Durante
estos pasados días, se ha celebrado la cumbre hispano-marroquí
(Reunión de Alto Nivel), llegándose a determinados acuerdos y una
declaración que, según el presidente del Gobierno español, viene a
consolidar la nueva etapa en las relaciones. Lo que ha ocultado es que
significa una nueva traición hacia el pueblo saharaui.
Mientras el
gobierno, en una declaración sin preguntas, se ha felicitado por el
éxito de la reunión, destacando que los dos países han iniciado una
nueva etapa en la relación, sustentada en una genuina cooperación como
nunca antes había existido; la oposición se muestra en desacuerdo. Al
presidente de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, no le gusta
nada el cambio de posición del Gobierno, apuntando que el Congreso
mayoritariamente manifestó su oposición.
El arco
parlamentario de izquierda a derecha, cargó contra Sánchez,
cuestionando con dureza su cambio de postura, promovida por el
ministro de exteriores Albares. El PP exigió una vuelta a la
neutralidad activa sobre el contencioso. Desde las formaciones
independentistas acusaron al presidente de abandonar el Sáhara y de
traicionar al pueblo saharaui. Pero las críticas más duras vinieron
desde el seno del propio Gobierno.
Después de
una profunda crisis diplomática, España y Marruecos se comprometieron
a incrementar su cooperación, pese a las críticas contra el jefe de
gobierno Pedro Sánchez, acusado por sus socios de coalición y por la
oposición de ceder y dar una imagen de debilidad de España. Por su
parte el primer ministro marroquí, Aziz Akhannouch, afirmó que las
relaciones entre ambos países nunca habían alcanzado este nivel de
cooperación y de coordinación. Desde hace casi un año, se esperaba el
respaldo del gobierno de Sánchez a la solución que propugna para
resolver el conflicto del Sáhara Occidental, pero ahora el régimen de
Marruecos aprovecha la debilidad de España aspira a que el presidente
del gobierno español le ayude a combatir a los saharauis con el que
está en guerra desde el 13 de noviembre de 2020.
El primer ministro marroquí no nombró al Frente
Polisario, pero
las expresiones grupo separatista y milicias armadas, son las que
emplean las autoridades de ocupación marroquíes para referirse al
movimiento de liberación nacional saharaui.
En cuanto al enfoque social al que alude, consiste, sobre todo, en
ayudar a los refugiados de los campamentos saharauis cuando ya no sean
gestionados por el Frente Polisario. La sola insinuación de que España
colabore con Marruecos en la guerra de ocupación que mantiene con el
Frente Polisario es muy grave y demuestra hasta donde llega la
sumisión del gobierno español ante la autocracia marroquí para que se
atreva a hacer este tipo de sugerencias, afirma el eurodiputado Miguel
Urban.
El respaldo a la postura marroquí sobre el
Sáhara a cambio de respeto a la soberanía española de Ceuta y Melilla,
no está claro. Ese es, a grandes rasgos, el principal compromiso
político y diplomático adquirido entre España y Marruecos durante la
RAN.
Los jefes de gobierno de ambos países se han encargado de dar voz a
ese pacto, cada uno de ellos poniendo el énfasis en su propia
reivindicación y obviando la del prójimo. El
primer ministro marroquí ha hablado del Sáhara, al que Pedro Sánchez
no ha mencionado. Lo mismo que ha ocurrido con Ceuta y Melilla, pero
al revés.
Lo cierto es que miles de jóvenes del Sáhara
Occidental sufren una privación total de los derechos humanos en
flagrante violación del derecho internacional, debido a la continua
ocupación por parte de Marruecos de este territorio. A pesar de la
condena de la ocupación marroquí realizada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas y la conclusión inequívoca de la Corte
Internacional de Justicia, de que Marruecos nunca ejerció control
sobre el territorio.
Más de cuatro décadas de ocupación prolongada han pospuesto
indefinidamente el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
La ocupación ha obligado a generaciones de saharauis a enfrentar la
represión violenta, el desplazamiento prolongado y el exilio, la
exclusión social y económica y la represión.
El Gobierno
debe rechazar las propuestas de Marruecos y volver a la senda del
respeto del derecho internacional que demanda el fin de la ocupación.
Si un sátrapa ve debilidad en un gobierno, abusará, en opinión de Juan
Carlos Monedero. La firmeza en la defensa de los derechos humanos es
la mejor bandera para las relaciones internacionales. Hay que recordar
el rechazo de los eurodiputados del PSOE en el Parlamento Europeo,
votando en contra de la resolución que instaba a Marruecos a respetar
los derechos humanos y a excarcelar a tres periodistas.
