Nos
estamos desayunando, almorzando, incluso merendando con la
represión de los tribunales de justicia contra la libertad de
expresión. Hasta cuatro años de cárcel piden para cuatro
profesores y un activista por participar en una protesta contra
los recortes educativos. Otro caso que clama, es el de Cesar
Strawberry, condenado por el Tribunal Supremo a un año de prisión,
por publicar unos tuits. También es inadmisible que a Cassandra,
por bromear sobre Carrero Blanco, le pidan dos años y medio de
prisión. La justicia, con sus decisiones, ejerce la represión del
Estado, atentando contra la propia democracia a la que deberían
defender.
La limitación de la libertad de
expresión vuelve a ser protagonistas, después de conocer la
condena a un año de cárcel por enaltecimiento del terrorismo a
César Strawberry.
Su caso no es el único objeto de polémica:
las actuaciones judiciales contra los titiriteros; contra la
portavoz en el Ayuntamiento de Madrid Rita Maestre; o contra el
concejal Guillermo Zapata son otros casos contra la libertad de
expresión, que es un derecho cualquiera, sino que forma parte de
los derechos humanos, además de ser derecho fundamental, que la
Constitución española reconoce y protege. Derecho de reunión y
manifestación pacifica, así como «expresar y difundir libremente
los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el
escrito o cualquier otro medio».
El Tribunal Supremo condena a un año de
prisión, al cantante Cesar Strawberry, como autor de un delito de
enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas,
por seis tuits que publicó en Twitter entre noviembre de 2013 y
enero de 2014. Según el Tribunal los
tuits «alimentan el discurso del odio, legitiman el terrorismo y
obligan a la víctima al recuerdo de la lacerante vivencia de la
amenaza, el secuestro o el asesinato de un familiar cercano». El
caso había sido juzgado por la Audiencia Nacional que dicto
sentencia absolutoria, al no considerar que había delito. Ahora el
Supremo corrige y condena. Jueces para la Democracia es de la
opinión que «lo
razonable» es el voto particular que ha emitido uno de los
magistrados, que defiende la «prevalencia»
de la libertad de expresión. Será el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos quien tenga que intervenir en el caso, cuando se agoten
las vías en España.
La Audiencia Nacional absolvió, considerando
que no quedaba acreditado que el acusado buscase con sus mensajes
defender los postulados de una organización terrorista ni tampoco
despreciar o humillar a sus víctimas, el Supremo considera que el
artículo 578 del Código Penal no exige
acreditar con qué finalidad se ejecutan los actos de
enaltecimiento o humillación. Las víctimas no se sienten
ofendidas. Eduardo Madina dejó «claro
en la vista oral, que no me sentía ofendido. Lo vuelvo a hacer
hoy. Mi solidaridad con César Strawberry».
El pretendido tuit de la ofensa decía «Street Fighter, edición
post ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina». Su detención fue un
acto de «prevaricación
orquestando una operación judicial supuestamente antiterrorista»
con el fin de infundir miedo en el electorado. Una estrategia de
guerra cultural.
Por su parte la nieta de Luis Carrero
Blanco, ha salido al paso de los chistes sobre su abuelo y ve «un
disparate que se pidan penas de cárcel por mofarse del asesinato
en Twitter». Unos chistes sobre el que
fuera presidente del Gobierno en el franquismo, asesinado por ETA
en 1973, puede llevar a Cassandra dos años y seis meses a la
cárcel. Es lo que pide el fiscal, según le ha notificado el
Juzgado de Instrucción nº 5 de Murcia, por varios tuits publicados
entre noviembre de 2013 y enero de 2016. «Kissinger
le regaló a Carrero Blanco un trozo de la luna, ETA le pagó el
viaje». Que el fiscal considere que ha
cometido un delito de humillación a las víctimas del terrorismo y
suponga «enaltecimiento del terrorismo», es otro ataque a la
libertad de expresión.
