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Abril republicano

       

Golpe de Estado
contra la república democrática


Las desapariciones de personas durante el franquismo se calculan en 140.000 que siguen enterrados en cunetas y fosas comunes. Hoy, partidos de la derecha reaccionaria, niegan la realidad histórica de lo ocurrido...



Elecciones y proclamación.
Llegó la República


El 12 de abril de 1931, se celebraron en España elecciones municipales, que, pese a los resultados globales, provocaron la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República...


Abril por la República


La vida de la Segunda República fue corta, pero intensa. Todo empezó un 12 de abril de 1931, cuando la ciudadanía eligió a los partidos republicanos y socialistas, contra los monárquicos que dieron la espalda al rey...


Por una Constitución republicana


La mayoría de los españoles consideraba que debería convocarse un referéndum para que los ciudadanos se pronuncien sobre si prefieren que España siga siendo o no una monarquía parlamentaria...

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Primera República española,
la efímera


Fueron tiempos de grandes tensiones políticas y sociales, hasta cuatro presidentes se sucedieron, numerosos levantamientos, carlistas y cartonistas, una guerra en Cuba y la elaboración de una de las Constituciones más modernas..
 

Las Cortes Constituyentes
aprobaron la Constitución

Fue un 9 de Diciembre de 1931, cuando las Cortes Constituyentes aprobaron la Constitución de la República. Estuvo vigente hasta el final de la guerra en 1939. En el exilio republicano se continuó reconociendo su vigencia hasta 1977...





 

 La Segunda República concluyó por el golpe de Estado de los militares fascistas que condujo a la Guerra fraticida. La República llegó por el debilitamiento del sistema, de la Restauración borbónica de Cánovas del Castillo. El rey Alfonso XIII había sido cuestionado por llevar a España a la guerra con Marruecos y apoyar la dictadura de Primo de Rivera. En 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián para fijar tres objetivos de cara a una futura república: establecer libertad religiosa, convocar cortes constituyentes y permitir que las regiones pudieran presentar estatutos autonómicos. En las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 ganaron los partidarios de la república. De esta manera, el 14 de abril se proclamó la Segunda República española, mientras que Alfonso XIII marchaba al exilio. El 9 de diciembre de 1931 fue aprobada la nueva Constitución que establecía que "España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia". Se dejaba el poder legislativo bajo un modelo unicameral, el ejecutivo a manos del presidente con unos poderes muy limitados y a justicia que velaba por la independencia por el Tribunal de Garantías Constitucionales. La República trató de llevar a cabo tres grandes reformas: la religiosa, con la que España se convertía en un Estado laico; militar, con la que se quería depurar dentro del Ejército a posibles militares golpistas; y agraria que permitiese liberar a la tierra de los grandes terratenientes. Iglesia, militares y terratenientes, tres grandes sectores que se opusieron a la República. El 18 de julio de 1936 un grupo de militares dio un golpe de Estado para derrocar la República y provocó la Guerra y una dictadura.



  Constitución de la Segunda República

 

"Ponga su corona a voluntad del pueblo, Póngala para que la votemos"

Comparsa Los Mafiosos. Carnaval de Cádiz 2018

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Los monárquicos dieron
la espalda al rey (I)
Queda proclamada
la República (II)
Vida y obra de la
Segunda República (III)
La República condenada
a muerte
(y IV)
 

  Laicismo y República en España

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18 de Julio;
relato de un golpe de Estado


El golpe de estado se dio contra la legitimidad de la República. Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista...




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Manifiesto republicano para la jornada del 6 de diciembre 2017
¡Abajo la monarquía, queremos República! ¡Derecho a decidir!


14 de abril, 87 aniversario de la II República

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Llamamiento a organizar la consulta
"¿Monarquía o República? Derecho a decidir"

“Lo llaman democracia y no lo es” Éste es el grito unánime de una sociedad que sale a la calle a exigir sus derechos y protestar contra los recortes económicos y las libertades.  La democracia no consiste únicamente en votar cada cuatro años, sino a tomar parte en todas las decisiones políticas y económicas que afecten al pueblo soberano.


COMUNICADO
Manifiesto Intelectuales por la III República
Campaña en los municipios #RepruebaLaCorona
7 distritos de Madrid y 5 municipios harán referéndum sobre monarquía o república
2 diciembre 2018: La consulta popular monarquía o república se despliega

Manifiesto
#AlianzaRepublicana

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La información y la opinión
republicana

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Himno de la Segunda República

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Mujeres Republicanas en la historia

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Constitución de la Segunda República. Comentada en PDF

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Manifiesto de Socialistas
ante el 14 de abril 2016

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Himno de la Segunda República



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Proclamación de Felipe VI

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Historia frustrada de la
Segunda República

 

 
El 14 de abril de 1931, se proclama, desde la Puerta del Sol de Madrid, la Segunda República. El Rey Alfonso XXIII abandona España, al entender que las elecciones le deslegitiman, al haber ganado las elecciones las candidaturas de los partidos de izquierdas y republicanos, contrarios a la monarquía.