Abandonado por España, ocupado por Marruecos y
añorado por los saharauis, el Sáhara Occidental es el último
territorio en África pendiente de descolonización.
Fue un 14 de noviembre de 1975, seis días antes de la muerte de
Franco, cuando en Madrid se firmaron los Acuerdos Tripartitos,
por los que el Reino de España entregaba unilateralmente la
administración del Sáhara Occidental a una administración tripartita
formada por España, Marruecos y Mauritania. Se consumaba la traición
al pueblo saharaui y se abría una de las páginas más negra de la
política exterior española.
El Sahara
Occidental sigue siendo la última colonia del continente africano. Los
gobernantes españoles han demostrado su incapacidad y cobardía en el
ámbito internacional, que no son capaces de cerrar el proceso de
descolonización. La colonización fue considerada por Naciones Unidas
una lacra histórica de la humanidad, que produce sufrimiento y
retroceso en el progreso de la convivencia humana.
El proceso de descolonización fue interrumpido
en 1976, cuando España traicionó a los saharauis y Marruecos inició la
ocupación. El territorio sigue ocupado casi en su totalidad por
Marruecos, que lo llama sus Provincias Meridionales. La soberanía
marroquí no es reconocida ni por las Naciones Unidas ni por ningún
país del mundo y es rechazada por el Frente Polisario, que proclamó su
independencia en 1976 creando la República Árabe Saharaui Democrática.
Los Acuerdos de Madrid carecen de legitimidad legal y legitimidad
democrática y son nulos de pleno derecho, en
la medida en que los firmantes no tenían soberanía sobre los
territorios ni sobre el pueblo y consagraron la apropiación por la
fuerza del territorio saharaui, por parte de Marruecos.
Hay que
seguir apostando por la Descolonización y la Independencia del Sáhara,
es preciso que se emprendan nuevas acciones y medidas eficaces, de
conformidad con el derecho internacional, para eliminar los obstáculos
que impiden la plena realización del derecho a la libre determinación
de los pueblos que viven bajo ocupación colonial y extranjera y que
siguen afectando negativamente a su desarrollo económico y social.
Para la juventud saharaui,
la falta de autodeterminación es el origen de las vulneraciones de
derechos humanos. En el territorio ocupado,
la discriminación y la manipulación de la educación socavan la
posibilidad de recibir una educación libre, lo cual contribuye a su
estigmatización y fomenta la polarización social. El sufrimiento de
las familiar de las personas presas, está acompañado de la pérdida del
aporte económico y acoso por parte de las autoridades. El concepto de
nacionalidad resulta algo complejo para una población que lleva más de
cuarenta años a la espera de un proceso de libre de determinación, a
través del cual se pueda definir su estructura política. Son múltiples
las clasificaciones de nacionalidad que se aplican a la población
saharaui: saharaui, argelina, marroquí, española y apátrida.
La parte socialista del Gobierno ha preferido
continuar supeditando el Derecho Internacional, el derecho a la
Autodeterminación del pueblo saharaui a los intereses geoestratégicos
y económicos, así valora el delegado del Polisario en España, Abdullah
Arabi.
La organización saharaui critica que el Ejecutivo de Sánchez esté
supeditado a los deseos caprichosos de Marruecos.
Según un comunicado de prensa emitido, no deberían ser incompatibles
los intereses geoestratégicos y económicos, sino que su conjugación es
a lo que debería aspirar cualquier país del sistema internacional
multilateral actual. "Mientras no se permita ejercer al pueblo
saharaui su derecho a la autodeterminación e independencia no cesará
la escalada de tensiones en la región".
El Reino de Marruecos viola lo dispuesto en los
Artículos 3 y 4 del Acta Constitutiva de la Unión Africana sobre el
respeto de las fronteras existentes en el momento de la independencia,
la prevención de la adquisición de territorio por la fuerza, así como
la resolución de disputas por medios pacíficos.
Marruecos es consciente de que su proyecto de expansión no tiene
futuro en África y que la comunidad
internacional no reconocerá su supuesta soberanía sobre el Sahara
Occidental.
Solo
existen dos posicionamientos posibles: el apoyo sin ambigüedades a los
procesos políticos de Naciones Unidas y la Unión Africana para llegar
a una solución política, justa y definitiva; o ignorar las
imposiciones del Derecho Internacional y continuar supeditando los
intereses de España a los deseos caprichosos del Reino de Marruecos.
Pedro Sánchez y la política nefasta exterior del ministro Albares han
optado por la segunda opción, para evitar todo lo que pueda ofender al
reino alauita, contra los derechos del pueblo saharaui.