efectivo total de 7.240.000

4.700.000 hombres

Una vez comenzada la ofensiva en la URSS, estaba planeado que para finales de agosto, a más tardar septiembre, la Wehrmacht se econtraría 100 kilómetros al este de Moscú. El objetivo final de la operación Barbarroja era ocupar un perímetro que abarcaba desde Arkángel hasta Astrakhan. Obviamente se consiguió apenas la mitad de esto, pero el verdadero objetivo era destruir al ejército rojo y toda capacidad de seguir oponiendo resistencia. Para lograr este objetivo podían atacarse 3 objetivos principales:
 

Objetivos posibles

Norte

Lenigrado: Al norte de Rusia, en Leningrado, se encontraba la mayor fábrica de armas, que le proporcionaría al Reich una capacidad industrial aún mayor para continuar la guerra, a base de las fraguas de Leningrado. Además era un centro moral invaluable ya que era donde la revolución de 1917 dio inicio.

Centro

Moscú: El centro del país era el blanco más atractivo para los generales alemanes, pero Hitler, basándose en la experiencia de Napoleón al tomar Moscú, no le veía gran importancia, sin embargo creía con certeza que la capital representaba un blanco inigualable en importancia política. Contenía al gran imperio comunista. Hitler decía: "Solo hay que patear la puerta, y toda la estructura podrida se desplomará". Los hechos reales demuestran lo contrario, pero al ser Moscú el centro de la URSS, todo caería en poco tiempo, se cree. En los la realidad las instituciones políticas ya se habían trasladado a Kuybyschev, bien detrás de la meseta del Volga

Sur

El Sur: Aquí se albergaban las riquezas económicas naturales de la URSS. Ucrania era "el granero de Europa", por sus extensas cosechas de cereales, mientras que en Crimea se encontraban minas de hierro. En la cuenca del Donetz habían ricos yacimientos de carbón, y extendíendose al cáucaso se encontraba la mayor fuente de petróleo de Europa. Finalmente se econtraba el Volga que a su paso dejaba un gran nudo ferroviario en la ciudad de Stalingrado, así como un próspero comercio. Pero tambíen era el área más fortificada, con grandes bastiones por sitiar: Kursk, Kharkov, Odessa, Rostov, Sebastapol, Kiev, etc. ya planteaban un problema y urgían al OKH a establecer un refuerzo fluido e ininterrumpido.

 

Finalmente, Hitler optó por realizar ofensivas simultáneas en las tres regiones, pero con prioridades. Al acercarse el grupo sur a Kiev, ordenó desviar al grupo centro y ayudar al sur a cercar a los rusos en la batalla de Kiev. Para ese tiempo, el grupo norte ya había roto la línea Stalin y se encontraba en camino a Leningrado, pero terminó sin tener tanta penetración como había sido previsto en el plan, ya que un ramal del ejército centro se desviaría a ayudar al norte, pero este ya estaba en camino a Ucrania.

Este desvío al sur, si bien significó una devastadora victoria alemana (los rusos perdieron más de 1 millón de hombres) dio un alivio al centro que ayudó a conformar las defensas de Vyazma y Smolensk, las que posteriormente serían tambien cercadas y aniquiladas. 
 

 

Otro problema que afrontaban los alemanes, era el formato del ferrocarril soviético, el cual poseía vías más anchas, y no permitía el rápido transporte de tropas frescas al frente, que debían ser llevadas por camiones o caballos. Pero la estructura de los caminos Rusos era muy rudimentaria, y ninguno estaba asfaltado, por lo que cuando llovía, se producían ciénagas con el contínuo paso de tropas y suministros. Fue entonces cuando el frente que todavía estaba en movimiento que el grupo centro, empezó a escasear lo que más necesitaba. Suministros de invierno: botas forradas, chaquetas, aceite anti-congelante para las ametralladoras y los tanques, aunque si tan solo fuera en un numero pequeño, pero en ese momento contaban con prácticamente nada, a la negativa de Hitler y el Oberkommando, desde sus cuarteles en Prusia oriental, de resistir con lo que se tenga.

Los oficiales de campo en el frente solicitaban detener la ofensiva, y retroceder hasta un lugar donde pudieran establecerse posiciones defensivas como para pasar el invierno, y luego de ser reforzados y con el terreno propenso para las Panzerdivisionen, y el cielo abierto para la Luftwaffe, reanudar la ofensiva. Éste plan de Heinz Guderian fue rechazado por Hitler argumentando que cuanto más tiempo les demos, más fuertes seran...Efectivamente la producción de las industrias tanto detrás de los Urales, como en la misma Moscú (que todavía seguían funcionando), así como las tropas frescas (de carácter reservista o veteranos Siberianos, mongoles y kosacos) era inmediatamente enviada al frente, y el Mariscal Zhukov se manejaba comisionando su destino como reservas o como fuerzas activas. En defenitiva todos vieron acción, y la mayoría vieron la muerte, pero la causa había sido salvada y Moscú estaba segura.

 

Después de encontrarse a tan solo 8 km de Moscú, y de amenazar la capital desde ambos flancos, fue imperativo realizar un repliegue, acelerado por los contraataques rusos, mencionados anteriormente. Pero Alemania no estaba vencida todavía. Aún conservaba su capacidad industrial, aunque había perdido años de producción en tan solo un mes frente a la capital. Si el destino era un guerra larga, Alemania necesitaría más de los recursos económicos del sur de Rusia, por lo que mientras tanto Hitler amasó lo que le quedaba durante toda la primavera para lanzar nuevamente una poderosa ofensiva, pero esta vez no a la capital nuevamente o Leningrado, sino al río Don y al curso inferior del río Volga.

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EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA

LA SITUACIÓN 

El esfuerzo aliado se concentró en desembarcar en Europa un ejército liberador, que llegara hasta el mismo corazón del reich. Para esto había que realizar una gran invasión, preparándola en Inglaterra. 1942 no pudo ser el año, ya que todavía no se había podido juntar los hombres y el material necesarios para llevar una operación de tal magnitud. En 1943 la atención principal la llevó el teatro de operaciones de Italia, así que tuvo que posponerse otro año más. 1944 era el año ideal: El gran ejército alemán había quedado reducido a una guerra de varios frentes. En Rusia la situación era desesperante, en Italia la lucha estaba perdida, aunque seguían pelando. Era el momento ideal para trazar el final irremediable. Era el momento ideal para atacar. Algunos planearon invadir Europa en 1945, pero el sentido común de los más hábiles les intuyo que era demasiado tarde, y que Alemania no estaba tan fuerte después de todo.

 


EL PLAN


El plan dibujado minuciosamente entre Marshall y 
Eisenhower, involucraba a la masa del ejército Norteamericano, británico y canadiense para asaltar ferozmente las playas de Normandía, a través de contundentes desembarcos anfibios, mientras que previamente, los paracaidistas de la 101 y 82 divisiones norteamericanas habrían asegurado ciertas zonas de la península de Contentin, y los paracaidistas británicos harían los mismo en el valle del Odon. El desembarco se realizaría en 5 zonas de influencia. Los ejércitos norteamericanos desembarcarían en Utah, al sur de Cherbourg, y Omaha, cerca del pueblo Viervielle-sur-mer. Al este, los británicos se ocuparían de las playas Gold (En frente de Arromanches) Juno y Sword, esta última con la ayuda de los canadienses. Esta última se encontraba adyacente al valle del rio Orne, entre los rios Odon y el canal de Caen. Bernard Law Montgomery planeó para tomar la ciudad el mismo día de la invasión, pero pronto se demostraría que era mucho pedir. Como estar preparada, la operación ya estaba lista para el 25 de mayo, y sólo faltaba encontrar un día con clima adecuado. El dia-D estaba planeado que fuera el 5 de junio, pero ese día se desató una tormeta sobre el canal, que obligó a postergar la invasión para el día siguiente. El golpe se asestaría el 6 de Junio de 1944, pero no podría ser postergada nuevamente, si se quería mantener todo en secreto. Del lado alemán, se sabía que iba a realizarse una invasión aliada en Francia, pero...¿donde? ¿cuando? Previniéndose a esto, en 1942 Hitler mandó a construir el muro del atlántico, cuya prioridad cerniría sobre Pas-des-Calais. En 1943 continuaron los trabajos y en 1944 Hitler ordenó acelerarlos. Aunque lejos de estar completada, era formidable. Los Aliados querían aparentar que la invasión se realizaría en Calais, por lo que de cada misión de bombardeo volada sobre Normandía, se volaban 2 a Calais. Hitler creía que los aliados al tener mayor radio de acción sobre el continente para sus aviones, y al haber menor distancia que la flota tuviera que recorrer, los aliados escogerían ese lugar.


LA INVASIÓN 


A las 3 de la mañana los transportes y planeadores comenzaron a desplazarse hacia sus respectivas zonas de demarcación. Éstos serían reforzados con posteriores lanzamientos con más hombres y materiales, pero por el momento su misión era la de caer, reunirse y crear el pánico entre los defensores alemanes. Desde el principio las cosas empezaron a salir mal: Los transportes, al intentar evadir el fuego anti-aéreo se separaron mucho entre sí, de modo que cuando se lanzaran los paracaidistas estarían demasiado dispersos. De todos modos, un 70% de la fuerza pudo juntarse para entrar inmediatamente en acción. Los paracaidistas ingleses pudieron tomar sus respectivos objetivos, y sostenerlos hasta el arrivo de sus liberadores. En el agua los vehículos anfibios se dirigían hacia Normandía. Los británicos desembarcarían 2 horas después de los norteamericanos.

 
 
 
 
 

En Utah las cosas salieron bien, y en poco tiempo pudieron enlazar con unidades de la 82º división de paracaidistas pero en Omaha la suerte no estuvo del lado de los norteamericanos. Justo por una casualidad, la división 352 alemana se encontraba estacionada justo atrás de la playa, por lo que la resistencia fue tenaz, la 1era y 4ta división lucharon encarnizadamente y no fue hasta el final del día que pudieron establecer una cabeza de puente, gracias a los constantes refuerzos, el fuego de la artillería naval y los bombardeos tácticos. Los anglo-canadienses tuvieron mejor suerte, pero avanzaron poco, y para el anochecer lograron tomar muchísimo menos territorio del que habían prevenido, pero el objetivo había sido logrado: Establecer 5 cabezas de puente, en donde los siguientes días desembarcarían 250.000 hombres y 50.000 vehículos.


EL FINAL 


Los alemanes realizaron varios contraataques panzer, pero eran rechazados salvajemente por el fuego naval y los bombardeos, por lo que tenían que permanecer escondidos. Los problemas vendrían para los británicos, quienes tardaron practicamente una eternidad en tomar la ciudad de Caen. La lentintud de Montgomery se hizo evidente, hasta que decidió terminarlo el 30 de julio, cuando abrió fuego sobre la ciudad con 500 cañones. El camino para la liberación estaba hecho. En vez de replegarse a otra línea, Hitler ordenó contraatacar con todas las fuerzas disponibles. La suerte del 5to panzer fue un total desastre. Ya era demasiado tarde para sanar las heridas abiertas... París fue liberado en agosto, y otro desembarco fue realizado en el mediterráneo como refuerzo. Ahora, lo único que separaba a los Aliados de Berlín era el Rin.

 

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La batalla de Kursk (Operación Zitadelle)

 

Siguiendo a los desastrosos eventos acontecidos en Stalingrado, los alemanes entran en un largo período defensivo, donde son empujados nuevamente hacia atrás, creando una inmensa saliente en el área de kursk, en donde los rusos mantienen un territorio aproximadamente del tamaño de la superficie de Inglaterra. En este punto de la contienda todos los Panzer General veían que, inevitablemente, la próxima ofensiva de verano debía desarrollarse en esta área.

