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Francisco Franco Bahamonde
murió a los 82 años de edad.
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Franco, ese hombre
Francisco Franco murió el 20 de noviembre de 1975.
El historiador Ricardo de la Cierva nos aseguró que el general
lo había dejado todo "atado y bien atado".
Hay muchos en España y fuera de ella que creen que fue así, que
el proceso que se vino en llamar "la transición" sólo sirvió para
perpetuar las instituciones y condiciones sociales y políticas
creadas por el estado franquista y que, por eso, las heridas de la
Guerra Civil Española nunca se cerraron.
Desde Latinoamérica, que acogió a muchos de los exiliados de
ese conflicto, se ha acusado a España de vivir en estado de
"amnesia" respecto a su propio pasado, mientras se levantan
procesos contra militares de otros países.
El inesperado triunfo del socialista José Luis Rodríguez
Zapatero en las elecciones de marzo de 2004 parece haber vuelto a
revivir algunas de esas viejas cuitas entre la derecha y la
izquierda en España.
Pero, ¿qué diría Franco si levantara la cabeza?
Matrimonios entre homosexuales, avance en el federalismo en las
regiones españoles, emigrantes de todas las razas y religiones,
apertura de las fosas comunes de la Guerra Civil y la cuarta
legislatura socialista en tres décadas, son algunas de las
realidades de la España de hoy, una España bastante distinta a la
que el propio "generalísimo" describió en su testamento político.
BBC Mundo lo invita a explorar la sociedad española actual y a
recordar con nosotros ese 20 de noviembre de 1975.
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Eufemia (izq.) y Juana
Bargueño cuentan su historia "para que no vuelva a pasar
jamás".
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"Más que rencor, sentimos rabia"
Daniel Bargueño fue fusilado el 19 de octubre de 1936 en el
pueblo de Recas, en la provincia de Toledo, a 50 kilómetros de
Madrid.
Murió a manos de las tropas nacionales, comandadas por el
general Francisco Franco, que después de su entrada en Toledo
siguieron el camino hacia Madrid. Entraron al pueblo de Recas para
apresar a siete de los que habían formado un comité en las
elecciones de febrero de 1936, entre ellos Daniel Bargueño.
Dos de sus hijas, Juana y Eufemia Bargueño, tienen hoy 77 y 73
años respectivamente. Ellas también perdieron a su hermano
Tiburcio, fusilado en Madrid en 1939, luego de tres años en
prisión.
Otro hermano, Ramón "el Mermelada", pasó cinco años en el campo
de concentración nazi de Mauthausen, Austria.
Recuerdo y miedo
Juana presenció cuando se llevaron a su padre de su casa y
todavía hoy le cuesta hablar de ello. "Todavía tiene miedo de
hablar", explica su hermana Eufemia.
Uno de los hermanos pasó
cinco años en el campo de concentración de Mauthausen.
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"Tengo miedo de que vuelvan", confiesa Juana.
"Les dijeron que corrieran, que quedaban en libertad, y según
corrían, los fusilaban", recuerda.
"Hemos visto como los han echado a la fosa, mi padre fue el
primero. Estaban amontonados, después de echarlos les dieron un
tiro", añade.
"Los mataron y estuvieron varios días en la tierra, hasta que
un labrador lo comentó en el ayuntamiento y los taparon, pero de
manera muy somera, como un montículo, no hicieron una fosa
grande", dice Eufemia.
El padre permaneció en la fosa común durante casi 70 años,
hasta su exhumación, que empezó el 1 de mayo de 2003.
Reconciliación
"Más que rencor, sentimos rabia. Nosotros no pudimos disfrutar
de nuestro padre ni nuestro padre de nosotros, eso es lo que
sentimos", reflexiona Eufemia.
Según Juana, "con un poco de entendimiento, podría haber
reconciliación para que los que vienen detrás de nosotros no vivan
una cosa igual. Pero ellos, la derecha, no quieren".
