Durante la Guerra, fue usado por el
banco republicano en el asedio de Madrid
«¡No pasarán!», que empleó Dolores Ibárruri Pasionaria, durante un
discurso
La batalla de
Madrid, es el conjunto de episodios bélicos sucedidos en la zona
de Madrid durante el transcurso de la Guerra Civil Española.
Tras el golpe
de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, la sublevación militar
diseñada por el General Mola tiene lugar con éxito en el
protectorado español de Marruecos y parte del norte de España.
Tras el fracaso de la rebelión en Madrid, en los días
posteriores al pronunciamiento con la caída del Cuartel de la
Montaña y el de Campamento, la ciudad queda bajo el dominio
gubernamental de la Segunda República Española.
Desde este
instante, la toma de la ciudad de Madrid era un objetivo militar
para las tropas sublevadas. Desde el norte las tropas del
general Mola y posteriormente desde el Sur-Oeste por las tropas
del General Varela y del Coronel Yagüe.
A pesar de que
los principales combates tendrán lugar entre el otoño de 1936, y
la primavera de 1937, desde el comienzo de la guerra hubo
también importantes combates en áreas cercanas a la capital
durante el verano y el otoño de 1936. La Defensa de Madrid tiene
como particularidad haber sido la primera en la que se bombardeó
a objetivos civiles dentro de una ciudad, algo que después se
realizó en diversas ciudades españolas durante el conflicto
español y después durante la Segunda Guerra Mundial.
Lucha en
la Sierra de Madrid
El General
Emilio Mola, al que el gobierno de Manuel Azaña había destituido
de su puesto en el Protectorado Español en Marruecos enviándolo
a Pamplona como comandante militar de Navarra, fue el "Director"
de la conspiración militar que pretendía acabar con el gobierno
del Frente Popular salido de las urnas en febrero de 1936 (para
ello hizo llegar a los militares comprometidos en el complot
hasta trece Instrucciones Reservadas). En la segunda
"instrucción reservada", datada el 25 de mayo de 1936, ya se
fija como objetivo Madrid. El plan trazado es de carácter
centrípeto. En él se atacaría a Madrid desde las guarniciones de
Valencia, Zaragoza, Burgos y Valladolid.
El "Alzamiento"
del 17 al 20 de julio de 1936 fracasó en unos lugares y triunfó
en otros, interviniendo diversos factores como la inicial
indecisión de algunos mandos, la ignorancia de las directivas de
Mola en algunos ámbitos militares, el periodo veraniego que
tenía a un porcentaje de mandos intermedios de permiso de
vacaciones, etc. En Madrid a pesar de existir algunos cuarteles
rebeldes, permanecían la mayoría de ellos leales al Gobierno y
no todas las guarniciones siguieron los planes establecidos. A
pesar de todo Mola logró destacar tres columnas motorizadas
procedentes de Valladolid, Burgos y Pamplona. La columna de
Pamplona estaba compuesta por milicias requetés entrenadas desde
meses antes, junto con tres batallones de infantería comandados
por el coronel Francisco García-Escámez. La de Burgos era
comandada por el coronel José Gistau Algarra y partió el día 20
de julio. El 22 partió la columna de Valladolid comandada por el
coronel Serrador. Esta fuerza quedó detenida en diversos lugares
de las laderas septentrionales del sistema Central, y serían las
primeras en hostigar a Madrid por el norte. Finalmente, la
situación llegó a un punto muerto a principios de agosto de
1936. Esta situación revelaba, ya a finales de julio, que el
plan inicial de Mola estaba fracasado, en lo que al avance sobre
Madrid desde el norte se refería.
Áreas controladas por los
sublevados al inicio del conflicto
Los
sublevados se acercan a la capital: comienza la defensa
A principios de
octubre, con la moral de los sublevados muy elevada y sus
fuerzas en el Frente del Tajo reorganizadas, se reinició el
avance hacia Madrid. Mola había establecido el 3 de octubre la
confluencia de una serie de columnas por el Norte, el Oeste y,
sobre todo, por el Sur. Pero ante la resistencia republicana en
la Sierra, este plan sería modificado y daría prioridad a los
avances desde el Sur. E inmediatamente se pone de manifiesto el
endurecimiento de la resistencia republicana, a pesar de que no
puede ponerse freno a las tropas sublevadas. La punta de lanza
de esta ofensiva seguía estando compuesta por regulares
marroquíes y legionarios como venía siendo desde que comenzara
su avance en Sevilla hacía dos meses, pero estas tropas se
encontraban desgastadas en gran manera. Lister destacará que
durante un contraataque republicano fueron capturados unos 50
moros que fueron enviados a su cuartel de retaguardia,
descubriendo allí que son españoles vestidos con el uniforme de
los regulares moros. Franco había ordenado vestir a soldados
españoles como regulares africanos.
Franco será
consciente de la aparición de una importante amenaza: empiezan a
llegar informes alemanes sobre el paso por el estrecho de los
Dardanelos de buques soviéticos cargados de material militar,
hecho que está en relación con el envío de un embajador
soviético a Madrid y el comienzo de las relaciones entre la
Unión Soviética y la II República Española. El líder soviético
Iósif Stalin y el Comintern habían decidido romper el
aislamiento diplomático de la República y comenzar el envío de
asesores y material militar. El 15 de octubre llega a Cartagena
el carguero soviético Komsomol cargado con 50 tanques T-26 y
asesores militares. Para el 19, ya está siendo enviado el nuevo
material soviético hacia el frente de Madrid. Otra de las
decisiones del Comintern consistió en la organización de una
fuerza de voluntarios para la guerra de España con sede en
París, aunque ésta ya se venía organizando desde el pasado
verano. Ésta fuerza será conocida como las Brigadas
Internacionales y para principios de otoño ya estaba siendo
enviada a España hasta Albacete, que será desde entonces el
Cuartel General de las mismas. Cabe destacar que este apoyo
diplomático y militar de la URSS fue acompañado de la presencia
de agentes soviéticos del NKVD, y que el mismo provocó un gran
aumento del poder del PCE, algo que sería posteriormente muy
criticado pero que se consideró como un mal menor en aquel
momento.
El gobierno de
Largo Caballero comienza a tomar medidas y prepara la defensa de
Madrid con la creación oficial del nuevo Ejército Popular de la
República el 10 de octubre, que no estará operativo hasta cierto
tiempo después y que pretende poner bajo el mando de un militar
profesional a las milicias anarquistas, socialistas y comunistas
que hasta entonces había consistido en la principal tropa del
frente republicano. Estas masas ya habían mostrado su alto
espíritu combativo pero su casi nula preparación militar y desde
luego, acompañada de la escasa experiencia en el combate de sus
jefes. Después de la sublevación del 18 de julio se había
producido la desintegración del estado y las fuerzas armadas de
la República, que constituirá un hecho desastroso en la
dirección de la guerra en el bando legítimo. A partir de éste
momento empezarán a reconstruirse de nuevo con el objeto de
hacerse con el control y de detener a los sublevados antes de
que sea demasiado tarde. El 29 de octubre tendrá lugar un primer
contraataque republicano de importancia en la localidad toledana
de Seseña, dónde se produce el primer combate con los T-26
recién llegados aunque finalmente los republicanos son
rechazados.
Los
planes de ataque
Tras el golpe
de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, las tropas rebeldes de
África se fueron agrupando en el sur de la península. Ya desde
el 2 de agosto, que comenzaron su avance, Madrid era un objetivo
militar. Apenas llevaban tres meses de combates por la zona de
Extremadura cuando ya se encontraban en los lindes de la Casa de
Campo. Las cuatro columnas atacantes (la de Castejón, Asensio,
Barrón, Tella) se sitúan el 6 de noviembre a siete kilómetros de
la Puerta del Sol. Las columnas rebeldes encontraron diversos
problemas tácticos, pero en ningún momento se impidió o se
detuvo su avance.
Movimientos previos a la
"Batalla de Madrid". 5 oct - 6 nov 1936.
Los asaltos de
las tropas atacantes tuvieron casi siempre tácticas similares,
primero se ejecutaba un ataque frontal muy agresivo apoyado por
efectivos de artillería pesada, y luego de se ejecutaba un
desbordamiento por los flancos (maniobra envolvente), esto
último solía causar pánico entre las tropas milicianas que
poseían poca instrucción militar, lo que provocaba una retirada
desordenada que acababa deshaciendo la defensa. En algunos casos
se procedía a rodear las fuerzas milicianas dejando expedita una
vía de escape que era fuertemente bombardeada por la artillería.
Estas tácticas fueron ejecutadas repetidas veces durante el
avance a Madrid. Sin embargo ahora el objetivo militar era más
extenso, y existían diversas posibilidades de ser abordado.
Por un lado se
encontraban las agrupaciones de edificios ubicados a la derecha
del río Manzanares, estas agrupaciones se prolongan en barrios
desde los que se podría establecer una resistencia considerable.
El río que se encontraba canalizado desde el Puente de los
Franceses al de Princesa, la situación se convertía en peligrosa
con algunos edificios dominantes en la orilla izquierda. Desde
el río el avance es en cuesta arriba. La idea de llegar a la
Ciudad Universitaria y a la Plaza de España, y desde allí se
avanzar a lo largo de diversos puntos de la ciudad hasta
dominarla era una de las posibilidades más tenidas en cuenta por
Varela. Otra de las opciones era estirar el frente hacia el
sureste (en dirección a Vallecas) pero quedó desechado al ver
que al final no había punto de entrada a la ciudad. Tras evaluar
Varela diversas opciones se decide atacar por la Casa de Campo
por la Puerta Rodajos y desde allí avanzar cruzando el
Manzanares para penetrar en la Ciudad Universitaria. Desde allí
estabilizando la zona se procederá a tomar diversas áreas de la
ciudad. Se iba a ejecutar como dirección principal de esfuerzo
el eje Suroeste-Nordeste para alcanzar la línea del Manzanares
entre el Puente de los Franceses y el Hipódromo. Simultáneamente
otras columnas deberían tomar los pueblos y barrios al sur de la
capital y presionar sobre los puentes de Segovia, de Toledo y
Legazpi, distrayendo a las fuerzas de defensa del escenario
principal del ataque.
