Se han
cumplido treinta años desde aquel día en el que se celebró el referéndum
sobre la permanencia de España en la OTAN. Fue un 12 de marzo de 1986,
aunque ya se pertenecía a la organización desde mayo de 1982, siendo
presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo de la UCD. Mucho tiempo ha
pasado, pero hoy, como ayer, alzo mi voz para decir ¡OTAN no! ¡Bases
fuera!
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los países de la Europa
Occidental, veían la política expansionista de la Unión Soviética como
un peligro para su estabilidad. En marzo de 1948, Francia, Bélgica,
Países Bajos, Luxemburgo, Reino Unido e Irlanda del Norte, firmaran el
Tratado de Bruselas, con el que creaban la
Alianza Atlántica. La aparición de gobiernos comunistas en Europa
Central y Oriental aumentó el temor y se decidió crear una estructura
mayor que tuviese como base el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
El resultado fue el
Tratado de Washington (4 de abril de 1949),
por el que se establecían las bases de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte.
España tenía vetada su participación en el ámbito internacional. Franco
había estado ligado a Hitler y Mussolini durante la guerra y el régimen
estaba mal visto. Tendrían que pasar muchos años, antes de que se la
dejara participar en el concierto internacional europeo. De forma
unilateral,
Estados Unidos, sí llegó a acuerdos con España,
instalando bases militares estratégicas, que serían luego, además, de la
OTAN.
El PSOE había sido contrario a que España perteneciera a la OTAN, pero
con la entrada en la Comunidad Económica Europea, Felipe González,
entendió que las cosas eran de otra forma a las que él mismo había
entendido y convocó el referéndum prometido sobre la permanencia de
España en la organización. Si en 1981 el PSOE defendía que España debía
colaborar con el equilibrio internacional no ingresando en la OTAN,
ahora argumentaba que debía hacerlo permaneciendo en ella. Muchos
calificaron el cambio de postura como
uno de sus primeros engaños políticos. Aparte
las presiones recibida por parte de EEUU y de los países europeos, era
imprudente salirse de la OTAN en momentos en los que se agudizaban las
tensiones de la segunda guerra fría. Hoy parece que estamos cerca de la
tercera. Como llegaría a ser el entusiasmo atlantista, que Javier Solana
llegó a ser Secretario General de la Organización desde 1995 a 1999.
El PSOE
se había manifestado en contra del ingreso en la OTAN, bajo el lema
«OTAN, de entrada no» y en el referéndum que se convocó, propuso SÍ a la
permanencia. Por su parte, Coalición Popular, antecesora del hoy Partido
Popular, que siempre había sido partidaria de la entrada en la OTAN,
recomendó la abstención. Todo un despropósito. La redacción de la
pregunta, tenía su aquel y era tendenciosa:
«El
Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que
España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha
permanencia se establezca en los siguientes términos: 1º La
participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su
incorporación a la estructura militar integrada. 2º Se mantendrá la
prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en
territorio español. 3º Se procederá a la reducción progresiva de la
presencia militar de los Estados Unidos en España. ¿Considera
conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los
términos acordados por el Gobierno de la Nación?»
En 1997, durante el mandato de José María Aznar, España se incorporó a
la estructura militar integrada de la OTAN. Se incumplía el primer
condicionante del referéndum. El segundo precepto fue enmendado,
introduciéndose en el
Instrumento de Adhesión una cláusula, por la
que EEUU puede instalar, almacenar o introducir armas nucleares en
territorio español, previa autorización del Gobierno de España. Tampoco
se ha producido la reducción progresiva de la presencia militar
norteamericana en España, sino que por el contrario ha ido en aumento,
por lo que el tercer precepto también ha quedado incumplido.
La URSS
desapareció en 1991, pero la OTAN liderada por EEUU, sigue vinculado a
Rusia con una amenaza global y están desplegando sus tropas en las
antiguas bases soviéticas para ejecutar sus planes, no sabemos si de
agresión o de defensa. La OTAN, tras el surgimiento de la crisis en
Ucrania en 2014, ha experimentado un empeoramiento de su relación con
Rusia hasta niveles no vistos desde la Guerra Fría. Ha multiplicado sus
maniobras militares y patrullas marítimas, terrestres y aéreas en varios
países europeos y bálticos. Las autoridades rusas ante las consecuencias
de la progresiva expansión atlántica, han desplegado nuevas armas en el
mar Negro. La guerra en Siria, Afganistán y todas las demás, hacen que
la tensión Este-Oeste se esté sirviendo fría.
Según la
Plataforma Global Contra las Guerras, en
España hay tres bases con presencia militar permanente de EEUU, según el
convenio bilateral de defensa firmado en 1988.
En la base aérea de Morón de la Frontera, está desplegada la Fuerza
Especial Tierra-Aire de Respuesta de Crisis del Cuerpo de Marines, una
unidad con capacidad para desplegar en pocas horas un contingente de
hasta 3.000 combatientes en África u Oriente Medio. En Rota, se autorizó
en 2012 el despliegue de cuatro destructores que forman parte del escudo
antimisiles de la OTAN y que pueden operar en todo el Mediterráneo y
África occidental. La base aérea de Torrejón de Ardoz, aloja uno de los
dos Centros de Operaciones Aéreas Combinadas de la OTAN en Europa. Desde
estas instalaciones se controlan todas las operaciones aéreas que la
OTAN pueda emprender en el sur de Europa.
En 1982 la población española era de 29.024.494. El censo electoral
estaba constituido por 17.246.880 personas. La
participación en el referéndum fue del 59.42%,
de los que el 52,49% dijeron si a la pregunta de marras. El no
representó el 39,85%. Lo que quiero decir es que sólo el 31,19% de la
población dijo SÍ y legitimó la permanencia de España en la Organización
del Tratado del Atlántico Norte.
Recuerdo que aquel 12 de marzo yo era apoderado de mi distrito por el
PSOE y estuve recorriendo los colegios electorales todo el día junto a
un compañero concejal socialista. En mi bolsillo llevaba un sobre
cerrado con la papeleta del NO, que cuando me tocó, la introduje
convenientemente en la urna. Seguí la idea que sobre la OTAN había
mantenido el partido socialista hasta entonces. Sigo en el empeño. ¡No a
la guerra!