En
estos últimos años, todo el mundo ha oído hablar
en España de algo llamado "Recuperación de la
Memoria Histórica". La mayor parte sabe que se
trata de algo que hace referencia a la guerra
civil y a la represión franquista, pero todo son
ideas vagas. Desde los medios de comunicación se
dan noticias sobre actividades y opiniones
sesgadas de especialistas en diversas materias
que dan una imagen distorsionada del tema. Casi
todo se está viendo reducido a reivindicaciones
nostálgicas y privadas de familiares y
protagonistas de una época que no sólo se ha
pretendido olvidar, sino que, en la actualidad,
se trata de mostrar como algo histórico que nada
tiene que ver con nuestro presente.
El
intento de igualar a los muertos de ambas zonas,
sin profundizar en las causas del conflicto, la
situación política nacional e internacional, los
principios y valores defendidos por unos y
otros, etc., tan sólo sirve para arrojar más
oscuridad sobre el asunto y, en vez de explicar,
se confunde, todavía más, a la sociedad
española. En lo cultural, los estudios rigurosos
se entremezclan con libros redactados de forma
oportunista y acercamientos científicos,
inconexos y aislados de la sociedad civil, nos
llevan a un tratamiento del tema que transforma
la Memoria Histórica en objeto de museo alejado
de la realidad social actual. La Recuperación de
la Memoria Histórica se ha transformado, en
nuestra sociedad, para unos, en una
reivindicación privada, para otros, en un gran
negocio de venta de libros, un instrumento para
dar satisfacción a una curiosidad científica e,
incluso, en una forma de obtener votos. Y a las
pruebas debemos remitirnos viendo cómo el
acuerdo parlamentario del 20 de noviembre de
2002 respecto a la Memoria Histórica no se ha
sustanciado, salvo excepciones puntuales y
localizadas territorialmente, en ninguna medida
concreta, ni el homenaje a las víctimas del
franquismo, realizado por todos los grupos de la
oposición el 1 de diciembre de 2003, ha servido
para que la situación se aclare. Y no es que
pensemos que la Recuperación de la Memoria
Histórica no debe tener un uso instrumental,
sino que se hace necesario realizar un
acercamiento al tema desde un punto de vista
ideológico capaz de romper con la dinámica en la
que ese uso instrumental se ha anclado en los
valores individualistas y de mercado que el
neoliberalismo ideológico propugna. Vamos a
hablar, pues, de lo que es la Memoria Histórica
y de su instrumentalización para fortalecer la
democracia, como elemento de lucha contra la
impunidad, como arma para la defensa de los
derechos humanos y como elemento ideológico de
construcción y vertebración de la sociedad.
El
concepto de Memoria Histórica
Hay una frase que,
equivocadamente, pretende resumir todo el
contenido y el concepto de Memoria Histórica.
Nos referimos a "el pueblo que no conoce su
historia está condenado a repetirla". Para que
evoque realmente lo que es la Memoria Histórica,
deberíamos matizarla añadiendo que "el pueblo
que no conoce su historia no comprende su
presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo
que son otros los que lo hacen por él". Ese
dominio se manifiesta en lo ideológico-cultural,
en lo económico y en lo político. El
desconocimiento provoca falta de comprensión
sobre los procesos históricos que han dado como
resultado nuestro presente, generando un
profundo déficit democrático que se sustancia
día a día en una sociedad despolitizada y poco
participativa. Vivimos una democracia de bajo
nivel y una de las causas es que está asentada
sobre el olvido. Estamos construyendo nuestra
historia como pueblo no con nuestro guión, sino
con el de los que promovieron (y promueven) el
olvido. No somos, realmente, dueños de nuestro
presente, porque sólo conocemos nuestro pasado
vagamente.
Si
quisiéramos resumir el concepto "Recuperación de
la Memoria Histórica", en breves palabras,
podríamos decir que es un movimiento
socio-cultural, nacido en el seno de la sociedad
civil, para divulgar, de forma rigurosa, la
historia de la lucha contra el franquismo y sus
protagonistas, con el objetivo de que se haga
justicia y recuperar referentes para luchar por
los derechos humanos, la libertad y la justicia
social. Y cuando hablamos de justicia, hablamos
de reconocimiento y reparación, en ningún caso
de actitudes revanchistas. Hay que hacer esta
puntualización porque, en muchas ocasiones, se
ha querido tildar a este movimiento de
revanchista y no es lo mismo buscar la justicia
y la verdad que la revancha. Además hay una
necesidad de establecer la verdad histórica y,
hasta ahora, tan sólo el bando vencedor de la
guerra civil tuvo acceso a los medios de
difusión y el apoyo institucional necesario para
acometer esta tarea. El franquismo tuvo su
"comisión de la verdad" con la instrucción de la
"Causa General", nada más terminar la guerra
civil, y aún no se ha dado a la otra parte la
posibilidad de llegar a conocer y divulgar la
verdadera naturaleza y magnitud de la represión
que se ejerció sobre los defensores de la
legalidad republicana y, ni mucho menos, acceder
a la justicia.