Tras la
liberación de asedio del Alcázar de Toledo las tropas del
General Varela avanzaron directamente a Madrid. El 6 de
noviembre de 1936 a las ocho de la tarde se convoca al general
Miaja y al general Pozas para reunirse con Largo Caballero a
ambos generales se les entrega un oficio en sobre cerrado que
pone en su membrete "para abrir a las seis horas del día 7". Al
salir ambos generales desobedecen las instrucciones del membrete
y abren el contenido de su interior. Su sorpresa fue que al
abrirla el contenido había sido cambiado, quizás por las prisas
por abandonar Madrid. Su contenido era:
El Gobierno ha resuelto,
para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido
de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de
Madrid, encarga a VE de la defensa de la capital a toda
costa. A fin de que lo auxilien en tan trascendental
cometido, (…) se constituye una Junta de Defensa de
Madrid, (…)
Esa Junta tendrá
facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de
todos los medios necesarios para la defensa de Madrid que
deberá ser llevada al límite y, en el caso de que a pesar
de todos los esfuerzos haya de abandonarse la capital, (…)
las fuerzas deberán replegarse a Cuenca para establecer
una línea defensiva en el lugar que le indique el General
Jefe del Ejército del Centro.
firmado por Largo
Caballero
Comienzo del asalto y lucha en la
Casa de Campo
A comienzos de
noviembre la línea del frente se encuentra a las puertas de
Madrid: la base aérea de Getafe había caído en manos sublevadas
con gran facilidad, hecho de gran importancia para las armas
sublevadas pues sus excelentes pistas asfaltadas se encontraban
a escasos kilómetros del centro urbano de la capital,
recrudeciendo los bombardeos que ya llevaban efectuándose desde
finales de agosto. La moral del pueblo madrileño se encontraba
hundida y el gobierno de la República empezó a preparar su
evacuación y la de los ministerios a Valencia, pues daba por
hecho que aunque la ciudad resistiría, finalmente acabaría
sucumbiendo. Efectivamente, el 6 de noviembre se produce la
salida del Gobierno hacia Valencia, donde será establecida la
capital de la República en los siguientes meses. Se creará un
organismo específico para que se haga cargo del vacío legal
dejado por el conocido ahora como ‘‘Gobierno de Valencia’’ y que
se denominará la Junta de Defensa de Madrid, bajo la presidencia
y dirección de José Miaja. Desde la estrategia militar, Miaja,
junto al muy eficiente Vicente Rojo (la organización de la
defensa de Madrid es esencialmente obra suya), también se
encargará de organizar la defensa de Madrid y empezará la
construcción de trincheras, nidos de ametralladores y puestos de
artillería a lo largo del río Manzanares.
El 8 de
noviembre Varela ordenó el asalto final contra Madrid,
comenzando el avance desde la Casa de Campo hacia el Manzanares,
mientras que desde el sur se dirigirán para apoyar el principal
esfuerzo de los sublevados en el oeste. La resistencia de las
brigadas al mando de comandantes como Líster, Barceló o Galán
retrasó considerablemente el avance de las columnas sublevadas,
de tal modo que los combates en la Casa de Campo seguían todavía
los día 9 y 10. En esos días también se producen fuertes
combates en torno al Puente de Castilla aunque dichos ataques
son finalmente rechazados y el puente es finalmente volado.
El día 9, en
plena efervescencia de los combates, llegan a Madrid la primera
unidad de las Brigadas internacionales, la XI Brigada
Internacional al mando de Lazar Stern, más conocido como Emilio
Kléber o General Kléber y realizan un desfile por la Gran Vía
entre gritos de ¡Vivan los Rusos!. Estos se dirigirán a la
Ciudad Universitaria, instalando su cuartel general en la
Facultad de Filosofía y Letras y preparando las posiciones en
torno al Manzanares y el Puente de los Franceses: Este era un
puente ferroviario que comunicaba la capital con la Sierra y el
norte de España.
Uno de los
hechos decisivos durante el Asalto de Madrid fue el golpe de
suerte que tuvieron los defensores: un carro de combate italiano
que se había perdido dentro de la Casa de Campo, fue puesto
fuera de combate y tropas republicanas, inspeccionando el mismo,
encontraron una copia del plan general de los sublevados. Al
llegar a manos de Rojo, este pudo reorganizar las tropas en los
puntos críticos y así saber de antemano los movimientos de los
sublevados. La aviación franquista bombardea fuertemente las
posiciones del Manzanares, la Gran Vía, las estaciones del Norte
y de Atocha y la Casa de Campo. El dominio del aire empieza a
ser contestado por los nuevos aviones soviéticos Polikarpov I-15
e I-16, conocidos respectivamente por los republicanos como
Chato y Mosca, que logran hacerse con los cielos. Por otro lado,
empieza a correr la consigna, posteriormente famosa, No Pasarán,
cuyo efecto será elevar la moral de la población madrileña a
medida que se hace evidente que la resistencia republicana será
dura.
Entrada en el Campus
universitario
El 15 de
noviembre a las ocho y media de la mañana se produce de nuevo un
asalto con fuerte apoyo de blindados por parte de los ejércitos
de Varela. Esta ofensiva de las tropas atacantes se realizó
sorprendiendo y pillando desprevenidos a las posiciones
defensoras que se encontraban preparando su propio asalto. La
Orden de Varela fue transmitida por Yagüe a Asensio, quien
respondió: «Mañana pasaré el río, con carros o sin carros». El
avance fue acompañado de una fuerte batida de artillería, y se
dirigió al puente Nuevo (o de Castilla); la defensa de la
posición fue encarnizada, aunque sobre el mediodía, llegó a
verse comprometido el puente. El avance asaltante queda detenido
al embarrancarse todos los blindados en el lecho arenoso del
río, un total de dieciocho carros de apoyo a la Columna. Los
carros atacantes se abrieron paso a través de un boquete abierto
en el muro fronterizo del Manzanares, boquete de aproximadamente
cuatro metros abierto con dinamita, donde quedaron encallados. A
las doce se produce la voladura del puente de la carretera
(ubicado junto al Puente de los Franceses). La decisión se toma
desde el bando defensor por parecer incontenible el avance
atacante. Se vuela el puente de Galicia y se refuerza la
retaguardia con barricadas para evitar el avance de tanques.
Puente de los Franceses,
sobre el río Manzanares. Famoso y disputado puente durante
la batalla con el objeto de la conquista de la Ciudad
Universitaria de Madrid. Dio lugar a la copla: puente de los
Franceses.
Puente de los Franceses -
Mamita mía
El grado de
desgaste por parte de las tropas de Asensio es alto a lo largo
del día 15. El forcejeo causa un elevado número de bajas en el
bando atacante, y el objetivo de lograr entrar en el núcleo
urbano se desvanece poco a poco. Se hicieron tres intentos
consecutivos por parte de las tropas de Asensio para lograr
pasar el río. En cada uno de los ataques el intenso fuego
defensor paraliza los frentes de ataque. Cada batida de las
tropas de Asensio coincide con un fuerte contraataque de las
posiciones defensoras. Por la tarde se realizan voladuras de las
vallas que rodean el Manzanares hasta que por la tarde algunos
soldados del Tabor III de Regulares de Tetuán procedente de la
Columna de Asensio penetran en el campus.
Ciudad Universitaria
Logran vadear
el Manzanares a la altura del picadero del Club de Campo y, a
través de la actual Avenida de Séneca, repelidos por el fuego
enemigo, se dirigen a la Ciudad Universitaria. El asalto se
produce a gran velocidad, la idea es ocupar la Escuela de
Arquitectura. Este ataque produce una situación de pánico en la
Columna Catalana (Durrutti) destacada en la Ciudad
Universitaria. Sólo después de un fuerte bombardeo artillero y
aéreo, dos tabores marroquíes y una bandera de legionarios
pudieron atravesar el río. Entonces se encontraron con que la
"columna Libertad" de los anarquistas se había retirado de
improviso y no había sido reemplazada. La junta de Defensa de
Madrid decide esa misma noche pedir a las columnas de blindados
destinadas en Aravaca que asistan a las fuerzas de Durruti el
día 16. La columna de Asensio logra pasar penosamente al
anochecer del día 15 a la otra orilla del Manzanares. A
cuatrocientos metros al norte del Puente de los Franceses los
zapadores tienden una pasarela que denominan de la muerte. La
reacción de las fuerzas leales a la República se concreta en una
orden:
Mañana, día 16
(de noviembre), al amanecer, la Columna Durruti, partiendo del
Asilo de Santa Cristina, realizará un reconocimiento ofensivo en
la Ciudad Universitaria en dirección al Stádium, para rechazar
al otro lado del río los elementos enemigos que hayan podido
penetrar en dicha zona
En esta
incursión prestarán su apoyo diversos blindados soviéticos
destacados en Aravaca. A lo largo del día 15 las fuerzas de la
Estación del Norte se dirigen a la carretera de La Coruña y
ocupan los edificios, haciéndose fuertes en ellos. La situación
general por ambas fuerzas es que concentran todas las fuerzas
disponibles en el campus universitario. Durante el día 15 se han
construido diversas barricadas en la Ciudad Universitaria. La XI
Brigada Internacional fue enviada entonces para defender las
facultades, mientras cada vez más soldados del ejército
sublevado iban cruzando el río. La aparición de una avanzadilla
cruzando el río causa pánico en la Columna Catalana (Columna
López-Tienda o Libertad) y en la gente de Durruti. La noche del
15 al 16 se prepara por la Junta de Defensa de Madrid la
descongestión de la zona del campus, la idea de la junta es la
de que han cruzado 200 moros (Denominadas así las tropas de
Tabores). Las bajas en ambos bandos no pueden determinarse con
precisión cada día debido a los problemas de evacuación.
El Frente
El día 17 de
noviembre se produjo el segundo momento decisivo del avance de
las tropas atacantes. La Columna de Asensio desde la Escuela de
Agrónomos tomó el Asilo de Santa Cristina y atacó el Clínico,
edificio en cuyo interior se luchó de forma encarnizada. La
columna nº 3 (Delgado Serrano), desde el estadio de operaciones
ocupó la Fundación del Amo, ocupa la Residencia de Estudiantes y
el Instituto de Higiene. Los combates fueron cruentos, siendo
heridos el teniente coronel Delgado y el comandante Mizzian. Ese
día Miaja y Rojo, de visita en la Cárcel Modelo, asistieron a
una desbandada de la «Columna Catalana» (posiblemente también la
de López-Tienda) en el parque del Oeste, que de forma
providencial contuvieron, ya que los hombres que huían
reconocieron a Miaja y volvieron de nuevo a la defensa. En el
Clínico aún se luchó con dureza durante varios días después. La
conquista del Hospital Clínico representó el máximo avance del
ejército atacante en la Batalla de la Ciudad Universitaria.
Aquel mismo día 17, algunas fuerzas de Tabores irrumpieron de
nuevo en la Plaza de España y causaron escenas de pánico en las
calles de Madrid a lo largo de la Gran Vía. Esta incursión
pronto fue abortada desde posiciones milicianas que se
reforzaron en la zona.