Se adoptó como bandera la tricolor y el Himno de Riego como el himno oficial de la República. Como Presidente, fue elegido Don Niceto Alcalá Zamora.

Su  fin fue trágico; el golpe de estado nacional-católico-fascista, que llevó a la guerra civil, culmino con la dictadura militar del general Franco.

Gaceta de Madrid miércoles 15 de abril de 1931


 

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ESPAÑA SE ACUESTA MONÁRQUICA Y SE LEVANTA REPUBLICANA

Camino hacia la II República 


El descrédito de la monarquía

El pacto de San Sebastián

La sublevación de Galán en Jaca

Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano. La naturaleza y la historia parecen fundirse en una clara leyenda anticipada o en un romance infantil".

Antonio Machado dedicó estos versos a la llegada inesperada de la República el 14 de abril de 1931. En 36 horas el reinado de Alfonso XIII llegaba a su fin. En apariencia fue un proceso rápido, limpio, incruento e imprevisto. Sin embargo, la monarquía estaba podrida.

El sistema ideado por Canovas en el siglo XIX ya estaba obsoleto antes de que la dictadura de Primo de Rivera, con la anuencia del rey, la aparcara en 1923. Ocho años después, su oferta, basada en un sistema liberal-pseudoparlamentario que sabía a viejo e inútil, no podía competir con el atractivo de una República democrática que aspiraba a transformar el país.

L
as elecciones del 12 de abril suponían para el régimen un paso más en su vuelta a la normalidad de antes de la dictadura. Sin embargo, para las fuerzas republicanas eran una prueba de fuerza, una consulta sobre la forma de Estado. La ganaron, los resultados de los comicios fueron un mazazo para los monárquicos. Sólo ganaron en 9 de las 50 capitales de provincia.

El
desconcierto se apoderó de las clases dirigentes. Así, el almirante Aznar, entonces jefe de Gobierno, no lo veía nada claro. '¡Qué quieren que les diga de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano!', declaró ante la prensa. Otros, como Romanones, proponían la renuncia del rey. Mientras, las calles estaban llenas de gente que vitoreaba a la República.

Por su parte, el comité revolucionario republicano se hallaba reunido en casa de Miguel Maura. Habían invitado a que el Gobierno se sometiera a la 'voluntad nacional', pero creían que el cambio no llegaría hasta la celebración de unas Cortes Constituyentes. Pero, como dijo el propio Maura, 'fue la calle la que se encargó, por si sola, de aclarar las cosas, marcando el rumbo a los acontecimientos'.

La monarquía estaba herida de muerte y la puntilla vino de un flanco inesperado: la Guardia Civil. Su director, el general Sanjurjo, proclamó su adhesión a la República, que ya tenía un Gobierno Provisional. Eibar fue la primera ciudad donde se izó la bandera tricolor. Solo faltaban la renuncia y marcha de Alfonso XIII. En un cuarto de hora se agolparon dos acontecimientos clave: el rey comenzó su exilio dirigiéndose a Cartagena y Alcalá Zamora, Azaña y el resto de los nuevos ministros entraban en el ministerio de la Gobernación. Había nacido la Segunda República.


Grupo socialista en el Congresp

Alejandro Lerroux

Azaña y Franco

Julián Besteiro

 


La Segunda República es uno de los momentos clave de la historia contemporánea española. El proyecto de democratización y modernización que se abre en 1931, y que tantas esperanzas despertó en amplias capas de la población española, concluyó con una cruenta guerra civil. El debate sobre las razones de ese fracaso histórico sigue siendo uno de los elementos clave de la historiografía española.

La Constitución de 1931 y el bienio reformista

El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades precipitó el 14 de Abril de 1931 la proclamación  de la República. La amplitud del movimiento popular llevó a que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, se exiliara.