Sin
embargo, esta definición tampoco profundiza
demasiado en la cuestión. Se hace necesaria una
mayor disección del asunto para que el lector
pueda adentrarse en el tema y comprenderlo. En
un primer acercamiento, descubrimos que la
memoria debe ser tratada desde todos los
aspectos posibles. En ese primer acercamiento,
distinguimos que confluyen aspectos humanos,
aspectos culturales y aspectos políticos
claramente perceptibles.
Los
aspectos humanos
Son los seres humanos los que
construyen la historia (de forma consciente o
inconsciente) y son los que se ven afectados por
la misma. Cuando hablamos de la guerra civil y
la dictadura franquista estamos hablando de
personas que fueron asesinadas, perseguidas,
encarceladas, humilladas... Ha pasado demasiado
tiempo, disfrutamos de un régimen de libertades
imperfecto -pero régimen de libertades al fin y
al cabo- desde hace veintiséis años y, sin
embargo, estas personas no han sido atendidas
debidamente. Han sufrido, tras la represión, el
silencio y la falta de reconocimiento, si cabe
tan (o más) doloroso que la anterior. La
atención a las personas debe estar en la primera
página de cuestiones a resolver. El homenaje, la
localización y recuperación de los restos de
personas asesinadas, la explicación de la verdad
a los familiares, la atención psicológica, el
reconocimiento social e institucional y la
justicia reparadora, tanto en lo moral como en
lo material, son tareas que forman parte de la
Recuperación de la Memoria Histórica.
El miedo
sigue siendo dueño de muchas de estas personas,
en especial en medios rurales, un profundo miedo
que lleva a la negación de la verdad. Hemos
encontrado casos de militantes asesinados, con
documentación probatoria de su militancia, de su
actividad política en defensa de la legalidad
republicana y, en un alto porcentaje de
ocasiones, nos hemos encontrado con la negación
de los hechos por parte de los familiares. Hemos
constatado que existe un miedo planificado por
el franquismo para derrotar cultural y
psicológicamente a todo el pueblo español.
Cuando las familias niegan, se avergüenzan,
intentan despolitizar la cuestión... ¿no nos
estamos encontrando ante la victoria ideológica
del franquismo?
La atención a
colectivos de supervivientes (presos políticos,
exguerrilleros, exmilitares leales,
exiliados...) es otra de las cuestiones de las
que se ocupa la Recuperación de la Memoria
Histórica. ¿Cómo puede una sociedad defender la
libertad y la democracia si a los que lo
hicieron en otro tiempo se les castiga con la
amargura del silencio y con la vergüenza? La
Recuperación de la Memoria Histórica, al atender
estos aspectos, entra de lleno en la
recuperación de la dignidad de todas estas
personas y, por tanto, en la recuperación de
nuestra dignidad como pueblo.
Sin embargo,
la atención exclusiva a los aspectos humanos no
nos da la verdadera dimensión de la Recuperación
de la Memoria Histórica. Si no avanzamos más,
nos quedamos en una primera fase que sólo
atiende reivindicaciones individuales o de
colectivos aislados. Sin tratamiento desde el
punto de vista cultural aún no estamos hablando
de Memoria Histórica, sino de memoria privada y
de cuestiones exclusivamente humanitarias.
La
vertiente cultural
Respecto a los aspectos culturales, en un primer
estadio, se encuentra la investigación histórica
y científica, no como elementos aislados, sino
como instrumentos interrelacionados con los
demás aspectos. El derecho a saber la verdad
tanto por las familias como por la sociedad
española no podría satisfacerse sin el
conocimiento riguroso de los hechos. La labor de
los historiadores, archiveros, documentalistas,
arqueólogos, antropólogos, sociólogos, etc. se
transforma en herramienta para conocer la
verdad. En un segundo estadio, se encontrarían
los medios de divulgación: los libros y
publicaciones, los documentales, las
exposiciones, los seminarios, charlas y debates
para dar a conocer los hechos. Y, por último, en
un tercer estadio, la creación artística: la
novela, la película, la obra de teatro, la
poesía, la pintura, la escultura, etc.
Sumando los
aspectos humanos y los culturales, empezamos a
tener parte del rompecabezas de la Memoria
Histórica. El problema comienza cuando la
investigación histórica determina que el tema
tratado es, también, profundamente político.
Hablamos de una lucha profundamente ideológica,
de persecuciones políticas, de asesinatos -en su
mayor parte- políticos, de presos antifascistas,
de guerrillas antifranquistas, etc., etc., etc.