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Con un poco de entendimiento, podría haber
reconciliación para que los que vienen detrás de nosotros no
vivan una cosa igual
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"En nuestro barrio en Madrid hablamos con gente que es de
nuestras ideas. Con los otros también, pero con un poco de
cuidado", explica.
"Ellos quieren superarse y no reconocen lo que han hecho".
Hoy en día, en Recas se puede hablar libremente, aunque a veces
se nota cierta reserva.
"Cuando, por ejemplo, vamos a misa y al final hay que darse la
paz, hay una sensación rara entre muchos", dicen.
"En el pueblo han matado a mucha gente", explica Eufemia.
A pocos metros de la fosa de su padre, se encuentra una con los
restos de otros siete fusilados, aunque hasta la fecha sus
familiares no han solicitado que se exhumen.
20 de noviembre
Juana aclara que "no queremos revancha; pero los familiares de
los franquistas muertos, al cabo de los años siguen respetando
sólo a los suyos y quieren que nosotros dejemos a los nuestros en
el campo".
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Franco fue tan criminal, hizo tantos
crímenes, y yo tengo el llanto clavado de mi madre y no se me
olvida jamás
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Para Eufemia el 20 de noviembre, el aniversario de la muerte de
Franco, no significa nada.
Según ella, "Franco fue tan criminal, hizo tantos crímenes, y
yo tengo el llanto clavado de mi madre y no se me olvida jamás".
Admite que fue una vez a la Cruz de los caídos "y la pisé, como
pisar a Franco, lo siento en el alma, pero lo hice".
Es una cruz de piedra de 150 metros de altura, mandada a
construir por Franco, sobre una basílica en cuya cripta fue
enterrado.
La Transición
"Se dio un paso adelante, eso sí", reconoce Eufemia, "pero
echamos en falta más libertad, porque todavía hay gente que hablan
mal de los republicanos, no nos sentimos totalmente libres".
"Lo que ha sufrido mi madre por la muerte de mi padre, lo que
sufrimos nosotros, dejarnos sin nada, tener a mi madre apuntándola
con un fusil, mi madre estaba embarazada cuando mataron a mi
padre", recuerda Juana.
"Perdono pero no olvido, eso cuando yo muera".
Contra el olvido
"Olvidar es imposible, lo perdonamos porque fue una guerra
civil, porque fue terrible para todos, pero eso no lo olvidaremos
jamás", dice Eufemia.
"Ahora la gente joven no se lo cree, pero deben saberlo para
que no se olvide, pero sin rencor".
"Mi mensaje es que no vuelva a suceder eso, que los jóvenes
procuren saber nuestra historia y tener siempre presente lo que
hubo, para que no vuelva a pasar jamás", dice Juana.
Eufemia cree que la reconciliación está pendiente. "Que si el
padre de un chico fue de derechas y fue un criminal, y el otro fue
de izquierda y lo mataron, pues que ellos no olviden eso, pero que
ellos se unan, por el bien de sus hijos, para que esto no vuelva a
suceder más".
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Franco gobernó con mano
dura durante cuatro décadas.
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Recuperando la memoria histórica
La muerte de Francisco Franco representa para muchos el
inicio de la transición a la democracia en España.
Los historiadores han especulado sobre la cronología para dar
por finalizado este proceso.
En cambio, nadie duda que, a partir de la transición, España
vive una nueva fase democrática, luego de la poca experiencia
con esta forma de gobierno en los últimos dos siglos (de 1868 a
1874 y de 1931 a 1936).
¿Terminó la transición?
La fecha "podría ser desde la muerte de Franco hasta la
aprobación de la Constitución en 1978, o prolongarla hasta 1982
(retorno de la izquierda al poder) o 1986 (ingreso de España en
la Comunidad Europea)", le explica a BBC Mundo Juan Pablo Fusi,
catedrático de Historia de la Universidad Complutense de Madrid
y director del Instituto Ortega y Gasset.
Fusi considera que la
transición se podría dar por terminada.
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Sin embargo, enfatiza que "aunque la palabra transición tenga
un carácter abierto, podría darse por terminada".