En este día el
poder ofensivo de las columnas atacantes estaba exhausto. El
número de efectivos atacantes en la zona no superaba los 2.000,
mientras los 11.000 de las defensivas. Las fuerzas atacantes
combinaron, junto con los últimos avances del día 17 con un
supremo esfuerzo para quebrantar la resistencia de Madrid por
medio de bombardeos aéreos. Durante el atardecer cayeron en una
hora un par de millares de bombas en el centro de Madrid. Fueron
alcanzados hospitales y bocas del Metro. La metralla regó los
espacios abiertos, como la Plaza de España. Algunas bombas
incendiarias provocaron fuego en los barrios obreros. Se
emplearon con preferencia las bombas incendiarias ya que se
consideraban que el fuego era el medio más eficaz para extender
el pánico, y aquella noche los bombarderos, en oleadas de diez o
doce cada vez, guiados por los incendios, soltaron diferentes
oleadas de bombas. Madrid carecía de refugios y apenas si tenía
cañones antiaéreos.
El día 17 se
reanudarán los combates en una nueva planificación de las
operaciones militares: Se amplia el terreno avanzando en varios
puntos hasta el Hospital Clínico (este último mantenido por los
milicianos anarquistas), pero también hasta el instituto de
Higiene.
Cae herido Durruti, el 19
cerca del Clínico
--
El día 19,
Buenaventura Durruti cae gravemente herido ante un disparo que
se sospecha pudo ser de su propia arma o de un soldado enemigo;
Lo cierto es que muere al día siguiente y esto provoca la
desmoralización de su unidad, que se retira del frente a punto
de crear un desastre entre las líneas republicanas. Finalmente,
serán relevados del frente por otra unidad y se lanza un
contraataque contra los crecientes avances. La batalla
continuará hasta el día 23, paralizándose poco a poco los
combates y con un frente que cada vez se va convirtiendo en una
línea de trincheras y búnkeres fijos. La defensa constante de la
facultad de Filosofía y Letras impidió que los marroquíes
avanzaran hacia la plaza de la Moncloa, pero no se pudo evitar
la captura de los Institutos de Higiene y del Cáncer así como de
la pérdida definitiva del Hospital Clínico (tras la retirada,
casi una huida, de los anarquistas catalanes). Los dos
ejércitos, casi exhaustos, se dedicaron a mantener y fortificar
sus posiciones. El día 17 Franco decreta el bloqueo marítimo de
los puertos bajo influencia republicana, amenazando con hundir
todo aquél buque extranjero que no lo acatara.
Los bombardeos
aéreos del 18 de noviembre sobre diferentes zonas urbanas de la
capital se suceden constantemente, día y noche. Durante varios
días, en los casi destruidos edificios universitarios las
fuerzas oponentes conservaban diferentes pisos, gritándose
insultos a través de los muros y arrojándose granadas de mano
por las ventanas y los huecos de las escaleras. La confusión de
la batalla es tal que no se sabe con certeza cual es el frente y
donde se encuentran los atacantes o los defensores. El Clínico
es un una de las posiciones más disputadas por ambos bandos.
Este día entra en combate la XII Brigada Internacional. Las
noticias internacionales anuncian la entrada de las tropas
sublevadas en la Ciudad. Muchas de las calles del Barrio de
Arguelles hasta Plaza de España, junto con el Paseo de Rosales
se convierten en barricadas: llenos de piedras y sacos terreros.
Se hace prácticamente imposible circular por las mismas. Rafael
Alberti lo menciona en un poema: "Las barricadas impiden las
esquinas".
En la ciudad se
acumulan miles de heridos, el alcalde en funciones pide permiso
a la Junta de Defensa que se hagan fosas comunes y poder
enterrar los muertos que se acumulan debido a la alta mortalidad
del frente de la Ciudad Universitaria. Las tropas atacantes no
pueden desalojar bajas por la "pasarela de la muerte" y muchos
heridos mueren en el campo de batalla. En la Facultad de
Filosofía y Letras se lucha con intensidad. En el Estado Mayor
se contempla la posibilidad de retirar la columna de Durruti del
frente, los milicianos de la Columna López-Tienda se integran en
la Quinta Brigada. Alemania e Italia reconocen este día 18
haciendo público internacionalmente como legítimo el Gobierno
del General Franco. Esta noticia animó a las tropas de
retaguardia franquista.
El 19 de
noviembre el silencio en los frentes de la Ciudad Universitaria
se ve apagado por los gritos de dolor de los heridos. Durante el
intenso bombardeo aéreo de Madrid de los días anteriores se ve
afectado el Palacio de Liria (propiedad de los Duques de Alba).
Ese día Durruti
solicita un coche con conductor, se ha enterado de que sus
hombres quieren abandonar a toda costa el Clínico, para
dirigirse inmediatamente hacia allí. A las 2:00 p.m. al salir
del coche fue mortalmente herido a las puerta del Hospital
Clínico el líder anarquista Buenaventura Durruti (junto al
edificio Junta Municipal de Moncloa). Durruti, días antes se
mostraba enfurecido por la mala actuación de sus hombres, les
exigió que hicieran sacrificios y que borraran esta vergüenza.
Existen cuatro versiones de la muerte de Durruti, en la primera
se menciona que fue herido por una bala perdida del enemigo
destacado en el Clínico, la segunda, que surge de los rumores,
menciona que la bala podría venir de sus propios hombres, la
tercera que menciona haber sido disparado por un miliciano
comunista y la cuarta, que él mismo se disparara por accidente
con su ametralladora ("Naranjero") al salir del coche. La última
persona que lo asiste es su colaborador Ricardo Rionda, este
asturiano lo acompaña y le oye pronunciar como últimas palabras
antes de recibir el disparo: "demasiados comités".
En la madrugada
del día 20 Durruti muere en el Hotel Ritz de Madrid, que se
había equipado como un hospital de sangre para las tropas
catalanas destacadas en la ciudad. El cirujano José Santamaría
no logra salvar la vida del líder anarquista. Se oculta la
noticia de la muerte unas 24 horas, pero el rumor corre pronto
por las calles de Madrid. En la Junta se discute el desarme de
la columna Cataluña. El anarquista Ricardo Sanz lo sustituye y
llega a Madrid en la mañana del día 21. De los 1.800 milicianos
un tercio ha caído muerto o herido, al final solo unos
centenares se quedan en el frente de la Ciudad Universitaria. El
resto de los efectivos abandona el frente y regresa a Aragón y
Cataluña en los días posteriores. Esa misma tarde del día 20 es
sentenciado a muerte y fusilado el líder falangista José Antonio
Primo de Rivera en el patio de la cárcel de Alicante, la noticia
se ocultó durante algún tiempo en el bando franquista. El
combate en la Ciudad Universitaria se centra en el Clínico.
Se concentran
ya casi tres mil efectivos atacantes en el otro lado de la
orilla del Manzanares, repartidos entre los diferentes edificios
de la Ciudad Universitaria. La lucha es tan intensa que muchas
unidades se desmoronan, el Batallón Cuenca abandona este mismo
día regresando a su tierra. Vicente Rojo anuncia a la Junta de
Defensa de Madrid que escasean municiones básicas, las acciones
de reconquista del cerro garabitas han sido infructuosas. La
Casa Velázquez arde y el Clínico es retomado de nuevo.
Las tres
cuartas partes de la Ciudad Universitaria se encontraba en poder
de las fuerzas atacantes. La batalla por Carabanchel se hace
casa a casa, piso a piso. La confusión en la zona es tal que no
se saben las demarcaciones. Las escaramuzas tácticas se van
agotando poco a poco en todos los frentes. En el frente de Usera,
en las trincheras defensivas muere el 22 de noviembre el
escultor Emiliano Barral participando como miliciano. A su
memoria dedicó Antonio Machado unas poesías. El fotógrafo Robert
Capa regresa a Madrid. Se empieza a fortificar la segunda línea
defensiva de la ciudad.
Maniobras
envolventes para atacar Madrid (noviembre de 1936-marzo de 1937)
Al fracasar el
ataque frontal los sublevados decidieron envolver Madrid por el
noroeste concentrando sus fuerzas para cortar la carretera de La
Coruña e intentar penetrar por allí hacia la capital, aislándola
al mismo tiempo de las unidades republicanas que combatían en la
Sierra de Guadarrama. En el primer intento que tuvo lugar a
finales de noviembre (primera batalla de la carretera de La
Coruña) sólo consiguieron avanzar tres de los siete kilómetros
previstos, quedando detenido el ataque. El segundo intento tuvo
lugar en diciembre (segunda batalla de la carretera de La
Coruña) y también resultó un fracaso. El tercer y último intento
conocido como tercera batalla de la carretera de La Coruña tuvo
lugar a principios de enero de 1937 y constituyó la "primera
batalla importante de la Guerra en campo abierto". Para el
ataque los sublevados organizaron un importante ejército,
llamado División Reforzada de Madrid, que contaba con tanques
italianos, baterías antitanque para contrarrestar los T-26
soviéticos y artillería pesada. Frente a ella los republicanos
bajo el mando del general José Miaja y las directrices de su
jefe de estado mayor, el coronel Vicente Rojo Lluch, desplegaron
un ejército compuesto de cinco divisiones, cada una con tres
brigadas, aunque algunas no estaban completas y muy pocas
estaban mandadas por oficiales de infantería de carrera (para
mandar las cinco divisiones se tuvo que recurrir a dos oficiales
retirados por la ley Azaña de 1931, a dos oficiales provenientes
de las fuerzas de seguridad, y a un miliciano, el comunista Juan
Modesto). Entre los días 3 y 6 de enero de 1937 la División
Reforzada atacó hacia el norte y luego giró al este al llegar a
la carretera de La Coruña, pero las fuerzas republicanas
resistieron y los sublevados el 15 de enero tuvieron que
desistir en su avance.
Casamatas que defendieron el
valle del Manzanares
Para el
escritor e historiador Jorge Martínez Reverte, la Tercera
batalla de la carretera de La Coruña, aunque él no la llama
exactamente así, cierra la batalla de Madrid propiamente dicha,
con el siguiente resultado:
Madrid no ha
sido la tumba del fascismo como prometía la propaganda de los
cartelistas republicanos. Un gran tramo de su perímetro está
ocupado por las tropas de Franco, que intentan asfixiar sus
comunicaciones y desmoralizar a la población. A los
combatientes ya saben que no les pueden vencer. El último
intento destinado a cortar las comunicaciones con la Sierra,
les ha dejado exhaustos.
Pero Madrid
sí ha sido la ciudad que ha detenido la embestida de los
rebeldes por primera vez en la corta historia de las
rebeliones antidemocráticas de la extrema derecha, triunfantes
en Alemania, Italia y otros países de Europa central.
