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#Impuestos Durante
la pandemia ha
avanzado la
percepción
favorable sobre la
fiscalidad: el
cambio es mayor si
se amplía el arco
temporal, ya que
los que creen que
se paga mucho en
España han caído
del 65,3% al 39,4%
desde 2004. Hay
una mayoría
dispuesta a
aportar más a
cambio de mejores
servicios.
A menudo, durante una campaña
electoral, cuando
se habla de
impuestos parece
que el candidato
de turno, sea de
izquierdas o
derechas, se
dirige a un solo
individuo con una
opinión
invariable, o a un
conjunto homogéneo
de sujetos guiados
por una sola idea:
"Quiero más dinero
en mi bolsillo".
Por eso se da por
hecho que prometer
una bajada de
impuestos es
populista o
electoralista.
Porque se supone
que bajando
impuestos se le
dice a la gente
los que quiere
oír. Lo contrario,
por lógica, sería
políticamente
suicida.
La evolución de
las opiniones
económicas de la
sociedad española,
recogidas mediante
métodos
científicos,
muestra un
corrimiento a
favor del pago de
tributos, cada vez
más entendidos
como
imprescindibles
para prestar unos
servicios públicos
de calidad
(@_infolibre).
Dicho
desplazamiento se
concentra
claramente en el
costado izquierdo
del electorado, un
sector cada vez
menos permeable al
discurso
antiimpuestos. La
Gran Recesión
primero y la
pandemia después
han ido inclinando
el sentir de la
sociedad española
a favor de una
mayor
responsabilidad
fiscal. La
evolución de las
respuestas de la
ciudadanía,
muestra un claro
incremento del
prestigio de los
impuestos. La
frase los
impuestos son
necesarios para
que el Estado
pueda prestar
servicios
públicos, tiene en
la última
encuesta, de julio
de 2022, más apoyo
que en 2019: del
57,5% ha pasado al
59,4%. También han
subido quienes
piensan que los
tributos son un
medio para
redistribuir mejor
la riqueza. A su
vez, bajan los que
opinan que los
impuestos son algo
que el Estado nos
obliga a pagar sin
saber muy bien a
cambio de qué
La clave está en
que se va
entendiendo que
los impuestos, a
diferencia de lo
que ocurría hace
veinte años,
polarizan al
electorado. No
sólo las batallas
culturales
polarizan. Ni
todas las
polarizaciones
carecen de base. |