No son
tiempos de triunfalismo; si acaso, son tiempos para los buenos
deseos de bienestar, prosperidad y proclamar la solidaridad. Sin
caer en el mayor grado de pesimismo, con este Gobierno, sus
políticas y la acción de la oposición, nos esperan malos tiempos.
Sobre todo para los colectivos más desfavorecidos, que
lamentablemente son cada vez más, afectando a un mayor número de
personas que van cayendo en riesgo de pobreza y en la pobreza
misma.
Frente a la miseria que nos invade, el rey y
el presidente Rajoy, en sus discursos de año viejo, nos tomaron el
pelo. «Supusieron
una utilización económica de los sentimientos y una mirada
sentimental de la economía» (Luis García
Montero) y un triunfalismo desmedido, llegando al insulto
intelectual. Dicen que España sale de la crisis, ofreciendo datos
y cifras que solo benefician a las empresas del ÍBEX-35 y a los
negocios de los corruptos a quienes protegen. «La crispación de
los necesitados se arregla con la serenidad de los que ocupan el
trono» y el poder cuasi perpetuo.
El
Borbón se atrevió a decir que «Vivimos con la esperanza de la
recuperación que ya hemos iniciado», pretendiendo tranquilizar a
la ciudadanía, «para poder llevar a cabo sus proyectos de vida».
¿A quienes se refería su majestad? Ni se acordó de los tres
millones y medio de personas que sufren pobreza severa ni de los
13,3 millones que viven en riesgo de exclusión ni a las cincuenta
mil personas sin techo. Se olvidó del 27% de los niños y niñas que
viven bajo el umbral de la pobreza y de los más de dos millones de
jóvenes que se marchan al extranjero a trabajar y no precisamente
por mostrar «inquietud y amplitud de miras» que dice el ministro
Alfonso Dastis, sino para buscarse la vida, en condiciones que
aquí no encuentran.
Malos tiempos corren para la clase
trabajadora y los desempleados; de forma especial para los mayores
de 50 años para lo que la búsqueda de trabajo es un tormento.
Quienes a esa edad buscan empleo, se frustran por el rechazo de la
mayoría de empresarios, que prefieren jóvenes de
más fácil doma y menor salario. Los
trabajadores de 50 años son los primeros en sufrir las regulaciones de
empleo. Precisamente, la progresiva
«normalización» de la economía española ha situado el número de
expedientes de regulación de empleo en niveles previos a 2007
y los despidos alcanzan casi 20.000 hasta el mes octubre.
«Tenemos
la mayor fuerza laboral de la historia de España y el problema
ahora es la falta de actividad económica».
El vuelco de la pirámide demográfica ha sacudido el
mercado laboral. La esperanza de vida se sitúa en los 82 años, lo
que quiere decir que los mayores de 50 años parados y con
dificultades de encontrar empleo, tienen por delante 30 años de
malas expectativas y peores condiciones de vida.
No les va a ir mejor a los pensionistas,
cuyas pensiones sufrirán en 2017 la mayor pérdida de poder
adquisitivo en cinco años. La subida del 0,25% y la previsión de
que el IPC estará por encima del 1,5% arrojan la mayor pérdida de
poder de compra desde 2010. La subida de las pensiones aprobada
para 2017, es el mínimo contemplado en la última reforma de las
pensiones que aprobó el Gobierno de Rajoy, que habrá que derogar.
El gobierno, con su especial sensibilidad social, ha vetado la
iniciativa de la oposición −excepto Ciudadanos− para que se
aplicara un aumento del 1,2%. Una encuesta de la Organización de
Consumidores y Usuarios, realizada a personas con edades entre los
60 y los 79 años, viene a decir que
los españoles perdemos un 26% de ingresos al jubilarnos.
Un 25% de los pensionistas dependen de una única pensión para
poder vivir y 1,96 millones de personas cobran de pensión entre
600 y 655 euros al mes. Tampoco se acordaron los dirigentes en sus
discursos de esta realidad de miseria.
Los datos son tozudos y descubren la
manipulación interesada que se hace con ellos.
El año 2016 ha finalizado con una bajada de paro de 390.534
personas, «la mayor de la historia» y el
número de contratos registrados en diciembre ha sido de casi 1,7
millones. Todos agitan sus congratulaciones por los datos,
cuando lo cierto es que muestran una tendencia acusada a la
precariedad laboral y a la baja calidad de los contratos. El
aumento del número de contratos registrados en diciembre tiene que
ver con la tradicional temporada navideña. Tan sólo 122.294
contratos en diciembre eran indefinidos (7,19% del total), por lo
que un 92,81% de los contratos son temporales.