Según él, a pesar de "todas las comillas que uno quiera
poner", la transición es "la historia de un éxito, con una
democracia consolidada y un sistema de partidos estable".
Dichas "comillas" no se refieren a los aspectos mencionados,
sino que provienen desde organizaciones como la Asociación para
la Recuperación de la Memoria Histórica.
Sin restar mérito a los avances logrados en las casi tres
décadas de democracia, esta agrupación quiere "cerrar una
cicatriz que en España todavía no se ha afrontado con madurez",
dice su fundador, Emilio Silva.
"Tareas pendientes"
El abuelo de Silva fue la primera víctima republicana
identificada mediante una prueba de ADN, hace tres años.
"La dictadura hizo cientos de exhumaciones en toda España
para las víctimas franquistas de la Guerra Civil, pero las
familias de los republicanos entonces ni siquiera podían
nombrarlos, en muchos casos ni siquiera vestirse de luto, como
si ese crimen no hubiera ocurrido", explica.
El abuelo de Silva fue la
primera víctima republicana identificada mediante una prueba
de ADN.
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Esta asociación retoma el trabajo interrumpido hace un cuarto
de siglo.
"Al inicio de la transición hubo exhumaciones, pero se
acabaron el 23 de febrero de 1981, con el intento de golpe de
Estado. Ha tenido que llegar nuestra generación de los nietos
para retomarlo".
No se trataría de abrir viejas heridas, "si la transición
hubiera hecho sus deberes no existiríamos. Por eso, no es un
modelo exportable al resto del planeta", añade.
Como ejemplo, Silva cita los libros de historia en la
secundaria, donde "se brinda a la guerra civil dos páginas y
otras dos de canciones, eso es una construcción política del
olvido".
Aunque reconoce que "una transición es básicamente una
negociación y (que) quizás había que pagar un peaje para pasar
de la dictadura a la democracia", lo considera "excesivo".
Legado de Franco
El historiador Juan Pablo Fusi no teme que estas iniciativas
lleven a nuevas confrontaciones.
"Recuperar enterramientos colectivos no es un insulto a la
memoria de las víctimas franquistas en la represión
republicana", dice.
"Los 40 años de régimen de Franco no fueron un paréntesis en
la historia de España", señala.
Pero hay que distinguir entre lo económico y lo social. Los
avances en los años 60, cuando España se industrializa y
moderniza, e introduce la seguridad social, se hubieran
producido "posiblemente sin Franco, eso es indudable", aclara.
Así, según él, el legado de Franco "en un sentido literal
podría ser nulo. De lo que significó en la historia, no quedó
prácticamente nada".
Al mismo tiempo, reconoce que existen "elementos de la
ultraderecha, nostálgicos de una España autoritaria con valores
castrenses y religiosos".
Sin embargo, la ausencia de un legado vigoroso tendría que
ver con la figura misma de Franco.
"Por su mediocridad física, retórica y de toda su
personalidad, se prestaba muy poco a ningún tipo de nostalgia.
No puede haber personaje más aburrido para un biógrafo. Tampoco
fue un dictador con carisma", sentencia Fusi.
"Empobrecimiento"
Por su parte, el fundador de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica, destaca el
"empobrecimiento" social.
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La transición fue posible precisamente por
la extraordinaria memoria histórica de los españoles
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Según Silva, se "extinguió la explosión intelectual y
cultural de la Segunda República", asociada con figuras como
Federico García Lorca, Luis Buñuel o Antonio Machado.
Además, él considera que el exilio de catedráticos e
intelectuales dejó a España "con lo más gris, que fue lo que
educó a este país, 40 años donde no se ha podido elaborar una
cultura democrática y las consecuencias que ello acarrea, aquí
prácticamente no hay sociedad civil".
Mirando al futuro
Más allá de los matices en las valoraciones, queda claro que
el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 fue un levantamiento
militar "ilegal e ilegítimo contra un gobierno democráticamente
elegido", resume Juan Pablo Fusi.
"El fracaso de ese golpe por la resistencia desencadenó una
guerra civil, y se cometieron ejecuciones y asesinatos en ambos
bandos", explica.
