Fue un 9 de
Octubre de 1967, cuando el presidente boliviano René Barrientos dio la
orden de ejecutar al Che Guevara. Murió de una ráfaga de disparos en
el pecho. Pretendían mostrar que había muerto en combate. Su vida,
conducta y pensamiento se ha convertido en paradigma de millones de
hombres y mujeres en todo el mundo.
El día
antes, 8 de Octubre en el combate de Quebrada del Churo, Guevara fue
herido de bala en su pierna izquierda, hecho prisionero y trasladado a
La Higuera donde fue recluido en la escuela; allí colocarían después
su cadáver. El comandante Che Guevara había sido capturado, por
miembros del ejército boliviano y agentes de la CIA de Estados Unidos.
Entre las pertenencias requisadas por los militares estaba el Diario
que el Che llevaba en Bolivia.
El 7 de
octubre de 1967 escribió el Che las últimas líneas en su diario. Al
día siguiente, a las 13 horas, en una estrecha quebrada, el reducido
grupo de hombres que componían ya el destacamento, esperaban la noche
para romper el cerco, cuando una numerosa tropa enemiga hizo contacto
con ellos y fueron hechos presos. Al día siguiente, el gobierno de
Bolivia ordenó su fusilamiento sin juicio previo.
El 9 de
octubre por la mañana el gobierno de Bolivia anunció que Ernesto
Guevara había muerto en combate el día anterior. Simultáneamente
llegaron el coronel Joaquín Zenteno Anaya y el agente de la CIA, Félix
Rodríguez. Ordenaron que debían disparar al Che por debajo del cuello
porque tenía que parecer muerto en combate. Terán pidió un fusil y
entró en la habitación con un par de soldados. Eran las 13:10 del día
9 de octubre de 1967.
En la
Higueras, donde permaneció con vida alrededor de 24 horas, el Che se
negó a discutir una sola palabra con sus captores. Mientras, en La
Paz, reunidos Barrientos, Ovando y otros altos jefes militares,
tomaron la decisión de asesinarlo. Todo parece que la CIA estaba
presente en el lugar del crimen. El mayor Miguel Ayoroa y el coronel
Andrés Selnich, rangers entrenados por los yanquis, instruyeron al
suboficial Mario Terán para que procediera al asesinato. Cuando éste,
completamente embriagado, penetró en el recinto, el Che, que había
escuchado los disparos con los que acababan con dos compañeros
guerrilleros, viendo que el verdugo vacilaba le dijo con entereza:
¡Dispare! ¡No tenga miedo!
En junio de 1997 se produjo un cambio de poder
en Bolivia, que junto con las presiones internacionales, favoreció la
búsqueda de los cuerpos del Che y de los guerrilleros asesinados. El
hallazgo se produjo treinta años después,
el 28 de junio de 1997. Un equipo de
científicos cubanos encontró, en una fosa común situada en la pista
auxiliar del aeropuerto de Valle Grande, los restos óseos del Che y
los de sus seis hombres: (Alberto Fernández Montes de Oca, "Pacho",
René Martínez Tamayo "Arturo", Orlando Pantoja Tamayo "Olo", Aniceto
Reinaga "Aniceto", Simeón Cuba "Willy") y Juan Pablo Chang "El Chino".
Cuenta el
verdugo asesino: Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a
ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero
el coronel se puso furioso. Ese fue el peor momento de mi vida. Cuando
llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: Usted ha
venido a matarme. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder.
Entonces me preguntó: ¿Qué han dicho los otros? Le respondí que no
habían dicho nada y él contestó: ¡Eran unos valientes! Yo no me atreví
a disparar.
En ese
momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban
intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente,
me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría
quitarme el arma. ¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar
a un hombre! Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta,
cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas
destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima
sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo
alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.
Ernesto
Guevara, nació en Argentina, en el seno de una familia acomodada.
Estudió medicina. Su compromiso político le llevó por otros derroteros
y se convirtió en compañero de Fidel Castro. Participó en la
revolución cubana, que propició la caída del dictador Fulgencio
Batista, títere de Estados Unidos, que tenía en la isla su feudo de
mafia y corrupción. En el gobierno, dirigió el Ministerio de Industria
y el Banco Nacional. Su vocación le hizo participar en otros
movimientos de liberación e intervino en acciones guerrilleras en el
Congo y Bolivia. Su ejecución en este país, tras meses de acoso por
parte del Gobierno y de la CIA, acrecentó su leyenda. Entregó su vida
a la lucha contra el imperialismo y la dictadura, convirtiéndose en el
máximo mito revolucionario del siglo XX. Fue un icono de la juventud
del Mayo del 68 y símbolo de unos ideales de libertad y justicia que
juzgó más valiosos que su propia vida.
El Che escribía en su
diario el 6 de Octubre: "Las exploraciones
demostraron que teníamos una casa muy cerca pero también que, en una
quebrada más lejana, había agua. Hacia allí nos dirigimos y cocinamos
todo el día bajo una gran laja que servía de techo, a pesar que yo no
pasé el día tranquilo, pues nos aproximamos a pleno sol por lugares
algo poblados y quedamos en un hoyo. Como la comida se retrasó,
decidimos salir por la madrugada hasta un afluente cercano a este
arroyito y de allí hacer una exploración más exhaustiva para
determinar el rumbo futuro. La radio chilena informó de una noticia
censurada que indica que hay 1.800 hombres en la zona buscándonos".
Día 7 de Octubre. Ultima página del diario
"Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin
complicaciones, bucólicamente; hasta las 12.30 hora en que una vieja,
pastoreando sus chivas entró en el cañón en que habíamos acampado y
hubo que apresarla. La mujer no ha dado ninguna noticia fidedigna
sobre los soldados, contestando a todo que no sabe. Sólo dio
información sobre los caminos; de resultados del informe de la vieja
se desprende que estamos aproximadamente a una legua de Higueras y
otra de Jagüey y unas 2 de Pucará. Salimos los 17 con una luna muy
pequeña y la marcha fue muy fatigosa y dejando mucho rastro por el
cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí sembradíos de
papa regados por acequias del mismo arroyo. A las 2 paramos a
descansar, pues ya era inútil seguir avanzando".
Tuve la
fortuna de mantener una entrañable relación, hasta su muerte, con
Hilda Beatriz Guevara Gadea (1956-1995), la hija mayor del Che y entre
ron y ron, conversar y escuchar sus recuerdos sobre su padre. Contaba
Hildita que el Che, como ella siempre le mencionaba, "era un padre muy
preocupado por el bienestar de sus hijos, no en el sentido material,
sino de que fuéramos niños alegres, contentos, que disfrutáramos de la
vida y a la vez nos formáramos como nuevas personas". El Che quería
que sus hijos fueran niños iguales a los demás, con sus ocurrencias,
sus travesuras, pero disciplinados. "Siempre nos inculcó que
estudiáramos, que ante todo había que superarse, porque sin
conocimiento no se podía hacer nada, por ser la base del dominio de la
naturaleza". Tuve en mis manos la última carta que el Che escribió a
su hija el 15 de febrero de 1966 y lo recuerdo con emoción.
Ernesto
Guevara de la Serna; universalmente conocido como El Che; combatiente
revolucionario, estadista, escritor y médico argentino-cubano. Su
vida, conducta y pensamiento se ha convertido en paradigma de millones
de hombres y mujeres en todo el mundo. Aquí se queda la clara, / la
entrañable transparencia, / de tu querida presencia, / Comandante Che
Guevara. Hasta la victoria siempre.