La cifra total de parados registrados en las
oficinas de empleo, se sitúa en 3.702.974 personas, más pobres y
más desprotegidos, «y continúa en los niveles más bajos de los
últimos siete años», apuntan. Habrá que esperar a la Encuesta de
Población Activa para conocer la realidad que no es tan halagüeña
como nos quieren hacer ver.
El Sistema de Protección a noviembre, nos dice que la cobertura
solo llega al 55,66% y que los gastos
totales suponen un 8,4% menos que en 2015, pese a que hay más
personas en situación de desempleo. Los beneficiarios han bajado
en los últimos años: 1.990.843 beneficiarios había en 2016, frente
a 2.462.329 en 2014. Hay 1.712.131 personas sin protección, y
nadie se acordó de ellos en sus discursos.
En
cuanto a la edad de los afectados; según el SEPE, el 8% de todos
los parados registrados en diciembre, son menores de 25 años,
frente a los datos de la EPA del tercer trimestre de 2016, que
presentaba hasta un 41,94% de paro en el tramo de edad de 16 a 24
años. Pese a que la afiliación a la Seguridad Social crece en
540.655 personas, situándose en 17,89 millones, las arcas no
recibirán más ingresos, sino todo lo contrario, teniendo en cuenta
que el 92,81% de los contratos son temporales o a tiempo parcial y
se cotiza poco.
Cuenta Isaac Rosa en su columna, que el año
pasado aumentó el número de muertos en accidentes de tráfico, y el
gobierno ha decidido tomar medidas:
desde ahora solo se contabilizarán como víctimas los que mueran en
el acto, y los trasladados a los
hospitales que allí mueran, serán considerados heridos; de esta
forma el número de víctimas mortales descenderá entre un 25% y un
30%. Con este plan, el gobierno podría plantearse hacer algo
parecido en otros ámbitos. Contar como trabajo (y descontar como
paro) los contratos por horas, tiempo parcial, prácticas no
remuneradas, cursos, salarios por debajo del mínimo, becarios
eternos, emprendedores y cualquier persona que en el mes
anterior haya
trabajado poco y poco que haya cobrado. De esta forma, terminar
con el paro está a su alcance.
También este tipo de manipulación
estadística podría aplicarse en otras situaciones, como la
violencia machista, para rebajar el número de víctimas. El número
de mujeres muertas por la violencia machista en 2016, oscila según
la fuente. Para el
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
se eleva a 44. Para la organización
Femminicidio.net el número de mujeres
asesinadas se eleva a 57. Cualquiera que sea el número de
víctimas, la situación es insostenible por ser una vergüenza que
atenta con los derechos humanos. El Congreso de los Diputados, el
pasado noviembre, dio un primer paso para un pacto de Estado
contra la violencia machista −que es terrorismo−,
aprobando por unanimidad la creación de una subcomisión.
En estos días de enero, el ministro del Interior, ha urgido ha
alcanzar un Pacto de Estado contra la violencia de gneero tras los
tres últimos asesinatos registrados en el último fin de semana. Si
el terrorismo político, hubiera asesinado a
más de mil doscientas personas en los últimos diez y ocho años,
los pilares del Estado temblarían. Sobre la opinión del magistrado
del Supremo, Antonio Salas un comentario: «Para
matar no hace falta fuerza» (Ana María
Pérez del Campo de la Federación de Mujeres Separadas y
Divorciadas), sino ser un auténtico canalla canalla
Y
frente a los datos que desmienten el falso triunfalismo del poder,
está la percepción de la ciudadanía sobre la realidad que vive. El
paro continúa siendo la principal preocupación para el 74,7% de
los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas. Le
sigue la corrupción y el fraude (36,7%) y la inquietud por los
problemas económicos que alcanza al 24,7%. Sólo el 4,8% considera
que la situación económica es «buena» o «muy buena», frente al
60,4% que la considera «mala» o «muy mala. Además, el 62,3%
considera que dentro de un año estará igual o peor. Tampoco la
situación política tiene mejor valoración. El 67,5% considera que
la situación política es «mala» o «muy mala» y el 83,8% entiende
que está igual o peor que hace un año.
Sobre
los derechos de la clase trabajadora perdidos, la calidad y
atención de los servicios de salud, el sistema educativo, la
Justicia, la corrupción y el fraude cada vez más generalizado, y
todos los demás temas que afectan a la democracia y el Estado
social y Democrático, tendremos tiempo de hablar; como sobre la
defensa nacional, el terrorismo, las censuras y libertades;
también sobre la era Trump que se avecina.
Esta es
mi opinión sobre la realidad que me rodea, frente a lo que escucho
que cuentan para confundirnos.