Ésta sería la causalidad en los hechos, con independencia de
la valoración que se haga de víctimas y de represión en un sitio
y en otro.
"Hay que reparar lo que entonces no se pudo hacer, ése será
el final de la transición", dice Silva, mientras que Fusi
destaca que "la transición fue posible precisamente por la
extraordinaria memoria histórica de los españoles".
Para muchos, estas valoraciones no son otra cosa que dos
caras de la misma moneda.
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Víctor Pey en su casa
en
Santiago.
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Víctor Pey: España y Chile
Víctor Pey fue uno de los miles de españoles que tuvieron
que partir al exilio al final de la guerra civil.
Pey, quien entonces era un joven ingeniero catalán, se había
alistado como voluntario en el lado republicano.
Ahora vive en Chile, a donde llegó en 1939 gracias a la
intervención de Pablo Neruda.
¿Qué recuerda usted del 20 de noviembre de 1975?
Hacía más o menos un mes que Franco estaba condenado a
muerte. Se trataba de un día más o un día menos. De manera que
era una noticia esperada.
Para muchos, la pregunta
era qué iba a pasar después.
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Respecto a cuáles iban a ser las consecuencias, recuerdo muy
bien que se estaban tratando de tomar posiciones para el momento
en el cual Franco muriese.
Las dudas no estaban en el hecho de que se pudiesen producir
movimientos revolucionarios -era otra etapa, ya no sólo de
España, sino del mundo y de Europa, sobre todo - sino en cuáles
iban a ser las formas de desarmar eso que Franco decía que había
quedado "atado y bien atado".
¿Y cuán bien atado quedó?
La realidad demostró que fue desatado con mucha facilidad.
Ahí participó fundamentalmente Adolfo Suárez, quien había sido
ministro del Movimiento.
En la historia ha habido muchos procesos políticos en los
cuales se ha querido dejar la cosa cristalizada, para que no se
pudiese mover.
La historia, las sociedades, son algo dinámico y naturalmente
no hay dos procesos iguales, pero no se puede parar el tiempo ni
la historia.
En el caso español, la cosa fue mucho más sencilla de lo que
se había supuesto porque simplemente fueron acciones de índole
político-administrativa las que deshicieron todo lo que parecía
que estaba cristalizado.
Se produjo esa transición en la cual hubo arreglos políticos
que todavía no están totalmente clarificados, pero todas las
fuerzas, prácticamente, cedieron en lo que se refería a los
espacios de influencia que pensaban tener en los gobiernos que
siguieron de inmediato.
¿Cuál fue su participación en la guerra civil? ¿Cómo fue
su vida en esa época?
Víctor Pey durante la
Guerra Civil Española, 1938.
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Yo estaba en Barcelona y estuve en el frente de Huesca, pero
por muy escaso tiempo.
Se puso de manifiesto la necesidad de transformar la
industria civil, especialmente la metalúrgica, a una industria
que pudiese abastecer material de guerra para los frentes, en
las cosas más inmediatas, como el blindaje de camiones y la
fabricación de municiones.
En el transcurso de unos meses, tuvimos movilizada toda la
industria metalúrgica y química catalanas para las necesidades
de esta guerra que se hizo estable y prolongada.
Participé a través de la comisión de industrias de guerra de
la Generalitat de Cataluña.
Después usted tuvo que escapar de España.
Barcelona cayó el 26 de enero de 1936. El derrumbe del frente
de Aragón fue vertiginoso. Se suponía que Barcelona podía
resistir más, pero su caída fue muy rápida.
En ese momento, yo pertenecía a la subsecretaría de
armamentos del Comité de Defensa Nacional y recibí la orden de
dirigirme a Olot, donde teníamos una fábrica de material de
guerra, con el objeto de resguardarla para la provisión de la
resistencia que se suponía que iba a hacerse en Barcelona.
Pero todo se precipitó y, en cuestión de días, tuvimos que
abandonar Olot e ir hacia la frontera para escapar por los
Pirineos, en invierno, y llegar a Francia.
