Vivimos en un país de secretos, salvo que
afecte al pueblo llano o la vida de algunos personajes populares,
cuyo techo se convierte en cristal, por la presión de algunos
medios. La
Ley sobre secretos oficiales, procede
del franquismo (5 de abril de 1968), con algunos retoques
establecidos en 1978 (31 de octubre), antes de la aprobación de la
Constitución. El año pasado, el Congreso de los Diputados aprobó
una iniciativa, para fijar un periodo de desclasificación
automática (25 años para materias secretas y 10 para las
reservadas), atribuyendo al Consejo de Ministros la facultad de
clasificación.
El Gobierno del PP en octubre de 2015, ya
había
rechazado desclasificar documentos de entre 1931 y 1968,
porque «no se considera prioritario» y por la falta de medios
técnicos y económicos para llevar a cabo tal «ardua tarea» del
estudio de miles de documentos sobre la Guerra Civil y la primera
etapa del franquismoque fueron clasificados secretos en 1968. Con
su postura niega temiendo, el conocimiento de lo que ocurrió
durante el franquismo, convirtiéndose en cómplice de sus horrores,
como hace al
negarse a perseguir sus crímenes. «No se
desclasificarán documentos de los que se ignore su contenido
porque el Gobierno no va a tomar riesgos sobre la seguridad del
Estado». Es bochornoso que a estas alturas, los investigadores se
vean obligados a acudir a Reino Unido o Francia para conocer
hechos de la historia de España
La
opacidad de España es mayor que la del Vaticano, modelo del
secretismo, que aunque ha desclasificado documentos sobre la
actividad de la Iglesia argentina bajo la dictadura, todavía no lo
ha hecho sobre la inexistencia de dios y las vidas poco ejemplares
de muchos miembros de su comunidad en la historia. La paradoja
estriba en que, mientras Defensa alega que no tiene medios para
desclasificar documentos sobre la guerra civil o los campos de
trabajo de la dictadura, ha digitalizado miles de páginas de
informes desclasificados sobre los avistamientos OVNI y con
limitaciones.
En noviembre pasado, el PP
no logró frenar la reforma de la ley franquista de secretos
oficiales, ni ofreciendo al PSOE y
Ciudadanos enviar un proyecto de ley en seis meses. El PSOE
rechazó el acuerdo y votó a favor de la aceptación a trámite de la
iniciativa. El Congreso dio luz verde a la propuesta del PNV, por
169 votos a favor, 3 en contra y 162 abstenciones. En el banco
azul, la titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, fue el
único miembro del ejecutivo presente.
Pero no nos remitamos a documentos secretos
de la historia no tan lejana de España como la guerra y el
franquismo. Esta semana se cumplen 36 años del 23F de 1981, el
golpe de Estado, que dieron los facciosos. Hay más sombras que
luces sobre lo ocurrido y más responsables de los que aparecen.
Hasta
siete secretos del 23F y la Transición podrían quedar a la luz
si se modifica la ley de secretos, que se encuentra en la comisión
constitucional:
«¿Adolfo Suárez propuso al rey Juan Carlos revocar su dimisión un
día después del 23F? ¿Nos salvó el rey de un golpe que el mismo
había puesto en marcha? ¿Felipe González estaba al tanto de la
Operación Armada y aceptó ser vicepresidente de un general? ¿Qué
nombres, acciones, relaciones y documentación recabaron los
servicios secretos españoles en su investigación? ¿Hasta dónde
había implicados mandos y cargos de la época, incluidos los del
Cesid? ¿Algún servicio secreto extranjero conocía los planes de
ETA para atentar contra Luis Carrero Blanco? ¿Existe en el CNI un
archivo llamado Jano con el seguimiento a 8.000 personajes que
tenían o podían tener en el futuro una proyección pública?»
El golpe de Estado se dio en nombre del rey
y a sus órdenes y lo argumento en el artículo
El rey fue uno de los responsables y en
una serie de artículos sobre el trágico y bochornoso
acontecimiento.
«Para Suárez estaba claro que el alma del 23-F era el Rey»,
en opinión de Pilar Urbano. El rey parece que insistió «¡A mi
dádmelo hecho!» (El Rey y su secreto, Jesús Palacios). Estaba
previsto que a la llegada de Armada, varios diputados lo avalaran,
entre ellos Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique
Múgica, Peces Barba y José Luis Álvarez. En la historia de España,
la monarquía siempre se ha restaurado o instaurado mediante golpe
de Estado. Se consiguió lo que pretendía: el rey y la monarquía
consolidados; la democracia fortalecida; el desarrollo del estado
autonómico paralizado; y la política de Suárez reconducida.
