Ya he tratado este tema,
pero la fecha del 15 de
Enero, me llevan al año
1936, cuando se constituyó
el Frente Popular, con el
objetivo de presentarse a
las elecciones que se
celebrarían el 16 de febrero
siguiente. El pacto de la
coalición electoral fue
posible por la firma de los
republicanos de izquierda y
los socialistas, que lo
hicieron también en nombre
del Partido Comunista y de
otras organizaciones obreras
y sindicales. Corta historia
tuvo pero intensa y un
trágico final.
El camino hacia la unidad no
fue fácil porque los
partidos y sindicatos tenían
diversas concepciones
políticas, sociales y
económicas, aunque tuvieran
en común la necesidad de la
alianza electoral para
obtener la victoria, en un
contexto internacional
favorable a la confluencia
de la izquierda, frente al
auge de las soluciones
totalitarias nazi y
fascista. Los partidos
republicanos –Izquierda
Republicana (Azaña), la
Unión Republicana (Martínez
Barrio) y el Partido
Nacional Republicano–,
defendían el entendimiento
con los socialistas, pero no
con las organizaciones
obreras a su izquierda.
El
Frente Popular surgió como
una nueva fórmula de alianza
para las fuerzas de la
izquierda tras las grandes
derrotas que habían sufrido
en Europa durante 1933 y
1934. La política de
aislamiento revolucionario y
de "clase contra clase" del
Comintern, que rechazaba a
los socialistas, sólo había
servido para facilitar el
triunfo de Hitler en 1933.
Poco después,
los socialistas españoles se
habían negado a colaborar
con los republicanos de
izquierda de clase media
de Manuel Azaña..
Se abandonó la vía
parlamentaria en favor de la
vía revolucionaria para
alcanzar el socialismo,
desplazando a Prieto y a
Besteiro de la dirección de
UGT y PSOE. La situación
facilitó la victoria del
centro-derecha en las
elecciones de 1933
y la insurrección de octubre
de 1934.
"Los partidos republicanos
Izquierda Republicana, Unión
Republicana y el Partido
Socialista, en
representación del mismo y
de la Unión General de
Trabajadores; Federación
Nacional de Juventudes
Socialistas, Partido
Comunista, Partido
Sindicalista, Partido Obrero
de Unificación Marxista, sin
perjuicio de dejar a salvo
los postulados de sus
doctrinas", llegaron a
comprometer un plan político
común que sirviera como
fundamento y cartel a la
"coalición de sus
respectivas fuerzas en la
inmediata contienda
electoral y de norma de
gobierno que habrán de
desarrollar los partidos
republicanos de izquierda,
con el apoyo de las fuerzas
obreras, en el caso de
victoria", declaraba el
Programa del Frente Popular
en 1936.
El Comité Nacional del
Frente Popular estaba
integrado por los
republicanos de izquierda y
los socialistas, y su
programa oficial era
relativamente moderado.
Pedía una serie de cambios
políticos y de personas en
el Gobierno español para
alcanzar la plena "republicanización",
para avanzar en las reformas
del primer bienio
republicano. A la vez, las
contradicciones inherentes a
la alianza inicial se
expresaron en los puntos
introducidos por los
socialistas, en los que
planteaban sus metas de
colectivización económica.
La
coalición entre republicanos
de izquierda y socialistas
tenía un programa basado en
la defensa de las reformas
sociales del
Primer Bienio de 1931-1933,
que habían sido paralizadas
o eliminadas por los
gobiernos conservadores del
Segundo Bienio
1933-1936 radical-cedista.
En el Programa, se pedía la
liberación de los presos
sometidos a un proceso por
responsabilidades en los
hechos de la Revolución de
Asturias.
En el PSOE se vivía un
intenso debate.
El sector centrista de
Indalecio Prieto, estimaba
la necesidad del pacto con
los republicanos, incidiendo
en la necesidad de proclamar
una amnistía y profundizar
en la reforma agraria. El
sector de izquierda
socialista, representado por
Largo Caballero y con el
apoyo de la UGT, pretendía
un frente obrero, pero
terminó por comprender que
el pacto con los
republicanos era necesario
si se quería obtener la
ansiada amnistía, sin
establecer un programa de
gobierno conjunto.
El
Programa de Enero de 1936
del Frente Popular era
republicano, corto pero
profundo.