Verano 1943, los alemanes se preparan a relanzar su ofensiva, esta vez en la zona donde en meses anteriores habían sufrido su peor derrota : El Frente Sur. La última gran ofensiva alemana, fue lanzada bajo el nombre de Zitadelle, el 4 de Julio de 1943. El punto crítico de la operación, fue la batalla de Kursk, en donde chocaron 6.000 tanques, 4.000 aviones y dos millones de soldados, por la cual se convirtió en la mayor batalla de Tanques en la historia de la humanidad.

El origen de la operación Zitadelle fue cortar la inmensa saliente en el frente que el ejercito soviético había logrado en el invierno anterior. Entre los oficiales alemanes encargados de esta inmensa operación, estaban el General de Campo Gunther von Kluge, el Grupo de la Armada del Centro, que atacarían el norte de la saliente, bajo el liderazgo de la 9ª Armada del Coronel Walther Model. El general Hans Zorn de la 46ª Panzer Corps en el flanco Derecho y el Mayor General Jisef Harpe de la 41ª Panzer Corps en el izquierdo. El General Joachim Lemelsen, de la 47ª Panzer Corps planeaba avanzar sobre Kursk, y enlazarse con el General de Campo Erich von Manstein, Jefe de los Ejércitos del Sur, que tenía como lideres del ataque a las armadas del General Herman Hoth ( de la 4ª Panzer Corps ) y a la Armada del General Werner Kempf.

En Oposición, las fuerzas Soviéticas, estaban el General Konstantin Rokossovsky, líder del Ejercito del Frente Voronezh. El frente Central, estaba el Teniente General Nikkolai Pukhovs y el General I.V. Galini.

Si el plan alemán tenía éxito, los alemanes lograrían atrapar y destruir más de cinco Armadas Soviéticas. Esto hubiera creado un desequilibrio nuevamente en el frente ruso, que permitiría a los alemanes retomar la ofensiva en todos los frentes. Además brindaría a Hitler el tiempo suficiente para consolidar sus frentes y desarrollar su programa de Super Armas, que él tanto creía que le darían la victoria.

Pero la Historia demostraría, que la 9ª Armada de Model, nunca pudo romper el frente defensivo Soviético, y en el Sur la 3ª Panzer Corps del General Kempf, también encontró una resistencia increíble aguerrida por parte del ejército soviético. Pero para el 11 de Julio, pese a todo, la 4ª armada Panzer de Hoth, estaba en posición de tomar la ciudad de Prochorovka, asegurar la cabeza de río en el Psel y avanzar sobre Obayan. Psel era la última barrera natural entre los Panzer de Manstein y la ciudad de Kursk.

El ataque de la 4ª Armada Panzer contra la cuidad de Kursk, en su intento de cruzar la riberas del río Psel, y así romper el equilibrio existente en los frente de batallas, comenzó el 11 de Julio. Liderados por la 2ª SS Panzer Corps, al mando del General de las SS Paul Hausser.

Las 2ª SS Panzer Corps estaba compuesta por 3 Divisiones Panzer de las SS: la 1ª SS Leibstandarte Adolf Hitler (LSSAH), la 2ª SS Das Reich y la 3ª SS Totenkopf. Las tres prácticamente era Divisiones Panzergrenadier , cada una con poco más de 100 tanques para cuando la operación Zitadelle comenzó. Oponiéndose a las fuerzas de Hausser estaban las recientemente llegada 5ª Armada Acorazada de Guardas, comandada por el General Rotmistrov. La 5ª armada era la última reserva estratégica que el Ejército Ruso tenía en el frente sur, con más de 650 tanques .Tenían en el frente a la 1ra Armada Acorazada, del General Katukovs, ya viendo acción con severas bajas que como ejemplo tenemos al Cuarto Cuerpo de tanques que originalmente estaba equipada con más de 200 tanques, para el 11 de julio solo tenía unos 50 operativos.

El 10 de Julio, la 3ra SS Division Totenkopf comandada por el General Hermann Priess, tenia establecida una cabeza de río en Psel, al oeste de la ciudad de Prochorovka. Un día después, el 11 de Julio, la división había logrado cruzar la rivera mediante el uso de puentes flotantes y estaban expandiendo el territorio bajo su control. Pero los soviéticos se reforzaron con dos divisiones : el 33º Cuerpo de Rifles, y el 10º Cuerpos de Tanques, que se unieron a la unidad bajo el mando del General Katukov, lanzando una continua contraofensiva contra las unidades de la Totenkopf que apenas comenzaban a consolidar la cabeza de playa al norte de la rivera del Psel.

Al mismo tiempo, el General Hausser ordeno a las divisiones restantes asaltar Prochrovka. Con Totenkopf ocupada al norte de la ciudad, tomó las dos divisiones restantes, ordenando a Leibstandarte ( comandada por SS Mayor General Theodore Wisch) asaltar la ciudad directamente, por toda la línea ferroviaria, y la Das Reich, (comandada por el SS Lt. General Walter Kruger ) a la derecha, para cubrir este flanco de una posible estrategia de pinzas por parte del Ejército Ruso, a varios kilómetros de la ciudad, y justo sobre el poblado de Tetrevino, y al sur de Prochorovka.

Pero los rusos, a su vez preparan su propia ofensiva ( para atrapar a Totenkopf ). El 11 de Julio , la 5ª Armada de Guardas con alrededor de 650 tanques operativos, reforzados con dos Cuerpos de Tanques más, llegando a tener una fuerza de 850 tanques, de los cuales 500 eran T- 34. La misión de esta armada era la de encabezar la contraofensiva rusa, llamada operación Rumyantsev, destinada a destruir las fuerzas alemanas en el sur.

Para entonces la 2ª SS Panzer Corps, solo poseía un total de 327 tanques, de los cuales muchos estaban inoperativos ( fallas mecánicas, atascados, etc. ). El 11 de Julio, el General Hausser reportó un total de 211 tanques operativos, en donde Totenkopf poseía unos 94 tanques, Leibstandarte unos 56 y Das Reich con 61. Sólo 15 tanques ( algunos de los cuales pertenecían a la unidad de Michael Wittman ) tipo Tiger entraron en acción durante la batalla en Prochovka y aquí no había SS Panther disponibles.

El 13 de Julio, después de el enfrentamiento crítico en Prochovka, las 2ª SS Panzer Corps poseían unos 163 tanques operativos ( según el reporte de Hausser ) lo que denota una perdida de 48 tanques. Estas perdidas son consideradas pesadas para dos días de batalla, para la esforzada industria alemana, pero si lo comparamos con las perdidas de los soviéticos, que según reportes militares poseían unos 200 tanques operativos, relevando unos 650 tanques dañados y/o destruidos que denota una perdida catastrófica.

Así las tres Divisiones de las SS continúan su avance, Leibstandarte se le asignó la Toma directa de la ciudad, en la línea de ferrocarril. Totenkopf mantenía el pie de playa en Psel, a la izquierda de Prochorovka, y Das Reich cubriendo el lado izquierdo, a varias millas de la ciudad.

Totenkopf mantenía un pie de río firme en las riberas del Psel, en donde eran constantemente atacados por efectivos rusos. Leibstandarte avanzó rápidamente hacia las afueras de la ciudad, en donde comenzaría una de las luchas más míticas de esta guerra. El 12 de julio, Leibstandarte ( las Unidades de Avanzada) reportan una gran cantidad de ruidos de Motores indicando un inmensa masa de Blindados acercándose.

Pronto a las 5 A.M. cientos de tanques soviéticos, transportando infantería hace su aparición en las afueras de la ciudad. Grupos de Choques de 40 ó 50 tanques ( T-34 y T-70 ) avanzan a gran velocidad con objeto de encontrar a los alemanes y parar el avance de Leibstandarte sobre la ciudad. Los alemanes, ya preparados abren fuego de ametralladora y mortero haciendo que la infantería salte de los tanques y corra a refugiarse. Así comienzan las bajas rusas, la infantería que sobrevivió al primer choque, pasa a ocupar posiciones defensivas dejando la ofensiva a los tanques rojos.

Pero los tanques soviéticos chocan con los blindados alemanes, ya colocados tácticamente defensivos, en donde los soviéticos quedan reducidos a escombros en este primer choque de blindados. Con este resultado, Leibstandarte retoma la iniciativa, y comienza el avance sobre la ciudad, en donde se encuentran con elementos de la reserva Blindada de Rotmistrovs. En este momento ocurre un encuentro de blindados muy comentado ( uno de los muchos Villa Bocage del Este).

La 13ª Compañía de blindados Pesados, del primer Regimiento Blindado de Leibstandarte, comandado por el entonces Segundo Teniente Michael Wittman choca con el regimiento Blindado Soviético 181. La compañía de Wittman, con algunos Tiger, soportaban el flanco derecho de la punta de ataque alemana, en donde toman una pequeña colina. Allí Wittman divisa al regimiento rojo avanzado a una larga distancia. Los soviéticos al ver los Panzer, inician una carga sobre la colina. Una decisión fatal : los cañones 88 mm alemanes hacen pedazos a los cañones 76 mm soviéticos a larga distancia. Pronto el campo estará llenos de vehículos soviéticos destruidos. Todo el Regimiento fue aniquilado.

Pero al final del día, pese a las grandes perdidas soviéticas, logran estabilizar una línea defensiva. Kilómetros al sudeste, Das Reich se encontraba enfrentada en un fiero encuentro con elementos de la 2º Cuerpo de Tanques y el 3º Cuerpo de Tanques de Guardas soviéticos. La batalla era sangrienta, y los guardas soviéticos mostraban porque se hacían llamar la Waffen SS Rojas, Grupos de batallas de 20 a 40 tanques chocaban estruendosamente con los elementos de avanzada de la Das Reich. Pero seguían avanzando, ante una bajas relativamente aceptables.

Un poco más el norte, el mismo 12 de Julio, Totenkopf logra la captura de una colina de alto valor estratégico : el pie de Río esta ya asegurado. Pero justo el mismo día, ocurre un evento que sellaría el resultado de la batalla, aunque ocurriera a cientos de Kilómetros del frente.

Después de recibir la reciente noticia de la invasión aliada a Sicilia, y reportes de una ofensiva rusa más al norte, en el área de Izyum, Hitler decide dar fin a la operación Zitadelle. Aunque Hitler toma la decisión de retirarse el 12 de Julio, no es hasta la noche del 17 - 18 de Julio, en donde la Divisiones SS logran retirarse del frente.

Así termina la operación en Prochorovka, ( y todo Zitadelle ) no por las bajas alemanas que poseían unos 200 tanques operacionales el 17 de Julio. En efecto, las divisiones de las SS continúan sus efectivas funciones en otras localidades : Leibstandarte es llevada a Italia, y Das Reich y Totenkopf se mantienen el este. A diferencia las unidades soviéticas poseían solo 120 tanques operacionales para la misma fecha, lo que implicaría una segura victoria alemana.

Con la retirada del frente, de los Blindados Alemanes, las unidades de reparación de blindados rusas rescatan cientos de blindados, semioperacionales y reciben otros tantos, de las últimas reservas Soviéticas. Así logran armar la suficiente fuerza para lanzar la contra ofensiva llamada operación Rumyantsev, unos días después de la retirada de las Divisiones de las Waffen SS.

La decisión de Hitler podría llevar una serie de discusiones, si se hubieran logrados lo objetivos de Zitadelle, y se hubieran destruidos 5 armadas Soviéticas, la guerra del este se hubiera replanteado. Tal vez hubiera brindado a los alemanes tiempo para desarrollar sus super armas, y mejor the Atlantik Wall en el Oeste. Pero esas son conjeturas.