Gobierno provisional de la República

Presidente: Niceto Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana)
Estado, Alejandro Lerroux (Republicano Radical)
Gracia y Justicia, Fernando de los Ríos (PSOE)
Guerra Manuel Azaña (Acción Republicana)
Marina Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana Gallega)
Gobernación, Miguel Maura (Republicano Conservador)
Fomento, Álvaro de Albornoz (Republicano Radical Socialista)
Trabajo y Previsión Social, Francisco Largo Caballero (PSOE)
Instrucción Pública y Bellas Artes Marcelino Domingo (Radical Socialista)
Economía Nacional, Luis Nicolau d'Olwer (Acción Catalana)
Hacienda, Indalecio Prieto Tuero (PSOE)
Comunicaciones, Diego Martínez Barrio (Republicano Radical)

Inmediatamente se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. El gobierno debía dirigir el país hasta que unas nuevas Cortes Constituyentes dieran forma al nuevo régimen.

No obstante, el nuevo gobierno tuvo que responder desde un principio al ansia general de reformas. Adoptó las primeras medidas para la reforma agraria, inició reformas laborales, emprendió la reforma militar, aprobó legislación educativa y puso en marcha el Estatuto provisional de autonomía de Cataluña.

El ambiente social, sin embargo, se encrespó inmediatamente. A la vez que la CNT anarquista promovía una amplia campaña de huelgas, los enfrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno fueron inmediatos. El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal Segura, puso todo tipo de trabas al nuevo ejecutivo. El viejo anticlericalismo afloró de nuevo y en mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados. La opinión pública católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen republicano.

Finalmente, en junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes en un ambiente de relativa tranquilidad. Las urnas dieron una clara mayoría de la coalición republicano-socialista. La nueva Constitución, aprobada en diciembre de 1931, reflejó las ideas de esta mayoría. Estos son sus principales rasgos:

Soberanía popular. Se declaraba al nuevo estado español como una "República democrática de trabajadores de todas clases".

Sufragio universal masculino y femenino. Tras un largo y complejo debate en las Cortes, las mujeres españolas obtuvieron el derecho de voto.

Extensa declaración de derechos y libertades. Derechos civiles: divorcio, equiparación hijos legítimos e ilegítimos.

Derecho a la educación.

Poderes del Estado: Poder legislativo quedó en manos de unas Cortes unicamerales.

Poder ejecutivo:

  • Presidente de la República con escasos poderes.

  • Jefe de Gobierno, nombrado por el Presidente pero que debía contar con la aprobación de las Cortes.

Poder judicial en manos de los tribunales de justicia.

Por primera vez en nuestra historia, se establece el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía.

En lo relativo a la "cuestión religiosa" se establece un estado laico: Separación de la Iglesia y el Estado Desapareció el presupuesto de culto y clero Prohibición de ejercer la educación Libertad de conciencia y cultos


El Bienio Reformista (1931-1933)

Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo período con un gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República.

El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro. Estas fueron sus principales medidas:

Reformas laborales, iniciadas desde el Ministerio del Trabajo por el socialista Largo Caballero, que favorecían la posición de los trabajadores y sindicatos y encontraron la cerrada oposición de los empresarios.

Reforma educativa: Amplio programa de construcción de escuelas y contratación de maestros: 6750 escuelas y 7000 maestros con mejores salarios. Enseñanza mixta La Religión dejó de ser asignatura obligatoria lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia

Reforma militar. Buscando garantizar la fidelidad del Ejército al nuevo régimen republicano y propiciar la reducción del excesivo número de jefes y oficiales, se exigió el juramento de fidelidad al nuevo régimen republicano, pudiendo optar los que se negaran a ello al retiro voluntario con paga completa.

Reforma agraria. Se aprobó en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Con ella se buscaba el reasentamiento de campesinos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados. Su aplicación fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley. Esto provocó un decepción generalizada entre el campesinado en un contexto económico de paro creciente.


La oposición al gobierno

La derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República en los primeros meses del nuevo régimen. La oposición conservadora quedó restringida a las Asociaciones Patronales como la Unión Económica Nacional  y el Partido Radical de Lerroux. Este grupo de centro-derecha dirigió la oposición al gobierno en las Cortes.

Por otro lado, la izquierda revolucionaria no dio tregua al nuevo gobierno. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT), con más de un millón de afiliados, siguió la línea extremista marcada por los militantes de la Federación Anarquistas Ibérica (FAI). El minoritario Partido Comunista de España (PCE) se hallaba también instalado en una línea radical, defendida en aquel momento por la Komintern y Stalin.


Las tensiones sociales y políticas

La crisis económica, la línea radical propiciada por la CNT y la negativa de la patronal a las reformas llevaron a un marco de fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y a menudo violentos (Castilblanco, Arnedo, Baix Llobregat).

El debate en Cortes del Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria provocaron una oposición cerrada en las fuerzas de derecha. De nuevo, las fuerzas conservadoras recurrieron al tradicional método de la insurrección militar.

