Cuando la
Ley Moraza entró en vigor en 2015, pensábamos que nacía muerta porque
los partidos en la oposición mostraron su rechazo y presentaron un
recurso al Constitucional. Han transcurrido cuatro años, y el Gobierno
del PSOE, salido de la moción de censura a Rajoy, no ha tocado ni una
coma y sigue vigente hoy.
Para
Amnistía Internacional, "La Ley Mordaza es
una amenaza real contra la libertad de expresión y los derechos de
reunión pacífica y de información". Durante los cuatro años que lleva
en vigor, se ha aplicado contra cientos de periodistas y miles
de activistas que defienden el derecho a la vivienda o al
medioambiente y decenas de miles de personas multadas por manifestarse
o realizar actos de protesta pacíficos.
El 1 de julio de 2015, entraba en vigor una de
las leyes más represivas que se ha aprobado en España desde la entrada
en vigor de la Constitución en 1978: la Ley
de Seguridad Ciudadana. Fue aprobada por el
Gobierno del Partido Popular y el rechazo de la oposición. Con la Ley
Orgánica 1/1992, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, conocida
como "ley de patada en la puerta", del ministro del Interior Corcuera
(PSOE), comenzaron los ataques al ejercicio de los derechos humanos.
El Tribunal Constitucional anuló el precepto de la ley,
por el que se permitía a los policías entrar y registrar un domicilio
sin autorización del juez cuando persiguen delitos de narcotráfico.
Quedó anulado el artículo 21.2, por considerarlo contrario al artículo
18.2 de la Constitución: "El domicilio es
inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin
consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de
flagrante delito".
La entrada
en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana, supuso la ampliación de la
potestad sancionadora de la Administración, aumentado el margen de
discrecionalidad de las Fuerzas de Seguridad, sin introducir
mecanismos de control adecuados que impidan los abusos. De igual modo,
"su aplicación por parte de las Fuerzas de Seguridad ha impactado de
forma negativa en el ejercicio del derecho a la libertad de
información", y ha llegado a traducirse en autocensura para
periodistas y personas que quieren documentar las actuaciones
policiales.
La Ley Mordaza es una amenaza que recorta
derechos y atenta contra la libertad de expresión; ha
provocado que se haya perdido calidad democrática en España. El
26 de marzo de 2015, el Congreso −con mayoría absoluta del PP− dio luz
verde a la aprobación de la ley, con el rechazo unánime de la
oposición. Pocos meses después, la mayoría de los grupos la
recurrieron ante Tribunal Constitucional. Lo que antes figuraba como
falta, ahora es una infracción
administrativa con multas, que oscilan entre
muy grave (de 30.001 y 600.000 euros), grave (de 601 a 30.000 euros) y
leve (de 100 a 600 euros). Con esta ley, el PP que perseguía limitar
el derecho de manifestación.
La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP)
ha pedido al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y a
los grupos parlamentarios de la izquierda que se tomen en serio sus
promesas de modificar la Ley. "Debe
ser uno de los objetivos prioritarios en la nueva legislatura para
acabar con las arbitrariedades que se han cometido en la aplicación de
esa ley y con la desproporción en la imposición de multas".
La Plataforma
en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), advirtió
que si la derogación del supuesto núcleo duro de la Key, se limita a
los artículos recurridos ante el Constitucional, se mantendrán en
vigor artículos muy lesivos para los Derechos Fundamentales.
Amnistía
Internacional, pide al Parlamento "que reforme de una vez por todas,
los artículos que socavan la libertad de información, expresión y
reunión pacífica", porque Ley Mordaza penaliza y limita la libertad de
expresión, información y reunión pacífica; persigue y criminaliza a
activistas, periodistas y movimientos sociales que protestan contra
injusticias o violaciones de derechos humanos; crea indefensión ante
la dificultad para oponerse a la versión policial; y ha permitido más
de 40.000 multas en solo 3 años únicamente por "faltas de respeto" a
la autoridad.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro
Sánchez,
mostró su compromiso para reformar la Ley de Seguridad Ciudadana.
Antes, cuando su partido estaba en la oposición, fue uno de los que se
sumaron al recurso que presentaron todos los grupos (salvo PNV, CiU y
PP) ante el Tribunal Constitucional, para derogar ocho artículos.
Después con Sánchez liderando el Gobierno, el compromiso ha sido
impulsar la derogación urgente de los artículos recurridos, que
limitan desproporcionadamente los derechos de reunión y manifestación
y la libertad de expresión. Nada se ha dicho de la derogación de otros
artículos no recurridos, que vulneran derechos fundamentales.
Ni las
movilizaciones en contra ni los recursos ante el Constitucional han
logrado detener la aplicación de la ley. Colgar en Internet
fotografías de la policía en acción, es considerado como una falta
grave. Dificultar operaciones de desahucio concentrándose frente a las
casas de los afectados es castigado. Manifestarse frente al Congreso,
el Senado y los parlamentos autonómicos, es considerado como una
perturbación grave de la seguridad ciudadana. Desobedecer o resistirse
a la autoridad, no identificarse o no colaborar con las fuerzas de
seguridad, también es multado.
La ley de
Seguridad Ciudadana, coarta la libertad ciudadana, ejerciendo un mayor
control sobre las protestas callejeras, intentando evitar la crítica
al gobierno. Si no teníamos bastante con el Código Penal que
criminaliza la protesta, con la ley mordaza pretenden arruinar a
quienes protestamos. Cuando un gobierno se desentiende de proteger los
derechos fundamentales que la Constitución promueve, la ciudadanía,
desprotegida, adquiere la legitimidad para reivindicar sus derechos y
anhelos.
Contra la
Ley Mordaza, por el derecho legítimo a la protesta contra la
represión. La libertad de expresión y los derechos de reunión pacífica
y de información, nunca pueden ser penalizadas. No es compatible con
la democracia.