En Abril de
1949, se acordó el Tratado del Atlántico Norte, en el que se reafirmaba
la fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas
y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los Gobiernos,
decididos a salvaguardar la libertad, la herencia común y la
civilización de sus pueblos, basados en los principios de la democracia,
las libertades individuales y el imperio de la ley, con el deseo de
promover la estabilidad y el bienestar en la zona del Atlántico Norte,
resueltos a unir los esfuerzos para la defensa colectiva y la
conservación de la paz y la seguridad.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los países
de la Europa Occidental, veían la política expansionista de la Unión
Soviética como un peligro para su estabilidad. En marzo de 1948,
Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Reino Unido e Irlanda del
Norte, firmaran el
Tratado de Bruselas, con el que creaban la
Alianza Atlántica. La aparición de gobiernos comunistas en Europa
Central y Oriental aumentó el temor y se decidió crear una estructura
mayor que tuviese como base el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
Se han
cumplido treinta y nueve años desde que se celebró el referéndum sobre
la permanencia de España en la OTAN. Fue un 12 de marzo de 1986, aunque
ya se pertenecía a la organización desde mayo de 1982, siendo presidente
del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo de la UCD.
España tenía vetada su participación en el ámbito
internacional. Franco había estado ligado a Hitler y Mussolini durante
la guerra y el régimen estaba mal visto. Tendrían que pasar muchos años,
antes de que se la dejara participar en el concierto internacional
europeo. De forma unilateral,
Estados Unidos, sí llegó a acuerdos con España,
instalando bases militares estratégicas, que serían luego, además, de la
OTAN.
El PSOE había sido contrario a que España
perteneciera a la OTAN, pero con la entrada en la Comunidad Económica
Europea, Felipe González, entendió que las cosas eran de otra forma a
las que él mismo había entendido y convocó el referéndum prometido sobre
la permanencia de España en la organización. Si en 1981 el PSOE defendía
que España debía colaborar con el equilibrio internacional no ingresando
en la OTAN, ahora argumentaba que debía hacerlo permaneciendo en ella.
Muchos calificaron el cambio de postura como
uno de sus primeros engaños políticos. Aparte
las presiones recibida por parte de EEUU y de los países europeos, era
imprudente salirse de la OTAN en momentos en los que se agudizaban las
tensiones de la segunda guerra fría. Hoy parece que estamos cerca de la
tercera. Como llegaría a ser el entusiasmo atlantista, que Javier Solana
llegó a ser Secretario General de la Organización desde 1995 a 1999.
En el
referéndum se presentó una papeleta con el siguiente texto y pregunta:
El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que
España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha
permanencia se establezca en los siguientes términos: 1º La
participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su
incorporación a la estructura militar integrada. 2º Se mantendrá la
prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en
territorio español. 3º Se procederá a la reducción progresiva de la
presencia militar de los Estados Unidos en España. ¿Considera
conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los
términos acordados por el Gobierno de la Nación?
En 1982 la
población española era de 29.024.494. El censo electoral estaba
constituido por 17.246.880 personas. La participación en el referéndum
fue del 59.42%, de los que el 52,49% dijo SÍ a la pregunta de marras. El
NO representó el 39,85%. Lo que quiero decir es que sólo el 31,19% de la
población dijo SÍ y legitimó la permanencia de España en la Organización
del Tratado del Atlántico Norte.
En 1997, durante el mandato de José María Aznar,
España se incorporó a la estructura militar integrada de la OTAN. Se
incumplía el primer condicionante del referéndum. El segundo precepto
fue enmendado, introduciéndose en el
Instrumento de Adhesión una cláusula, por la
que EEUU puede instalar, almacenar o introducir armas nucleares en
territorio español, previa autorización del Gobierno de España. Tampoco
se ha producido la reducción progresiva de la presencia militar
norteamericana en España, sino que por el contrario ha ido en aumento,
por lo que el tercer precepto también ha quedado incumplido.
La URSS
desapareció en 1991, pero la OTAN liderada por EEUU, sigue vinculado a
Rusia con una amenaza global y están desplegando sus tropas en las
antiguas bases soviéticas para ejecutar sus planes, no sabemos si de
agresión o de defensa. La OTAN, tras el surgimiento de la crisis en
Ucrania en 2014, ha experimentado un empeoramiento de su relación con
Rusia hasta niveles no vistos desde la Guerra Fría. Ha multiplicado sus
maniobras militares y patrullas marítimas, terrestres y aéreas en varios
países europeos y bálticos. Las autoridades rusas ante las consecuencias
de la progresiva expansión atlántica, han desplegado nuevas armas en el
mar Negro. La guerra en Siria, Afganistán y todas las demás, hacen que
la tensión Este-Oeste se esté sirviendo fría.