El general Sanjurjo intentó un golpe de estado militar en Sevilla agosto de 1932. La "Sanjurjada", mal preparada y con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al gobierno fue inmediata.

Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y del Estatuto de Autonomía de Cataluña. En este territorio, la Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Francesc Maciá, triunfó en las primeras elecciones autonómicas.

Pese al fracaso de Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas.

El escándalo consiguiente llevó al gobierno a la decisión de convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933. Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios:

  • La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por Gil Robles, grupo mayoritario auspiciado por la Iglesia Católica.

  • Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, en la que se agruparon los monárquicos.

  • Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador.

Mientras la izquierda se presentó fragmentada en múltiples grupos y los anarquistas llamaron a la abstención. Las elecciones dieron la victoria de los grupos conservadores: Partido Republicano Radical y la CEDA. El triunfo conservador fue contestado por una insurrección anarquista que fue tuvo como resultado más de cien muertos.


La vida cultural de la Segunda República

Los intelectuales tuvieron un protagonismo especial durante la Segunda República. Muchos de los dirigentes republicanos y socialistas, como Manuel Azaña, Fernando de los Ríos o Julián Besteiro, pertenecieron al mundo de la cultura. Otros, como Ortega y Gasset, Antonio Machado, Gregorio Marañón, apoyaron expresamente al nuevo régimen agrupándose en la Agrupación al Servicio de la República.

El apoyo unánime se fue resquebrajando con el paso del tiempo. A partir de 1932, algunos intelectuales, como Ortega o Unamuno, adoptaron una posición crítica con el Gobierno republicano-socialista.

La mayoría, sin embargo, apoyó la política reformista del gobierno de Azaña y colaboró en la acción de extensión cultural del Gobierno republicano-socialista. Algunas compañías teatrales, integradas por actores profesionales y estudiantes, visitaron pueblos apartados del país llevando las principales obras del repertorio teatral español. La más conocida de ellas fue La Barraca, un proyecto personal del poeta García Lorca.

Las Misiones Pedagógicas tuvieron un objetivo similar, la difusión de la cultura entre una población mayoritariamente analfabeta: bibliotecas ambulantes, conferencias, charlas, recitales de poesía, proyecciones de películas, exposiciones con reproducciones de obras del Museo del Prado.

La generación del 27 pasó al primer plano durante el periodo republicano. El grupo de poetas fue excepcional. Basta simplemente con mencionar a sus integrantes: Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Miguel Hernández y García Lorca. Ramón J. Sénder fue el más destacado novelista.


El bienio radical-cedista. La revolución de 1934

Las elecciones de 1936 y el Frente Popular

El bienio radical-cedista (1933-1936)

Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la paralización de las reformas iniciadas:

Paralización de la reforma agraria, con la consiguiente expulsión de las tierras que habían ocupado de miles de jornaleros.

Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política fue completada con una amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo en 1932.

Conciliación con la Iglesia Católica

Paralización de las reformas educativas. Parón en el programa de construcciones escolares y anulación de la enseñanza mixta.

Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos. Freno al proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde enero de 1934.


Radicalización del enfrentamiento político

En un contexto de crisis económica internacional y de triunfo de los extremismos en Europa con el triunfo de Hitler en 1930 y la consolidación de la dictadura de Stalin en la URSS, la lucha política se radicalizó en nuestro país. España se polarizó entre las "derechas" y las "izquierdas".

Derechas:

La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares católicas. Las Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil del partido, tenían ya en aquel momento rasgos claramente fascistas.

En Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, se agrupaban los monárquicos con posturas cada vez más extremistas y antidemocráticas.

Finalmente, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera se fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ledesma. Quedaba así constituido el núcleo político de ideología fascista en España.

Izquierdas:

La Izquierda Republicana de Manuel Azaña agrupaba el centro-izquierda que había optado por una política de reformas y de alianzas con el movimiento obrero.

El PSOE, el mayor partido obrero, estaba dirigido por un grupo de líderes a menudo enfrentados. Indalecio Prieto y Largo Caballero  representaban el ala más moderada y más radical del partido. En general, el PSOE vivió un claro proceso de radicalización.

El PCE seguía las nuevas directrices de la Komintern y buscaba una alianza de la izquierda contra el fascismo. La experiencia alemana y el ascenso de Hitler en enero de 1933 habían hecho rectificar a Stalin y buscar alianzas con todas las fuerzas de centro-izquierda.

La CNT seguía ligada a la acción revolucionaria, aunque había quedado muy mermada tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933.

Los continuos enfrentamientos del gobierno de la Generalitat catalana con el gobierno de derechas de Madrid habían propiciado que la Esquerra Republicana de Catalunya dirigida por Lluis Companys girara a la izquierda en sus posiciones políticas.