Así llegamos al campo de concentración francés de Levolou y
de ahí nos trasladaron a Perpiñán, de donde con ayuda de la
masonería española y francesa -mis padres habían sido masones-
nos llevaron a Lyon.
De Lyon, me fui por mi cuenta a París para tratar de
gestionar mi salida y la de mi familia de Francia porque se veía
llegar la Segunda Guerra Mundial.
Fue ahí donde supe que Pablo Neruda había llegado como cónsul
especial para los refugiados españoles, lo conocí y conseguí ser
incluido en su cupo de elección personal para venir a Chile en
el barco "Winnipeg".
Usted llegó a ser un amigo muy cercano de Salvador
Allende. Cuando el presidente Allende muere y usted tiene que
volver a convertirse en refugiado, ¿pensó en algún momento que
se podía establecer un paralelismo entre lo que estaba pasando
en Chile y lo que había ocurrido en España?
Ese paralelismo estuvo presente durante todo el proceso de la
Unidad Popular en Chile.
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Allende lo tenía muy presente, me
preguntaba muchas veces. Yo le conté reiteradamente toda la
experiencia de España
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Allende lo tenía muy presente, me preguntaba muchas veces. Yo
le conté reiteradamente toda la experiencia de España.
Se hacía también paralelismos entre personajes de los
socialistas y de los comunistas en Chile y en España, etc.
No hay que olvidar que, durante las postrimerías de la Guerra
Civil Española, en Chile se llevó a efecto una elección
presidencial cuya campaña estuvo muy marcada por lo que estaba
ocurriendo en España y en Europa entera, con el fascismo y la
defensa contra el fascismo.
La campaña electoral que llevó a Pedro Aguirre Cerda a la
presidencia de Chile, en 1938, se hizo con discusiones sobre la
Guerra Civil Española.
De manera que en Chile permanecieron muy vigentes los
paralelismos entre los procesos políticos chileno y español.
¿Y usted cuándo regresó por primera vez a España?
Cuando ocurrió el golpe de Estado en Chile en septiembre de
1973, me asilé en la embajada de Venezuela en Santiago. De
Venezuela fui a Francia, de ahí a Perú.
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En los años siguientes, la evolución del
pueblo español y de la sociedad española fue vertiginosa
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Regresé a España inmediatamente después del fallecimiento de
Franco.
El cambio que había sufrido la sociedad española -desde que
yo tuve que irme en 1939- era muy profundo: en la manera de ser,
la manera de enfocar los problemas.
Todavía existía un temor muy grande, como resultado de 40
años de franquismo.
Me encontré con un pueblo bastante adormecido, temeroso de
hacer cualquier pronunciamiento, no había confianza en los
amigos todavía, a pesar de que Franco acababa de morir.
Después, en los años siguientes, la evolución del pueblo
español y de la sociedad española fue vertiginosa.
Y, por último, ¿qué cree usted que Franco diría si
levantara la cabeza?
Yo creo que Franco hoy día está ponderado en su verdadera
dimensión o en una bastante cercana, ya que nunca se tiene la
verdad absoluta.
El pueblo español está consciente de que el papel de Franco
significó un peso trágico y terrible, un atraso muy grande.
Representó un enorme alejamiento de lo que significaban los
movimientos liberadores, de justicia social y de avance
cultural.
Y creo que hoy día, para el pueblo español, es un referente
de lo que no debe ocurrir y lo que no se debe hacer.
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Niños a bordo del SS
Habana. Foto: Manuel Moreno, Asociación de Niños Vascos del
37.
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Los niños vascos del 37
En 1937, cerca de 4.000 niños vascos fueron traídos al
Reino Unido para que escaparan de los horrores de la Guerra
Civil Española.
Incluso antes de que llegaran, hubo una gran controversia
sobre la operación, ya que muchas personas consideraban que una
acción de ese tipo violaría la posición oficial británica de no
intervención en esa guerra.
Sin embargo, después de la destrucción de Guernica por los
bombarderos alemanes, crecieron los temores por la seguridad de
la población civil de la cercana Bilbao.