La invasión rusa de Ucrania ha generado el
contexto perfecto para la resurrección de la OTAN. Las tornas han
cambiado desde 2019 en que el presidente Emmanuel Macron aseguraba que
el bloque se encontraba en estado de muerte cerebral. Incluso Finlandia
y Suecia, tradicionalmente defensoras de un no alineamiento militar, han
pedido integrarse.
Desde la defensa de los pueblos contra toda agresión imperialista, hay
que reclamar la disolución de la OTAN,
clamando contra Putin y todo el apoyo a la Paz duradera y a la
resistencia del pueblo ucraniano.
La OTAN es
uno de los mayores impulsores de la carrera armamentística mundial. Es
inaceptable que el gasto mundial en armamento en 2019 se estimase en
1,63 billones de euros, el 2,2% del PIB mundial (la cifra más alta desde
la Guerra Fría). Debido a la estrecha colaboración de la UE con la OTAN,
la Comisión Europea presentó en 2018 un presupuesto de 13.000 millones
de euros para defensa durante el período 2021-2027.
Necesitamos
avanzar hacia el fin del intervencionismo militar, hacia modelos de
justicia social, hacia la justicia climática y hacia un sistema de
seguridad desmilitarizado, basado en la prevención diplomática de los
conflictos, la multilateralidad y el cumplimiento de la Carta de las
Naciones Unidas. La propuesta de militarización de la OTAN va acompañada
de un despliegue militar de EEUU por todo el mundo que rechazamos,
incluidas las bases en nuestro país de Rota y Morón.
Necesitamos
un sistema de seguridad desmilitarizado, sin armas de destrucción
masiva, sin bases militares desplegadas en terceros países, que se
acompañe de una reducción drástica del gasto en armamento y de la
creación de una cultura de paz a la que se dediquen los recursos y los
medios que hoy se destinan a la guerra. Estos principios deben guiar las
acciones para cualquier acción política propia no basada en los
intereses de otros países o grandes potencias. Necesitamos un mundo
libre de guerras y destrucción.
Ahora, el
secretario general de la OTAN, Mark Rutte, afirma que el nuevo objetivo
de gasto militar que los líderes de la Alianza acordarán a finales de
junio en la cumbre de La Haya se fijará en función de las capacidades
militares que la organización transatlántica necesita. Lo que
decidiremos en La Haya, manifieta,, lo que gastaremos en defensa en el
futuro, el nuevo plan de inversión en defensa, se basa en lo que
necesitamos en términos de capacidades duras. El secretario general de
la Alianza, Mark Rutte, ha propuesto que los aliados inviertan un 5% de
su PIB en defensa para el año 2032. De ese 5%, un 3,5% se destinaría al
gasto militar puro, mientras que el 1,5% restante se invertiría en
cuestiones relacionadas con la defensa, como la protección de
infraestructuras o la ciberdefensa.
España
mantiene el pulso a Trump y Rutte y rechaza disparar el gasto militar al
5%: El 2% es suficiente. Los ministros de Defensa acuerdan un aumento de
las capacidades en defensa del 30%. Para el secretario general de la
OTAN, es el paso previo para acordar un nuevo compromiso de gasto muy
por encima del 2%.
El mensaje
que ha dejado la ministra de Defensa Margarita Robles es que España no
vetará la conclusión final de la cumbre, aunque por ahora mantiene el
pulso ante la exigencia Trump. La posición de España es desde la
sincerada honestidad y la sinceridad. Hay otros países que han mostrado
reticencias. Falta mucho tiempo. España nunca pone pegas sino todo lo
contrario, pero al mismo tiempo es honesta y creíble. Veremos cual es la
decisión final.
Cientos de
personas se han manifestado en Madrid contra el rearme y el nuevo
objetivo de gasto de la OTAN. El líder del Partido Comunista y diputado
de Sumar, Enrique Santiago, ha abierto la puerta a la salida de IU del
Gobierno si se apoya el incremento del gasto en Defensa en una marcha
que han apoyado también Podemos. Lo que para mí sí es evidente, declara
Irene Montero, es que tanto el Partido Socialista como Sumar están
diciendo que están en contra del rearme, pero luego, cuando Trump llama
y dice hay que llegar al 2% de gasto militar, lo cumplen sin rechistar.
Y dentro de 15 días les van a decir que el 5% en gasto militar y lo van
a cumplir sin rechistar.
Recuerdo que
aquel 12 de marzo, el día del referéndum, yo era apoderado en mi
distrito por el PSOE y estuve recorriendo los colegios electorales todo
el día. En mi bolsillo llevaba un sobre cerrado con la papeleta del NO,
que cuando me tocó, la introduje convenientemente en la urna. Seguí la
idea que sobre la OTAN había mantenido el partido socialista hasta
entonces. Sigo en el empeño. ¡OTAN NO! ¡Bases fuera! ¡No a la guerra!
¡No al rearme! ¡Ni guerra entre pueblos ni guerra entre clases!