Revolución de Octubre de 1934

La creciente tensión entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda, PSOE, UGT, CNT, PCE,  llamó a la huelga general contra el gobierno. El seguimiento fue muy desigual.

El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas.

En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista. La revuelta fue rápidamente reprimida por del Ejército

Lo peor ocurrió en Asturias. Aquí la huelga general triunfó y degeneró en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a optar por la represión más brutal. La Legión, dirigida por el general Franco, fue la encargada.

El balance de la Revolución de Octubre de 1934  fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys, Azaña, que no había apoyado el levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE como Prieto o Largo Caballero.

La reacción del gobierno de derechas fue el endurecimiento de su política: se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley de Reforma Agraria, que en la práctica era una verdadera contrarreforma.

Sin embargo, las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes. Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Un ejemplo de la orientación de la CEDA fueron los nombramientos que hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa. Militares claramente contrarios a la república y la democracia fueron designados para puestos clave en la estructura del Ejército. Franco, por ejemplo, fue nombrado jefe del Estado Mayor.

La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del Estraperlo, que afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936.


Las elecciones de 1936 y el Frente Popular

En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936:

Frente Popular: pacto electoral firmado en enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya. Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.

La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social. La Falange y el PNV se presentaron por su cuenta.

La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país.

Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado.


El nuevo gabinete inició acción reformista

Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934.

Restablecimiento del Estatuto catalán.

Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares.

Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas.

Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia, fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.

Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático.

Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas.

Mientras la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba. Por un lado, había una trama política conformada por los principales líderes de los partidos: Gil Robles, Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera. Por otro lado, crecía el número de generales implicados: Franco, Goded, Fanjul, Varela, Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración, el "director" del golpe. La salida antidemocrática tenía valedores internacionales. Muy pronto se iniciaron los contactos con Mussolini y Hitler.

El 12 de julio era asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad. El enfrentamiento era inevitable.

El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil.



DOCUMENTO DE RENUNCIA DEL REY ALFONSO XIII

 

Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público, hasta en las más críticas coyunturas.

Un Rey puede equivocarse y, sin duda, erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.

Soy el Rey de todos los españoles y, también, un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme, un día, cuenta rigurosa.

Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, encargo a un Gobierno que la consulte convocando Cortes Constituyentes y, mientras habla la nación, suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.

También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.»


(BERENGUER: De la Dictadura a la República
Madrid, 1946, pág. 393.)


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PRIMEROS DECRETOS DEL NUEVO GOBIERNO

   

 

COMITÉ POLÍTICO DE LA REPÚBLICA

DECRETO.- El Gobierno provisional de la República ha tomado el Poder sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna, es el pueblo quien le ha elevado a la posición en que se halla, y es él quien en toda España le rinde acatamiento e inviste de autoridad. En su virtud, el presidente del gobierno provisional de la República, asume desde este momento la jefatura del Estado con el asentimiento expreso de las fuerzas políticas triunfantes y de la voluntad popular, conocedora, antes de emitir su voto en las urnas, de la composición del Gobierno provisional.

Interpretando el deseo inequívoco de la Nación, el Comité de las fuerzas políticas coaligadas para la instauración del nuevo régimen, designa a don Niceto Alcalá Zamora y Torres para el cargo de presidente del gobierno provisional de la República.

Madrid, catorce de abril de mil novecientos treinta y uno.


Por el Comité:

Alejandro Lerroux
Fernando de los Ríos
Manuel Azaña
Santiago Casares Quiroga
Miguel Maura
Álvaro de Albornoz
Francisco largo Caballero


   

PRESIDENCIA DEL GOBIERNO PROVISIONAL DE LA REPÚBLICA


DECRETO.- Usando del poder que en nombre de la nación me ha conferido el Comité de las fuerzas políticas coaligadas, para la implantación de la República, triunfante en la elección popular, vengo en nombrar Ministro de Estado a don Alejandro Lerroux y García.

Dado en Madrid, a catorce de abril de mil novecientos treinta y uno.

El Presidente del Gobierno provisional de la República

NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y TORRES.


   

GOBIERNO PROVISIONAL DE LA REPÚBLICA

DECRETO.- El Gobierno provisional de la República, al recibir sus poderes de la voluntad nacional, cumple con un imperioso deber político al afirmar ante España que la conjunción representada por este Gobierno no responde a la mera coincidencia negativa de libertar a nuestra patria de la vieja estructura ahogadiza del régimen monárquico, sino a la positiva convergencia de afirmar la necesidad de establecer como base de la organización del Estado un plexo de normas de justicia necesitadas y anheladas por el país.

