Fue un mes de mayo florido
hace 75 años, cuando
finalizó la Segunda Guerra
Mundial. Múltiples fueron
las causas y graves sus
consecuencias. Las
condiciones creadas tras la
Primera Guerra Mundial
sentaron las bases para el
inicio del nuevo conflicto
mundial. Más destrucción,
sufrimiento y muerte. La
humanidad no había dado de
si toda la crueldad de la
que era y es capaz.
España también jugó su papel
antes y durante la guerra,
por lo que sufrimos las
consecuencias de la
posguerra durante años. El 8
de mayo de 1945, se firmaba
el acta de rendición
incondicional, que ponía fin
al predominio del nazismo en
Europa. Quedaba odio y
rencor. Hoy, aquella
ideología criminal vuelve a
tomar auge en la Europa
unida y tenemos que
evitarlo.
La
guerra en España
(1936-1939), llamada civil,
pero que fue militar, por
supuesto,
sirvió de campo de pruebas
para Alemania e Italia.
Hitler, tras denunciar las
cláusulas sobre desarme
impuestas a Alemania por el
Tratado de Versalles,
organizó un nuevo ejército y
puso a prueba el nuevo
armamento y las nuevas
tácticas guerreras. Hitler y
Mussolini, entregaron
material de guerra a Franco
y enviaron tropas
especializadas a combatir en
suelo español contra el
gobierno republicano. Las
otras potencias, encabezadas
por Francia y apoyada por
Reino Unido, se abstuvieron
de intervenir,
desarrollando su política de
No intervención,
porque la guerra de España
venía a complicar el juego
estratégico que se
desencadenaba en Europa.
Todo fueron ventajas para el
nazismo y el fascismo
español. La República
quedaba abandonada a su
suerte.
El 29 de abril de 1945,
Hitler se suicidó. Berlín
fue tomada por las fuerzas
soviéticas y el 7 de mayo se
produjo la rendición
alemana. La guerra en el
Pacifico terminó en agosto,
poco después de que los
Estados Unidos lanzaran las
bombas atómicas en las
ciudades japonesas de
Hiroshima y Nagasaki.
Murieron en el acto ciento
veinte mil personas. Como
consecuencia de todo, EEUU y
la Unión Soviética surgieron
como las superpotencias que
iban a dominar el mundo. La
guerra fría; el inicio de la
era atómica; la
descolonización; y la
creación de organismos
internacionales como la ONU
o las Comisiones Europeas,
fueron otras de sus
consecuencias. Para España
representó el aislamiento
internacional, la represión
política y la depresión
económica.
Las
principales
causas de la SGM,
provienen de las
consecuencias de la Primera
Guerra Mundial (1914-1918).
El tratado de Versalles
(1919) estipulaba que las
Potencias Centrales
(Alemania y sus aliados)
aceptasen las
responsabilidades morales y
materiales por haber causado
la guerra; además debían
desarmarse. Tuvieron que
realizar concesiones
territoriales a los
vencedores y pagar
exorbitantes indemnizaciones
económicas a los Estados
victoriosos.
De
otra parte el
Plan Dawes
(1924), auspiciado por EEUU,
pretendía que los aliados
vencedores de la Primera
Guerra, consiguieran sus
reparaciones, buscando la
estabilidad de la economía
alemana y evitar mayores
perjuicios. Alemania en el
20º aniversario de su
reunificación (1990),
realizó el último pago de
las indemnizaciones de la
Gran Guerra estipuladas en
el Tratado de Versalles.
Con el pago terminaron 92
años de un tratado, que
algunos de los más reputados
historiadores alemanes
consideran una chapuza en
sus términos económicos.
La
Gran Depresión de 1929,
se prolongó durante la
década de 1930.
Fue otra de las causas de la
PGM y sus efectos fueron
devastadores en casi todos
los países, ricos y pobres,
donde la inseguridad y la
miseria se transmitieron
como una epidemia. Cayeron
la renta nacional, los
ingresos fiscales, los
beneficios empresariales y
los precios. Ciudades de
todo el mundo se vieron
gravemente afectadas,
especialmente las que
dependían de la industria
pesada. La agricultura y las
zonas rurales sufrieron la
caída de los precios y de
las cosechas, La
política del New Deal en
1932,
establecida por el
presidente Roosevelt, marcó
el inicio del final de la
Gran Depresión en Estados
Unidos, pero no en Alemania.
La desaparición de la
financiación exterior y el
aumento de las dificultades
económicas, propiciaron la
aparición del
nacional-socialismo y la
llegada al poder del Partido
Nacionalsocialista Obrero
Alemán (NSDAP).