El desaparecido Diario16, dejó algunas
preguntas, que junto con las que yo mismo hago en
Preguntas con respuesta incorporada, que
siguen teniendo plena vigencia y en si mismas encierran respuestas
sobre lo ocurrido:
¿Qué
quiso decir Suárez en su despedida televisiva, con: No quiero que
la democracia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de
España?
¿Por
qué no se investigó a El Alcázar, cuando el día antes publicaba:
«Todo dispuesto para la sesión del lunes, Antes de que suenen las
18.30 horas»? o a la revista «Spic» del mes de febrero, donde un
tal Otis escribía: «No es cierto que yo pretenda dar un golpe
militar el lunes 23 de febrero por la tarde... ¡Además, no sé!»?
¿Por
qué el capitán Sánchez Valiente, «el hombre del maletín», que se
marchó al extranjero tras fracasar el 23-F, sólo fue juzgado por
«abandono de destino»? y ¿Por qué no se investigó la frase del
coronel San Martín en el juicio de Campamento: «Por una
confidencia supe que más gente de los que estamos aquí estaba
enterada e implicada»?
¿Por
qué el Rey, en su telex a Milans del Bosch, dijo: «...después de
este mensaje ya no puedo volverme atrás»? y ¿Por qué el Rey tuvo
que decir aquello de: «Ni abdico, ni me voy. Tendréis que
fusilarme»?
¿Por
qué no se reveló el nombre del «portavoz parlamentario» que sería
el interlocutor entre los golpistas y los diputados?; ¿Por qué el
Gobierno de la UCD giró radicalmente a la derecha tras el fracaso
del golpe y se aceleró la integración en la OTAN?
¿Por
qué dijo Armada a Aramburu (director de la Guardia Civil), al
llegar al Hotel Palace en la medianoche del 23-F: «Vengo porque me
has llamado tú»?; ¿Por qué se impidió a Armada revelar en el
juicio el contenido de su audiencia con el Rey (que duró hora y
media) en la Zarzuela, diez días antes del 23-F?
¿Por
qué el Consejo de Guerra que juzgó a los implicados condenó al
general Armada a seis años de prisión y el Supremo elevó la pena a
30 años, como a Tejero y Milans?
¿Por
qué no se investigó el asalto al Gobierno Militar de Madrid con
intervención de elementos ultraderechistas?; ¿Por qué no se
investigó quién era la autoridad, «militar por supuesto», que
anunció el capitán Muñecas desde la tribuna del Congreso?
¿Por
qué Quintana Lacaci, capitán general de la I Región, manifestó
posteriormente que si el Rey le hubiese ordenado sacar sus tropas
a la calle y ocupar Madrid le hubiese obedecido?; ¿Por qué no se
investigó y llamó al orden al teniente general Ignacio Alfaro,
presidente de la JUJEM, quien, tras ver el mensaje del Rey por
TVE, se fue a dormir?; ¿Por qué no se detuvo a Torres Rojas en la
Acorazada «Brunete» cuando se le ordenó por su capitán general,
Manuel Fernández Posse, que regresara a A Coruña, continuó varias
horas más en la División?
La diputada
Carmen Echave, declaró a El Correo Español:
«Cuando me condujeron los guardias al despacho del vicepresidente
del Congreso, me prohibieron encender la luz. «Es por su
seguridad. No le conviene ver quiénes están ahí». Nadie lo
investigó».
¿Por qué el Gobierno español no protestó
ante el de EEUU por la frase despectiva de su secretario de
Estado, Alexander Haig «Es un asunto interno de los españoles»?
Para Santiago Carrillo, estaba claro que
la CIA estaba al corriente de los preparativos del golpe,
así como el embajador de Estados Unidos en España. Parece que
también el Vaticano había sido informado y la Conferencia
Episcopal española.
Si les quedan dudas, lean la
denuncia ante el Fiscal General del Estado
del excoronel Martínez Inglés, contra Juan Carlos de Borbón por el
23-F y la «Solución Armada I y II». También algunos de mis
artículos aparte de los ya mencionaos:
¿Estaba el ‘elefante blanco’ a las órdenes del Rey?;
Golpe de Estado que cambió el rumbo de la Transición;
Golpe de estado en mi memoria o
El "juicio de Campamento Cambalache. Si
no las tienen ya, saquen sus propias conclusiones.
Posiblemente la mayoría de las pruebas documentales y cintas con
imágenes y sonidos habrán sido eliminadas por órdenes de
destrucción masiva. Habrá que esperar a la desclasificación de los
documentos para conocer algo más sobre el caso, aunque ideas
tenemos. Algunos ya habremos muerto y los hijos de mis nietos ni
sabrán de qué hablaba el abuelo.