 

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ADLERTAG " El Día del Águila "

 
 

El día 3 de agosto, las dos fuerzas en presencia ya han establecido sus objetivos de forma concreta; la ventaja numérica se sitúa del lado de Alemania, que ha pasado de contar con 587 aparatos de caza el día 30 de junio a disponer de 708. El número de pilotos germanos se ha incrementado durante el mismo tiempo desde 1.253 a un total de 1.434. Sin embargo, la escasa actividad de los bombarderos que se manifiesta durante los siguientes días ha producido un descenso en la tensión reinante entre la población británica, a pesar de que la radio de Berlín anuncia una inminente ofensiva.

En la mañana del día 8, un convoy británico es atacado en aguas del Canal por una escuadrilla alemana, siendo respondida a su vez por la aviación procedente de la isla. Llegada la noche, pueden contabilizarse los efectos del enfrentamiento: 4 barcos hundidos, y 19 aviones ingleses y 31 alemanes derribados. Este había sido el combate más duro hasta el momento, y serviría como inmediato prólogo a la ofensiva conocía como "Día del Aguila".

Esta operación (Adlertag, en lengua alemana) estaba dirigida a doblegar de forma definitiva la tenaz resistencia inglesa. En ella habían sido puestas muchas esperanzas por parte del mariscal Göring y los demás altos jefes de la Luftwaffe, que imaginaban poder terminar rápidamente con el problema planteado por medio de una acción de gran envergadura.

De la importancia de la misión habla por sí misma la cifra de aparatos empleados, que suponía un 75% del total de los efectivos dispuestos desde Cherburgo hasta Noruega. Hasta aquel momento, la aviación alemana no había empleado en sus ataques más que un 10% de sus efectivos. Ahora, contaba con este espacio con un total de 3.358 aviones, de los cuales 2.250 se hallan en perfecto estado y dispuestos para su utilización. La superioridad alemana en cuanto al número de aparatos no había impedido sin embargo que, hasta aquel momento, la cifra de bajas británicas hubiera sido solamente de 96 frente a las 277 sufridas por su adversario. Esta desventaja no disminuía de hecho la amenaza que se cernía sobre Inglaterra aquel día 10 de agosto, fecha elegida para lanzar el ataque. Sin embargo, las condiciones climatológicas aconsejarían aquel día un aplazamiento del ataque.

 

A lo largo de la siguiente jornada, los aviones alemanes lanzaron repetidos ataques sobre la zona de Doda en la ocupada isla británica de Guernesey. A lo largo de esa jornada, en la que los daños materiales sufridos por el territorio bombardeado son especialmente graves, se batirá el récord de salidas por ambas partes. Así, mientras la RAF efectúa un total de 758, la Luftwaffe realiza 440. Poblaciones y convoyes marítimos sufren las consecuencias de esta acción. Por vez primera, las instalaciones de radar situadas en la costa son objeto de los ataques alemanes, ya que se ha comprendido la importancia que tiene en la lucha iniciada. Los resultados del enfrentamiento son conocidos esa misma noche, y aportan cifras que sitúan en 22 los aviones perdidos por la RAF frente a los 32 de la Luftwaffe. En este punto, la batalla de Inglaterra adquiere rasgos de gran dureza, y ya nadie es capaz de imaginar una marcha atrás en el camino emprendido. Sin embargo, la población inglesa todavía no conoce de forma clara los efectos de la batalla emprendida.

En la misma mañana del día 13 de agosto, elegido definitivamente para la realización del plan, los partes meteorológicos referentes al sur de Inglaterra muestran la presencia de acumulaciones de nubes y nieblas. Con todo, Göring decide que la fecha del ataque no debe ser aplazada más y lo fija para las 14:00 horas, a pesar de que el tiempo lluvioso no ayuda en absoluto a una óptima realización del mismo.

Dado que en la víspera han sido destruidas importantes estaciones de radar, los alemanes confían en poder penetrar impunemente en el cielo británico, encabezados por los Messerschmitt 110 procedentes de la base de Caen. Los ingleses, sin embargo, han puesto en funcionamiento otras instalaciones y este ariete es detectado de forma inmediata. Este primer enfrentamiento costará a los atacantes un total de 5 aparatos derribados, además de ver acribillados por las balas de ametralladora a gran número de los que han podido regresar.

El balance final del "Día del Aguila" se establece, llegada la noche, de la siguiente forma: 3.480 incursiones, los alemanes han perdido 40 aparatos, mientras que los ingleses han visto derribar a 13 de sus aviones a lo largo de sus 700 salidas. La Luftwaffe, a pesar de todo, ha inflingido fuertes daños sobre varios aeródromos y centros de población de tamaño reducido.

Aquella noche, aviones alemanes lanzan sobre las regiones del centro de Inglaterra y sur de Escocia materiales que pretenden hacer pensar en un desembarco de paracaidistas sobre las mismas. A la misma hora, una autotitulada "nueva estación británica de radiodifusión" situada en Berlín lanza una serie de fuertes amenazas dirigidas contra la población de la isla, asegurando este desembarco de soldados provistos de armas de fulminante efectividad.

El día siguiente, 14 de agosto, la Luftwaffe presenta evidentes signos de agotamiento debido al esfuerzo realizado durante las 48 horas precedentes. Debido a ello, realiza solamente un total de 489 salidas, atacando aeródromos y poblaciones de la costa. Mientras la zona del Canal sigue cubierta por las nubes, los comandantes de los cuarteles generales alemanes, Kesselring y Sperrle, son convocados por el mariscal del Reich. A pesar de los informes que recibe del general Halder, Göring sabe que el "Día del Aguila" no ha obtenido siquiera mínimamente los resultados perseguidos mediante su puesta en práctica. El mal tiempo reinante se había unido a las deficiencias sufridas por la realización de la operación. Por tanto, decide la continuación de los ataques, centrándose ahora sobre dos objetivos bien definidos en exclusiva: las fuerzas aéreas enemigas y las factorías aeronáuticas situadas en suelo inglés. Al mismo tiempo, decide suspender todo ataque sobre las instalaciones de radar, dado que ninguna de las afectadas había sido puesta fuera de servicio a pesar de los desperfectos sufridos.

El jueves, día 15 de agosto, la totalidad de las bases situadas sobre las costas de la Europa ocupada se encuentran en estado de alerta. Incluso las localizadas en Noruega van a entrar en funcionamiento por vez primera. Las fuentes informativas de la Luftwaffe han asegurado que Gran Bretaña cuenta solamente con un total de 300 cazas, aunque en realidad el número de estos aviones de que dispone el país es de prácticamente el doble. El territorio de la isla ha quedado dividido en tres zonas, dependientes del Mando de la Aviación de Caza. Todas ellas van a recibir en esta ocasión, en grado diferente, los efectos del ataque nazi, que en este caso pretendía hacerse presente sobre la totalidad del espacio británico.

La primera oleada de aviones produce un enfrentamiento a las 10:00 de la mañana, del que resultan derribados 3 aparatos británicos y 2 alemanes. En esta jornada, junto a los duros ataques realizados en el aire, varias ciudades e instalaciones industriales, y sobre todo el aeropuerto londinense de Croydon, sufren importantes destrozos. Alrededor de 80 personas resultan ese día muertas o heridas por las bombas.

Durante la noche, los bombarderos alemanes actúan eficazmente sobre Birmingham, Southampton, Bristol y otras poblaciones. En conjunto, durante el día 15 la Luftwaffe ha realizado un total de 1.786 salidas, frente a las 964 de la RAF. Dentro de este balance, debe citarse el desastre sufrido por la 5ª Flota Aérea alemana situada en Noruega, que pierde la octava parte de sus bombarderos y un quinto de sus efectivos de caza. Los aviadores alemanes llamarán a este díaschwarze Donnerstag, es decir, "jueves sombrío".

 

En Inglaterra se respira un ambiente de victoria, a pesar de que durante el día 16 los alemanes realizan varias incursiones sobre los condados de Kent, Hampshire y Surrey. Estaciones de radar, aeródromos e instalaciones industriales, además de viviendas de poblaciones civiles, son destruidas en gran cantidad. La noche siguiente observará asimismo los efectos del ataque en multitud de puntos de la costa sur de la isla.

El 17, cuando ya han amainado los bombardeos de forma manifiesta, el ministro de Información anuncia a través de la BBC la definitiva derrota de la Luftwaffe. Sin embargo, al día siguiente varios oleadas de Dornier se lanzan sobre Inglaterra con ánimo de proceder ante todo a la destrucción de sus sistemas de radar. Esta rápida e inesperada incursión consigue dañar algunas instalaciones, pero muy pronto los atacantes deben volver a sus bases francesas, regresando en esta caso tan sólo 5 aparatos. Más adelante, los alemanes volverán a la carga, pero se enfrentarán con una decidida RAF, ahora estimulada por el triunfo obtenido horas antes. En ese día 18, el balance es el siguiente: las fuerzas británicas han perdido 7 aviones, mientras que la Luftwaffe ha visto derribar a un total de 71 de sus aparatos. Una desproporción que no se había visto hasta entonces a lo largo de la guerra.

Considerando que se había llegado al punto final de este episodio de la lucha, el Ministerio del Aire británico estableció un recuento de las pérdidas sufridas entre los días que mediaron entre el 8 y el 18 de agosto. Durante este lapso de tiempo, habían muerto o desaparecido 94 pilotos; de forma paralela, 240 aparatos habían sido irremisiblemente dañados en el aire y otros 30 sobre sus propios campos de aterrizaje. A partir de entonces, el mando de la RAF impondrá la consigna general que trata de conseguir una economía de pilotos, imprescindibles para proseguir la lucha. De hecho, el destino de decenas de millones de personas se encontraba en manos de un reducido número de hombres. Winston Churchill formuló su agradecimiento de forma bien expresiva: "La gratitud de todos los hogares, en nuestra isla, en nuestro Imperio, y hasta en el mundo -con excepción de los culpables-, va a los pilotos británicos que, intrépidos por la desproporción de las fuerzas en acción e infatigables en sus incesantes combates en lo peor del peligro, están en vías de ganar la guerra a cuenta de proezas y de abnegación. Jamás, en la historia de los conflictos humanos, una deuda tan grande ha sido contraída por tan gran número de hombres hacia tan pocos".

Lo que por parte de los agresores se había pretendido que constituyese un rápido y definitivo triunfo habría de volverse en su contra de la forma más absoluta. Las instalaciones de radar, fundamentales para la supervivencia de Inglaterra, se mantenían prácticamente intactas. Y, algo mucho más importante, se elevó la moral de la población, y no disminuyó ya durante los próximos años de la guerra.

 

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La batalla del bosque Hürtgen 

 
 

En otoño de 1944 la infantería norteamericana intentó sin éxito atravesar las defensas de la línea Sigfrido, en un punto donde los alemanes parecían incapaces de ofrecer resistencia. Se trataba del fantasmagórico bosque de Hürtgen.

Durante septiembre de ese año la guerra en Europa era extremadamente favorable a las fuerzas aliadas. El ejército alemán se retiraba de Francia y abandonaba los Países Bajos forzado por la infinita superioridad del enemigo.

Tras el desembarco de Normandía no cesaban de llegar una enorme cantidad de suministros, carros blindados, aviones y hombres para emprender la carrera hasta Berlín. En el frente soviético los alemanes luchaban contra un rival que no mostraba ninguna piedad en su afán por llegar antes a la capital de Alemania. Por todo esto, algunos mandos aliados pensaban que sus soldados estarían en casa para Navidad. Sin embargo, sus criterios estaban completamente equivocados. La tenacidad alemana se encargaría de demostrarlo.