En Madrid se
respira un aire confuso de triunfo y miseria. La exaltación de
la defensa da paso, poco a poco, a la conciencia de que los
meses se van a suceder en un permanente conflicto de hambre y
muerte. La guerra será larga, dura, y tan implacable como ha
transcurrido hasta ahora. Los edificios seguirán desplomándose
bajo las bombas. Seguirán muriendo niños. El frente seguirá
consumiendo a los hombres por centenares con un apetito
insaciable. (...)
Las bombas ya
no caerán apenas en el frente de Madrid hasta que la guerra
acabe. Caerán en Madrid. Los que han apoyado la resistencia
verán cumplida la amenaza de Franco poco antes del 6 de
noviembre: si no se rinde, la ciudad será arrasada
Fracasado el
intento de envolver Madrid por el noroeste y atacarla por el
norte, los sublevados lo intentaron por el sureste avanzando
hacia el río Jarama para cortar la vital carretera de Valencia,
por donde llegaban a Madrid la mayoría de sus suministros. La
batalla del Jarama se inició el 4 de febrero y terminó el 23 de
febrero de 1937 sin que los rebeldes lograran su objetivo. Tras
este intento los sublevados se encuentran con todas sus tropas
del frente de Madrid agotadas y sin reservas. Los republicanos
están también exhaustos pero han logrado poner freno a todas las
ofensivas franquistas aún a costa de perder unos cuantos
kilómetros de territorio. Es entonces cuando aparecen en escena
los oficiales italianos del Corpo Truppe Volontarie (CTV) que
presentan al "Generalísimo" Franco un plan con el que atacar el
frente republicano de Guadalajara, cogiendo por la espalda a las
tropas que estaban en el frente del Jarama y cerrando, así, el
cerco sobre Madrid desde el Noreste.
El 23 de marzo
terminó la batalla de Guadalajara que la prensa internacional
liberal y de izquierdas llamó la "primera victoria contra el
fascismo", destacando el hecho de que muchos "legionari" del CTV
habían sido capturados por los "garibaldini" de las Brigadas
Internacionales.
La posibilidad
de una rápida victoria fascista italiana se vio frustrada por
las lluvias que empantanaron los campos de Guadalajara así como
el progresivo aumento de la resistencia republicana. En unos
pocos días la ofensiva italiana se estanca y los republicanos
pasan al contraataque, logrando recuperar el terreno perdido e
infligir una humillante derrota a los italianos. Para Franco
supone la confirmación de que Madrid es un hueso demasiado duro
de roer y pasa a la defensiva en este frente, prefiriendo
dirigir la mirada hacia el Frente Norte.
El asedio de la ciudad
Desde abril de
1937 la presión franquista sobre Madrid quedó limitada a un
asedio que no cesará ni un solo momento: Franco es paciente y
prefiere esperar a que Madrid esté agotada para atacar. Y es
que, tras los reiterados fracasos por hacerse con Madrid la
estrategia de los sublevados pasa por hacerse con el control de
la franja norte que se mantiene leal al poder republicano. Tras
la ofensiva de Vizcaya y la caída de Bilbao, las tropas de los
sublevados continúan con sus planes, con el punto de mira puesto
sobre Santander. Ante esta situación el Estado Mayor republicano
decidió dar un golpe de efecto sobre una posición que distrajera
(y retrasara) a las tropas del Frente norte: las únicas tropas
que habían demostrado estar a la altura de las circunstancias
eran las fogueadas tropas del frente del centro, por lo que la
ofensiva quedó claro que sería en este sector.
Plaza del Carmen
bombardeada
La idea que se
presentó era sencilla: tratar de rodear a las fuerzas que
asediaban Madrid desde el oeste mediante un ataque desde dos
frentes en forma de tenaza. El ataque comienza el 6 de julio
conquistando numerosas poblaciones (entre ellas, Brunete) y
aunque mantiene un fuerte impulso por parte republicana los
primeros días, la balanza se inclina finalmente ante los
sublevados que lograrán contraatacar y reconquistar Brunete y
otras localidades perdidas anteriormente. Para el 26 de julio
todo combate ha acabado y la batalla había acabado sin que el
plan republicano se efectuase aún con gran cantidad de bajas y
perdidas materiales por ambos bandos. Después de Brunete no se
volvió a efectuar ninguna ofensiva más en la zona. La ciudad
aguantará durante meses el asedio hasta prácticamente el final
de la guerra, y a pesar del progresivo endurecimiento de las
condiciones para la población madrileña, que veían cada vez más
reducido el racionamiento de alimentos y medicamentos. Los
bombardeos aéreos y el cañoneo desde el Cerro Garabitas
empeoraban el ya difícil día a día de los madrileños, aunque se
adaptaron a la situación lo mejor que pudieron. Los republicanos
intentarán varias ofensivas y ataques en torno a Madrid para
aliviar la presión sobre la ciudad. A lo largo de 1937 y 1938 se
realizaron numerosos asaltos sobre el Cerro Garabitas para
intentar desalojar el puesto artillero que había allí pero
ninguno logrará su objetivo; En torno a la Ciudad Universitaria
se producen también tiroteos y la pasarela construida para
comunicarla con la Casa de Campo es destruida por la artillería
republicana en numerosas ocasiones pero ello no supone problema
para las posiciones franquistas en la Casa de Campo, pues la
pasarela será levantada de nuevo tantas veces como sea destruida
por la artillería republicana.
Cuando caiga el
Frente Norte, Franco volverá a poner la vista sobre Madrid y
planea para ello una ofensiva final para el invierno de 1937-38,
que repetiría las operaciones de Guadalajara con un número de
fuerzas mucho mayor al de la ofensiva anterior. La inteligencia
republicana se da cuenta de la acumulación de material y el Jefe
de Estado Mayor, Vicente Rojo, decide atacar Teruel para
distraer a los sublevados de sus intenciones sobre Madrid:
Efectivamente, Franco suspende sus planes sobre Madrid y acude a
Teruel. La situación del frente de la capital permanecerá
completamente invariable, si bien se produce un constante
descenso en el racionamiento de alimentos que durante el año
1938 no se detiene en su descenso. Si hay algo por lo que se
distingue en esta época es por la escasez de combates si acaso
tiroteos esporádicos o algún asalto a posiciones débilmente
defendidas, si bien el ánimo y la moral republicanos van
decayendo cada vez más.
El golpe de estado
de Casado y la rendición final
Segismundo Casado frente a
un micrófono la noche del 5 de marzo de 1939
A comienzos de
1939 la moral de las tropas que guarnecían el frente de Madrid
se encontraba prácticamente hundida ante el devenir general de
la guerra y el exiguo racionamiento que cada vez va a menos.
Tras la caída de Cataluña se hizo evidente que la guerra estaba
completamente perdida y empezó a crecer el rechazo a la política
de continuar resistiendo defendida por el gobierno de Negrín y
apoyada por los comunistas. La persona que aglutinó este
descontento fue el coronel Segismundo Casado, comandante del
Ejército del Centro republicano desde la primavera pasada y un
anticomunista convencido que llevaba tiempo disconforme con la
influencia comunista en el ejército y que tras la Batalla del
Ebro había establecido contactos con miembros de la quinta
columna franquista de Madrid.
Mapa de las dos españas tras
la caída de Cataluña.
Cuando el
gobierno de Negrín volvió a la zona centro-sur desde Francia la
conspiración de Casado ya se encontraba en un estado muy
avanzado y finalmente el golpe de estado se produjo entre el 5 y
el 6 de marzo de 1939. Con él se sublevaron otros jefes
militares como el general Miaja o el anarquista Mera y políticos
como Julián Besteiro (y con él, el ala "antinegrinista" del
PSOE) así como anarquistas y republicanos que se integraron en
el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el general Miaja y
cuyo hombre fuerte era en realidad el coronel Casado.
General Miaja y Coronel
Casado
La sublevación
prosperó en un principio en Madrid y el resto de la zona
centro-sur, pero la reacción de las tropas fieles a los mandos
comunistas en Madrid no se hizo esperar: Luis Barceló Jover,
después de dudarlo mucho, se puso al frente de la resistencia
comunista al golpe de Casado. Entre los días 6 y 8 de marzo
tuvieron lugar combates en las calles de Madrid entre los dos
bandos, los cuales a punto están de rendir a las fuerzas de
Casado pero la llegada de refuerzos casadistas al mando (entre
otros) de Cipriano Mera inclina la balanza; Luís Barceló fue
fusilado en las tapias del cementerio de Madrid el 15 de marzo y
la situación controlada por Casado.
Casado había
justificado el golpe con la promesa de que obtendría una "paz
honrosa" con Franco pero el "Generalísimo", cuyos agentes sólo
habían hecho unas vagas promesas a Casado, reiteró que sólo
aceptaría la rendición incondicional. Así las "negociaciones"
entre los oficiales enviados por Casado a Burgos y los oficiales
del Cuartel General del "Generalísmo" se convirtieron en la
imposición de la rendición, por lo que en la ofensiva final las
tropas franquistas entraron en Madrid el 28 de marzo sin
encontrar resistencia alguna (al coronel Casado y al resto de
miembros del Consejo Nacional de Defensa, excepto Julián
Besteiro que decidió quedarse en Madrid, se les permitió escapar
y embarcaron en un buque de guerra británico que les esperaba en
el puerto de Gandía). Así terminó el largo sitio de Madrid, el
más largo de toda la guerra.
Último parte de guerra emitido por elCuartel
General del Generalísimo.
La batalla de Madrid
Víctor Arrogante
«El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su
primordial cometido de defensa de la causa republicana,
trasladarse fuera de Madrid, y encargar a VE la defensa de la
capital a toda costa». Esta fue la orden emitida por el
presidente del consejo de ministros Francisco Largo Caballero al
general Miajas, el 6 de noviembre de 1936. Han pasado ochenta
años, desde que comenzara la batalla por Madrid.
El gobierno legítimo de la República se traslada a Valencia,
para seguir gobernando, lo que quedaba de la administración
republicana, tras el colapso producido por el golpe de estado
militar-fascista. Para la ardua y casi imposible misión de
defender Madrid del ataque rebelde, se constituye la Junta de
Defensa de Madrid, con facultades delegadas del gobierno para la
coordinación de su defensa, que deberá llevarse al límite y «en
el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de
abandonarse la capital, replegarse a Cuenca», para establecer
una línea defensiva, dice la orden expeditiva.
Los rumores sobre la inminente
entrada de los fascistas, recorre las calles solitarias y las
casas oscuras de la villa. El derrumbamiento parece inminente.