El Gobierno provisional, por su carácter de transitorio de órgano supremo, mediante el cual ha de ejercer las funciones soberanas del Estado, acepta la alta y delicada misión de establecerse como Gobierno de plenos poderes.

No ha de formular una carta de derechos ciudadanos, cuya fijación de principios y reglamentación concreta corresponde a la función soberana y creadora de la Asamblea Constituyente; mas como la situación de «pleno poder» no ha de entrañar ejercicio arbitrario en las actividades del Gobierno, afirma solemnemente, con anterioridad a toda resolución particular y seguro de interpretar lo que demanda la dignidad del Estado y el ciudadano, que somete su actuación a normas jurídicas, las cuales, al condicionar su actividad, habrán de servir para que España y los órganos de autoridad puedan conocer, así los principios directivos en que han de inspirarse los decretos, cuanto las limitaciones que el Gobierno provisional se impone.

En virtud de las razones antedichas el Gobierno declara:

1.: Dado el origen democrático de su poder y en razón del responsabilismo en que deben moverse los órganos del Estado, someterá su actuación colegiada e individual al discernimiento y sanción de las Cortes Constituyentes -órgano supremo y directo de la voluntad nacional-, llegada la hora de declinar ante ella sus poderes.

2.: Para responder a los justos e insatisfechos anhelos de España, el Gobierno provisional adopta como norma depuradora de la estructura del Estado, someter inmediatamente, en defensa del interés público, a juicio de responsabilidad los actos de gestión y autoridad pendientes de examen al ser disuelto el Parlamento en 1923, así como los ulteriores, y abrir expediente de revisión en los organismos oficiales, civiles y militares, a fin de que no resulte consagrada la prevaricación ni acatada la arbitrariedad, habitual en el régimen que termina.

3.: El Gobierno provisional hace pública su decisión de respetar de manera plena la conciencia individual mediante la libertad de creencias y cultos, sin que el Estado en momento alguno pueda pedir al ciudadano revelación de sus convicciones religiosas.

4.: El Gobierno provisional orientará su actividad, no sólo en el acatamiento de la libertad personal y cuanto ha constituido en nuestro régimen constitucional el estatuto de los derechos ciudadanos, sino que aspira a ensancharlos, adoptando garantías de amparo para aquellos derechos, y reconociendo como uno de los principios de la moderna dogmática jurídica el de la personalidad sindical y corporativa, base del nuevo derecho social.

5.: El Gobierno provisional declara que la propiedad privada queda garantizada por la ley, en consecuencia, no podrá ser expropiada, sino por causa de utilidad pública y previa la indemnización correspondiente. Mas este Gobierno, sensible al abandono absoluto en que ha vivido la inmensa masa campesina española, al desinterés de que ha sido objeto la economía agraria del país, y a la incongruencia del derecho que la ordena con los principios que inspiran y deben inspirar las legislaciones actuales, adopta como norma de su actuación el reconocimiento de que el derecho agrario debe responder a la función social de la tierra.

6.: El Gobierno provisional, a virtud de las razones que justifican la plenitud de su poder, incurriría en verdadero delito si abandonase la República naciente a quienes desde fuertes posiciones seculares y prevalidos de sus medios, pueden dificultar su consolidación. En consecuencia, el Gobierno provisional podrá someter temporalmente los derechos del párrafo cuarto a un régimen de fiscalización gubernativa, de cuyo uso dará asimismo cuenta circunstanciada a las Cortes Constituyentes.

NICETO ALCALÁ-ZAMORA, Presidente del Gobierno provisional
Alejandro Lerroux, Ministro de Estado
Fernando de los ríos, Ministro de Justicia
Manuel Azaña, Ministro de la Guerra
Santiago Casares Quiroga, Ministro de Marina
Miguel Maura, Ministro de la gobernación
Álvaro de Albornoz, Ministro de fomento
Francisco largo Caballero, Ministro de Trabajo.


   

PRESIDENCIA DEL GOBIERNO PROVISIONAL DE LA REPÚBLICA


DECRETOS.- El Gobierno de la República Española, teniendo en cuenta que los delitos políticos, sociales y de imprenta responden generalmente a un sentimiento de elevada idealidad; que los hechos más recientes de ese orden han sido impulsados por el amor a la libertad y a la patria, y, además, legitimados por el voto del pueblo, en su deseo de contribuir al restablecimiento y afirmación de la paz pública, decreta, como primera medida de su actuación, lo siguiente:

Artículo 1.: Se concede la más amplia amnistía de todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cual fuere el estado en que se encuentre el proceso, incluso los ya fallados definitivamente, y la jurisdicción a que estuvieren sometidos.

