mi opinión

Crisis humanitaria que es de la humanidad

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Llaman crisis humanitaria a la situación de los refugiados que llegan a las fronteras de Europa, huyendo de las guerras y de la miseria. Pero la crisis es de la propia humanidad que está en crisis de valores y ha perdido la dignidad, al dejar morir en el mar y no ayudar en la tierra a la gente que lo necesita... No todo está perdido. Aún hay signos de humanidad. El 27 de febrero se han convocado movilizaciones bajo el lema #PasajeSeguroYa

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 27 de febrero de 2016

Llaman crisis humanitaria a la situación de los refugiados que llegan a las fronteras de Europa, huyendo de las guerras y de la miseria. Pero la crisis es de la propia humanidad que está en crisis de valores y ha perdido la dignidad, al dejar morir en el mar y no ayudar en la tierra a la gente que lo necesita. Es una tragedia humana, que no está teniendo la respuesta necesaria por parte de Unión Europea, de los estados miembros y otros de los llamados países ricos. La situación, no es que no tenga nombre, que lo tiene, es de vergüenza, permitir lo que sucede.

Según datos facilitados por ACNUR, más de 55 millones de refugiados y desplazados, dependen de su ayuda directa en el mundo. Todo agravado por la dimensión de la emergencia humanitaria en Siria, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. El total de refugiados en los países vecinos supera ya los 4 millones de personas y los desplazados dentro del propio país los 8 millones. A esto se le suma la tragedia que sufrimos en el Mediterráneo, donde han llegado miles de personas en busca de una oportunidad de futuro. Y no solo proceden de Siria, también de Sudán del Sur, Burundi, Yemen y República Centroafricana.

Se dice pronto: ocho millones de desplazados internos en Siria, que tras cinco años de guerra, viven en condiciones extremas, soportando bombardeos y asedios, ciudades asoladas y sufrimiento de hombres, mujeres y niños, que apenas tienen alimentos que  comer ni agua para beber y cocinar. El acceso de las organizaciones humanitarias a las zonas bajo asedio se hace difícil, cuando no imposible. Cientos de miles de refugiados han llegado a Europa por vía marítima, pese a las malas condiciones, las inclemencias del invierno y las numerosas dificultades que padecen tras su llegada a Europa. La humanidad ha perdido la decencia.

En España no es que estemos para lanzar cohetes, pero es vergonzoso conocer que sólo se haya acogido a 18 refugiados. La UE tan sólo 160 de los 160.000 comprometidos. CEAR denuncia la confiscación de bienes puesta en marcha por Dinamarca, Suiza y varios estados de Alemania, así como la reintroducción temporal de controles fronterizos en varios países del espacio Schengen, con el único objetivo de dificultar el tránsito de los refugiados. La crisis de la humanidad está llegando a situaciones extremas. Pero no son solo los Estados los que no dan respuesta humanitaria a la situación, sino que buena parte de la ciudadanía también muestra su falta de solidaria hacia los refugiados.

Hemos conocido como vecinos de Bautzen, pueblo alemán de Sajonia, celebraron de forma vergonzante un incendio, parece que provocado, de un viejo hotel, habilitado como centro de refugiados, dificultando la labor de los bomberos por atajar el fuego. Pero no es este el único caso. Según la Policía Federal Criminal, en 2015, más de 500 albergues fueron atacados en todo el país y 126 edificios parcialmente destruidos. En Bautzen, se da el caso de que el responsable del centro de acogida, es un activo militante del partido euroescéptico y xenófobo Alternativa para Alemania. Tenían al zorro cuidando el gallinero y favoreció los actos repugnantes, abominables y criminales.

La Unión Europea es responsable de muchos de los males y calamidades que sufren los refugiados. Ante la reubicación, todos son excusas y parches, en vez de afrontar decididamente la crisis. En la última cumbre, los Veintiocho se han comprometido a tratar de acelerar las medidas ya aprobadas. Queda para marzo una evaluación sobre el futuro de la zona de libre circulación y también una primera discusión sobre un nuevo sistema de asilo europeo. No se avanza en la crisis migratoria, lo que hace pensar que no hay voluntad ni interés para resolver la gravedad de la situación y los líderes europeos trasladan las decisiones a posteriores reuniones, como en este caso, a la cumbre con Turquía para el mes de marzo, con el objetivo de frenar los flujos de migrantes.