Ni en los peores tiempos del franquismo,
cuando el mismo Generalísimo corría por los chistes como «Paco el
rana». Si siguen persiguiendo cualquier justificación del atentado
contra Carrero Blanco, acabarán procesando a Victoria Prego,
dice en su cuenta en Twitter @bufetealmeida,
recordando un artículo de la periodista: «La transición en España,
comenzó ese día 20 de diciembre de 1973 en la calle Claudio Coello
de Madrid». La libertad es vivir en un país donde nadie tenga
miedo a contar un chiste.
La editorial Alfagura publicó hace 17 años,
en el libro La agonía del Dragón, de Juan Luis Cebrián, este
chiste: «Carrero
Blanco coge un taxi y pide que le lleven a Claudio Coello, ¿a qué
altura de la calle le dejo?». Puede que
no sea delito porque esté publicado en un libro y de una forma muy
concreta o porque no fue publicado por Cassandra o Strawberry,
ni Rita ni Guillermo Zapata ni Facu Díaz ni ningún tuitero
desaprensivo.
La
ley de Seguridad Ciudadana, coarta la
libertad de los ciudadanos, ejerce un mayor control sobre las
protestas callejeras, intentando evitar la crítica al gobierno ni
a ninguna otra situación política y social. Si no teníamos
bastante con el Código Penal, que criminaliza la protesta,
mediante duras penas de cárcel, ahora, además, tratan de arruinar
a quienes protestamos, mediante grandes multas económicas.
La Constitución española, en su
artículo 20 prevé la suspensión del
derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y
opiniones, solamente, en el caso de que se hubiera declarado el
«estado de excepción o de sitio». Contra ello, el actual gobierno
del PP restringe los derechos y criminaliza las protestas. Los
partidos de la oposición política, deberían estar muy pendientes
de esta situación y denunciar los atropellos.
«Los
exabruptos, aunque sean inaceptables, no deben merecer condena
penal», porque eso supone descontextualizar las frases y hace
prevalecer más lo represivo que la libertad, en opinión de un
portavoz de Jueces para la Democracia, que prevé organizar
próximamente unas jornadas sobre libertad de expresión y redes
sociales. Es llamativo conocer, por lo sorprendente y el peligro
que engendra, que una tercera parte de los delitos sobre
terrorismo que investiga la Audiencia Nacional, tienen que ver con
la libertad de expresión en redes sociales. «La legislación
antiterrorista, y concretamente el pacto alcanzado en 2015,
desdibuja el delito de terrorismo, que se ha de caracterizar por
elementos como el aspecto organizativo y la posesión de armas o
explosivos» y no por tuits, retuits o pulsar «me gusta», que no
deben merecer sanción penal.
Ante lo que se avecina, algunos ya estamos
preparando el chándal carcelario.
Se ha subvertido el sistema democrático;
se ha deteriorado el pacto social; se ha resquebrajado el consenso
constitucional y la legitimación democrática se está utilizando en
contra de la mayoría social. Frente a todo ello y en el ejercicio
del derecho de expresión, sin ánimo de ofensa, sino por defender
los derechos que nos corresponden, cabe el grito ciudadano, porque
cuando los gobiernos usurpan poderes del pueblo y cometen
injusticias, el pueblo queda legitimado para levantarse contra el
totalitarismo represivo y contra la opresión. Un estado es más
totalitario cuanto mas derecho penal tiene.
La
sentencia que condena a Cesar Strawberry y otras actuaciones
judiciales, ponen en peligro la democracia. Las sentencias vienen
recogiendo los criterios de los fiscales y éstos los argumentos
del gobierno, que conocemos como se las gasta ideológicamente.
Poca independencia judicial se observa. OjO con lo que tuiteas,
con lo que dices, con lo que haces, con lo que piensas..., el
gran hermano te vigila.
«Je
suis Cesar Strawberry» y Cassandra; también profesor y activista y
todos los demás, que en el ejercicio del derecho de mi libertad de
expresión, me solidarizo con sus acciones.