Antes de que amanezca, los moros y legionarios podrían pasearse
por la Puerta del Sol. Los miles de seguidores de Franco, la
llamada «quinta columna» de Mola, están preparados. «Franco se
contentó con dejar descansar a sus vanguardias en los arrabales
y se puso a repartir por Europa invitaciones para asistir a la
toma de Madrid, que era suyo», Cuenta Chaves Nogales en su
relato de la Defensa de Madrid. Perdió la oportunidad al
regodearse de su victoria.
La defensa de Madrid fue
posible, hasta que dejó de serlo, por el ardor del pueblo
madrileño; mujeres y hombres, pese al gobierno, pese al estupor
del momento y frente al acoso fascista, que con todo su poder
militar —legionarios y regulares africanos y armamento alemán e
italiano—, soportaron una guerra sin cuartel. José Miajas,
general del ejército popular, «héroe de Madrid», hizo posible lo
imposible: detener al enemigo en el Manzanares, tras feroces
combates en la Ciudad Universitaria, en Vallecas o en el puente
de Toledo. Sin Miaja, no se hubiera impedido la entrada de las
tropas moras.
Negrín, Azaña, Miaja,
Campesino
Cuando las tropas africanas
llegan, Madrid está defendido por fuerzas milicianas, poco
operativas, sin organización y con escasos mandos profesionales.
Pero Madrid no fue ocupada. Posteriormente se creó el Ejército
Popular —que tomó el testigo de los voluntarios del Quinto
Regimiento— y puso bajo su mando a las milicias anarquistas,
socialistas y comunistas. La mancha de Miaja, su apoyo al golpe
del coronel Casado. Tanto esfuerzo y sacrificio para que, sin
luchar contra el enemigo —sí lo hicieron contra los comunistas,
provocando más de dos mil muertos— y sin la «paz honrosa» que
perseguía Negrín, se entregó Madrid al ejercito rebelde y
vengativo, como algunos esperaban, que ya había sido reconocido
oficialmente por las potencias internacionales.
—Me voy al frente Felisa, que
llega el tranvía—. Así, como si fuera a la cafetería Bolonia en
Manuel Becerra donde trabaja. —Ten cuidado—. Contesta. —Y tú con
los obuses en la Gran Vía—. Víctor se pone correajes y
cartucheras, coge el fusil, se calza el gorro con orejeras y
marcha a las trincheras del Manzanares, las casas de Carabanchel
o al Canto del Pico, en la sierra. Hasta cuarenta mil
combatientes defendieron Madrid y con ellos, los más de tres mil
quinientos valientes de las Brigadas Internacionales, desde el
Puente de los Franceses, la Ciudad Universitaria o la Casa de
Velázquez.
El general de la defensa de
Madrid, recibe en su despacho —en los oscuros y húmedos sótanos
del ministerio de hacienda— el número de bajas. Caen decenas y
centenares de hombres soldados; mujeres, niños y hombres civiles
caen también, Las balas de las ametralladoras, los morteros y
obuses enemigos arrasan vidas y destruyen barrios enteros. No
hay armas bastantes y faltan municiones, pero no se retrocede.
«No pasarán» gritaba el pueblo por las calles, con el puño en
alto convencido de su poder. Pero pasaron: «ya hemos pasao,
decían los fascistas», con voz de Celia Gámez, tras tres años de
lucha sin cuartel.
Madrid se fortifica, a la espera
del día «D» y se prepara para «luchar hasta la muerte». Diez mil
defensores murieron o fueron heridos en Madrid y entre cinco y
diez mil soldados del ejército de Franco murieron en el asalto
que no pudo ser. En la retaguardia, la vida sigue, el hambre se
hace costumbre y el «biruji» curte el cutis. Hay que organizar
el abastecimiento de alimentos, agua, electricidad y ropa de
abrigo para los camaradas y compañeros, y crear un cuerpo de
seguridad contra los «paseos». Una mañana, Miaja leyó en el
parte diario: «sin novedad». Esa noche no había ningún asesinado
en las tapias de los cementerios. El orden interno se estaba
restableciendo.
La defensa de Madrid se preparó
en una noche. Se suponía que el gran ataqué vendría desde
Carabanchel y Villaverde, donde estaban acuartelados cuarenta mi
hombres enemigos. En una operación de distracción varias
columnas avanzarían hacia el Puente de Segovia y el de Toledo.
Pero el verdadero ataque —se descubrió— se produciría por la
Casa de Campo y Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico,
para caer sobre Madrid por Rosales, Marqués de Urquijo y
Princesa, hasta llegar a la Plaza de España. Se estableció una
línea de defensa desde Villaverde-Entrevías, Vallecas, Puente de
la Princesa, Carabanchel y carretera de Extremadura. La mayor
fuerza en la Casa de Campo y Puente de la República —hoy Puente
del Rey— y emplazamientos en el Puente de los Franceses,
Humera-Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte. Dio resultado.
Madrid quedó cercado, salvo la salida hacia levante, hasta marzo
de 1939.
Miajas, Vicente Rojo, Emilio
Kléber, Cipriano Mera, «El Campesino», Líster, Juan Modesto y
Buenaventura Durruti —muerto en combate en la Ciudad
Universitaria—, con su decisión y arrojo, fueron determinantes
para la defensa de Madrid; pero sobre todo Víctor, Felisa, Luis,
Teresa, Concha, Pepita, Pedro o Antonia, Manuel y Rosario y los
miles de vecinos de este pueblo. En su memoriaEl gobierno
legítimo de la República se traslada a Valencia, para seguir
gobernando, lo que quedaba de la administración republicana,
tras el colapso producido por el golpe de estado
militar-fascista. Para la ardua y casi imposible misión de
defender Madrid del ataque rebelde, se constituye la Junta de
Defensa de Madrid, con facultades delegadas del gobierno para la
coordinación de su defensa, que deberá llevarse al límite y «en
el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de
abandonarse la capital, replegarse a Cuenca», para establecer
una línea defensiva, dice la orden expeditiva.
Los rumores sobre la inminente
entrada de los fascistas, recorre las calles solitarias y las
casas oscuras de la villa. El derrumbamiento parece inminente.
Antes de que amanezca, los moros y legionarios podrían pasearse
por la Puerta del Sol. Los miles de seguidores de Franco, la
llamada «quinta columna» de Mola, están preparados. «Franco se
contentó con dejar descansar a sus vanguardias en los arrabales
y se puso a repartir por Europa invitaciones para asistir a la
toma de Madrid, que era suyo», Cuenta Chaves Nogales en su
relato de la Defensa de Madrid. Perdió la oportunidad al
regodearse de su victoria.
La defensa de Madrid fue
posible, hasta que dejó de serlo, por el ardor del pueblo
madrileño; mujeres y hombres, pese al gobierno, pese al estupor
del momento y frente al acoso fascista, que con todo su poder
militar —legionarios y regulares africanos y armamento alemán e
italiano—, soportaron una guerra sin cuartel. José Miajas,
general del ejército popular, «héroe de Madrid», hizo posible lo
imposible: detener al enemigo en el Manzanares, tras feroces
combates en la Ciudad Universitaria, en Vallecas o en el puente
de Toledo. Sin Miaja, no se hubiera impedido la entrada de las
tropas moras.
Cuando las tropas africanas
llegan, Madrid está defendido por fuerzas milicianas, poco
operativas, sin organización y con escasos mandos profesionales.
Pero Madrid no fue ocupada. Posteriormente se creó el Ejército
Popular —que tomó el testigo de los voluntarios del Quinto
Regimiento— y puso bajo su mando a las milicias anarquistas,
socialistas y comunistas. La mancha de Miaja, su apoyo al golpe
del coronel Casado. Tanto esfuerzo y sacrificio para que, sin
luchar contra el enemigo —sí lo hicieron contra los comunistas,
provocando más de dos mil muertos— y sin la «paz honrosa» que
perseguía Negrín, se entregó Madrid al ejercito rebelde y
vengativo, como algunos esperaban, que ya había sido reconocido
oficialmente por las potencias internacionales.
—Me voy al frente Felisa, que
llega el tranvía—. Así, como si fuera a la cafetería Bolonia en
Manuel Becerra donde trabaja. —Ten cuidado—. Contesta. —Y tú con
los obuses en la Gran Vía—. Víctor se pone correajes y
cartucheras, coge el fusil, se calza el gorro con orejeras y
marcha a las trincheras del Manzanares, las casas de Carabanchel
o al Canto del Pico, en la sierra. Hasta cuarenta mil
combatientes defendieron Madrid y con ellos, los más de tres mil
quinientos valientes de las Brigadas Internacionales, desde el
Puente de los Franceses, la Ciudad Universitaria o la Casa de
Velázquez.
El general de la defensa de
Madrid, recibe en su despacho —en los oscuros y húmedos sótanos
del ministerio de hacienda— el número de bajas. Caen decenas y
centenares de hombres soldados; mujeres, niños y hombres civiles
caen también, Las balas de las ametralladoras, los morteros y
obuses enemigos arrasan vidas y destruyen barrios enteros. No
hay armas bastantes y faltan municiones, pero no se retrocede.
«No pasarán» gritaba el pueblo por las calles, con el puño en
alto convencido de su poder. Pero pasaron: «ya hemos pasao,
decían los fascistas», con voz de Celia Gámez, tras tres años de
lucha sin cuartel.
Madrid se fortifica, a la espera
del día «D» y se prepara para «luchar hasta la muerte». Diez mil
defensores murieron o fueron heridos en Madrid y entre cinco y
diez mil soldados del ejército de Franco murieron en el asalto
que no pudo ser. En la retaguardia, la vida sigue, el hambre se
hace costumbre y el «biruji» curte el cutis. Hay que organizar
el abastecimiento de alimentos, agua, electricidad y ropa de
abrigo para los camaradas y compañeros, y crear un cuerpo de
seguridad contra los «paseos». Una mañana, Miaja leyó en el
parte diario: «sin novedad». Esa noche no había ningún asesinado
en las tapias de los cementerios. El orden interno se estaba
restableciendo.
La defensa de Madrid se preparó
en una noche. Se suponía que el gran ataqué vendría desde
Carabanchel y Villaverde, donde estaban acuartelados cuarenta mi
hombres enemigos. En una operación de distracción varias
columnas avanzarían hacia el Puente de Segovia y el de Toledo.
Pero el verdadero ataque —se descubrió— se produciría por la
Casa de Campo y Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico,
para caer sobre Madrid por Rosales, Marqués de Urquijo y
Princesa, hasta llegar a la Plaza de España. Se estableció una
línea de defensa desde Villaverde-Entrevías, Vallecas, Puente de
la Princesa, Carabanchel y carretera de Extremadura. La mayor
fuerza en la Casa de Campo y Puente de la República —hoy Puente
del Rey— y emplazamientos en el Puente de los Franceses,
Humera-Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte. Dio resultado.