El gobierno británico cedió y permitió la evacuación, pero no
quiso dar ningún apoyo financiero.
El 21 de mayo, 3.800 niños, acompañados por maestros,
asistentes y sacerdotes, embarcaron en el SS Habana para
atravesar la tormentosa bahía de Vizcaya, rumbo al Reino Unido.
Separación
Las condiciones a bordo eran de hacinamiento, lo que
multiplicó el sentimiento de angustia de los niños, después de
haber dejado atrás a sus padres para partir a una tierra
extranjera, como recuerda Bene González, quien entonces tenía 15
años.
"De noche los niños lloraban, empezaba uno y le seguían los
demás...todavía me acuerdo de cómo los niños lloraban y llamaban
a sus familias", dice.
"Había un niño rubio, de ojos azules, con lágrimas en la
cara, diciendo: 'Quiero ver a mis padres'. Yo le dije: 'No te
preocupes, guapo, que tus padres te van a venir a buscar
enseguida'. Muchos se dormían llorando, todos llamaban a sus
familias".
Presión nacionalista
En el Reino Unido hubo una gran movilización de voluntarios
para ayudarlos.
Un caso conocido es el de una joven que estudiaba en la
Universidad de Oxford y fue a ayudar a los niños en una
residencia de refugiados cercana. Allí conoció a un maestro que
había escapado de España, Luis Portillo. Uno de los cinco hijos
que tuvieron, Michael Portillo, llegó a ser ministro de Defensa
británico.
Michael Portillo (centro), con "niños" vascos
del 37.
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Cuando Bilbao cayó en manos de los nacionalistas, diversos
periódicos y políticos de derecha comenzaron a decir que se
tenía que devolver los niños a sus padres.
Por esa época muchos padres habían huido de España, mientras
que otros habían sido apresados por las fuerzas de Franco o
estaban tratando desesperadamente de sobrevivir bajo el nuevo
régimen.
Peones de la política
Las discusiones entre políticos, organismos humanitarios y la
iglesia católica española eran cada vez más mordaces y
complejas, mientras debatían el cuidado y la repatriación de los
menores.
En medio del delicado clima político de finales de los años
30, mientras que las oscuras nubes del fascismo se extendían por
Europa, los niños se convirtieron en peones de los juegos de la
política nacional e internacional.
El comité que se había establecido para cuidarlos insistió en
que no se debía enviar a ninguno a Bilbao sin una solicitud por
escrito y verificable de sus padres.
Sin embargo, en momentos en que la guerra mundial parecía
inevitable, en parte por conveniencia política y en parte por
falta de fondos, muchos niños fueron repatriados sin la
autorización de sus padres.
Devastación
Los niños que regresaron, se encontraron con un país
devastado por la guerra civil, en el que Franco se estaba
vengando de quienes le habían ofrecido resistencia, como
recuerda Isobel Andrews.
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Él había sembrado el terror en todas
partes. Todo el mundo tenía miedo
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"Estaba matando a mucha gente. No importaba que uno no
hubiera hecho nada. Sus hombres, los hombres de Franco estaban
matando a muchos", dijo.
"Él había sembrado el terror en todas partes. Todo el mundo
tenía miedo. Uno nunca sabía a quién tenía al lado. Franco no
fue nada bueno para el pueblo vasco".
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en septiembre de
1939, todavía se estaba enviando niños de regreso a través del
canal de la Mancha y de Francia, pero algunos no se fueron y en
la actualidad cerca de 400 "niños" vascos siguen viviendo en el
Reino Unido.
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Una
España, ¿dos visiones?
A 30 años de la muerte de
Francisco Franco, la democracia y el sistema de partidos se han
consolidado en España. En este sentido existe un consenso
mayoritario en valorar la transición a la democracia como
exitosa.
A 30 años de su muerte,
las interpretaciones sobre su legado y la transición
difieren.
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Sin embargo, las
interpretaciones sobre la transición y el legado de Franco
difieren.