Se exceptúan únicamente los delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos y los de injuria y calumnia a particular perseguidos en virtud de querella de éstos.

Artículo 2.: Por los Ministerios de Justicia, Guerra y Marina se dictarán las disposiciones aclaratorias mediante las cuales se resuelvan las dudas que surjan y el alcance de la amnistía.

Por los mismos Departamentos se preparará con urgencia un indulto general que reduzca la severidad de las condenas y haga partícipe a la población penal de la satisfacción del país.

Dado en Madrid, a catorce de abril de mil novecientos treinta y uno.

El Presidente del Gobierno provisional de la República

NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y TORRES.


Recogiendo el Gobierno provisional de la República la aspiración popular, deseoso de que se solemnice la instauración del nuevo régimen y el alto ejemplo que supone haberlo llevado a cabo por consciente, legal y ordenada expresión de ciudadanía, decreto lo siguiente:

Artículo único. El día 15 de abril de 1931 se declara fiesta nacional y en los años sucesivos lo será el 14 del mismo mes, conmemorándose el establecimiento de la República.

Dado en Madrid, a catorce de abril de mil novecientos treinta y uno.

El Presidente del Gobierno provisional de la República

NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y TORRES

(Gaceta de Madrid, 15 de abril de 1931.)


   

BANDERA NACIONAL

    Gaceta de Madrid 28 de abril de 1931
Decreto del 27 de abril de 1931
   

 

Adoptando como Bandera nacional para todos los fines oficiales de representación del Estado, dentro y fuera del territorio español, y en todos los servicios públicos, así civiles como militares, la bandera tricolor que se describe.

El alzamiento nacional contra la tiranía, victorioso desde el 14 de abril, ha enarbolado una enseña investida por el sentir del pueblo con la doble representación de una esperanza de libertad y de su triunfo irrevocable.

Durante más de medio siglo la enseña tricolor ha designado la idea de la emancipación española mediante la República. En pocas horas, el pueblo libre, que al tomar las riendas de su propio gobierno proclamaba pacíficamente el nuevo régimen, izó por todo el territorio aquella bandera, manifestando con este acto simbólico su advenimiento al ejercicio de la soberanía.

Una era comienza en la vida española. Es justo, es necesario, que otros emblemas declaren y publiquen perpetuamente a nuestros ojos la renovación del Estado. El Gobierno provisional acoge la espontánea demostración de la voluntad popular, que ya no es deseo, sino hecho consumado, y la sanciona.

En todos los edificios públicos ondea la bandera tricolor. La han saludado las fuerzas de mar y tierra de la República; ha recibido de ellas los honores pertenecientes al jirón de la Patria. Reconociéndola hoy el Gobierno, por modo oficial, como emblema de España, signo de la presencia del Estado y alegoría del Poder público, la bandera tricolor ya no denota la esperanza de un partido, sino el derecho instaurado para todos los ciudadanos, así como la República ha dejado de ser un programa, un propósito, una conjura contra el opresor, para convertirse en la institución jurídica fundamental de los españoles. La República cobija a todos. También la bandera, que significa paz, colaboración de los ciudadanos bajo el imperio de justas leyes. Significa más aún: el hecho, nuevo en la Historia de España, de que la acción del Estado no tenga otro móvil que el interés del país, ni otra norma que el respeto a la conciencia, a la libertad y al trabajo. Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España.

Fundado en tales consideraciones y de acuerdo con el Gobierno provisional,
Vengo en decretar lo siguiente:

1. Se adopta como bandera nacional para todos los fines oficiales de representación del Estado dentro y fuera del territorio español y en todos los servicios públicos, así civiles como militares, la bandera tricolor que se describe en el art. 2º de este Decreto.

2. Tanto las banderas y estandartes de los Cuerpos como las de servicios en fortalezas y edificios militares, serán de la misma forma y dimensiones que las usadas hasta ahora como reglamentarias. Unas y otras estarán formadas por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo roja la superior, amarilla la central y morada oscura la inferior. En el centro de la banda amarilla figurará el escudo de España, adoptándose por tal el que figura en el reverso de las monedas de cinco pesetas acuñadas por el Gobierno provisional en 1869 y 1870.

En las banderas y estandartes de los Cuerpos se pondrá una inscripción que corresponderá a la unidad, Regimiento o Batallón a que pertenezca, el Arma o Cuerpo, el nombre, si lo tuviera, y el número. Esta inscripción, bordada en letras negras de las dimensiones usuales, irá colocada en forma circular alrededor del escudo y distará de él la cuarta parte del ancho de las bandas de la bandera, situándose en la parte superior y en forma que el punto medio del arco se halle en la prolongación del diámetro vertical del escudo.

