El golpe de
Estado de Primo de Rivera ha sido considerado como el primer ensayo de
institucionalización del nacionalismo español autoritario cuyo
instrumento fue el Ejército. Qué poco hemos avanzado en la historia y
si escarbamos un poquito, nos situamos en la época de los reyes
católicos, sus valores, políticas y designios.
Así
comenzaba el manifiesto de Primo de Rivera para justificar su golpe de
Estado, por amor a la Patria, la suya: Españoles, hubiéramos querido
vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la
vida española, pero ha llegado el momento más temido que esperado para
nosotros, de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento
de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que
liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que por
una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades
que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico
y deshonroso.
Entre los
días 13 y 15 de septiembre de 1923, el capitán general de Catalunya,
Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado. Suspendió la
Constitución de 1876, disolvió el Parlamento e instauró una dictadura.
Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe
del Gobierno al frente de un Directorio militar. Dimitió el 27 de
enero de 1930, enfermo y sin apoyos. Diversos factores explican que la
dictadura militar empezara a contemplarse como una solución a la
crisis del país entre la alta burguesía, gran parte de las clases
medias y un Ejército descontento tras el desastre de Annual, auge de
los nacionalismos periféricos, ascenso de los republicanos y del
movimiento obrero. Todo ocurrió a la imagen del fascismo italiano de
Mussolini.
El gobierno del general Primo de Rivera abrió un periodo marcado por
la suspensión de las garantías constitucionales.
Prohibición de la bandera y el himno catalán y restricción de la
lengua catalana al terreno privado. Disolución de las diputaciones
provinciales y la censura de prensa. En 1924, funda la Unión
Patriótica, partido único y personalista que sostiene a la Dictadura,
con su política de mano dura en todo lo referente al orden público.
Dos meses después del golpe, Melquíades Álvarez y el Conde de
Romanones, presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado
respectivamente, visitan al rey para recordarle su obligación de
convocar elecciones a Cortes. Alfonso XIII se limitó a darse por
enterado, mientras el Directorio destituía a ambos presidentes.
Según el
general, la tupida red de la política de concupiscencias había cogido
en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. El movimiento
golpista era de hombres "el que no sienta la masculinidad
completamente caracterizada que espere en un rincón, sin perturbar los
días buenos que para la patria preparamos. ¡Españoles! ¡Viva España y
viva el Rey! Los argumentos para el golpe se escudaban en que era una
época de asesinatos de prelados, exgobernadores, agentes de autoridad,
patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación
de moneda, francachela de millones de gastos reservados, sospechosa
política arancelaria por la tendencia, porque quien la maneja hace
alarde de inmoralidad y rastreras intrigas políticas.
Los
enemigos de Primo de Rivera, la indisciplina social, que hacía el
trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa producción agrícola e
industrial; impune propaganda comunista, impiedad e incultura,
justicia influida por la política, descarada propaganda separatista, y
pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades.
A los
anarcosindicalistas, el golpe les pilló por sorpresa. La CNT formó un
Comité de acción contra la guerra y la dictadura, quien convocó una
huelga en Madrid y en Bilbao, apoyada por los comunistas, que tuvo
escaso eco. Invitaron a los socialistas a unirse al Comité, pero éstos
optaron por mantenerse a la expectativa. Las direcciones del PSOE y de
la UGT advirtieron a sus afiliados que no intervinieran en ninguna
intentona revolucionaria, pues solo servirían de pretexto a
represiones, que ansía para su provecho la reacción, según publicó el
diario El Socialista.
La Asamblea Nacional, suplantó al Parlamento.
Fue un organismo creado por Primo de Rivera por
Real Decreto ley de 12 de septiembre de 1927,
en el que se establece que la Asamblea tendrá una doble naturaleza:
fiscalizadora y consultiva en la labor del gobierno y preparatoria de
proyectos fundamentales que habrán de ser objeto de examen por un
órgano legislativo. Estaba formada por tres núcleos: Representantes
del Estado, las Provincias y los Municipios que son las tres grandes
ruedas integrantes de la vida nacional. Otro de representación de
actividades, clases y valores. Y el tercer núcleo integrado por las
Uniones Patrióticas, como representación de la gran masa apolítica
ciudadana que respondió al llamamiento del Directorio en momentos de
incertidumbre.
La
oposición a la Dictadura abarcaba un amplio espectro político: algunos
liberales y conservadores; republicanos, socialistas, anarquistas,
intelectuales, y parte del movimiento sindical. Un elemento clave fue
el creciente descontento en las filas del Ejército ante las
arbitrariedades de Primo de Rivera. Tras el crash de la bolsa de Nueva
York, en 1929, los problemas económicos se extendieron con gran
rapidez por el mundo, en España hubo que devaluar la peseta. El
descontento social, con la vuelta de los movimientos huelguísticos,
vino a acrecentar la oposición a la dictadura.
