Hace 79
años, el 8 de mayo, finalizó la Segunda Guerra Mundial. Múltiples
fueron las causas y graves sus consecuencias, algunas de ellas todavía
permanecen. Destrucción, sufrimiento y muerte; el 9 de Mayo se celebra
el Día de Europa.
Tras el
suicidio de Adolf Hitler, que no pudo soportar que los soviéticos
estuvieran a escasos metros del Bunker, la rendición alemana estaba
cantada. El Acta de rendición militar se firmó en el Cuartel General
de Eisenhower, Comandante Supremo Aliado en Europa, el 7 de mayo. La
rendición incondicional se produjo el 8 a las 22,43 (hora de Europa),
ante el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, poniendo fin a la
Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. El 9 de mayo de 1945
se produjo la derrota de la Alemania nazi por la Unión Soviética y los
Aliados.
En la
madrugada del 30 de abril de 1945, Hitler se suicidó y Berlín fue
tomada por las tropas soviéticas. La guerra en el Pacifico terminó en
agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las bombas
atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Murieron
en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de todo, EEUU
y la URSS surgieron como las superpotencias que iban a dominar el
mundo. La guerra fría, el inicio de la era atómica, la
descolonización, y la creación de organismos internacionales como la
ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras de sus consecuencias. Para
España representó el aislamiento internacional, la represión política
en el interior y la depresión económica.
El antiguo
Tercer Reich fue dividido. Prusia Oriental fue repartida entre Polonia
y la URSS, mientras que las regiones germanas de Pomerania y Silesia,
fueron transferidas a Polonia según lo pactado por Reino Unido,
Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia en los Acuerdos de
Potsdam. El resto de Alemania, excluyendo Berlín, quedaba dividido en
cuatro zonas militares de ocupación. En 1949, las tres zonas ocupadas
por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se convirtieron en la
Alemania Occidental (República Federal de Alemania), y ese mismo año,
la zona de ocupación soviética, Alemania Oriental se convirtió en la
República Democrática Alemana.
La ciudad de Berlín, había quedado dividida en
cuatro zonas, permaneciendo bajo ocupación militar, hasta el 12 de
septiembre de 1990, por el
Tratado sobre el Acuerdo Final Con Respecto a Alemania,
firmado por las cuatro potencias y los dos gobiernos alemanes. Fue el
tratado final de paz y la restauración de la plena soberanía alemana,
tras acordarse el fin de la ocupación extranjera. La reunificación
alemana se produjo el 3 de octubre y el país reunificado obtuvo la
soberanía el 15 de marzo de 1991.
Han pasado
setenta y nueve años y algunas de sus consecuencias todavía se dejan
sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones
internacionales. La Segunda Guerra Mundial ha quedado marcada como uno
de los conflictos más destructivos en la historia del mundo, aunque
parece que se olvidan sus consecuencias. Desde entonces el mundo no ha
dejado de guerrear. Parece que la guerra es el sino de la humanidad.
Estamos viendo a personas tras alambres de espino y no es Auschwitz ni
Mauthausen, es Europa hoy, que impide que los que huyen de las guerras
lleguen a su territorio. Tienen que terminarse estas sistuaciones por
decencia y dignidad.
En la Cumbre de Milán de 1985 los Jefes de
Estado y de Gobierno decidieron celebrar el
9 de mayo como el Día de Europa: La paz
mundial sólo puede salvaguardarse mediante esfuerzos creadores
proporcionados a los peligros que la amenazan, decía Robert Schuman,
Ministro francés de Asuntos Exteriores, el 9 de mayo de 1950, en la
llamada
Declaración de Schuman. Se establecían los
cimientos de una federación europea indispensable para el
mantenimiento de la paz. Una institución europea supranacional, se
encargaría de administrar las materias primas –el carbón y el acero–,
que en aquella época eran la base de toda potencia militar y columna
vertebral de la guerra. Europa acababa de salir de la Segunda Guerra
Mundial, aquel espantoso conflicto bélico, que había dejado tras de sí
ruinas humanas, materiales y morales.
El Consejo de Ministros de España acordó
instaurar el 5 de mayo como "Día
de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en
otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España".
De los más de 7.500 españoles, la mayoría republicanos exiliados,
5.117 fallecieron en los campos de concentración nazis. Con la
instauración de este día, el Gobierno pretendía honra la memoria de
estos españoles y reconoce que representan una parte fundamental de
nuestra historia democrática por su ejemplo insuperable de sacrificio
y lucha por la democracia y la libertad.