La dimensión
política
Quizás la
parte más compleja y la que más escollos ha
encontrado hasta ahora sea el tratamiento de los
aspectos políticos de la Memoria. Para
abordarlos adecuadamente, los hemos divido en
institucionales, jurídicos, ideológicos y
sociales.
La
implicación institucional es clara. Sin ella, ha
sido prácticamente imposible realizar ninguna
labor de Recuperación de la Memoria Histórica.
Sólo desde las instituciones se puede legislar y
librar los recursos necesarios para acometer la
tarea. La eliminación de los símbolos y
callejeros franquistas, la inclusión en los
libros de texto de lo que supuso la larga lucha
por las libertades en nuestro país y arbitrar
medidas de reconocimiento institucional y
justicia reparadora en lo económico sólo puede
hacerse desde las instituciones. La
deslegitimación de la dictadura franquista sólo
podrá verse realizada totalmente cuando se
sustancie en la legislación adecuada.
Adentrándonos en lo jurídico, comenzamos a
hablar, de forma inmediata, de "Derechos
Humanos" y "Lucha contra la Impunidad". Son los
tribunales de justicia los que deben investigar
los asesinatos, aplicando la legislación y
convenios internacionales que el Estado español
ha asumido como suyos.
En lo
ideológico, entendemos que, mientras que el
franquismo acabó con un régimen democrático de
libertades y derechos, sus víctimas eran
defensoras de ese régimen. Eso sin entrar en los
distintos matices ideológicos de las víctimas,
que formaría parte de la memoria de sus
correligionarios actuales. Hablamos claramente
de socialistas, comunistas, anarquistas,
republicanos, nacionalistas periféricos,
sindicalistas, incluso de conservadores de
fuertes convicciones democráticas (que los hubo
y fueron asesinados por oponerse al golpe de
estado), etc., todos ellos de ideas contrarias a
las fuerzas alzadas militarmente contra la II
República. Hablamos, también, del uso de
banderas propias de las víctimas, defensores de
la libertad, la justicia social y la legalidad
republicana; de la necesidad de rituales de
memoria propios, vinculados a lo
político-social, dando cabida a lo privado, pero
compatibilizándolo con lo público y dando
prioridad a esto último, toda vez que estamos
hablando de víctimas por causas sociales y
políticas. Estas personas fueron perseguidas,
humilladas, encarceladas o asesinadas no por el
hecho de ser padres, abuelos, hermanos, maridos,
sino por su condición política y social, por sus
prácticas políticas y sociales. Si esto no se
tiene en cuenta, el franquismo habrá triunfado
plenamente en lo ideológico al enterrarse a sus
víctimas no de la forma que ellas hubieran
deseado, sino con los rituales propios de sus
verdugos. Se trataría de la destrucción del
franquismo ideológico que todavía subyace en
nuestra sociedad.
En lo social,
hablamos de fortalecer los valores democráticos,
de libertad, de justicia social, de articulación
y vertebración de la sociedad civil alrededor de
estas actividades. Se trataría de dar cohesión
al pueblo español usando como crisol la
exaltación de esos valores.
La suma de
todos los elementos
La suma de
todos estos elementos, en los que hay que seguir
profundizando, da como resultado el que la
Memoria Histórica sea algo más que la búsqueda
de un familiar desaparecido, el logro de una
pensión para un expreso político, la publicación
de un libro, la excavación arqueológica de una
fosa común. Sólo la suma de todos estos
elementos nos da su verdadera dimensión. Cada
aspecto individualizado y separado del resto no
podemos considerarlo Recuperación de la Memoria
Histórica. La búsqueda de un familiar
desaparecido con el objetivo de llevar los
restos al cementerio, sin tener en cuenta las
causas de la desaparición, las implicaciones
ideológicas, la investigación histórica
rigurosa, la judicialización de la
investigación, la participación institucional y
el homenaje con rituales que respeten los
pensamientos del muerto, se transforma en
memoria privada. La excavación arqueológica de
una fosa común, los estudios antropológicos, por
muy rigurosos que sean, si no van acompañados
del resto de elementos humanos, jurídicos,
institucionales, ideológicos y sociales se
transformarán en simples investigaciones
científicas, pero poco más. Solamente cuando se
tengan en cuenta todos los aspectos
relacionados, en todos y cada uno de los casos,
estaremos hablando de verdadera Recuperación de
la Memoria Histórica. Es la suma de todos los
elementos la que nos da algo más que el todo y
ese algo más es la Memoria Histórica.
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José
Mª Pedreño es presidente del Foro por la
Memoria. Este artículo fue publicado en el n° 12
(especial sobre derechos humanos) de la edición
impresa de la revista Pueblos, verano de
2004, pp. 10-12.