BBC Mundo conversó con
Enrique Curiel, dirigente del Partido Comunista Español en los
años 70 y ahora senador por el gobernante Partido Socialista
Obrero Español (PSOE).
Asimismo, pedimos su
opinión a una de las voces de la derecha española, César Vidal,
escritor y conductor de la cadena de radio COPE, de la
Conferencia Episcopal.
BBC Mundo: ¿Cómo valora
la transición?
Enrique Curiel:
Mi generación (nació en
1947) está muy satisfecha de haber contribuido a un largo
espacio de cambio económico, político, cultural y, sobre todo,
cambio psicológico.
Enrique Curiel es senador
por el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
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La transición empieza en
los últimos años del franquismo porque está agotado
políticamente.
Pero cuanto más agotado
estaba, más duro era. Los últimos fusilamientos se producen un
mes antes de su muerte, expresando la desesperación física del
dictador y del sistema político.
Toda transición tiene sus
contradicciones. Fue muy dura. La gente tiene la sensación de
que fue modélica, pero no lo fue.
Perdimos amigos y
compañeros, asesinados por la policía franquista, después de la
muerte de Franco, y seguimos teniendo prisioneros, yo entre
ellos.
Hay quienes dicen que
Franco murió en la cama, dando a entender que no hubo oposición.
Pero sí hubo una oposición
muy dura, todo lo que podíamos, sino probablemente ni hubiéramos
tenido una constitución y un proceso constituyente.
César Vidal:
En la transición hubo
renuncias por parte de todos. Buena parte de la derecha renunció
al poder y se suicidó políticamente.
César
Vidal es escritor y conductor de la cadena de radio COPE, de
la Conferencia Episcopal.
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Por parte de la izquierda,
hubo la aceptación de elementos que no eran propios de la
izquierda española, como la renuncia a la revolución, la
aceptación de la bandera nacional bicolor o la monarquía.
En algunos aspectos, pecó
de idealismo.
La transición creyó que la
adopción de un régimen autonómico acabaría con el terrorismo de
ETA y que los nacionalistas acabarían integrándose en el sistema
nacional.
En este aspecto, no
idealizo la transición.
BBC Mundo: ¿Hay que
recuperar la memoria histórica?
Enrique Curiel:
No hay sólo una, la
memoria histórica es de todos.
En la Guerra Civil hubo
pérdidas en ambas partes y después, naturalmente, en los que
fuimos derrotados. Hay dolor y sufrimiento enterrados por las
dos partes.
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Cuando yo estuve por
última vez en prisión, ya muerto Franco, Manuel Fraga era
ministro. Yo hoy con Fraga me doy la mano
Enrique Curiel
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No han cerrado esas
heridas y todos perdimos a familiares y a seres queridos. Eso no
desaparece nunca en una familia.
Hay perdón mutuo pero no
hay olvido. Cuando yo estuve por última vez en prisión, ya
muerto Franco, Manuel Fraga era ministro. Yo hoy con Fraga me
doy la mano.
Las familias tienen
derecho de saber qué pasó con sus muertos y donde descansan sus
restos.
Pero no es posible un
ajuste histórico y tenemos que evitar un desequilibrio.
La Guerra Civil hay que
cerrarla. Psicológicamente este país la ha cerrado, pero los más
jóvenes no lo deben olvidar.
César Vidal:
En esto ha habido una
evolución y no precisamente a mejor.
La gente vivía la
reconciliación nacional ya en los años 60, posiblemente para
evitar que se repitiera la Guerra Civil.
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A
inicios de los años 90, esa línea de no reabrir heridas
quiebra sobre todo por parte del Partido Socialista y
curiosamente eso se convierte en arma política
César Vidal
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A inicios de los años 90,
esa línea de no reabrir heridas quiebra sobre todo por parte del
Partido Socialista y curiosamente eso se convierte en arma
política.
El gran riesgo es que hubo
decenas de miles de fusilados por parte de ambos bandos. Por lo
tanto, plantea desandar la idea de vivir en reconciliación
nacional.
Creo que fundamentalmente
es oportunismo político.