Entre la frontera de Bélgica y Alemania, al sur de Aquisgrán y al este de Vossenack, envuelto por la niebla y dominado por el frío se encontraba el bosque de Hürtgen. El 19 de septiembre la 3ª División Acorazada y la 9 ª División de Infantería estadounidense llegaron frente a los altos y frondosos pinos dispuestos a entrar en territorio alemán.

Nada más dar sus primeros pasos se dieron cuenta de que ante ellos se encontraban tropas experimentadas y no los inexpertos soldados germanos que habían derrotado con anterioridad. La artillería alemana abrió fuego desde las defensas de la línea Sigfrido, y los estadounidenses quedaron perplejos ante la táctica usada.

 

Las bombas y granadas eran lanzadas contra las copas de los árboles, lo que se convertía en una lluvia de metrallas al rojo vivo y astillas que caían por todos lados a la velocidad del sonido. Los americanos descubrieron para su desesperación que no existía lugar donde protegerse de semejante granizada de muerte, pese a que cavaron con desesperación intentando crear refugios en el gélido suelo del bosque.

Durante más de un mes la artillería y la aviación aliada machacó las fortificaciones, pero el cemento alemán aguanto más allá de todo lo esperado. El 2 de noviembre la 28ª División de Infantería de Estados Unidos fue enviada como refuerzo ante la imposibilidad de superar las defensas. En once días la unidad fue destruida por completo. Los alemanes la llamaron “División de la palangana de sangre” en alusión al emblema rojo que la distinguía.

Para el 13 de noviembre habían muerto o estaban heridos prácticamente todos los oficiales estadounidenses, ya no existía ninguna moral de combate entre los soldados y se daba por perdida la batalla. Pero el Alto Mando aliado siguió ordenando ataques suicidas impasible ante la muerte de sus hombres. La aviación y la artillería cesaron su apoyo al ser utilizadas en otros frentes. De este modo, los soldados de infantería, con la escasa ayuda de los carros que no podían moverse entre el barro y los árboles, se lanzó inútilmente, una y otra vez, contra las defensas alemanas.

Los hombres comenzaron a desertar abandonando las armas en el lugar de la batalla. Muchos desobedecieron las órdenes y se retiraron a lugares más seguros, en la retaguardia. Los pocos que quedaron en sus trincheras fueron eliminados sistemáticamente por la artillería alemana.

El Alto Mando aliado envió entonces a la 4ª División de Infantería, pero resultó inútil, pues en menos de un mes perdió 7.000 hombres. Su único logro consistió en tomar momentáneamente el observatorio situado en la Colina 400, desde el cual los alemanes controlaban los movimientos enemigos. Sin embargo, fue reconquistada con extrema facilidad. Los Rangers cargaron torpemente a la bayoneta al estilo de la Primera Guerra Mundial contra la cima, y los alemanes simplemente se retiraron para recuperarla de nuevo luchando contra unos soldados destrozados por el esfuerzo físico.

 

Tras la guerra la Batalla de Hürtgen fue enterrada en el olvido; era una vergüenza para los aliados y una demostración de incapacidad bélica. Oficialmente se intentaron equilibrar las bajas para hacer menos llamativa la derrota: 33.000 aliados y 28.000 alemanes. No obstante, cerca de 50.000 estadounidenses perdieron la vida en esta absurda batalla, y 15.000 alemanes jamás volvieron a sus casas.

Las perdidas alemanes resultaron más significativas, pues no podían ser reemplazas, mientras que un rió de tropas aliadas seguía llegando al continente europeo.

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EL JUICIO DE NUREMBERG
 

En 1946 se estaban desarrollando las sesiones del proceso de Nuremberg, en el que fueron juzgados los dirigentes del régimen nazi que dirigió el III Reich Alemán. Algunos países y muchas gentes de la época no aceptaron la validez jurídica de aquel Tribunal Internacional. Se aducía que los vencedores no podían ser justos jueces de los vencidos. Sin embargo, los dirigentes de las naciones que se vieron arrastrado a a la guerra tenían muy claro que aquello no podía volver a repetirse y que era necesario juzgar y condenar a los principales responsables de la terrible catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. El tribunal era un primer paso para robustecer la paz futura y para garantizar un orden internacional que impidiera la repetición de situaciones semejantes.

 Más de medio siglo después casi nadie discute la oportunidad de aquellos juicios. La Organización de Naciones Unidas configuró un nuevo sistema de relaciones internacionales, que no ha conseguido erradicar las guerras, pero que ha logrado controlarlas y localizarlas, evitando su extensión. No hemos alcanzado otra PAX Augusta, pero se ha evitado la conflagración total, a pesar de los difíciles tiempos de la guerra fría y la carrera de armamentos.

Por eso los Procesos de Nuremberg son uno de esos acontecimientos históricos complejos, que pueden ser analizados y juzgados desde distintas perspectivas, y que merece ser recordado.

 
 
 
 

Antecedentes

En la historia no existían precedentes de la celebración de un juicio internacional contra los dirigentes de una nación soberana después de perder una guerra contra otras naciones.

La inexistencia de un derecho internacional reconocido por todas las naciones constituía un gran obstáculo para imputar delitos a los políticos desde instancias ajenas a la soberanía de su estado. Sus acciones estaban solo sometidas al ordenamiento jurídico de su país y el político era únicamente responsable ante los tribunales de este. Los políticos nazis, pues, solo podrían ser juzgados por los tribunales alemanes.

Las noticias de las atrocidades que estaban cometiendo los alemanes durante la guerra y la convicción de que el gobierno nazi había provocado deliberadamente la contienda favorecieron desde principios de 1941 el desarrollo de la idea de someter a un juicio internacional a los dirigentes del nazismo.

 Wiston Churchill fue quien primero habló de crímenes de guerra y de la necesidad de que "el castigo por estos crímenes debiera tener lugar cuando se produjera el desenlace definitivo de la contienda".

En 1942 se creó una comisión con el fin de ir elaborando una lista de responsables que debían ser juzgados cuando terminase el conflicto.

En 1945, en la conferencia de Yalta, Stalin, Churchill y Roosevelt trataron también este tema, analizaron un amplio documento elaborado en Estados Unidos y establecieron las bases para llegar a un convenio entre los aliados sobre la forma en que el juicio debería celebrarse.

Finalmente, el 8 de agosto de 1945, cuando ya se había acabado la guerra, se firmó en Londres el acuerdo entre los 26 paises que habían intervenido en ella contra Alemania por el que se decidió la creación de un Tribunal Internacional Militar.

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Juicio a criminales de guerra

Este proceso comienza con una sesión preliminar en Berlín, el 18 de octubre de 1945, presidida por el juez militar ruso Nikitchenko. Pero el proceso como tal en contra los principales culpables de crímenes contra la paz, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad se celebró entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946 en el Palacio de Justicia de la ciudad de Nuremberg. Lamentablemente muy pocos responsables de la barbarie alemana fueron juzgados e incluso muchos jerarcas nazis lograron evitar ser atrapados. A Nuremberg llegaron las caras más conocidas del III Reich, al menos, aquellas personas que aún seguían vivas al momento de celebrarse el proceso. Himmler, Goebbels y el propio Hitler se habían suicidado para evitar ser juzgados; solo Göring llegó vivo a Nuremberg en su condición de gran jerarca nazi. 

Se escogió la ciudad de Nuremberg por una cuestión práctica: en Berlín no había quedado en pie ningún edificio que pudiera albergar un procedimiento judicial de estas características, pero Nuremberg poseía un palacio de justicia con una sala capaz para 600 personas, contiguo a un gran centro penitenciario en el que se podía recluir a los detenidos y con un acceso a la sala, que, por una parte, evitaba todo contacto no deseado de los dirigentes nazis, y por otra, hacía completamente seguros los traslados de los presos desde las celdas al tribunal.

Nuremberg ofrecía además, un aliciente añadido: había sido la sede de las grandes manifestaciones; allí habían desplegado todos sus símbolos y banderas aclamadas por multitudes, y allí se había aprobado las leyes más racistas del III Reich. El ingrediente simbólico también era importante.

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Los cargos de la acusación

La acusación formuló cuatro cargos:

1.- Crímenes contra la paz: es decir, actuaciones que llevaran a la planificación o ejecución de violaciones de tratados internacionales o comisión de actos de agresión injustificada contra naciones.

2.- Crímenes contra la humanidad: planificación, ejecución o participación en exterminios y genocidios.

3.- Crímenes de guerra: violaciones de las leyes y convenios internacionales sobre la guerra.

4.- Conspiración: actuación con otros o asociación con ellos para cometer cualquiera de los crímenes señalados en los cargos anteriores.

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El desarrollo del proceso

Jueces

El tribunal quedó constituido por cuatro jueces procedentes de las cuatro potencias principales que habían intervenido en la guerra: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la URSS. Cada uno de ellos tenía un sustituto de su misma nacionalidad. La presidencia recayó en manos del inglés Geoffrey Lawrence.

Acusados

Los acusados fueron seleccionados entre los ochocientos altos jefes detenidos en los últimos días de la guerra. La lista, al final, quedó reducida a 24 nombres, aunque el tribunal solo abrió la causa contra 22, porque la acusación contra el magnate de la industria pesada Gustav Krupp se sobreseyó por su avanzada edad y mala salud y porque Robert Ley, responsable de los campos de trabajo, consiguió suicidarse, ahorcándose con una sábana antes de que se abriera el proceso. Ante el tribunal se presentó todavía uno menos, ya que Martin Borman siria juzgado en rebeldía porque aun no se había confirmado su muerte en la batalla de Berlín (el total de acusados presentes en Nuremberg fue de 21 personas).

El proceso

 

El único jerarca  que acompañó a Göring durante el proceso fue Rudolph Hess quien, por su parte, aparentó no estar  en sus cabales. Durante los interrogatorios Hess sonreía sin motivos, miraba fijo al techo o dibujaba mamarrachos sobre su banquillo. Apenas en su alegato final esbozó cierto grado de cordura cuando dijo que no se sentía arrepentido de haber servido al hombre más importante que había nacido en tierras alemanas en los últimos mil años, refiriéndose naturalmente a Adolf Hitler. Nunca se sabrá si Hess simuló su estado de locura aunque sus miradas cómplices con Göring parecen ratificar esta sospecha. Hermann Göring, por su parte, también defendió a Hitler con una vehemencia que mereció la admiración de sus adversarios. Mientras los generales y ministros de Hitler se echaban las culpas unos a otros haciendo recaer la responsabilidad en Hitler como impartidor de las órdenes, Göring se levantó indignado y dijo ante el tribunal : "como me hubiese gustado que los alemanes aquí presentes hubiesen limitado su defensa a tres palabras: chupame el culo". Göring bajó la vista una sola vez durante todo el proceso, en ocasión de la exhibición de algunas escenas de los campos de exterminio, y jamás se quebró ante el maltrato de sus carceleros. El otro poderoso Reichsmarschall vestía unas ropas viejas y gastadas  y era obligado a comer en una lata sin cubiertos  en una pequeña celda de 3x3 sin calefacción ni agua caliente. El mismo trato recibieron el resto de los prisioneros en un acto que demuestra que la sentencia ya estaba firmada antes de que el  "juicio" empezara. Nuremberg fue un circo con Göring como figura estelar a falta de Hitler que astutamente se anticipó a  la intención de los aliados suicidándose y ordenando quemar su cuerpo. El resto de los prisioneros, especialmente los ministros de Hitler, demostaron una conducta cobarde y egoísta que no sólo indignó a Göring sino también a sus acusadores. El arrogante y soberbio Ribbentropp se rebajó a niveles increíbles con tal de salvar su pellejo pronunciando frases ridículas como cuando se negó a revelar los secretos del pacto ruso-germano de 1939 alegando sus deberes de discreción como diplomático; Schact no entendía de qué lo acusaban; Frank apelaba al juicio de Dios para condenar el reinado de Hitler; Kaltembrunner  se consideraba una víctima de Himmler; Von Papen en su rol de corderito inocente consideraba a Hitler como un embustero patológico que los había engañado a todos;Hess repetía que no se acordaba de nada; Keitel se escudaba en su obediencia como soldado y por lo tanto se consideraba exento de toda responsabilidad. Albert Speer, organizador de la industria bélica, fue el único junto a Göring que no trató de eludir su responsabilidad y contestó siempre con rectitud.


