Poneos al Servicio de la República. ¡Por un
nuevo Abril en el que el pueblo tome su destino en sus propias
manos! ¡Viva la República! Así termina el comunicado del «Colectivo
Al Servicio de la República» que retomo
como propio y amplio. No solo se abrieron las alamedas para
construir una nueva sociedad democrática, sino que las voluntades
se comprometieron en promover la justicia social, la igualdad y la
solidaridad. Sólo el fascismo asesino, que desde el principio puso
todo su poderío con la ayuda internacional y el Vaticano,
truncaron tantas vidas, ilusiones y esperanza, como el pueblo puso
aquel 14 de abril hace 86 años. Ahora los claveles rojos,
amarillos y malvas, vuelven a soltar su fragancia y con ella
nuevos bríos para recuperar la República, por dignidad y decencia.
Abril
es un símbolo. «El triunfo de un pueblo sobre la oligarquía, una
mañana en la que las amplias avenidas se llenaron de ilusión y
esperanza en el futuro». El régimen franquista, que todavía vemos
como colea, pretendió eliminar, a su estilo, el 14 de abril,
ignorar la fecha, «apartarla del imaginario colectivo»; pero ha
llegado la hora de que en las Cortes y en las calles atruene la
voz de la República. La que nos arrebataron, la del pueblo, la que
se construye día a día con el esfuerzo y el trabajo; la que
representa simbólicamente el triunfo popular, la independencia de
poderes ajenos, la soberanía plena sobre nuestro destino como
pueblo y los límites de nuestros sueños, la República, la que sólo
puede construirse sobre la derrota de la impunidad franquista que
es la base de todo el tinglado actual». El actual régimen es
ilegítimo de origen y la república un proyecto de convivencia
irrenunciable.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias,
defiende,
la pervivencia de los valores como democracia, soberanía,
plurinacionalidad e igualdad. La
vigencia de los valores del régimen político que puso fin a la
monarquía de Alfonso XIII. Iglesias defiende recuperar aquel
espíritu republicano no desde la nostalgia o los símbolos, sino
«como una caja de herramientas para pensar un país mejor, con
instituciones libres de la trama corrupta, que se ocupen de la
gente». La visión republicana de Podemos que sostiene su
secretario general, no se limita a pretender cambiar una bandera
por otra o querer que el Jefe o Jefa del Estado lo elija la gente.
Somos republicanos, dice, porque somos demócratas y patriotas y
porque entendemos que nuestra patria no es ni una bandera ni una
marca ni una sola nación, sino la res publica, el bien común, el
procumún». Todo es válido, pero con una República como
aquella Segunda fusilada.
Es
cierto que la defensa de la República no debe implicar solo una
mirada al pasado, sino una apuesta por un futuro en una sociedad
democrática; y no hay democracia sin república: «sin soberanía,
plurinacionalidad, igualdad entre mujeres y hombres, educación
pública, sanidad pública, tribunales independientes, política
exterior de paz, progreso, re-industrialización, desarrollo
sostenible, defensa del mundo rural, derechos sociales y
laborales», una República federal y laica.
Alberto Garzón prefiere «una
república de derechas a una monarquía que no puedo elegir»;
cree que en España hay una democracia procedimental, pero no real,
y que la abdicación del rey «se aceleró» para salvar a la troika y
reforzar el capitalismo. Lo cierto es que «el pecado original
quedó grabado en la Constitución y sellado por un pacto de las
élites para perpetuar el espíritu nacional del franquismo».
En España no hubo ruptura, no tuvimos nuestra Revolución de los
claveles y todo resultó ser una Transición controlada por las
fuerzas vivas del régimen, con la aquiescencia del PSOE, el PCE y
otras fuerzas nacionalistas.
Reclamamos la República como el modelo de
Estado más democrático,
ya que la Monarquía, por mucho que sus defensores afirmen que fue
legitimada en el Referéndum de 1978, no fue votada por los
españoles, fue un trágala, revestido de
legalización de derechos civiles y ciudadanos constitucionales,
hoy de nuevo en peligro. Los españoles votamos el texto
constitucional, no el modelo de Estado. O monarquía o no había
Constitución. Se aceptó la voluntad de Franco en la Jefatura del
Estado, no se puso en cuestión su testamento. Ha llegado el
momento en que la ciudadanía española ejerzamos el derecho de
elección de modelo de Estado que queremos, que se nos hurtó en pos
de la paz de los muertos que siguen en las cunetas.
Podemos
no participa decididamente en la implantación de la República e
Izquierda Unida, compartiendo el objetivo y los valores de
izquierda y republicanos, no está abiertamente por la labor. El
PSOE ni esta ni se le espera. Frente a esta situación, la ruptura,
la que no fue posible en 1975, construida sobre bases claras.
Hemos de reagruparnos en torno a la República como objetivo
irrenunciable y construir la estrategia de acción sobre las
debilidades del régimen actual que son muchas.
Los
republicanos y republicanas, debemos agruparnos. Forzar una
alianza por la ruptura y eso sólo se logra políticamente luchando
en todos los frentes posibles. El principal problema que
encontramos en esta lucha es la falta de visibilidad pública en
los medios de comunicación, al servicio del Sistema, algo
previsible por que el republicanismo democrático y la lucha contra
la impunidad del franquismo y la monarquía su heredera. Hay ideas,
objetivos y estrategia, falta organización, recursos y medios de
comunicación que sirvan de altavoz para difundir el compromiso
republicano.
Soy republicano,
por una cuestión de racionalidad y de comunión con los ideales
republicanos de Libertad (de expresión,
de culto, de sindicación y de todo aquello que no perjudique a los
otros), de Igualdad (ante la ley, de voto, por sexo y de
oportunidades) y de Fraternidad (solidaridad, ayuda mutua y
familiar) y la Laicidad que también comparto.
El sistema neoliberal que gobierna en
España, tiene pánico a la Tercera República, a la Memoria
Histórica y a dar la palabra a la ciudadanía, a que el pueblo
hable, a que el pueblo decida, que ensanchemos la democracia y
pongamos fin a la monarquía impuesta por el dictador en la persona
de Juan Carlos I, sustituido por la
herencia de sangre por su hijo Felipe VI, todo un atentado contra
la razón humana, que nos retrotrae al feudalismo y vasallaje más
rancio de nuestra historia.
La lucha por la Tercera República la lanzó
Fernando Valera, último presidente del gobierno republicano en el
exilio, en julio de 1977 en su último
mensaje: «hasta aquí hemos resistido sin renunciar nunca, la
Segunda ha caído, ¡Viva la Tercera!». La lucha sigue siendo
necesaria, sin renuncias. La República es posible.