Todas las
fuerzas bajo el mando alemán, recibieron la orden de cesar las
operaciones activas a las 23:01 horas –hora de Europa Central–, el 8
de mayo de 1945. El Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las
fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmaba el acta de
rendición incondicional, que ponía fin a la Guerra y al predominio del
nazismo en Europa. Quedaba odio y rencor. Tendrían que pasar setenta y
nueve años para ver como esa ideología criminal vuelven a tomar auge
en la Europa unida.
Naciones
Unidas declaró que los días 8 y 9 de mayo, son una ocasión propicia
para el recuerdo y la reconciliación y rendir homenaje a todas las
víctimas de la Guerra Mundial, exhortando a los Estados Miembros a
hacer todo lo posible para resolver las controversias por medios
pacíficos, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y sin
poner en peligro la paz y la seguridad mundial. Todo fue en vano. Se
desató la guerra fría y los conflictos entre naciones siguieron
resolviéndose por medios violentos; y las guerras son tan cotidianas,
que poco sorprenden y pocas conciencias agitan.
En 1950,
cinco años después de finalizar la Guerra Mundial, las naciones
europeas todavía luchaban para superar sus estragos. España estaba
gobernada por el fascismo ganador de la guerra del 36, por lo que los
estragos siguieron hasta pasados algunos años después de la muerte del
dictador. Los gobiernos europeos llegaron a la conclusión de que,
poniendo en común la producción de carbón y acero. La fusión de los
intereses económicos contribuiría a aumentar el nivel de vida y
constituiría el primer paso hacia una Europa unida. A España, por su
régimen fascista, no se le admitió formar parte de los conciertos
europeos y el Estado de Bienestar no llegó a tiempo. Cuando pudimos
intuirlo, las políticas neoliberales europeas hicieron que e rebajaran
las expectativas.
La Guerra
en España (1936-1939), sirvió de campo de pruebas para Alemania e
Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a
Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y
puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras.
Hitler y Mussolini, entregaron material de guerra a Franco y enviaron
tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno
republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y apoyada
por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando su
política de "No intervención", porque la guerra de España venía a
complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. El
nazismo y el fascismo, quedaron derrotados en Europa, pero en España,
todavía los estuvimos sufriendo durante mucho tiempo. Ahora han vuelto
a adquirir protagonismo.
La UE lleva
a cabo una política que poco se parece a los sueños que tuvieron los
fundadores de la idea y es necesario un cambio. Los mitos de la vieja
Europa, ya no sirven, es necesario un nuevo impulso que de la voz a la
ciudadanía contra el aparato burocrático y neoliberal que copa las
instituciones. La UE reduce derechos laborales y políticas sociales,
para competir a la baja en un mercado globalizado, mientras recrudece
su agresiva política comercial exterior. Poniendo como excusa la
seguridad y la lucha contra el terrorismo, se recortan derechos y
libertades, los que supuestamente los terroristas quieren destruir.
Europa se
presentaba como un marco natural de desarrollo político y económico y
una referencia para profundizar en la democracia incipiente, para
responder a los retos y necesidades por la defensa de los Derechos
Humanos, el respeto a la Tierra y a la dignidad de las personas por
encima de intereses políticos y económicos. Pero no han soplado los
vientos hacia esas latitudes. A Europa le sangran las fronteras y le
brotan las alambradas. La Unión Europea es responsable de muchos de
los males y calamidades que sufren los refugiados levantando muros,
instalando centros de internamiento masivo y recortando derechos y
libertades a nativos y migrantes. En estos momentos sigue apoyando la
política del estado genocida de Israel.
Cuando la
austeridad se convierte en la única opción político-económica de unas
instituciones alejadas de los intereses de la ciudadanía, la UE se
vuelve un problema para las mayorías sociales, por lo que construir
una Europa diferente se vuelve urgente. Fue un proyecto levantado
sobre sólidos principios de democracia, solidaridad y defensa de los
Derechos Humanos. Todo hay que recuperarlo.
Hoy, el
fascismo y el nazismo, estas ideologías criminales vuelven a tomar
auge en Europa. En España las derechas reaccionarias ocupan parte de
las instituciones. No permitamos que el 9 de junio, ganen las
elecciones europeas y sean mayoría en el Parlamento Europeo ni en
ninguna otra institución. |