Vista de la causa:

La causa se fue desarrollando durante diez meses y diez días, en 216 sesiones.

Se emplearon 4 idiomas: inglés, francés, ruso y alemán. Cada delegación de los cuatro países que componían el tribunal estaban integradas por 600 personas que se afanaron en buscar pruebas. Se analizaron más de diez mil documentos y se utilizaron películas como pruebas.

No todos los imputados fueron acusados de los cuatro cargos.

Los argumentos de la defensa pretendían negar la competencia del Tribunal y poner de manifiesto la dificultad de aplicar unas leyes con carácter retroactivo. Las acusaciones describían delitos que no lo eran en el momento de haberse cometido, porque no existían las leyes internacionales que habían sido creadas con posteridad. La defensa hábilmente recordó que los países acusadores mantuvieron  relaciones con la Alemania de Hitler incluso durante los primeros años de guerra, tal el caso de los Estados Unidos. Las leyes raciales en Alemania ya estaban vigentes cuando se celebró la conferencia de Munich en 1938 o el pacto ruso-germano al año siguiente. Especialmente se hizo hincapié en la obediencia debida y en la supuesta ignorancia por parte de los implicados en la llamada solución final. Los jueces, sin embargo,  querían sentar jurisprudencia y condenar no sólo a los jefes nazis sino a la guerra misma y a sus horrores. ( El juicio de Nuremberg fue concebido para que se transformara en una norma de conducta para la humanidad y así poder impedir futuras tragedias. El proceso, las actas de acusación  y las sentencias de Nuremberg formaban parte de la doctrina que había quedado plasmada en la Carta de las Naciones Unidas. Lo concreto es que el juicio de Nuremberg resultó una farsa jurídica que ni siquiera cumplió sus propósitos originales en el sentido de prevenir otras guerras).

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Sentencia

Se dictó sentencia el 1 de octubre de 1946, los jueces hallaron a 19 de los 22 acusados culpables de alguno de los cargos que se les imputaban. 

No hubo acuerdo pleno entre los jueces a la hora de fijar sentencia. El juez ruso desistió en dos cuestiones: no aceptó las tres absoluciones y exigió sin conseguirlo, que fueran condenados globalmente como organizaciones criminales tanto los gobiernos del III Reich, como los Estados Mayores de sus Fuerzas Armadas.

Concluido el juicio, las autoridades norteamericanas juzgarían a 199 personas más, acusadas de actividades criminales durante la guerra, entre 1945 y 1949 en el Tribunal de Nuremberg. De ellos, 38 fueron absueltos, 36 condenados a muerte (de los que 18 fueron ejecutados), 23 a cadena perpetua y 102 a condenas menores. De hecho, y de otros juzgados por los norteamericanos, ninguno de los que quedaron con vida cumplieron más de siete años de prisión.

Además se crearon los Tribunales alemanes de desnazificación en la zona de ocupación norteamericana, en los que se definieron cuatro categorías de nazis: delincuentes principales, delincuentes, delincuentes menores y seguidores. Por ellos pasó un importantísimo número de personas que habían tenido algún tipo de responsabilidad civil en instituciones del III Reich.

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Ejecución:

Las ejecuciones de los condenados fueron consumadas por el sargento primero John C. Wood, de San Antonio, Texas, un verdugo profesional que hasta entonces había ejecutado a 299 personas. Hermann Göring escapó de las manos del verdugo porque se suicidó horas antes de su celda ingiriendo una cápsula de cianuro. Nunca se llegó a saber como llegó el veneno a manos de Göring, que le sirvió para salvar el orgullo del hombre censurado con mayor dureza por el Tribunal, que le tchó de "lider de una guerra de agresión y creador del programa de persecución contra los judíos. Su culpabilidad es única en su enormidad".

El 16 de octubre de 1946, a la una y once minutos de la madrugada, Ribbentrop subía las escaleras del patíbulo, instalado en el gimnasio de la prisión, para ser ahorcado.

Le seguirían en un corto intervalo, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick y Streicher, quién gritó ¡¡ Heil Hitler !! mientras el verdugo rodeaba su cuello con la soga de horca.

Los demás, Jodl, Sauckel ySeyss-Inquart, subieron al patíbulo con serenidad. 

Borman, juzgado en ausencia, no pudo se ejecutado. Más tarde se confirmó su muerte durante los últimos días de Berlín.

Para evitar cualquier tipo de manifestación en memoria de los líderes nazis ejecutados, sus cuerpos fueron incinerados en el único horno crematorio que existía en Dachau, cerca de Munich, y sus cenizas fueron esparcidas en el cercano río Isar.

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Nuevo orden y nuevo derecho internacional

La enormidad de los crímenes del nazismo planteó la necesidad de crear un ámbito jurídico internacional por encima de la soberanía de los estados. Conscientes de ello, la mayor parte de las naciones de la Tierra crearon, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Carta de las Naciones Unidas. Esta organización, convertida más tarde en la ONU, es el lugar donde se ha ido cimentando un Derecho Internacional y un Tribunal que todavía está en proceso de desarrollo.

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Condena histórica del nazismo

El proceso contribuyó a la objetivación y divulgación de las atrocidades nazis. Gracias al fiel cumplimiento de todas las garantías procesales que se establecen en un juicio, la historia posterior no puede dudar de la veracidad de los crímenes, todos ellos probados.

Se trata además de temas que ya no están sometidos a la especulación de historiadores interesados. Ahora ya no se puede maquillar la historia. A menudo, personajes históricos han sufrido procesos de envilecimiento para unos y de exaltación para otros. Drake, por ejemplo, es un héroe visto desde la historiografía inglesa y un vulgar pirata visto desde la española. Pero será prácticamente imposible redimir a Hitler o al nazismo después de Nuremberg.

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Efecto disuasorio

 Las naciones que ganaron la guerra intentaban también crear un precedente que surtiera en el futuro un efecto disuasorio sobre potenciales políticos alocados. El proceso de Nuremberg se planteó como una catarsis para escarmentar en cabeza ajena. Todos los que detentan el poder último en un país soberano, incluso aquellos que disponen de un poder absoluto y están por encima de las leyes de su propio país, saben que no son impunes ante la historia.

La identificación de culpables y de crímenes sirvió también para ir diluyendo el sentimiento generalizado de culpa en el pueblo alemán, y para distanciarle de los crímenes a los ojos de las demás naciones. Quizá eso propiciara una profunda reconciliación posterior que hizo posible el nacimiento de una nueva Europa.

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Holocausto
EL EJÉRCITO DEL CRIMEN
 

Cuando los ejércitos soviéticos avanzaron por territorio polaco en el verano de 1944, hasta alcanzar la línea del Vistula, descubrieron la espantosa tarea a la que se habían estado dedicando las SS durante los tres últimos años. Aquellos duros soldados, curtidos en todas las formas que adopta la muerte en los campos de batalla, no pudieron contener el vómito y el espanto al entrar en Treblinka, Sobibor, Maidanek, Belzec o Rawa-Ruska, donde hallaron claros indicios de que millones de seres habían sido asesinados y reducidos a cenizas o sepultados en interminables fosas comunes. El periodista británico Alexander Werth, que seguía informativamente a los ejércitos del mariscal Zukov, escribió varias crónicas sobre el asunto, sin que su periódico las editara, sospechando que era contrapropaganda soviética por el asunto de Katyn. 

El 27 de Enero de 1945 los soviéticos tomaron el campo de Auschwitz, la mayor fábrica de muerte fundada por Hitler. La noticia ya no pudo ocultarse por más tiempo. Pero no fue hasta Marzo de 1945, tras la entrada británica en el campo de Bergen-Belsen (donde pocos días antes había muerto Ana Frank) cuando se conoció en el mundo occidental la inmensa magnitud cometida por aquel ejército del crimen.

 

 


 
EL UNIVERSO CONCENTRACIONARIO NAZI
 
Ana Frank, la autora adolescente de un Diario que dio la Vuelta al mundo cuando su padre Otto, tras escapar del campo de concentración y de la muerte, decidió publicarlos en 1947, había desaparecido en uno de aquellos campos de horror, Bergen-Belsen, entre finales de febrero y principios de marzo de 1945. Hace ahora de esto poco más de cincuenta años.
 

Ana era judía, vivía en Amsterdam, a donde se habían trasladado sus padres desde Alemania, y tenía sólo trece años cuando, huyendo de las tropas de Hitler que habían invadido el país, se refugió (junio de 1942) junto con su familia y otras personas en una buhardilla contigua al lugar donde trabajaba su padre, comerciante. Allí descubrió y anotó muchas cosas, cosas que antes quizá no había siquiera sospechado a propósito de si misma y de quienes la rodeaban, y quiso convertirse en escritora - publicar su Diario- el día en que llegara la paz. Había oído al ministro de Educación Holandés en el exilio, por la radio, decir que ello serviría a otros muchos, para no repetir tanta desgracia, para no ceder a la barbarie. Algo después de que se cumplieran dos años del encierro, sin embargo, a principios de agosto de 1944, todos los ocupantes de la casa de atrás, Ana incluida, fueron detenidos por las SS hitlerianas y por la Policía Verde holandesa, conjuntamente, quizá después de que algún vecino hubiera denunciado a los refugiados.

 
 
Tras pasar por varias estaciones para detenidos políticos en la misma Holanda, los Frank y sus amigos fueron deportados hacia el Este, en los últimos trenes que salieron a principios de septiembre en dirección a Auschwitz, en Polonia. De allí en adelante sufrirían destinos distintos. Ana, deportada a finales de octubre a Bergen-Belsen, al norte de Alemania, sucumbió en la epidemia de tifus declarada en el campo poco después de que muriera su hermana Margot, y a lo sumo, sólo mes y medio antes de que las tropas inglesas entraran en el campo liberando a los supervivientes. Los restos de las dos yacen, seguramente, en la fosa común. Su padre, que por el contrario no había sido trasladado a Auschwitz, iba a ser, de todos los personajes que Ana Frank recrea en su Diario, el único en vivir para dar testimonio.

POLÍTICA Y POLÉMICA EN TORNO AL HOLOCAUSTO
 

Las generaciones que han vivido inmediatamente después de la II Guerra Mundial han sabido, todavía de manera directa y erizada, de la magnitud monstruosa del Holocausto. Las que hoy viven, en cambio, comienzan a olvidarlo. A pesar de los intentos de refrescar una memoria amarga (en el cine, en la literatura, la televisión o la prensa); a pesar de reflexiones varias sobre el racismo y la xenofobia y de actuaciones políticas y ciudadanas contra ellos; a pesar de alguna que otra voz alarmada sobre la existencia en nuestros días de campos de concentración, el Holocausto les parece a muchos de nuestros contemporáneos muy lejano. Hay no obstante, frecuentísimos cursos regulares sobre la persecución y el exterminio judío (distintos a los cursos de Historia general) en la mayoría de las universidades americanas y en algunas europeas, más una intensa y esforzada cantidad de libros que vuelven una y otra vez sobre el horror desencadenado bajo Hitler, tratando - al explicarlo- de evitar su retorno. 