Hitler
al llegar al poder, procedió
al rearme de la nación;
firmó tratados estratégicos
con Italia y Japón para
proyectar aún más lejos sus
ambiciones de dominación
planetaria. Los Aliados,
temerosos de una nueva
guerra mundial, trataron de
contener la situación
mediante una política de
apaciguamiento –y ciertas
muestras de simpatía hacia
el nuevo régimen–, que
resultó ser ineficaz y
contraproducente. La
invasión de Polonia por el
ejército nazi en septiembre
de 1939, lo desbarató todo.
Gran Bretaña y Francia
declararon la guerra al
Tercer Reich
y con ello comenzaba la
Segunda Guerra Mundial, que
Hitler valoraba como
imprescindible necesaria
para sus planes, después de
asegurar la neutralidad de
la URSS, con el pacto de
no-agresión.
No es objetivo de este
artículo entrar en el
desarrollo de la larga
guerra, sino el de ofrecer
algunos apuntes sobre sus
causas y consecuencia. Las
humanitarias, son las más
trágicas. El número de
muertos llegó a cincuenta y
cinco millones de personas
(imaginemos la dimensión, si
tenemos en cuenta que España
tiene una población de
cuarenta y siete millones).
A esta pavorosa cifra hay
que sumar el sufrimiento de
la población en general, de
los prisioneros, las
secuelas físicas y psíquicas
de los campos de
concentración.
Desaparecieron ciudades,
vías férreas, carreteras,
puentes y plantas
industriales, así como
quedaron afectados los
campos más fértiles. Todo
quedó desecho.
La SGM fue el conflicto
armado de mayores
dimensiones de la historia.
Se enfrentaron los países
que conformaban las
Potencias Aliadas y las
Potencias del Eje. Tras seis
años de lucha, el 14 de
agosto de 1945, se declara
el final de la guerra y la
caída de los regímenes de
Adolf Hitler en Alemania y
Hideki Tojo en el Imperio
del Japón. El mundo quedó
divido en dos bloques
irreconciliables.
Al
finalizar la guerra, los
vencedores dividieron el
territorio alemán en cuatro
zonas de ocupación
(norteamericana, inglesa,
francesa, y soviética). La
ciudad de Berlín, situada en
la zona rusa, también fue
dividida en cuatro zonas.
Más tarde, en 1961 quedaría
separada del resto del mundo
por
el muro de la vergüenza,
que cayó en 1989.
Austria recuperó su
autonomía. Alemania perdió
la Prusia Oriental y los
territorios ubicados al este
la línea del Order-Neisse.
Rumania, Hungría y Bulgaria
fueron ocupadas por la URSS,
Italia por EEUU y el Reino
Unido. Finlandia tras firmar
el armisticio con la URSS en
1944 no fue ocupada
militarmente. Los EEUU
ocuparon posiciones
estratégicas en el Pacífico
y Corea quedó ocupada por
fuerzas norteamericanas y
soviéticas. El diseño del
nuevo orden mundial,
plasmado en los tratados de
paz,
sigue influyendo en la
política mundial.
Europa perdió el poder
global que había mantenido.
Nació la bipolaridad del
poder encarnado por las dos
superpotencias. Las
monarquías en Italia,
Yugoslavia, Albania, Rumania
y Bulgaria, perdieron el
poder y se convirtieron en
republicas. El mundo
comunista extendió su
influencia sobre Europa
Oriental y los Balcanes,
planteándose un nuevo
conflicto ideológico entre
comunistas y democracias
occidentales. Nacieron las
Naciones Unidas, como
instrumento para servir la
paz internacional.
Durante seis años, la SGM se
cobró más vidas y destruyó
más tierras y propiedades en
todo el mundo que cualquier
otra guerra antes conocida.
De los cincuenta y cinco
millones de personas
muertas, seis millones eran
judíos, exterminados en los
campos de concentración
nazis, como parte de la
Solución Final planeada por
Hitler y figuras como
Himmler o Reinhard Heydrich.
Gitanos, homosexuales y
personas de ideología
opuesta fueron víctimas que
aumentaron la barbarie.
Han pasado setenta y cinco
años y algunas de sus
consecuencias todavía se
dejan sentir o están
presentes en el desarrollo
de las relaciones
internacionales. La Segunda
Guerra Mundial ha quedado
marcada como uno de los
conflictos más destructivos
en la historia del mundo,
aunque parece que se olvidan
sus consecuencias. Desde
entonces el mundo no ha
dejado de guerrear.
Contra las guerras y ante
tanta destrucción,
sufrimiento y muertes,
pasadas, presentes, maldigo
a los gobiernos canallas que
ordenan y provocan a quienes
se benefician del dolor
inocente. Maldigo a los que
trafican con armas,
particulares y gobiernos
indecentes que miran hacia
otro lado, mientras se
comercializa o se trafica en
su territorio.