Madrid quedó cercado, salvo la salida hacia levante, hasta marzo
de 1939.
Miajas,
Vicente Rojo, Emilio Kléber, Cipriano Mera, «El Campesino»,
Líster, Juan Modesto y Buenaventura Durruti —muerto en combate
en la Ciudad Universitaria—, con su decisión y arrojo, fueron
determinantes para la defensa de Madrid; pero sobre todo Víctor,
Felisa, Luis, Teresa, Concha, Pepita, Pedro o Antonia, Manuel y
Rosario y los miles de vecinos de este pueblo. En su memoria
La defensa de Madrid en
noviembre 1936
Eduardo
Montagut
Del “pueblo en armas”, de tantas revoluciones y levantamientos
madrileños desde 1808, se pasa al “No Pasarán”.
Pasarán unos años y olvidaremos todo; se borrarán los embudos de
las explosiones, se pavimentarán las calles levantadas, se
alzarán casas que fueron destruidas. Cuanto vivimos, parecerá un
sueño y nos extrañará los pocos recuerdos que guardamos; acaso
las fatigas del hambre, el sordo tambor de los bombardeos, los
parapetos de adoquines cerrando las calles solitarias…”
Juan Eduardo Zúñiga, “Noviembre, la
madre, 1936”
El 23 de
julio de 1936 la rebelión había sido definitivamente sofocada en
Madrid. Azaña se dirigió a la población aludiendo a la alegría,
el contento y el gusto de dar su vida al sacrificio. Pero, en
esos momentos, ¿se daba la vida por la República y la democracia
o por una revolución social? Esta pregunta refleja las distintas
posiciones ante lo que estaba ocurriendo, pero lo que parece
seguro es contra quien se luchaba.
En los primeros momentos se genera una clara dispersión de los
poderes, aunque no se atacó ningún edificio público o
emblemático del poder de la ciudad. Las milicias se hacen dueñas
de la calle y de los espacios urbanos frente a una escasa
policía. No se produce, por lo tanto, al final, una revolución
política, pero el pueblo tiene armas y no hay autoridad alguna
que pueda encauzarlo. La milicia fue la forma de organización
adoptada por sindicatos y partidos para aplastar la rebelión en
Madrid y para acudir a la sierra. En aquel intenso verano se
vivieron jornadas de entusiasmo en Madrid en la salida y llegada
de milicianos hacia la sierra: bares, terrazas y cafés están
llenos de gente. El entusiasmo popular es desbordante. El
proceso se acelera con la incautación del parque móvil
madrileño.
Junto con el heroísmo demostrado a la hora de ahogar la rebelión
militar, hubo también actos de violencia. Comenzaron las
detenciones indiscriminadas, muchas veces solamente por la
apariencia externa, delaciones, sin garantías para el detenido,
y que desembocaron en no pocos asesinatos. En agosto, los
rumores sobre un incendio supuestamente provocado por los
prisioneros recluidos en la Cárcel Modelo terminó con el asalto
de la Cárcel y el asesinato de decenas de presos.
En los primeros días casi nadie trabaja. El sector de la
construcción de la CNT estaba en huelga cuando estalló la
sublevación. Otros estaban empuñando las armas. Muchos
empresarios habían desaparecido. Pasará un cierto tiempo hasta
que se vuelva al trabajo en fábricas, talleres y comercios. Los
sindicatos tuvieron que permitir que sus afiliados volviesen en
el ramo de artes blancas, para hacer pan y Madrid no quedase
desabastecido. Muchas empresas fueron incautadas o intervenidas,
aunque no se habla de colectivizaciones como en Barcelona. La
pequeña propiedad fue respetada. Las tiendas, y las pequeñas
fábricas y talleres permanecieron en manos de sus dueños. Muchas
de las grandes empresas madrileñas eran públicas; ahora serían
incautadas por los sindicatos que pasaron a dirigirlas,
creándose comités sindicales. Las empresas periodísticas de
derecha y los centros educativos católicos fueron incautados. La
coeducación se impuso en estos colegios.
Los espacios públicos de la aristocracia y la burguesía
-palacios, residencias religiosas y lugares de ocio- del centro
de la ciudad fueron incautados y ocupados para milicianos,
partidos, sindicatos, autoridades, cárceles y otros organismos.
La parálisis de la administración, las incautaciones, el aumento
de organismos y comités, el caos ante la falta de coordinación
inicial y el calor asfixiante del primer verano en guerra
comenzaron a cambiar el estado de ánimo: de la inicial euforia
comenzó a pasarse a la incertidumbre. No se había conseguido el
mismo éxito en el resto de España y llegaban noticias del
afianzamiento de los sublevados. Pronto se fue consciente que
los sublevados se habían marcado como objetivo la capital. Las
tropas de Franco subían rápidamente desde el sur.
En el mes de agosto se intenta volver a un normal desarrollo de
las actividades, pero las patrullas siguen fuera de control, a
pesar de los constantes llamamientos al orden de partidos y
sindicatos. La inseguridad permanece. Por eso comienza a
pensarse que el orden solamente podía llegar si se estabilizaba
la situación política, ya que el gobierno ya no representaba lo
que estaba ocurriendo en la calle, además del caos organizativo
general.
En septiembre el desastre generado por la pérdida de Talavera de
la Reina pone de manifiesto el fracaso de las milicias. Se
impone la idea de la necesidad de crear un ejército regular. En
la calle la alegría inicial y la incertidumbre de agosto se
transforman en desconcierto en el final del verano y el comienzo
del otoño.
El gobierno de Largo Caballero es recibido, en principio, con
alivio general en Madrid. Es un ejecutivo con miembros de los
partidos obreros y de la UGT. Pero la inquietud no desaparece.
Ante la inminente llegada de las tropas franquistas se apodera
de la población una sensación de impotencia y se piensa que ni
el nuevo gobierno podrá con la situación. Muchos madrileños
marchan hacia Valencia, temiendo que el gobierno abandone Madrid
a su suerte. Los rebeldes están a quince kilómetros de la
capital a mediados de octubre.
En el gobierno se piensa que Madrid no era una plaza defendible
ante el empuje de los sublevados, y que la República se
defendería mejor fuera de la capital. En principio, hay una
falta de voluntad política para organizar la defensa de una
forma eficaz. No había un plan de defensa ni del gobierno, ni
del Frente Popular ni de una Junta de Defensa sin competencias
ejecutivas.
A principios de noviembre, el gobierno se amplía con miembros de
la CNT, y se toma la decisión de marcharse a Valencia el día 6.
Corre una sensación clara de abandono. Pero la marcha del
gobierno a Valencia y la presión militar franquista con
bombardeos de artillería y aviación, generando los primeros
cientos de muertos, no produce ni pánico ni desbandada general.
Los madrileños y madrileñas demostrarán a sus autoridades y al
mundo su entereza.
Por otro lado, la salida de las autoridades hacia Valencia
produjo un hecho curioso: la simplificación administrativa
frente al caos anterior. Se puso en marcha la nueva Junta de
Defensa con Miaja al frente, uniendo el poder político y el
militar. En ese momento triunfa el deseo de resistir a ultranza
y ese hecho fue el que cambió, realmente, el golpe en una
guerra.
La inquietud, la incertidumbre, la sensación de abandono
desaparecieron frente a un deseo indeclinable de resistir. Los
milicianos, desde el 7 de noviembre, se organizan y comportan
como soldados. Las Brigadas Internacionales y el armamento
soviético ayudan en este esfuerzo de resistencia. Del “pueblo en
armas”, de tantas revoluciones y levantamientos madrileños desde
1808, se pasa al “No Pasarán”.
Ocho lugares para recorrer la Defensa
de Madrid en su 80 aniversario
Alejandro Torrús
El 6 de noviembre de 1936 el Gobierno de la II República
abandona la capital rumbo a Valencia dejando al general Miaja al
frente de la Junta de Defensa con la única instrucción de
resistir a las tropas de Franco, que ya estaban instaladas al
sur y al oeste de la ciudad.
Búnker de El Capricho. Pasillo
central, de 34 metros,
que conecta las diferentes estancias
El día de Todos los Santos de 1936 aviones italianos lanzan
miles de octavillas por toda la capital del Estado español:
"Madrid está cerca.Habitantes
de Madrid, la resistencia es inútil.Ayudad
a nuestras tropas a tomar la ciudad. Si no lo hacéis, la
aviación nacional la borrará del mapa". Al día siguiente, esos
mismos aviones lanzaron bombas. El ejército franquista, con
compañías de carros alemanes e italianos, ya se encontraba a
principios de noviembre de 1936 a las puertas de Madrid por el
sur y por el oeste con el generalJosé
Varelaal
mando y, junto a ellos, miles de voluntarios falangistas y
requetés carlistas. En el norte, las tropas del general Mola se
habían atascado con las defensas republicanas en la Sierra de
Guadarrama. La consigna es simple, pero había resultado efectiva
en los cinco meses anteriores de guerra:ataque
frontal sobre la capital.
Nadie dudaba de la victoria de las tropas de Franco, que había
sido designado Generalísimo de todos los ejércitos dos meses
antes. Su ejército podría ser de los más débiles de Europa, pero
era un ejército al fin y al cabo. Frente a ellos tenían a un
nutrido grupo de entre 12.000 y 17.000 milicianos, entre
guardias de asaltos, elementos de la Guardia Nacional
Republicana, carabineros y milicias de sindicatos y partidos.
Apenas hay armamento y las reservas son más que escasas. La gran
esperanza era la llegada de las Brigadas Internacionales, donde
sí se integraban verdaderos soldados con experiencia en el
frente de batalla en la I Guerra Mundial.
El Gobierno de la II República parece coincidir con esta lectura
y abandona Madrid rumbo a Valencia. Antes de partir, Francisco
Largo Caballero, presidente del Gobierno y ministro de Guerra,
entrega una carta al general José Miaja, jefe de la 1ª División
Orgánica y comandante de Madrid. El encargo es claro: organizar
la"defensa
de la capital a toda costa". Para ello ordena la
creación de una Junta de Defensa de Madrid presidida por el
propio Miaja y con representación de todos los partidos
presentes en el Gobierno de la II República. La batalla está a
punto de comenzar y la ciudad debe prepararse para el asedio.Resistir
es la única consigna.
1. Sótanos del Ministerio de Hacienda
Sótanos del Ministerio de
Hacienda.