Mientras se consigue la colaboración de Turquía, que se tendrá si se ponen millones de euros sobre el tablero, pero con pocas garantías de que se respeten los derechos humanos, los Estados discuten la polémica decisión de Austria —ilegal según la Comisión Europea—, de aplicar un límite diario a los tránsitos de migrantes por su territorio y a las demandas de asilo. Italia, que sería de los estados más perjudicados por la decisión austriaca, defiende, junto con Alemania, la necesidad de mantener las fronteras abiertas, con control. En España se ha puesto de moda el término postureo y es exactamente lo que ocurre entre los jefes de Estado y de Gobierno europeos. Falta voluntad a la hora de aplicar los acuerdos comunitarios, sobre los mecanismos de reubicación de asilados, del que muchos líderes no quieren ni oír hablar.

ACNUR espera que los Estados miembros de la UE agilicen la aplicación de todas las medidas acordadas en 2015, entre ellas el plan de reubicación de las 160.000 personas que se encuentran ya en Grecia e Italia, así como el Plan de Acción Conjunto UE-Turquía. La Agencia apuesta por establecer mecanismos de apoyo rápidos y globales de integración de las personas en los países de mayor recepción de refugiados, para ayudar a disipar el miedo y la xenofobia, así como reinstaurar los principios europeos comunes de dignidad, solidaridad y derechos humanos sobre los que se cimienta la UE.

Los refugiados sufren graves y lamentables situaciones en el desplazamiento hasta llegar al continente y el número de muertes, según las organizaciones humanitarias, sigue aumentando, por lo que se precisa mejorar la seguridad de aquellos que huyen de los conflictos y la desesperación. El estrecho del mar Egeo entre Turquía y Grecia es una de las rutas más siniestras en el mundo para los refugiados y migrantes, hacinados en vetustos botes sin ninguna medida de seguridad. «Es necesario centrar más esfuerzos para combatir el contrabando de emigrantes. Hay que organizar trayectos legales y seguros mediante programas de reasentamiento y reunificación familiar». Se necesitan más recursos económicos, voluntad e interés para dar respuesta a la crisis; mucho sentido de responsabilidad y de la solidaridad humanitaria.

Sin una solución al conflicto a la vista y sin posibilidades de que la población refugiada pueda volver a sus casas de forma segura, las organizaciones humanitarias y de voluntarios, demandan un nuevo acuerdo, que establezca más inversiones, para los países vecinos a Siria, que acogen a más de 4 millones de refugiados, así como poner fin a las restricciones que les impide trabajar o vivir de forma legal en los países de acogida. Al mismo tiempo, el acuerdo debe proteger y reforzar el derecho a buscar asilo. Los países ricos deben facilitar el reasentamiento seguro de la población refugiada más vulnerable.

Las restricciones condenan a los refugiados a vivir en un limbo legal, con miedo a ser arrestados, detenidos o deportados. Se ha de ayudar a los países de acogida y dar a los refugiados la oportunidad de vivir con dignidad, cuyas condiciones de vida se han deteriorando de forma dramática, obligando a muchas personas a tomar medidas extremas para salir adelante, incluso, a regresar a las zonas de conflicto de las que huyeron. No hay tiempo para la espera ni excusas para no poner remedio.

A las muertes de quienes intentaron llegar por mar a las costas europeas, hay que sumar las personas que desaparecen bajo las aguas sin dejar rastro de su existencia y las voces silenciadas de los más de 10.000 niños y niñas de los que Europa parece haber perdido el rastro y se desconoce su paradero. En este trance, los estados decentes y democráticos, además de facilitar la vida en dignidad de los refugiados, tienen que hacer lo imposible por terminar con las guerras de intereses, que provocan todos los males y poner esos recursos a disposición de la lucha contra la miseria y la desigualdad.

No todo está perdido. Aún hay signos de humanidad. El 27 de febrero se han convocado movilizaciones bajo el lema «Pasaje Seguro Ya», exigiendo a los gobiernos de Europa que se establezcan rutas seguras y la defensa de los derechos humanos para las personas desplazadas de manera forzosa a causa de guerras y conflictos. Los organizadores reclaman rutas seguras en Grecia, en la frontera española y en el resto de Europa; visados humanitarios, procesos de reasentamiento y acceso diplomático al asilo en terceros países, así como la suspensión de los acuerdos de retorno y readmisión con países que no respetan los DDHH. También piden que se agilice urgentemente la reubicación de las personas refugiadas en Grecia e Italia; un papel activo de los gobiernos europeos en la resolución del conflicto y el control del comercio de armas.

Es necesario dar una respuesta humanitaria contundente y sin paliativos, que permita una vida digna a estos seres humanos, con el reconocimiento de sus derechos de forma plena. Por humanidad

 


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Víctor Arrogante
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