Federico
García Lorca, nació en Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898; ahora
cumple 125 años. Pese a que en 1936 los fascistas lo ejecutaron,
nunca se ha encontrado su cuerpo. Su obra sigue viva. Su poesía,
teatro y prosa reflejan el habla, la música y las costumbres de la
sociedad rural española, donde el surrealismo contrasta con la
imagen real de la España trágica de la época.
Tras una
denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936, fue detenido en la casa
de su amigo, el poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de que
sería puesto en libertad "si no existía denuncia en su contra". La
orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José
Valdés Guzmán, quien había ordenado al ex diputado de la CEDA Ramón
Ruiz Alonso su detención, por socialista, masón y homosexual.
Se
sentía, poco antes de su muerte, íntegramente español. "Yo soy
español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites
geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más,
yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una
idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su
patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de
mí que el español malo".
Lorca siempre utiliza símbolos en su poesía:
la muerte; el agua que cuando corre, es símbolo de vitalidad y
estancada, la muerte; la sangre, como vida, que derramada es la
muerte; lo fecundo y lo sexual; el caballo (y su jinete), portando
siempre valores de muerte, aunque también representa la vida y el
erotismo masculino; las hierbas, su valor dominante; los metales
aparecen bajo la forma de armas blancas, que conllevan siempre
tragedia;
y la luna "vino a la fragua con su polisón
de nardos. El niño la mira, mira. El niño la está mirando".
Federico García Lorca, cuando lo ejecutaron
acababa de cumplir 38 años. Había terminado
La casa de Bernarda Alba, y estaba
trabajando en una nueva obra Los sueños de mi prima Aurelia. El 17
de julio de 1936 estalló en Marruecos la sublevación militar contra
la República.
Mientas el mundo entero admiraba a Federico como el Homero español,
medios nacionales habían lanzado el rumor de que mantenía relaciones
homosexuales con los componentes del teatro estudiantil, llevar una
vida inmoral, corromper a los campesinos y practicar el marxismo
judío; toda una acusación.
España
estaba al borde de la guerra, y Federico decide abandonar Madrid y
reunirse con su familia. El 14 de julio llegó a Granada. La
violencia había tomado las calles y la posibilidad de un golpe
miliar estaba en boca de todos. Busca refugio en casa de los padres
de su amigo Luis Rosales, un poeta falangista. Durante la tarde del
16 de agosto, fue detenido por Ramón Ruiz Alonso, que sentía un
profundo odio por el poeta. Según Ian Gibson, se sabe que la
detención "fue una operación de envergadura": se rodeó de guardias y
policías la manzana de la casa y se apostaron hombres armados en los
tejados colindantes para impedir que pudiera escaparse la presa.
Dos días
después, le dieron el "paseo". El régimen franquista nunca reconoció
su implicación en el crimen, si bien, en un informe de 1965 de la
Jefatura Superior de Policía de Granada, se revela que Federico fue
asesinado junto a otras personas. El informe afirma que el poeta
"fue sacado del Gobierno Civil por fuerzas dependientes del mismo y
conducido en un coche al término de Viznar y en las inmediaciones
del lugar, conocido como Fuente Grande, junto a otros detenidos, fue
pasado por las armas. Además, revela que fue "enterrado en aquel
paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a dos
kilómetros a la derecha de Fuente Grande, en un lugar difícil de
localizar.
Parece
ser que la fecha de la ejecución de Federico fue a las 4:45 h de la
madrugada del 18 de agosto, en el camino que va de Víznar a Alfacar.
Su cuerpo, que jamás se recuperó, permanece enterrado en una fosa
común anónima en algún lugar de esos parajes, junto con el cadáver
de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros
anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él.
En el informe policial de 1965, que
corroboraba la ejecución de Lorca por las autoridades franquistas,
señala que
no fue obra de un asesinato callejero. Se
le acusa de socialista, amigo de Fernando de los Ríos, y masón,
perteneciente a la logia Alhambra, en la que adoptó el nombre
simbólico de Homero; como se ve, razones suficientes para los
franquistas para cometer un asesinato.
Los
fascistas mataron el cuerpo de Federico hace 87 años por sus
ideales, pero sus versos siguen latiendo vida. Federico, saltó de su
tiempo para vivir en nuestro futuro y hacerse eterno. Con la Barraca
soñaba llevar a todas partes la poesía, la cultura y estar cerca
siempre de los desamparados y oprimidos, buscando la libertad y la
justicia; un sueño que está hecho realidad.
Escribió
de su Granada, de la calle Elvira, "donde viven las manolas, las que
se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas". Señala que "una
vestida de verde, otra de malva, y la otra, un corselete escocés con
cintas hasta la cola". ¿Quienes serían "aquellas tres de alto pecho
y larga cola? ¿Por qué agitan los pañuelos? ¿Adónde irán a estas
horas?" todo ocurría en la calle de Elvira, donde viven las manolas,
"que van a la Alhambra".
En sus poemas y en sus dramas se revela como
agudo observador del habla, de la música y de las costumbres de la
sociedad rural.
Una de las peculiaridades de su obra es cómo el ambiente,
llega a convertirse en un espacio imaginario donde se da expresión a
todas las inquietudes más profundas del corazón humano: el deseo, el
amor y la muerte, el misterio de la identidad y el milagro de la
creación artística. Con la proclamación de la Segunda República en
abril de 1931, Federico García Lorca empezó a colaborar con
entusiasmo en varios proyectos culturales que pretendían fomentar un
mayor intercambio entre la cultura de las ciudades y la de los
pueblos.
Cuando Federico García Lorca volvió de Buenos
Aires, en abril de 1934, contaba 36 años y le quedaban poco más de
dos de vida. Vivió ese tiempo de manera intensísima: terminó nuevas
obras (Yerma,
Doña Rosita la Soltera,
La casa de Bernarda Alba y Llanto por
Ignacio Sánchez Mejías); revisó libros ya escritos, como
Poeta en Nueva York,
Diván del Tamarit y Suites. Entre 1934 y
1936 dirigió sus esfuerzos, en gran medida, a la renovación del
teatro español, con su propia obra y a través de La Barraca y de la
organización de clubes y agrupaciones que debían estrenar obras,
clásicas o modernas, que hubieran sido ignoradas por el teatro
comercial. Con gran vehemencia reclamó una «vuelta a la tragedia» y
al teatro de contenidos sociales candentes.
De la
mano de Salvador Dalí pudo adquirir Federico un conocimiento más
profundo del arte popular y culto de Cataluña, región por la que
sentiría siempre gran afecto. Si el ingreso en la Residencia de
Estudiantes le había permitido trascender las limitaciones del medio
granadino, los viajes a Cataluña le revelaron las limitaciones del
mundo cultural de Madrid.
Federico
sigue vivo en sus versos y en sus obras a 125 años después de su
nacimiento. Los gritos de ansia de libertad se escuchan más fuertes
que nunca en la casa de Bernarda Alba. Sus luchas internas se
reflejan y personifican en sus personajes. Cuando muera dejad el
balcón abierto; desde mi balcón lo siento.