Azaña conversa con el general Miaja. Les acompañan José
Giral,
ministro de Estado, e Indalecio Prieto, ministro de Defensa
Nacional
El Estado Mayor y la Junta de Defensa de Miaja se instalaron en
el Ministerio de Hacienda y, concretamente, en sus enormes
sótanos. Este fue el centro de operaciones de Miaja y del
general Sebastián Pozas, responsable del Ejército de Centro. El
edificio está situado a escasos metros de la Puerta del Sol en
la conocida calle Alcalá, número 2. Tras organizar la Junta de
Defensa en la sede del Ministerio de Guerra, el mismo 6 de
noviembre, el general Miaja ordena que se comience a
acondicionar los sótanos de este edificio porque ofrecen muchamás
seguridad contra los bombardeos aéreos. Antonio
Morcillo, de laAsociación
del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (GEFREMA),
señala que el traslado definitivo se produjo a principios de
diciembre de 1936.
EnLa
forja de un rebelde,Arturo
Bareadescribe
los cambios que sufrieron los sótanos con el traslado del Estado
Mayor y el Cuartel general del Ejército de Centro: “El patio
del Ministerio de Hacienda en el cual estaba la entrada a los
sótanos estaba ahora limpio de los legajos que se amontonaban
allí en los días de noviembre. Entonces, cuando se instalaron a
toda prisa los servicios del Estado Mayor, se marchaba
literalmente sobre un empedrado de documentos empapados de
lluvia y hollín... Era el contenido, con millones de insectos y
ratas, de las bóvedas (de los sótanos) que ahora se habían
convertido en
habitaciones confortables, a veces hasta lujosas,
protegidas", tal y como recoge la página web del Ministerio de
Hacienda.
A estos sótanos, por ejemplo, acudió Manuel Azaña a cenar con el
general Miaja en uno de sus últimos viajes al frente de Guerra
como presidente de la República: “Cenamos en el Ministerio de
Hacienda, invitados por el general Miaja. La mesa estaba puesta
en uno de los sótanos, donde el general ha tenido mucho tiempo
la oficina de mando. Muy complicados son estos subterráneos, que
desconocía. Entre las reflexiones que le oí a Miaja se cuenta la
siguiente:'¿Qué
habría dicho Carlos III si hubiese podido saber que en este
edificio que él construyó cenaría el presidente de la
República?'”.
Los sótanos de Hacienda se mantuvieron ocupados hasta el 28 de
marzo de 1939, día en el que el coronel Segismundo Casado
entregó la ciudad a Franco. Aunque el Cuartel General fue
traslado a los jardines del Parque del Capricho, se mantuvo como
el lugar de residencia del general Miaja.
Pero si el sótano había sido testigo del inicio de la Defensa de
la Ciudad, también lo fue de la rendición. Así, el 5 de marzo de
1939 en los sótanos del Ministerio se reunió y formalizó la
llamada Junta de Casado, un golpe de Estado contra el Gobierno
de Negrín para negociar con Franco una paz honorable, que
después se vio imposible. Desde los sótanos del edificio se
emitió por radio el llamamiento del socialista Julián Besteiro
–integrante de la Junta Casado– para pedir al gobierno de Negrín
su retirada. En los sótanos sorprendió a Besteiro la caída de
Madrid y en ellosfue
detenido por las autoridades rebeldes.
2. El búnker del Parque de El Capricho
La puerta acorazada del
búnker
--
Los sótanos del Ministerio de Hacienda no fueron el centro de
operaciones del general Miaja y del Ejército del Centro durante
toda la guerra. A finales del verano de 1937, se terminó la
construcción del búnker del Parque de El Capricho, unrefugio
antiaéreo construido a quince metros bajo el suelo,
cubierto con toneladas de hormigón y capaz deresistir
ataques químicosy
bombas de más de 100 kilos. El espacio conserva una temperatura
constante de 15 grados, llueva, truene o haga calor y tiene
capacidad para doscientas personas, que podrían aguantar hasta
dos semanas sin salir a la superficie en caso de amenaza militar
o sanitaria.
El búnker, sin embargo, no fue utilizado prácticamente. El
puesto de mando del Ejército de Centro y del General Miaja se
trasladó al enorme edificio de los jardines del Parque del
Capricho, a apenas unos pases de la entrada del búnker, y fue en
este edificio donde se estableció el puesto de mando. El refugio
quedó como una herramienta necesaria en caso de que la aviación
franquista atacara el puesto de mando.
La construcción de este búnker y el emplazamiento del puesto de
mando en este edificio no es casual. Se trata de un
emplazamiento estratégico como es Alameda de Osuna, un lugar
tranquilo, lejos de los frentes de Madrid y bien comunicado, con
presencia militar y con un arbolado propicio para el camuflaje.
Era conocida como la
Posición Jaca.
El búnker, que se puede visitar los sábados y los domingos con
cita previa, cuenta con un enorme pasillo central, de 34 metros
de largo y dos de ancho. A ambos lados, hay siete salas y
conductos de ventilación. Para prevenir un posible ataque de
gas, el pasillo tiene techos abovedados y conductos de
ventilaciónpreparados
para enviar los humos a tres chimeneas exteriores.
La Posición Jaca también ha pasado a la historia por los choques
que vivió como consecuencia del golpe del coronelSegismundo
Casado, militar republicano que sucedió a Miaja en el
mando del Cuartel y que dirigió los tratos secretos para la
rendición de Madrid al Ejército de Franco. De hecho, esta fue la
última posición de lajefatura
militar comunistaen Madrid, donde los coroneles
Joaquín Barceló y Emilio Bueno pugnaron hasta su fusilamiento
por impedir la capitulación del coronel Segismundo Casado ante
Franco.
3. El puente o la calle de Toledo, un regalo para la República
Puente de Toledo
durante la guerra
El lugar exacto no está del todo claro. Hay autores que lo
sitúan en la calle Toledo y otros más cerca del puente de
Toledo. Sea como fuere, el escenario fue testigo de unregalo
inesperadopara
la República que ayudó mucho a la defensa de la ciudad. El mismo
día 7 de noviembre, del que este lunes se cumplen 80 años,
durante los primeros enfrentamientos, unos carabineros del
Ejército republicano abaten al comandante de una tanqueta
Ansaldo, el capitánVidal-Quadras,
que intentaba abrir paso a la infantería.
Entre las ropas del comandante Vidal-Quadras, los republicanos
encuentran laorden
de operaciones número 15del
General Varela para la toma de Madrid. Es decir, la la táctica
de las tropas franquistas. Era un regalo caído del cielo. Los
soldados republicanos llevaron el papel a Miaja y aRojo,
que validó la autenticidad del mismo.
Así los republicanos supieron que los planes de los franquistas
pasaban por unataque
principal por la Casa de Campo y el Parque del Oeste,
otros de menor importancia por los puentes de Segovia, Toledo y
la Princesa que debían colaborar en el éxito de la penetración
por la carretera de La Coruña, la
Ciudad Universitariay
el Puente de los Franceses.
La orden de Rojo tras leer la orden franquista fue clara:había
que resistir fuera como fuera en la Casa de Campoy
atacar a las columnas franquistas por los flancos. El general
dispuso tropas de reserva cerca del puente de Toledo y en la
Ciudad Universitaria y reforzó las tropas que defendían la Casa
de Campo. El problema de este refuerzo es que muchos de ellos no
tenían armas y sólo podían actuar con los equipos de los
caídos.
4. Cerro Garabitas (Casa de Campo)
Cerro Garavitas. Casa
de Campo
El día siguiente de este hallazgo, el 8 de noviembre, las tropas
de Franco con el general Varela al frente intensificaron su
ataque. Era el 8 de noviembre y la Casa de Campo fue el
escenario de la batalla a campo abierto que se desplegó hasta el
día 23 de noviembre cuando Franco ordenóponer
fin al ataque directo sobre Madridy
comenzar una nueva estrategia de asfixia. A pesar de la aparente
victoria de los republicanos, que habían conseguido rechazar la
embestida, el ejército franquista había logrado asentar sus
posiciones enemplazamientos
clave.
Uno de ellos
es elCerro
de Garabitas. Situado en la Casa de Campo y con 677
metros de cota es el lugar perfecto para la artillería. Allí se
emplazaron los obuses franquistas que bombardearon la capital de
forma indiscriminada desde el 13 de noviembre de 1936. Los
republicanos trataron de recuperarlo en varias ocasiones, pero
nunca con éxito. Tanto elanarquista
Durruti, al frente de su columna, en este mes de
noviembre, como lasBrigadas
Internacionalesen
mayo de 1937, fracasaron en el intento.
Desde este Cerro, por ejemplo, la artillería franquista
'felicitó' a los republicanos el Año Nuevo de 1937 condoce
proyectiles dirigidos a la Puerta del Sol.Era
la primera vez en la historia reciente que una ciudad se
convertía en objetivo militar de ataques indiscriminados. La
conquista de este emplazamiento fue tan importante para los
franquistas que en el año 1952 el Ayuntamiento de Madrid decidió
dedicarle una calle en el distrito de Puente de Vallecas,que
aún continúa en el callejero de Madrid.
5. Escuela de Arquitectura de Ciudad Universitaria
Escuela Arquitectura durante la guerra
--
En 1933 vio la luz la primera facultad de Ciudad Universitaria:
Filosofía y Letras. Sin embargo, la construcción del resto,
aunque bien avanzada, tuvo que ser paralizada debido al golpe de
Estado de 18 de julio de 1936 que dio inicio a la Guerra Civil.
Las tropas franquistas, en aquellos combates de noviembre de
1936, consiguieron establecerse en el Hospital
Clínico de Madrid, el asilo de Santa Cristina, el
Instituto de la Higiene, las residencias universitarias, la
Escuela de Agrónomos,la
Casa de Velázquez, el palacete de Moncloa y la
Escuela de Arquitectura, que fueron tomadas el 20 de noviembre.
De hecho, la
Escuela de Arquitectura aún no se había estrenado como edificio
universitario cuando fue ocupada por las tropas franquistas, que
resistieron en el emplazamiento durante toda la Guerra Civil.
Los republicanos se quedaron con las facultades de Medicina,
Farmacia, Odontología,Ciencias
y Letras, algunas de ellas casi terminadas. El frente
de Ciudad Universitaria permanecería prácticamente igual hasta
el final de la Guerra Civil.
De hecho, aún hoy son muy visibles largas trincheras por toda
Ciudad Universitaria. Este verano unequipo
de arqueólogos investigó una enorme trinchera republicana
frente a la Facultad de Psicología de la UNED, que fue
construida y ocupada por tropas republicanas desde 1937 hasta el
final de la guerra. En este caso, se trataba de unatrinchera
de comunicación y descanso, ya que no estaba en
primerísima línea de frente. Así, los arqueólogos encontraronbotellas
de anís, de vino, restos de tabaco, tijeras para
cortar vendas y hasta unas medallas de la Virgen del Pilar y de
Antonio de Padua.