Las clases
altas recibieron el golpe con euforia, especialmente en Catalunya. La
Cámara de Comercio e Industria de Cataluña saludó al dictador con el
mayor entusiasmo, esperando que pusiera fin a un estado de cosas que
se consideraba intolerable. Los partidos políticos catalanes
conservadores como la Lliga Regionalista o la Unión Monárquica
Nacional, que se consideraba parte del movimiento de regeneración,
basado en los principios "patria, monarquía y orden social". Fuera de
Cataluña se dieron las mismas muestras de entusiasmo entre las clases
altas y diversas organizaciones patronales se ofrecieron para
colaborar con la dictadura.
La Iglesia
católica en España también apoyó el golpe, alabando el noble esfuerzo
del general Primo de Rivera. La Confederación Nacional
Católico-Agraria le dio la bienvenida y le ofreció su apoyo. El diario
católico El Debate esperaba que el dictador ordenara una campaña de
saneamiento moral, persiguiendo el juego, la pornografía, el
alcoholismo y demás lacras sociales. El Partido Social Popular, acogió
con entusiasmo al que calificó nuevo movimiento nacional. Los
mauristas consideraron la Dictadura, como el inicio del resurgir de
España.
La
inexistencia de unos sindicatos del régimen obligó a la Dictadura a
pactar con el sindicato reformista más poderoso, la UGT. Durante el
período dictatorial se intentó forzar la transformación reformista del
sindicato socialista para convertirlo en un sindicato de gestión y
conciliación, alejado de la lucha de clases y de la llamada
autodefensa obrera. El sindicato socialista adoptó una estrategia de
colaboración en la política social, estrategia basada en las
posibilidades de utilización que ofrecía al proletariado para mejorar
sus condiciones de vida y extender su organización.
La dictadura de Primo de Rivera aspiró durante
los primeros años a una serie de logros sociales y económicos, incluso
con la participación de los socialistas en algunas instituciones como
el Consejo de Estado, pero las crisis económicas y las alteraciones
sociales la llevan a un aislamiento progresivo, que provocan la
dimisión del dictador.
El gran éxito del Directorio tuvo lugar en África.
El Desembarco de Alhucemas en 1925 puso fin de la resistencia de las
cábilas del Rif. Su líder Abd-el-Krim se entregó a las autoridades del
Marruecos francés. El fin de la guerra en Marruecos le dio gran
popularidad al dictador.
La política
social de la Dictadura se basaba en el pacto social implícito que, en
su estructura básica, era un pacto entre las organizaciones
patronales, la UGT y el régimen. De otra parte el golpe de Primo de
Rivera cerró toda posibilidad de encontrar dentro de la monarquía
constitucional la solución al problema constituyente que los
diferentes movimientos, obrero, republicano, reformista, catalanista,
militar, y figuras muy representativas de las elites intelectuales,
habían situado en primer plano del debate y de la acción política
desde 1917.
De entre
las múltiples consecuencias derivadas del régimen dictatorial, cabe
destacar la escisión ideológica de la derecha española, que ha
perdurado hasta fechas recientes, entre una derecha liberal y una de
corte autoritario. La primera desapareció hasta la Transición de los
años 70, y la segunda se impuso durante los años republicanos y en la
posterior dictadura franquista. Las aportaciones a la ideología y al
sistema político franquista son claras: concepción de partido único
como Movimiento Nacional. El régimen primorriverista dejó una herencia
decisiva en el ejército español y consolidó el de Marruecos, germen
del golpe de Estado de 1936, que dio el triunfo al franquismo.
La
Dictadura fue la etapa histórica española que separa ya el siglo XIX
del XX. Como etapa fronteriza y de transición, no terminó su obra,
pero determinó un amplio revulsivo ideológico y sociopolítico; provocó
la revisión crítica de casi todos los movimientos políticos, inició un
ensayo o tanteo de proyección institucional corporativa, dentro de
cuyas coordenadas se desarrolló más tarde el franquismo.
Durante la
dictadura se van creando los argumentos doctrinales que originarán la
reacción autoritaria durante los años 30: exaltación del mito del
jefe, estructuración jerárquica, negación del liberalismo y
parlamentarismo, auge del intervencionismo económico del Estado y
defensa de la autarquía económica, con el eslogan ultranacionalista de
"España una y grande" y la Patria como sustento, como hoy. |