Las astas de las banderas serán de las mismas formas y dimensiones que las actuales, así como sus moharras y regatones, aunque sin otros emblemas o dibujos que los del Arma, Cuerpo o Instituto de la unidad que lo ostente, y el número de dicha unidad. En las banderas podrán ostentarse las corbatas ganadas por la unidad en acciones de guerra.

3. Las Autoridades regionales dispondrán que sucesivamente sean depositadas en los Museos respectivos las banderas y estandartes que hasta ahora ostentaban los Cuerpos armados del Ejército y los Institutos de la Guardia Civil y Carabineros.

El transporte y entrega de dichos emblemas se hará con la corrección, seriedad y respeto que merecen, aunque sin formación de tropas, nombrándose por cada Cuerpo una Comisión que, ostentando su representación, realicen aquel acto, y formándose la Comisión receptora por el personal del Museo.

4. Las escarapelas, emblemas y demás insignias y atributos militares que hoy ostentan los colores nacionales o el escudo de España, se modificarán para lo sucesivo, ajustándolas a cuanto se determina en el artículo 2º.

5. Las banderas nacionales usadas en los buques de la Marina de guerra y edificios de la Armada, serán de la forma y dimensiones que se describen en el art. 2º. Las banderas de los buques mercantes serán iguales a las descritas anteriormente, pero sin escudo.

Las banderas y estandartes de los Cuerpos de Infantería de Marina y Escuela Naval serán sustituidas por banderas análogas a las descritas para los Cuerpos del Ejército.

Las astas, moharras y regatones se ajustarán asimismo a lo que se dispone para las de los Cuerpos del Ejército.

6. Las Autoridades departamentales y Escuadra dispondrán que sucesivamente sean depositadas en el Museo Naval las banderas de guerra regaladas a los buques y estandartes que hasta ahora ostentaban los Regimientos de Infantería de Marina y Escuela Naval.

El transporte y entrega de estas enseñas se hará con la corrección, seriedad y respeto que merecen, aunque sin formación de tropa, nombrándose por cada Departamento o buque una Comisión receptora por el personal del Museo.

7. Las escarapelas, emblemas y demás insignias y atributos militares que hoy ostentan los colores nacionales o el escudo de España se modificarán para lo sucesivo, ajustándolas a cuanto se determina en el artículo 2º.


PRIMERA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA

Cuando llega la República, en España aún seguía vigente, al menos en teoría, la Constitución de Canovas, el viejo'cheque en blanco' de corte liberal que había quedado en suspenso bajo el mandato de Primo de Rivera. Cuarenta años después de su entrada en vigor, aquél texto no servía. Completamente obsoleta, era papel mojado para los horizontes democráticos y reformadores del nuevo régimen.

Hacía falta una nueva ley máxima republicana y democrática. Tras un acalorado debate -se prolongó durante varios meses y trajo consigo las dimisiones de Alcalá Zamora y Maura- en las Cortes Constituyentes, fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. Había nacido la Constitución de la República Española, la más avanzada de su tiempo, que contemplaba el divorcio y el voto de las mujeres. Estos son sus principales rasgos:

Una República de trabajadores. El artículo 1 definía España como una república de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y justicia. Este artículo, muy discutido, daba al nuevo régimen un barniz ligeramente socialista que sólo sirvió para asustar a la derecha.

Estado Integral. Esta denominación ambigua contenía una fórmula de organización territorial que eludía el federalismo explícito, pero abría la puerta a las autonomías.

Una sola cámara. Se rompía así la tradición bicameral del país prescindiendo del Senado. Sin embargo, el Congreso salía reforzado con la facultad de destituir al Jefe del Estado, el presidente de la República.

Un jefe de Estado con un mandato de siete años. El presidente de la República era elegido de forma mixta por los parlamentarios y a través de unos compromisarios elegidos por sufragio universal. Así, era responsable ante el Parlamento y los electores.

Libertad de cultos y Estado laico. Uno de los puntos más polémicos. La República se declaraba laica, prohibía a las ordenes religiosas ejercer la enseñanza y desvinculaba al Estado de la financiación de la Iglesia. Significó una ruptura radical y un foco de tensiones en un país donde el altar era más importante que el trono.

S
ufragio universal de verdad (incluía a las mujeres). La Constitución disponía que todos los ciudadanos de más de 23 años tenían el derecho de votar. Este precepto, indiscutible hoy en día, supuso una revolución en su momento: las mujeres podían votar.

 >> Constitución Segunda República

 

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Víctor Arrogante
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