Pero lo cierto es que la propia inmensidad de la tragedia causada por los nazis ha facilitado la incredulidad o la banalización, cuando no la indiferencia, y, hasta incluso, de manera tan incomprensible como odiosa, la justificación moral del genocidio. Sabido es que, desde no hace mucho, prospera la negación rotunda de ese exterminio masivo y criminal por parte de algunos historiadores que dicen avalar con métodos científicos su reinterpretación de los hechos. (Las llamadas escuelas revisionistas, a pesar de lo que pudiera creerse por la burda entidad de sus mistificaciones y la endeblez de sus argumentos, gozan de adeptos). 

Mientras duró la creencia generalizada en el progreso, el Holocausto se consideró por la mayoría de los observadores como una interrupción nefasta del curso de la historia, como una especie de execrencia cancerosa surgida en el cuerpo de la sociedad civil, una locura momentánea en un marco político occidental que, en general, era bastante democrático y gozaba de una salud satisfactoria, un espacio privilegiado en el que la igualdad de derechos entre los individuos era reconocida como un derecho. La tragedia, que había sacudido de manera muy especial a los judíos, movía a compasión, también, a los que no lo eran. Se olvidaba, sin embargo, por lo general, que ese mismo horror colectivo lo habían padecido también gitanos, eslavos, comunistas y homosexuales. Que el exterminio colectivo, aunque en proporciones menores, había alcanzado mas allá de los hijos de Sión...


 
UNA POLÉMICA ABIERTA
 

 

Los propios judíos han tendido a representar también el Holocausto como un asunto interno de su propio pueblo, sino de su exclusiva competencia, como una peripecia criminal que es decisiva para su historia interna y solo a ella vincula en desafío perpetuo, inolvidable. Al pueblo judío habría afectado intensamente- varios millones de muertos- el genocidio, y a él correspondería tanto la reparación como la venganza. Mucho se ha discutido no obstante a este propósito, pero todavía no se haya dicho posiblemente la última palabra: Cristianizar el Holocausto, se argumenta por los más radicales, conduce a diluir su significado real - aquel agravio inconmensurable al pueblo hebreo- en un conglomerado indiferente, el ámbito difuso de la humanidad, lleva a desvanecer -voluntariamente- culpas y responsables.

 

El estado de Israel intentó, por su parte, utilizar el recuerdo de la tragedia como garantía de su supervivencia, como razón de su legitimidad política y, casi también, como excusa y pago por adelantado para sus futuros atropellos. Y eso contribuyó también a dar a la experiencia concentracion-aria-nazi, en la memoria de los supervivientes tanto como en la de la mayoría de los historiadores, una peculiar naturaleza hebrea, un aire inconfundiblemente étnico y religioso, nacional en fin.

No todos los supervivientes, judíos incluso, se oponen sin embargo, a un reconocimiento extenso del territorio amplio, de los grupos sociales variados, a los que afectó el horror. Yehuda Elkana, un importante historiador de la ciencia que entró a los diez años en Auschwitz, levantó polémica en 1988 al proponer en un periódico israelí - Ha'retz -, y en lengua hebrea, empezar a olvidar: la historia y la memoria -escribió- son parte inseparable de cualquier cultura, pero el pasado ni es ni debe convertirse en el elemento determinante del futuro de una sociedad y un pueblo. Sin embargo, ese olvido, predicado por el hebreo Elkana, no parece ser el de que aquello no deberá suceder nunca más, sino de modo bien distinto, el más estrecho y circular de que eso no vuelva a sucedernos a nosotros...

Hay otros autores (como Zygmunt Bauman) que, desde la sociología, prefieren por su pensar - y argumentar - que el Holocausto fue un producto previsible de nuestra sociedad racional moderna, un espanto burocrático pensado y ejecutado en la culminación del desarrollo cultural humano, un desarrollo sólo comprensible en medio del proceso de civilización occidental. Es decir, que aquella aberración suscitada por la barbarie nazi, ha de ser entendida como un fenómeno típicamente moderno, incomprensible fuera del contexto de las conquistas técnicas y de la mentalidad cientifista. Por lo mismo sería, todavía, algo posible, por desdicha en la sociedad avanzada y tecnológicamente ritual en la que nos movemos. Al contrario de lo que pudiera parecer, esta reubicación de una página oscura -sin parangón amarga- de la historia Europea del siglo XX, no diluye en ningún sentido la memoria viva del Holocausto. La actualiza y la exige mas aún, trayéndola al presente sin posibilidad de absolución alguna. Y convirtiéndola, para los confiados y los incrédulos, sobre todo, en aviso alarmante de futuro, en poderoso antídoto contra cualquier especie de inercia moral, contra toda indiferencia política.


EL MAPA DE LA CONCENTRACIÓN
 

De la doctrina totalitaria que el nacionalsocialismo profesa, se deriva, ineludiblemente, la organización concentracionaria de la sociedad. La menor manifestación de independencia, la menor diferencia, debía segregarse del resto. Entre 1933 y 1939, esa organización se limitará a ir apartando a los opositores (reales o imaginados) al sistema: comunistas, socialistas, demócratas que van siendo sometidos a penas de prisión en virtud del sistema de detención preventiva, una fórmula de segregación que fue autorizada por Hitler tras el incendio del Reichstag. Los primeros campos de concentración - Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen- fueron poblándose con ese género de ciudadanos marginados por el sistema, sujetos e indefensos ante detenciones sin garantías. Las SA (Sturm Abteilungen), dejaron pronto paso a las SS (Shutz Stulfen). 

Tras la anexión de Austria y Checoslovaquia, a partir de 1938, fueron llegando a los campos de concentración los resistentes de esos países. Se abrieron, para darles cabida, nuevos campos: Mauthausen, Neuengamme o Ravensbruck, solo para mujeres este último (la separación de sexos, tenía también, intenciones eugénicas en el proyecto nazi). Antes de la guerra, pues, en cualquier caso, los campos de concentración permitían - en principio al menos- abreviar las condenas mediante trabajos forzados. El sabotaje, por otra parte, era castigado con la muerte. 

La guerra - con su inmensa cantidad inicial de prisioneros- exigió todavía la apertura de nuevos campos: Stutthof, Flössenburg, Auschwitz, Gross Rosen, Theresienstadt, Bergen-Belsen y los situados entre el Vístula y el Volga - Belzec, Maidanek, Sobidor, Treblinka -. Los habitantes de los campos de concentración fueron entonces, además de los habituales hasta el momento, todo tipo depolacos, belgas, holandeses, franceses, griegos, yugoslavos y, muy abundantes en este caso, soviéticos.

La economía de guerra, la necesidad de movilizar al total de la población para la producción bélica, se extendería también a los pobladores de los campos, a partir, sobre todo, de 1941. Surge ahí la primera contradicción, brutal, entre economía e ideología que pueda dar al traste con su esfuerzo: explotados al máximo los prisioneros para obtener ese trabajo de bajísimo costo, surgiría también en algunos de sus celadores - y surgiría poderosísima, insana- la tensión hacia su exterminación. Los campos de concentración, de una manera u otra, iban a convertirse en campos de muerte. Los dirigentes de la economía por su parte, tratarán siempre de seguir explotando al máximo, hasta la extenuación, la fuerza de trabajo de los prisioneros, los miembros de la SS, por el contrario - el mismo Himmler, desde luego -, perseguirán a ultranza la aniquilación gratuita, la asfixia de los hombres, mujeres y niños - útiles para el trabajo, no- en las cámaras de gas, o buscarán la desaparición colectiva, abrasados, en las fosas cubiertas con cal viva.


 
LA SOLUCIÓN FINAL
 
Nadie puede negar, a pesar de todo lo dicho mas arriba, el carácter de tragedia hebrea a los cinco millones de personas judías - de un total aproximado de 20 - a los que Hitler mandó exterminar, haciendo que la persecución sostenida hasta allí, desembocase en holocausto. La guerra facilitó, muy posiblemente - y la hizo extensiva a otros colectivos, de manera tan insensible como inevitable -, una decisión particular tomada seguramente desde mucho tiempo atrás. En diciembre de 1941, el decreto Nacht und Nebel -Noche y Niebla- advertía de la extinción segura, por cauces inmediatos o bien a través del ingreso en campos de concentración, para todos aquellos que osaran ofrecer resistencia al sistema.
 

A la altura también de 1941 - noviembre, lo más tarde-, es seguro que la decisión de exterminar a todos los judíos de Europa estaba tomada. Formalmente se acuerda en enero de 1942, en el barrio berlinés de Wannsee, en una reunión en la que estuvieron presentes Heydrich, Eichmann... Según la lógica del racismo nazi, según los planes avanzados por primera vez en Mein Kampf y de acuerdo, en fin, con la experimentación científica de aniquilación de débiles o ancianos, enfermos incurables o locos que había sido llevada a cabo por los alemanes antes de la guerra - y que fue suprimida momentáneamente debido a las protestas surgidas -, la suerte de extensos contingentes de población estaba echada.

 

Los comandos especiales formados en esta práctica de depuración eugénica, ignorantes de todo límite moral y ajenos a toda deontología posible, fueron trasvasados después a los campos de exterminio para aplicar en masa - perfeccionarla, podríamos decir macabramente- su experiencia científica en experimentos biológicos.

Pero los alemanes llamaron Endlösung (o solución final, tratamiento especial, dijeron otras veces practicar) no se llevó a cabo sólo en aquellos campos de muerte, sino también de otras maneras más antiguas y acostumbradas para quienes por desdicha hubieron de sufrirlas, menos tecnificadas. 

Desde que los alemanes entraron en Polonia en 1939, y al mismo tiempo que se obligaba a los judíos a concentrarse en guetos, los miembros de las SS empezaron a entregarse libremente a masacres colectivas, a asesinatos individuales sellados por la violencia indiscriminada, matanzas de difícil cuantificación. Desde septiembre de 1941 los judíos fueron obligados a identificarse externamente con la estrella amarilla. En octubre se les prohibió terminantemente abandonar el Reich, comenzó a su vez la deportación masiva a los campos de concentración alemanes y polacos. A finales de noviembre, en fin, se les retiraba la nacionalidad.

Y entonces comenzaron las primeras experiencias con un gas mortífero, el Zyklon B, empleado primero con los prisioneros soviéticos en Belzec, Sobibor, Treblinka, Majadanek... No era fácil, sin embargo, trasladar -para su aniquilación conjunta en estos lugares- a grupos tan extensos de población como querían los nazis. Los problemas técnicos (que trataron de solucionarse, con gran despliegue de medios y cerebros, en la conferencia de Wannsee, el 10 de enero de 1942) pusieron en juego todas las capacidades del genio alemán, todo su potencial científico existente.

 
 

Si permitimos que sea Rudolf Hoess (primer comandante de Auschwitz-Birkenau) quien nos hable de ello -tal y como hizo en el juicio de Nuremberg-, sabremos como, destacado en el campo para su organización ya en el verano de 1941, visitó primero Treblinka para ilustrarse, cuyo comandante le dijo que había hecho desaparecer 80000 detenidos en seis meses: utilizaba óxido de carbono -relata Hoess-.

 

Sin embargo, sus métodos no me parecieron muy eficaces. Se decidió a su vez, buscando esa eficiencia, por el Zyklon B, ácido prúsico cristalizado o cianhídrico que dejábamos caer en la cámara mortuoria a través de una pequeña abertura. Así, y dependiendo de las condiciones atmosféricas, bastaban entre tres y quince minutos para que el gas hiciera efecto.