El Partido Socialista tuvo
tiempo sobrado para hacerlo cuando estaba en el poder, tuvo
mayorías absolutas, y jamás lo hizo, seguramente porque tenía la
suficiente fuerza política.
BBC Mundo: ¿Cuál es el
legado de Franco?
Enrique Curiel:
"Franco fabrica muchos
comunistas", decían sus partidarios más inteligentes. El sistema
se había agotado, la España real iba por un lado y Franco por
otro.
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Franco fabrica
muchos comunistas", decían sus partidarios más inteligentes.
El sistema se había agotado, la España real iba por un lado
y Franco por otro
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Mi generación leyó a Marx
porque éramos antifranquistas, en la medida que Franco nos
impedía conocer otras realidades.
El legado es de una gran
movilización cultural, que explica que en 30 años hayamos hecho
lo que otros países europeos hicieron en 70. La libertad
funcionó como un auténtico estímulo.
En lo político ha dejado
un pozo con una parte de la derecha brutal, con la idea de un
nacionalismo español muy férreo. Por ejemplo, es muy difícil
hablar de temas autonómicos como Cataluña o el País Vasco.
Franco hoy ha desaparecido
de la conciencia de los españoles pero hay todavía un pozo
ideológico, aunque muy residual.
César Vidal:
Hay un primer Franco de
prestigio militar, antes de la Segunda República, reconocido a
nivel nacional e internacional, entre izquierda y derecha.
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Es un régimen de enorme
duración porque capta, desde su anticomunismo, que va a
haber una división de Europa
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Hay un segundo Franco, que
se convierte en el jefe del mando único del ejército rebelde que
llega a la victoria en la Guerra Civil.
Es un régimen de enorme
duración porque capta, desde su anticomunismo, que va a haber
una división de Europa y eso selló la supervivencia del régimen
franquista.
El franquismo marca
también el enorme desarrollo económico en los años 60.
Junto con el surgimiento,
por primera vez en España, de una clase media fuerte, hace que
la transición sea una transición sin vuelcos y pacífica.
BBC Mundo: ¿Por qué en
España no existen partidos de extrema derecha de peso?
Enrique Curiel:
Esa extrema derecha en
parte está dentro del Partido Popular (PP, opositor,
conservador), en el electorado del PP hay entre un 10% y un 15%
de esta extrema derecha.
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Hoy muy poca gente se
atreve a reconocerse del franquismo. No tiene valor ni
elementos de referencia
Enrique Curiel
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Es el integrismo
ideológico, religioso, con Opus Dei y los Legionarios de Cristo.
No hay un Le Penn,
probablemente porque los problemas de inmigración no mantenido
la intensidad que han tenido en Francia, Austria o Alemania.
El franquismo fue tan
brutal que produjo anticuerpos en la sociedad.
Cualquier ultraderecha
tienen que tener una referencia inexcusable en Franco.
Hoy muy poca gente se
atreve a reconocerse del franquismo. No tiene valor ni elementos
de referencia.
César Vidal:
El régimen de Franco nunca
pretendió perpetuarse, sabía que era un paréntesis dentro de la
historia de España.
Duró mucho tiempo, pero no
quería perpetuarse porque creía que era algo para una situación
de alarma.
Eso explica que no
existieran grandes movimientos de oposición a Franco.
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Nadie, salvo cuatro
iluminados sin respaldo social, pensaba que el franquismo
sobreviviría después de Franco
César Vidal
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No existían alternativas a
Franco, más allá del Partido Comunista, que era muy pequeño en
España.
Además, estaba el temor a
repetir un drama como la Guerra Civil.
Unido a la reconstrucción
de España y a los frutos del desarrollo, esto hizo que el
régimen se prolongara de una manera realmente pacífica y con un
uso de la represión que comparativamente (con Mussolini o con
Hitler) fue menor.
Además, creo que en la
mente de la gente estaba esa sensación de que era un paréntesis
que trataba de reenlazar con la historia anterior.
Nadie, salvo cuatro
iluminados sin respaldo social, pensaba que el franquismo
sobreviviría después de Franco.
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