Asturies ha
sido protagonista de muchos acontecimientos históricos. Recuerdan a
don Pelayo, primer rey del reino de Asturias, quién freno la expansión
musulmana en el norte de la península, dando comienzo a la llamada
Reconquista. También hay que recordar a la Huelgona en 1962. Nos
referiremos a referir a los hechos sucedidos en Octubre de 1934,
cuando los mineros tomaron Gijón y sitiaron Oviedo, dando comienzo a
la Revolución, cuyos acontecimientos tuvieron unas consecuencias
gravísimas para la clase trabajadora y al conjunto de la ciudadanía.
En el año
718 comienzan a formarse los principales núcleos cristianos que
lucharon contra los musulmanes. Los Reyes Católicos, Isabel y
Fernando, acabaron la reconquista de España el 2 de enero de 1492,
tomando la última ciudad bajo control musulmán, Granada, y expulsando
al rey Boabdil. La realidad es que Covadonga no fue una gran batalla.
En realidad no pasó de ser una refriega. La victoria llenó de orgullo
y seguridad a los hombres de Don Pelayo. Aquel fue el inicio de un
movimiento de resistencia. Los escritos árabes de la época recogieron
que algo ocurrió en esas fechas en Covadonga, aunque restándole
importancia, mientras que los cristianos lo magnificaron. Algunos
eclesiásticos próximos a la corte, llegaron a considerarlo como el
punto de partida de la salvación de Hispania.
En 1962,
ocho mineros fueron despedidos del Pozo Nicolasa, en Mieres, al
protestar por las duras condiciones de trabajo. Este fue, junto a las
duras condiciones de vida en la Cuenca minera el detonante de la
huelga. En la mañana del 6 de abril les fue comunicado el despido.
Como medida de solidaridad, sus compañeros de la Nicolasa se negaron a
trabajar; días después otros 25 mineros fueron despedidos. Así comenzó
la huelga, que llegó a movilizar en Asturias a cerca de 65.000 obreros
de diversas industrias. La huelga fue conocida como huelga del
silencio, al desarrollarse de manera pacífica y silenciosa. Esto
extrañó a las autoridades, más acostumbradas a la actitud agresiva de
los mineros asturianos. Además, durante la huelga destacó la
solidaridad entre los huelguistas, que acabó resultando clave para que
pudiera mantenerse.
La huelga
minera fue un detonante para otras huelgas generales en toda España,
que llegaron a movilizar a más de 300.000 obreros en todo el
territorio. En gran parte de estas movilizaciones, la razón explícita
era mostrar solidaridad con los mineros asturianos. La Huelgona puso
otra vez a Asturias en el foco internacional, cosa que no pasaba desde
la Revolución de 1934. El Régimen franquistas respondió reprimiendo a
las familias mineras que participaron en dicha huelga, en una
represión silenciosa y cruenta de las fuerzas del orden de la época,
como la Guardia Civil. Durante el tiempo que duró la huelga,
cuatrocientos trabajadores fueron detenidos y muchos de ellos
torturados. Además, muchos trabajadores fueron forzados a salir de sus
domicilios para acudir forzosamente al trabajo. Otros trabajadores
fueron procesados y deportados.
Estamos en
Octubre de 1934, cuando se convocó la Huelga general revolucionaria,
como instrumento para la insurrección. En Asturias, antes de que
amaneciera el día 5 de Octubre, fueron atacados los cuartelillos de la
guardia civil en las cuencas mineras. Daba comienzo el movimiento
huelguístico insurreccional decretado por el Comité Revolucionario
presidido por Largo Caballero. En la zona minera de León y Palencia,
el poder obrero duró cuatro días. En Asturias hasta el día 18. El
gobierno proclamó el estado de guerra y ordenó al ejército establecer
el orden al mando del general africanista Francisco Franco, quien ya
dejaba ver sus inclinaciones represoras.