No parece tampoco que haya lugar a engaño en cuento a la capacidad y rapidez de las mejoras conseguidas respecto a Treblinka: donde los responsables de este no lograban matar más que 200 por cámara, los de Auschwitz, lograban a su vez 2000... Sabíamos que estaban muertos -de nuevo es Hoess quien habla- cuando dejaban de gritar. Esperábamos una media hora antes de abrir las puertas y sacar los cuerpos. Tras ello, nuestros comandos especiales les quitaban las sortijas y los anillos, lo mismo que los dientes de oro. Y cuando las mujeres trataban de esconder a sus hijos bajo la ropa para protegerlos, se los enviaba con ellas al mismo tiempo a los campos de gas.

Aunque no son exactamente lo mismo -como ya se ha advertido antes-, es cierto que resulta difícil distinguir, en la masacre causada por los nazis durante la guerra, entre un campo de concentración y un campo de exterminio. Estos segundos fueron construidos a propósito, con toda intención -comenzando su organización ese mismo otoño-. Pero los primeros acabaron convirtiéndose, también, en campos de muerte experimental, de la muerte en hilera -con números en serie de ejecutados, conseguidos con un tiempo preciso-. Como si de rebaños de seres humanos se tratara, engañados en cuanto al destino que los esperaba (se les decía que eran duchas colectivas), y humillados hasta la degradación más absoluta. 

Los historiadores no han encontrado, sin embargo, el documento que contenga la orden concreta de proceder al exterminio. Lo que lejos de tranquilizar al observador -algunos historiadores, sin embargo, sí parecen sentirse por ellos mas seguros, achacando a las exigencias de la guerra el horror desencadenado paulatinamente-, nos enfrenta, a una dinámica demoniaca. Todo funcionó automáticamente (ejército, colaboradores de campo, ejecutores forzosos de los trabajos especiales, población colindante...) el horror más absoluto pudo, efectivamente, ser, realizarse y tomar cuerpo, materialidad... Se había abierto un túnel sin salida en el trayecto de la Humanidad, la quiebra del progreso indefinido estaba ahí, pantanosa e insondable. Con todo tipo de razones para dudar, al menos, sobre aquel optimismo antropológico de los ilustrados que, en su día, otorgó vía libre a la industrialización, y avaló una confianza sin límites en el triunfo del espíritu, en la mejora universal de las condiciones de vida, en las virtudes de la especie humana.


 
EL CAMPO DE EXTERMINIO, FÁBRICA DE MUERTE
 

Heinrich Himmler -figura de confianza de Hitler cada vez mas crucial en el desarrollo progresivo de la política de exterminio durante la guerra- utilizó los campos como medio más rápido para hacer de Europa un paraíso ario. La obsesión racista llegará a ser tal, que, en los últimos meses de la guerra, y con el Reich amenazado de hundimiento militar, los trenes se reservaban, con todo, prioritariamente, para la deportación. Las SS -lo que se llamó el Estado SS- no sólo habían conseguido pleno control d universo concentracionario, sino que además habían hecho de él una maquinaria industrial.

Auschwitz resultó ser una extensión diabólica del moderno sistema fabril. En lugar de producir mercancías -escribe Henry Feingold- utilizaba seres humanos como materia prima, produciendo la muerte como objeto final, serial incluso, cuantificado escrupulosamente por los cuidadores del campo. Igual que aquellos kilómetros de aire denso y negro, nauseabundo, producto de la quema constante de los cuerpos humanos, un aire que salía constantemente de las chimeneas y que correspondía a los desaparecidos apuntados -severa, cuidadosamente- por los funcionarios del campo en sus cuadernos. Un aire que quedaba indeleble tanto en los dedos como en los registros, llevados obedientemente, de los responsables directos de aquella horrenda administración. De aquella vergüenza.


 
BERGEN-BELSEN, LA TUMBA DE ANA FRANK
 

En el corazón de Alemania, a cien kilómetros de Hamburgo, a 65 de Hannover, a 90 de Bremen, se erigió el campo de prisioneros de guerra Bergen Belsen, que en 1941 fue puesto bajo la administración de las SS, convirtiéndose en campo de concentración. A partir de julio de 1944 comenzó a ser empleado como estación de tránsito para judíos de Holanda, Polonia, Hungría, Albania, Grecia y Yugoslavia.

Se proyectó encerrar a unos 10000 prisioneros, pero en la segunda mitad de 1944 -cuando Ana Frank fue internada allí- estaba superpoblado, con un promedio de 15000 cautivos. Al comenzar el desplome de las fronteras de Polonia los cautivos en aquella zona fueron a parar a Bergen-Belsen, cuya población alcanzó los 50 reclusos. 

A comienzos de abril de 1945 se abrió un segundo campo para encerrar a los prisioneros que no cesaban de llegar del Este. Para ello, habilitaron los cuarteles de Belsen. En aquellos últimos días de la guerra la mortandad entre los prisioneros fue espantosa debido a su debilitamiento por el traslado, frecuentemente a pie por carreteras heladas, el frío y los malos tratos. 

Aunque en Bergen-Belsen no hubo gaseamientos ni incineraciones, allí murieron 37000 prisioneros, víctimas del hambre, las enfermedades, la violencia de sus guardianes y el agotamiento en el trabajo. 

Bergen fue el primer campo de prisioneros liberado por los aliados occidentales. Cuando llegaron allí, las tropas británicas quedaron espantadas ante los cadáveres hacinados en grandes fosas comunes aún sin cubrir. Los soldados obligaron a los civiles de los alrededores a peregrinar hasta el campo de concentración para que contemplaran fríamente el crimen cometido. El 21 de mayo, tras haber cubierto las fosas -labor en la que fueron empleados soldados de la Wehrmacht y de las SS-las autoridades británicas ordenaron que todo el complejo fuera incendiado para evitar epidemias. Joseph Kramer, comandante del campo desde el 1 de diciembre de 1944, fue capturado por los británicos, juzgado y ahorcado.


 
AUSCHWITZ, EL MATADERO NAZI
 

Auschwitz es una pequeña población situada a unos 60 kilómetros al sudeste de Cracovia, en Polonia. Allí, en 1941, los ocupantes abrieron un campo de trabajos forzados, donde se instalaron varias industrias alemanas que empleaban aquella mano de obra barata y dócil. Las SS (Schutz Stulfen) de las Totenkopfebande, es decir, unidades de la calavera, que se ocupaban de estos campos de concentración, explotaban a estos forzados hasta el agotamiento y la muerte.

El carácter de Auschwitz fue cambiando cuando se acentuó la persecución antisemita, cuando comenzó a ser eliminada sistemáticamente la población judía de Varsovia, cuando se dio la orden de eliminar a los gitanos, cuando, tras lo conferencia de Wannsee -en 1942- el régimen nazi decidió la solución final... etc. Las instalaciones se ampliaron a cuatro campos y a 38 comandos de trabajo. En todos ellos se maltrataba a los prisioneros, en todos se les agotaba trabajando, en todos se les mataba cuando desfallecían, pero uno de esos campos, Birkenau, era realmente una factoría para asesinar prisioneros.

 

Birkenau, situado a tres kilómetros de Auschwitz, en una zona pantanosa e insalubre, recibía diariamente a los judíos deportados. Allí se seleccionaban. Los débiles, los ancianos, los niños, y buena parte de las mujeres eran separados de los prisioneros útiles para el trabajo, que se repartían luego por las demás instalaciones. A los que se desechaba se les conducía, tras dejar su equipaje y su ropa -y las mujeres, su pelo- a unas naves donde serían desinfectados.

 
 

Encerrados en aquellos depósitos se les gaseaba con Zyklon B y, una vez muertos, se les desposaba de alhajas, dientes de oro, etc. Luego se llevaban los cadáveres a unos hornos crematorios que funcionaban día y noche.

Este sistema industrial de asesinar a los deportados alcanzó el formidable rendimiento de 22000 personas al día. Las cifras todavía son controvertidas, porque los alemanes destruyeron la documentación, pero se acepta generalmente que en el complejo de Auschwitz perecieron cerca de dos millones de personas, de las que la mitad eran de origen judío. 

Ante el avance soviético, en enero de 1945, las SS evacuaron a unas 60000 personas de Auschwitz, en una marcha terrible hasta el oeste de Oder, que dejó los caminos sembrados de muertos. En el complejo de Auschwitz quedaron unos 10000 reclusos, incapaz de moverse. Algunos acertaron a escapar, aprovechando que las alambradas ya no estaban electrificadas y que no había centinelas, pero la mayoría, incapaz de dar un paso, se quedó. Una unidad de las SS en retirada pasó por Auschwitz y aún causó dos millares más de víctimas antes de irse definitivamente.

 
 

    Cuando los soviéticos alcanzaron el campo el 27 de Enero, apenas había siete mil reclusos, todos en condiciones lamentables y muchos de los cuales morirían en las semanas siguientes. Pese a que los alemanes habían tratado de destruir las pruebas de su inmenso crimen, allí quedaban cerca de un millón de trajes de hombres y mujeres, mas de seis mil pares de zapatos y toneladas de objetos personales.

 

También se hallaron allí unos 700 kilos de cabello humano, que una fábrica de fieltro alemana compraba a 500 marcos la tonelada.

Y es que los nazis lo aprovechaban todo: su trabajo, su equipaje, sus joyas y dinero, su pelo, y una vez muertos, sus cenizas, que se utilizaban como fertilizantes agrícolas. Sobre la entrada de Auschwitz un letrero pregonaba "El trabajo os hará libres", pero para definir aquel infierno era más exacta la frase del criminal Dr. Mengele: Aquí se entra por la puerta y se sale por la chimenea.


 
LA SOLUCIÓN FINAL: WANNSEE, 20-1-1942
 

Cumpliendo las órdenes recibidas de solucionar la cuestión judía, el 20 de Enero de 1942, Heydrich reunió en el distrito berlinés de Wannsee a 13 personajes pertenecientes al Departamento Superior de Seguridad (RSA); a la Cancillería; a los Ministerios de Justicia, de Exteriores y del Plan Cuatrienal, y a los responsables de la represión en Polonia y en el Báltico. Como secretario actuó el coronel de las SS Adolf Eichman, del RSA, en cuyas actas puede leerse:

"Cerca de once millones de judíos han de ser tomados en consideración para esta solución final de la cuestión de los judíos europeos; estos están distribuidos en los diversos países del modo siguiente [...] Durante l proceso de realización de la solución final, Europa será barrida de Oeste a Este" 

Hasta entonces, los judíos habían sido expulsados, expoliados, deportados, encarcelados, obligados a trabajar hasta la extenuación e, incluso, asesinado, pero el genocidio sistemático, industrializado, comenzó a partir de la conferencia de Wannsee. En las actas no se habla de realizar una matanza masiva -los nazis fueron siempre muy cuidadosos en no reflejar sus atrocidades en documentos de circulación corriente-. Pero Eichman, durante su proceso en Israel, declaró que en la discusiones se consideró la matanza, la eliminación y la aniquilación.

 
 

    ¿Quién dispuso tal atrocidad? El más autorizado biógrafo deHitler, Bullock, responde: No pudieron ser los burócratas que asistieron a la conferencia de Wannsee, y que tan solo estaban preocupados por los problemas prácticos que planteaba la ejecución del proyecto. Tan sólo Hitler tenía la imaginación necesaria -aunque perversa- para idear un plan de esta índole.