Los republicanos no
aceptaban el principio de
nacionalización de la tierra
y su entrega gratuita a los
campesinos, que solicitaban
los delegados del partido
socialista, por lo que los
firmantes consideraron
aprobar diferentes medidas
para la redención del
campesino: "rebaja de
impuestos y tributos;
represión especial de la
usura; disminución de rentas
abusivas; y revisión de los
desahucios practicados". Se
consolidaba la propiedad,
previa liquidación a los
arrendatarios antiguos y se
comprometieron a dictar "una
nueva ley de Arrendamientos
que asegurara: la
estabilidad en la tierra; la
modicidad en la renta, y el
acceso a la propiedad de la
tierra que se viniera
cultivando durante cierto
tiempo".
Los partidos republicanos
tampoco aceptaron la
nacionalización de la Banca
propuesta por los partidos
obreros, aunque reconocían
que el sistema bancario
requería ciertos
perfeccionamientos, para
cumplir con la misión que
les estaba encomendada.
Los republicanos concebían
la República como un régimen
de libertad democrática,
impulsado por razones de
interés público y progreso
social, frente a la opinión
de los partidos obreros que
entendían que la República
debía estar orientada por
motivos sociales o
económicos de clase. El
documento firmado reconocía
que "La República tiene que
considerar la enseñanza como
atributo indeclinable del
Estado, en el superior
empeño de conseguir en la
suma de sus ciudadanos el
mayor grado de conocimiento
y más amplio nivel moral por
encima de razones
confesionales y de clase".
La cuestión regional también
estuvo presente. Los
partidos coligados se
comprometían a establecer
una legislación autonómica
vigorosa votada por las
Cortes constituyentes, que
desarrollase los principios
autonómicos consignados en
la Constitución, que en su
Artículo 8 reconocía que "El
Estado español, dentro de
los límites irreductibles de
su territorio actual, estará
integrado por Municipios
mancomunados en provincias y
por las regiones que se
constituyan en régimen de
autonomía". Más de ochenta
años después, siguen
existiendo parecidos
problemas sobre el modelo de
Estado, si nacional o
plurinacional y sin que se
ofrezcan soluciones de buena
voluntad para resolver la
cuestión catalana.
La
coalición del Frente Popular
salió victoriosa de las
urnas. Manuel Azaña de nuevo
en el poder; los socialistas
volvían a tener influencia
en los poderes locales; y
los anarcosindicalistas
podían recuperar su
capacidad de agitación.
El Partido Radical se hundió.
La derecha no republicana,
derrotada en las urnas, se
sintió amenazada por el
nuevo empuje de las
organizaciones sindicales y
los conflictos sociales y ya
sólo pensaba en una solución
de fuerza contra el Gobierno
y la República.
Los
resultados de las elecciones
del 16 de Febrero, se
comunicaron el día 20 de
febrero. El Censo estaba
formado por 13.553.710 de
electores. Hubo una
participación del 72,9%.
(9.864.783 de votantes).
Dieron su voto al Frente
Popular: 4.654.116 (47,1%);
al Frente Nacional
Contrarrevolucionario:
4.503.505 (45,6%) y al
Centro: 400.901 (5,3%). No
voy a referirme a las
consecuencias de estas
elecciones ni a la historia
de los gobiernos formados a
su amparo, sino a las
razones de su constitución y
su programa.
Las
organizaciones republicanas,
de izquierda y sindicales,
fueron capaces de formar un
Frente Popular,
dejando a salvo sus
particulares postulados
ideológicos.
La conspiración de la
derecha reaccionaria y
el golpe de Estado contra la
legitimidad de la República,
se puso en marcha nada más
formarse el gobierno de
Azaña. Políticamente fue
antidemocrático;
jurídicamente
anticonstitucional;
socialmente conservador y
tradicionalista;
espiritualmente clerical;
ideológicamente totalitario;
económicamente capitalista;
militarmente absolutista; y
moralmente inhumano. No cabe
duda de que si hoy se dieran
las circunstancias
históricas que hemos
relatado, harían lo mismo
que hicieron en 1936; ya han
amenazado con ello.
Podrá haber alguien que tema
utilizar el término Frente
Popular por lo que significó
en la historia y prefieran
cualquier otro; por ejemplo
Gobierno de Coalición o
cualquiera que sea. Hoy como
ayer, la necesidad, la
razón, la dignidad y la
justicia social exigen que
la desigualdad desaparezca y
éste debe ser un objetivo
común; como debe ser superar
unidos la situación de
crisis social, política e
institucional que sufrimos,
para dar respuestas
unitarias justas, en
libertad y democracia.