No pudieron
cumplirse los objetivos previstos por los huelguistas: no se tomó el
poder ni se cambiaron las condiciones de vida que padecían los
trabajadores. Por el contrario, la represión ejercida sobre los
huelguistas fue en si misma una tragedia. Miles de trabajadores
despedidos, millares de detenidos y presos, condenas a muerte
conmutadas por cadenas perpetuas y dos ejecuciones. Los procesos
duraron hasta 1936.
El día 8,
los obreros organizados, toman la fábrica de armas y dominaron Oviedo.
Las tropas de López Ochoa, fueron rechazadas cerca de Trubia. Los
obreros hechos prisioneros vinieron en cabeza de la columna
custodiados por la guardia civil. En la madrugada del 10, el crucero
Cervantes desembarca en Gijón a millares de Regulares de África, al
mando del teniente coronel Yagüe que arrasaron Gijón. En la tarde del
jueves 11, López Ochoa, conocido desde entones por carnicero de
Asturias, entró en Oviedo.
Ese mismo
día, los socialistas Peña, Dutor y Antuña, contra la postura de
comunistas y anarquistas, propusieron una retirada organizada. Se
forma el Segundo Comité constituido por jóvenes comunistas que la
organizaron militarmente. Se cuenta, que el día 13 de octubre, dos
mujeres jóvenes, Aída Lafuente y Jesusa Penaos, militantes del
comunismo libertario, armadas con una ametralladora, intentan cerrar
el avance de los legionarios en la cota de San Pedro de los Arcos,
pero no lo consiguieron. Las tropas mandadas por el teniente
ruso-blanco Iván Ivanov las remataron a punta de bayonetas.
Murieron
mil quinientos revolucionarios durante los combates que siguieron al
levantamiento armado y más de doscientos durante la represión. Los
heridos fueron más de dos mil. También entre las fuerzas represoras
hubo otros trescientos muertos (según Julián Casanova y Hugh Thomas,
que coinciden en los datos). En toda España fueron encarceladas entre
treinta y cuarenta mil personas, y miles de obreros perdieron sus
puestos de trabajo. La ciudad de Oviedo quedó asolada por los
incendios, los bombardeos atacantes y la dinamita de los defensores.
El gobierno
conservador de la CEDA suspendió las garantías constitucionales;
numerosas corporaciones municipales disueltas, locales de sindicatos y
partidos cerrados y periódicos clausurados. Los jurados mixtos (recién
instaurados durante el bienio reformista) suspendidos. De las 23 penas
de muerte sentenciadas, dos fueron ejecutados: el sargento Vázquez
(que había volado un camión con treinta y dos guardias civiles) y
Jesús Argüelles Fernández, Pichalatu.
Las
represalias duraron en el tiempo. La Ley de Responsabilidades
Políticas promulgada por Franco en 1939, tipificaba como punibles los
actos y omisiones de quienes hubieran colaborado con la República
Española y participado en la revolución de Asturias. Se legitimaron
las multas, los embargos de bienes, los destierros y la purga
generalizada en el mundo laboral en la posguerra. Esta ley estuvo
vigente hasta 1969, fecha en la que prescribieron los delitos
cometidos antes del 1de abril de 1939.
El objetivo
de los socialistas era defender el concepto de República desarrollado
entre 1931 y 1933, frente a lo que percibían como ambiciones
corporativistas de la CEDA. La entrada de la CEDA en el gobierno fue
seguida de una proclamación de la República independiente en Cataluña
que duró diez horas, de una desganada huelga general en Madrid y del
establecimiento de una comuna obrera en Asturias.
Con la
excepción de la revuelta asturiana, que resistió por espacio de dos
semanas los violentos combates con las Fuerzas Armadas gracias al
terreno montañoso y a la pericia de los mineros, la tónica dominante
del Octubre español fue su falta de entusiasmo. Con la finalización de
la Revolución, daba comienzo la feroz represión, mientras las ansias
de libertad y de lucha contra el Capital no han terminado. |