 

El comandante de Auschwitz, Hoess, declaró ante el tribunal que le juzgó en 1946 que Himmler, en nombre de Hitler, le ordenó crear una fábrica de exterminio:

El Führer ha ordenado la solución final de la cuestión y a nosotros -las SS- nos toca llevar a cabo esa orden... He elegido Auschwitz para esa misión [...]. Será una tarea pesada y difícil, y requerirá su plena participación personal. Guardará el más estricto silencio en lo que respecta a esta orden, incluso frente a sus superiores [...]. Todo judío al que podamos echar el guante debe ser exterminado sin ninguna excepción. Si no logramos destruir ahora la base del judaísmo, llegará el día en que los judíos destruirán al pueblo alemán.


 
LAS CIFRAS INCONFESABLES
 
El más prestigioso biógrafo de Hitler e historiador del III Reich, Alan Bullock, en su obra Hitler y Stalin, vidas paralelas, publicada en Londres en 1991, eleva a 18 millones las víctimas del terror nazi. En esta cifra se incluirían los civiles muertos en los bombardeos, en los ataques contra los ciudadanos, en las represalias contra las acciones guerrilleras, en las persecuciones étnicas contra judíos y gitanos, en el agotamiento hasta la muerte de poblaciones deportadas y prisioneros de guerra. Aunque las cifras siguientes son solo orientativas, dan una idea clara del inmenso crimen nazi.
 
Unión Soviética 7.500.000
Polonia 5.000.000
Yugoslavia 1.500.000
Francia 300.000
Hungría 250.000
Benelux 150.000
Checoslovaquia 110.000
Grecia 100.000
Italia 70.000
Reino Unido 60.000
Alemania 2.000.000
 
 

En las cifras de víctimas civiles por países están incluidos los judíos. Entre las víctimas de la represión en Alemania se incluyen también Austria, los Sudetes y el Protectorado de Bohemia-Moravia; en esta cifra están incluidos los judíos, comunistas y socialistas, las oposición al nazismo, y los conspiradores antinazis, tanto civiles como militares, entre 1933 y 1945. 

El resto fueron judíos sacados de Noruega, Dinamarca, Bulgaria y Rumania; prisioneros de guerra de otros países no incluidos en esta enumeración, como republicanos españoles capturados en Francia, norteamericanos, canadienses, australianos, sudafricanos, neozelandeses, indios, norteafricanos de las colonias francesas...

Por etnias, las víctimas más numerosas fueron los judíos; la cifra es aun controvertida pero se sitúa a la baja en 4.800.000, y al alza en 6.500.000. Les siguen los gitanos, con una estimación que se sitúa entre las 300.000 y las 500.000. Por campos de exterminio, el mas terrible fue el de Auschwitz-Birkenau, con cerca de dos millones de víctimas; seguido de Treblinka, con 700.000; Belcec, con 600.000; Maidanek, con 400.000; Chelmo con 350.000; Sobidor con 250.000, todos ellos en Polonia. En el estricto territorio de Reich destacaron los campos de trabajo y exterminio de Dachau, Bergen-Belsen, Dora-Milttelbau, Buchenwald, Flossenburg, Mauthausen, Terezin, Sachsenhausen, Ravensbrück, Grosrosen, etc., donde más de un millón y medio de prisioneros perecieron a causa del trabajo agotador, la mala alimentación, el frío, las torturas, los experimentos médicos, las enfermedades, las ejecuciones por fusilamiento, horca o garrote, etc. 

Antes de cerrar esta macabra cuantificación de horrores, y para que no quede simplemente en eso, en una embotadora enumeración de cifras, hay que recordar al lector que todas y cada una de las víctimas sufrieron un auténtico infierno hasta el asesinato o la liberación, y cada uno de los supervivientes ha llevado en su médula grabada aquella vesanía hasta el fin de sus días.


 
TODO SE APROVECHA, HASTA LAS CENIZAS
 
Las crecientes necesidades de la industria de guerra fueron cubiertas por la población civil deportada de los países vencidos. Procedentes de éstos, más de 20 millones de personas fueron esclavizadas -en su mayor parte rusos y polacos- aportando pingües beneficios a las empresas que los empleaban y a las SS. Los empresarios solían pagar entre 3 y 6 marcos por trabajador y día a las SS, y estas apenas se gastaban 0,35 marcos diarios de manutención. Cuando el prisionero había sido reducido a un deshecho humano, inútil para el trabajo, era liquidado, rindiendo su último tributo al Reich: se comercializaba su grasa para hacer jabón, sus huesos para fabricar fertilizantes, sus cabellos para la industria textil... Sólo el campo de Auschwitz entregó 60 toneladas de cabello a la fábrica de fieltro Alex Zink, que pagó por ellas 30.000 marcos; 7.000 kilos más, preparados para su envío, hallaron los soviético al ocupar el campo. Hubo empresas que se constituyeron para aprovechar los últimos residuos humanos, como la acción Reinhard, que adquiría a las SS cuantas pertenencias de los prisioneros pudieran ser comercializadas: relojes, cadenas, joyas, dientes, etc.
 
 

 

Todo se clasificaba, limpiaba, reparaba, catalogaba, almacenaba. Luego se servían los pedidos a empresas interesadas. Fue próspera la venta de abrigos, botas, impermeables, jerseys y ropa interior de calidad. Debieron tener poca solicitud los juguetes, los trajes de mujer y de hombre, los objetos personales y las maletas... Cuando los soviéticos entraron en los campos polacos hallaron millones de maletas, perfectamente clasificadas y, en muchísimos casos, con el nombre de sus propietarios y su remite.

 

El Campo de exterminio de Auschwitz y su cruda realidad.

LAS VÍCTIMAS 

 
 

   El ingreso en un campo de concentración se llevaba a cabo en contra de toda base legal. Por medio del decreto provisional "Para la protección del pueblo y del Reich" del 4 de enero de 1934, las autoridades policiales en el Reich alemán podían arrestar preventivamente a personas, sin juicio y por un tiempo ilimitado, "para combatir toda aspiración antiestatal". En general, la central de la Gestapo y del RSHA de las SS en Berlin debía dictar auto de prisión preventiva, sin embargo esto sólo se tenía en cuenta en el caso de personas del Reich alemán. La estructura de persecución del nacionalsocialismo tenía como fin la aniquilación de grupos enemigos, además de a los enemigos políticos y enemigos del pueblo potenciales, afectaba sobre todo a los judíos. Después del año 1936 esta persecución de los enemigos políticos se extendió también a los asociales, los testigos de Jehová, los homosexuales, los gitanos y los judíos.


 
A partir de 1942 los judíos constituían indiscutiblemente el mayor grupo de presos.
 

Dado que las tareas encomendadas aumentaban cada día, la dirección del campo dependía de la colaboración de los presos. El sistema de la autroadministración -controlada- estaba estructurado según el "principio del Führer" (veterano del campo, veterano del bloque, capos de los comandos de trabajo). Como consecuencia, entre los presos se estableció una jerarquía comparable a la de las SS. Las SS comprometían preferentemente para estos puestos a los presos criminales, lo cual provocaba conflictos permanentes con los presos políticos. Sin embargo en Auschwitz los presos políticos conseguían ocupar estos puestos suplantando a los presos criminales. Debido a la asignación oficial de funciones y posiciones privilegiadas por parte de las SS, se estableció la siguiente jerarquía entre los presos: 

  • La clase alta de los presos, la así llamada "prominencia del campo", es decir del 1 al 2% de la totalidad de los presos (veteranos del campo, veteranos del bloque, médicos del campo, etc.) la constituían en su mayoría los presos alemanes que gozaban de autorizaciones casi ilimitadas frente a los presos subordinados.
     

  • La "clase media" (presos con menos poderes, capos, enfermeros, etc.), es decir del 8 al 9% de los presos, vivían en mejores condiciones que la gran masa de presos normales. 
     

  • Los presos normales y los así llamados "musulmanes" constituían la gran masa que vivía en condiciones infrahumanas. Debido al duro trabajo, la escasa alimentación y las duras condiciones del campo, para sobrevivir era necesario ascender rápidamente a la clase media o a la "prominencia".

La gran mayoría de las víctimas asesinadas en Auschwitz fueron los judíos, a continuación los prisioneros de guerra rusos y los gitanos que fueron deportados, después de entrar en vigor el decreto de Auschwitz del 29 de enero de 1943.

 

 
 

LOS VERDUGOS

Desde el "putsch de Röhm", en verano de 1934, los campos de concentración estaban por completo bajo el mando de las SS (Schutz-Staffel), una unidad de combate paramilitar de la NSDAP. Originariamente creada para la protección de Adolf Hitler y los altos funcionarios de la NSDAP, las SS se convirtieron bajo Heinrich Himmler en una unidad especial con su propios fines elitistas.

En 1933 se convirtió en el instrumento de seguridad y terror político más importante del estado nacionalsocialista. Con el nombramiento de Heinrich Himmler a jefe de la policía alemana en 1936, las policías de seguridad y de orden del estado empezaron a depender de las SS, la policía de seguridad se integró del todo en las SS. Una nueva disposición organizativa de las SS a principios de 1939 estableció que los campos de concentración dependieran de los Servicios Centrales de la Seguridad del Reich (RSHA) de las SS, es decir, a partir del 16 de febrero de 1942 de la Oficina Central de Administración y Economía (WVHA) de las SS.

A partir de 1933 las SS empezaron a formar unidades propias, con formación militar, armadas y destinadas en cuarteles, la tropa de disposición de las SS y las Unidades de Calavera de las SS, éstas últimas responsables de la vigilancia de los campos de concentración. Después de estallar la guerra, a principios de 1939, se crearon las SS-Armadas que agrupaban la tropa de disposición y las Unidades de Calavera. En 1944 las SS-Armadas contaban con alrededor de 910.000 hombres, de los cuales 40.000 estaban destinados a la vigilancia de los campos de concentración.

Las SS, a la vez una orden y una mancomunidad, educaban a las nuevas generaciones neogermánicas, fieles al Führer. "Ser un luchador" era la filosofía de un hombre de las SS, su máxima consistía en obedecer a las órdenes sin reflexionar.

El hombre de las SS reaccionaba con dureza ante todo tipo de sentimientos humanos, era duro consigo mismo y con los demás, manifestando una concienciación elitista y un total desprecio hacia los seres inferiores. Con esa mentalidad el hombre de las SS se destacaba conscientemente de la gran masa formada por los camaradas del partido. El servicio en el campo de concentración se consideraba un servicio en el frente contra los enemigos del Reich.

El núcleo de la unidad de vigilancia en el campo de concentración de Auschwitz estaba formado por aquellos hombres de las SS que durante años habían prestado sus servicios en un campo de concentración. Al comandante del campo le asistían los jefes del campo de prisión preventiva (también responsables de la administración del campo), los responsables de los informes y de los servicios, los dirigentes de los bloques y de los comandos.

Los comandantes de Auschwitz fueron:

  • Rudolf Höss, 4 de mayo de 1940 hasta noviembre de 1943
  • Arthur Liebehenschel, 11 de noviembre de 1943 hasta mayo de 1944
  • Richard Baer, 11 de mayo de 1944 hasta el 17 de enero de 1945.

Un grupo aparte lo formaban los médicos de las SS que eran responsables de la salud de las SS, de la asistencia médica a los presos y del estado de las instalaciones sanitarias. Su superior era el médico titular del campo. Muchos médicos de las SS, como los doctores Dr. Mengele, Prof. Claubergy Dr. Schumann, realizaron diversos "experimentos científicos" con los presos, que en su mayoría morían a causa de las consecuencias. Una de las tareas de los médicos de las SS era llevar a cabo las selecciones , en la "rampa" así como en el campo.

También aquellos presos que desempañaban determinadas funciones en el campo - en su mayoría se trataba de criminales - pueden ser calificados de verdugos al convertirse en cómplices y ejecutores de los crímenes de las SS.

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Víctor Arrogante
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