5. La Gran Vía o la Avenida de los obuses
La Gran Vía bombardeada
Con la ciudad sitiada y el Cerro de Garabitas tomado, la
artillería franquista comenzó a bombardear a la población civil.
Uno de los objetivos principales era la Gran Vía o "la avenida
de los obuses", tal y como comenzó a llamarla la población
durante los años de la Guerra Civil por ser habitual el
bombardeo franquista. De hecho, los obuses solían caer en la
Gran Vía alrededor delas
19:30 horas de la tarde, cuando terminaban las
películas y la población salía a la calle.
El otro blanco de la Gran Vía
era eledificio
Telefónica. Arturo Barea escribe enLa
forja de un rebelde que se trababa de "la diana de la
ciudad". Los motivos son lógicos: era el edificio más alto de
Madrid, por lo que era utilizado por el ejército republicano
como observatorio militar y por las tropas franquistas comoreferencia
para fijar los ángulos de disparo. Además, se trataba
del centro de telecomunicaciones más importante del país.
El primer bombardeo sobre la
Gran Vía con obuses se produjo el mismo16
de noviembre. Antes, desde inicios del mes, habían
estado cayendo bombas desde el cielo. El general Mola está
considerado como el ideólogo de los ataques indiscriminados
contra la población civil. Nunca hasta ahora, en ningún lugar
del mundo, se había considerado a las ciudades un objetivo
militar digno de ser bombardeado. El objetivo era debilitar las
defensas del enemigo, pero sobre todominar
la moral.
El corresponsal delDaily
Telegraphdurante
la Guerra Civil,Henry
Buckley, estima que durante el mes de noviembre de
1936 mueren alrededor de 50 personas al día por efecto de los
bombardeos, aunque el pico fue el día 17 cuando fueron
asesinadas 300 personas en una sola noche con bombas
incendiarias compuestas porcalcio
líquido.
Sacos terreros protegen la fachada de Gran Vía del edificio
Telefónica
En el edificio Telefónica, además, albergó durante la Guerra
Civil la oficina de prensa extranjera y propaganda del
Ministerio de Asuntos Exteriores situado en el edificio de
Telefónica. Situada en la quinta planta, esta oficina controlaba
las informaciones que los corresponsales extranjeros enviaban a
sus periódicos sobre la marcha de la guerra. Algunos de los
periodistas que transmitieron sus crónicas de guerra desde esta
sede fueronErnest
Hemingway,
Antoine De Saint-Exupéry,Josephine Herbst o John Dos Passos. Además de la
oficina de censura, estos grandes escritores frecuentaban elrestaurante
Miami y el bar Chicote(entonces
recién fundado), y se solían alojar en elhotel
Floridade
Callao, situado a poca distancia del rascacielos.
6. Los hoteles Palace y Ritz, hospitales de guerra
Los hoteles Palace y Ritz son los grandes símbolos de los
hoteles de lujo de la capital. Durante los primeros meses de la
Guerra Civil, el hotel Palace pasó a estar controlado por un
comité de trabajadores y en agosto de 1936, cuando por primera
vez se establecieron relaciones diplomáticas entre la República
y la URSS, se instaló laembajada
soviética en la primera planta. Esta situación duró
poco tiempo. El 4 de noviembre de 1936, ante el avance de las
tropas franquistas, el Ministerio de Guerra cerró el Hospital
Militar de Carabanchel y trasladó su personal y equipos al hotel
Palace, que llegó a albergar cerca de 1.100 camas. Los
quirófanos de urgencia se instalaron en la primera planta.
Una jovenGloria
Fuertesfue
a visitar a su novio al Hotel Palace, que por entonces era
médico, y describió de esta manera lo que vio: "Aquello era
horrible. No lo aguantaba. Me dije: 'Gloria, este no es sitio
para ti'. Ese hall tan bello, lleno de camillas con gente
desangrándose esperando a pasar a quirófano. Olía que
apestaba. Allí había personas agonizantes, sin brazos, sin
piernas.... Constantemente llegaban heridos en camiones porque
no había ambulancias".
Por su parte, el hotel Ritz mantuvo su actividad durante la
Guerra aunque durante la batalla de Madrid se convirtió en el
Hospital de las Milicias Confederales de Catalunya y allíingresó
herido de muerte Buenaventura Durrutien
la tarde del 19 de noviembre de 1936. La fachada del hotel Ritz
apareció ese día con multitud de banderas de la CNT.
7. La cárcel Modelo de Madrid
Cárcel Modelo y plaza de La Moncloa, vista desde el aire
La cárcel Modelo de Madrid estaba situada en el mismo lugar
donde Franco ordenó construir el Ministerio del Aire, hoy día elCuartel
General del Ejército del Aire. Esta cárcel fue
testigo de importantes hechos durante 1936. Por ejemplo, los
sucesos de agosto de 1936. El 22 de ese mes comenzaron a llegar
a la capital las noticias sobrela
masacre de las tropas de Yagüe en Badajozy
un grupo de milicianos, dirigidos, entre otros, por Felipe
Sandoval acudió a la puerta de la cárcel con la intención de
tomarla. Un incendio, probablemente provocado, fue el pretexto
para iniciar una primera represalia que se tradujo en un tiroteo
sobre los presos que estaban en el patio. Al día siguiente, una
multitud se agolpó frente a las puertas de la prisión y de nada
sirvió la presencia de parlamentarios que intentaron persuadir a
los milicianos para que no asaltaran la prisión.
Así, se produjo una matanza que elevó el total de muertos a
alrededor de una treintena, entre los que se encontraban los
generales Capaz y Villegas, jefes de la fracasada insurrección
en Madrid, políticos como
Melquíades Álvarezy
falangistas comoFernando
Primo de Rivera. La matanza produjo consternación en
el seno de la República y el presidente Manuel Azaña llegó a
plantear su dimisión y aseguró que hubiese preferido morir.
Cuando se inicia el asedio de Madrid por las tropas franquistas,
la cárcel modelo alberga a alrededor de 2.000 militares
detenidos. La Junta de Defensa se ocupó de la evacuación de
estos presos y del resto de las cárceles de Porlier, Antón y
Ventas ya que si el enemigo capturaba la ciudad podían liberar a
los presos, que pasarían a engrosar las filas franquistas. En
total, se procedió altraslado
de alrededor de 8.000 presos.Muchos
de ellos llegaron a su nuevo destino en la retaguardia, pero
alrededor de 2.500 nunca llegaron y fueron fusilados cerca de
Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz.
El que fuera secretario general del PCE durante la Transición y
consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid,Santiago
Carrillo, señaló que hizo todo lo que era posible
para evitar la tragedia de Paracuellos, pero que fue imposible
ya que los convoys en los que se trasladaba a los prisioneros
fueron"asaltos
por grupos de incontrolados".
8. El Paseo Recoletos o Avenida de las Brigadas Internacionales
Traslado de obras de arte del Museo del Prado
El emblemático paseo de Madrid fue rebautizado tras la Batalla
del Jarama, en 1937, con el nombre de Avenida de las Brigadas
Internacionales. En el paseo se encuentran edificios históricos
tan importantes como la Biblioteca Nacional o el Museo del
Prado, que recibieron el castigo de la artillería franquista
durante la noche del 16 de noviembre.
En el caso de la Biblioteca
Nacional, 28 bombas incendiarias compuestas por calcio líquido
cayeron en sus jardines, lo que determinó el traslado de una
parte de sus fondos fuera de la ciudad. Concretamente, 630.000
volúmenes fueron traslados a otros lugares por miedo a un
incendio. El bombardeo también causó la decapitación de la
estatua deLope
de Vegaque
presidía la entrada al edificio,tal
y como muestra el archivo deABC.
Por su parte, el Museo del Prado recibió aquella noche del 16 de
noviembre 9 bombas incendiarias sobre el techo, 3 en un lateral
y otras 3 frente a su entrada principal. El temor a que las
bombas pudieran destrozar el museo atemorizaba a los artistasMaría
Teresa León y Rafael Alberti. Entre ambos
consiguieron que Largo Caballero ordenara la evacuación de las
obras a Valencia. El poeta lo contaba de esta guisa en el
periódico italianoCorriere
de lla Sera:
"El Museo del Prado cerró sus
puertas al público a partir de los primeros bombardeos de Madrid
por la aviación franquistas, cuyas bombas lo habían alcanzado,
cayendo precisamente algunas en lasala
de Velázquez, aunque la gran mayoría de las obras ya
no había sido evacuada a los sótanos, no muy profundos, del
museo, que comenzó a ser la gran preocupación del Gobierno, de
todo el Madrid intelectual y artístico que amaba y se
enorgullecía de poseer una de laspinacotecas
más ricas y asombrosas del mundo(...)
Un atardecer de ese mismo mes de noviembre, María Teresa y yo,
con un permiso del jefe de Gobierno, Francisco Largo Caballero,
entramos en el Prado para iniciar, con un primer envío, el
salvamento de las principalísimas obras que el Ministerio de
Bellas Artes de la República se proponía sacar de Madrid".
El 10 de noviembre elQuinto
Regimientoaportó
los hombres y la logística necesaria para realizar la
evacuación. Ahora había que decidir qué sacar primero: "Ya se
había recibido la orden de que ese envío lo compusieran dos de
los cuadros más insignes del Museo del Prado:Carlos
V en la batalla de Mülhber, de Tiziano, yLas
Meninas, de Velázquez. Nos recibieron 2.000
milicianos armados. El gran museo estaba en soledad. (...) En un
auto, milicianos armados del Quinto Regimiento y motoristas de
la columna motorizada custodiaron, carretera de Madrid hacia
Levante, la histórica marcha", recordó Alberti.
A las 10 de la mañana del 11 de
noviembre el director general de Bellas Artes, Josep Renau,
telefoneó a Alberti para informarle de que las obras ya estaban
en Madrid. Este mismo mes de noviembre se enviarían otras 300
obras con el mismo protocolo. Como ya se ha dicho, cinco días
después, el 16 de noviembre varias bombas caen sobre el Museo.
El Estado Mayor franquista dice que en los tejados del Museo los
republicanos habían instalado varias ametralladoras.
A continuación del Paseo del
Prado, en elPaseo
de la Castellana, la República dispuso defábricas
de armamento subterráneaspara
salvaguardarlas de las bombas franquistas. La existencia de
estas fabricas son fácilmente comprobables en elArchivo
de Historia Militar de la Guerra Civil.