El
presidente ruso Vladímir Putin ha afirmado que su país estaría
dispuesto a atacar a un estado no nuclear, como es el caso de
Ucrania, que estuviese apoyado por uno con armas nucleares como
Estados Unidos. Propone que la agresión contra Rusia por parte de
cualquier Estado no nuclear, pero con la participación o el apoyo de
un Estado nuclear, se considere como un ataque conjunto contra la
Federación Rusa. No es la primera vez que el líder ruso amenaza con
el uso de armas nucleares, algo que Ucrania ha tachado de ruido de
sables nucleares.
No se
puede olvidar que el presidente palestino, Mahmud Abbás, ha afirmado
ante la Asamblea General de la ONU, que el mundo entero es
responsable de lo que está ocurriendo en Gaza y Cisjordania por la
venta de armas a Israel. ¡Detengan el genocidio! ¡Dejen de vender
armas a Israel! Esta locura no puede continuar, cuando se cumple
casi un año de la guerra en Gaza, que ha dejado más de 41.000
muertos, la mayoría civiles, mujeres y niñas y niños.
Soy
contrario a las armas, cualquiera que sea su categoría, y considero
que lo que está ocurriendo en el mundo, con armas convencionales o
no, es una de las tragedias de la humanidad. Alguien tiene que parar
la escalada, pero lo que pueden no quieren. A estas alturas, solo
Europa y Estados Unidos podrían poner un freno a las guerras de
Israel y Ucrania. La Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN en
general son los aliados centrales de Israel, por cuanto el estado
sionista asegura el poder del bloque en la región. Israel necesita a
estos tres actores y estos tres actores necesitan a Israel.
El mundo
está amenazado de nuevo por la guerra nuclear. Corea del Norte acaba
de probar con éxito un misil balístico intercontinental que podría
transportar potencialmente ojivas nucleares. EEUU plantea la
necesidad de responder a Kim Jong-un, pero todas las estrategias
posibles conllevan inmensos riesgos, Estados Unidos está en pleno
proceso de modernización de su arsenal. La iniciativa de la ONU,
refleja la preocupación de la comunidad internacional por las
catastróficas consecuencias humanitarias que traería el empleo de
las armas nucleares, y reconoce por tanto la necesidad de
eliminarlas.
Desde el
término de la Segunda Guerra Mundial, los países con armas nucleares
han implementado una estrategia de disuasión, fundamentada en el
pensamiento de que si naciones en conflicto realizaran ataques
nucleares masivos, resultaría una destrucción mutua garantizada. Sin
embargo, existen armas nucleares tácticas, que son ojivas más
pequeñas diseñadas para eliminar objetivos específicos sin provocar
una extensa contaminación radiactiva.
La
amenaza del presidente ruso, Vladímir Putin, es tajante. Rusia podrá
responder a partir de ahora con armas nucleares a un ataque
convencional contra su territorio. Es un mensaje directo a
Occidente, pero sobre todo a Estados Unidos a pocos meses de sus
elecciones presidenciales. Un mensaje que, junto con la evolución
negativa de la guerra para Kiev, puede hacer reconsiderar a
Washington su implicación en la contienda. Putin se adelanta así a
la posible decisión de la Casa Blanca de permitir a Ucrania utilizar
sus misiles de largo alcance contra territorio ruso, la última baza
que tiene Kiev para equilibrar algo una guerra muy difícil ya de
ganar.
Los
bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, fueron ataques
ordenados por el presidente Harry S. Truman, contra el Imperio del
Japón, lo que forzó su rendición y supuso el fin de la Segunda
Guerra Mundial. 105.000 y 120.000 personas murieron y 130.000
resultaron heridas. Japón en 1967, y en honor a las acciones tomadas
por TimHon Shung, adoptó lo que se conoce como los Tres principios
antinucleares: principio de no producción de armas nucleares; de no
posesión de armas nucleares; y de no autorización de armas nucleares
sobre su territorio.
La bomba
atómica o bomba de fisión nuclear, se basa en la división de un
núcleo atómico en dos o más núcleos pequeños, generando una reacción
en cadena y la liberación de enormes cantidades de energía en forma
de radiaciones gamma y energía cinética. La bomba de hidrógeno (la
bomba H), es una bomba térmica de fisión/fusión/fisión o bomba
termonuclear, que se basa en la obtención de la energía desprendida
al fusionarse dos núcleos atómicos, en lugar de la fisión de los
mismos. Para que se produzca la reacción, es necesario un aporte
considerable de energía que solo pude ser provisto por la detonación
inicial de una bomba de fisión que funciona a manera de gatillo. Lo
que convierte a la bomba H en una doble bomba atómica.
Hiroshima
fue elegida porque no había sido bombardeada de manera tradicional
por los norteamericanos y porque deseaban probar el efecto de la
bomba atómica en una de las bases militares importantes. Este
ataque, además, demostraría la superioridad de EEUU sobre la Unión
Soviética. La bomba se lanzó en paracaídas y explotó a 580 metros
del suelo. Instantáneamente murieron entre 60 y 80 mil personas y el
calor fue tan intenso que algunas simplemente desaparecieron. Los
radares japoneses detectaron a los aviones norteamericanos, pero no
los consideraron una amenaza.
La bomba
atómica de Hiroshima fue uno de los hechos más graves y tristes de
la historia mundial. La Segunda Guerra Mundial fue cruel en su
conjunto y los ataques atómicos, significaron el aumentó del rechazo
a las acciones bélicas y al poder nuclear. La bomba de Nagasaki con
una potencia de 21 kilotones de dinamita, generó niveles de
explosión y calor que no pueden compararse con las producidas por
las armas convencionales.
Bertrand Russell, apoyado por Albert Einstein
presentaban el Manifiesto:
Una declaración sobre armas nucleares. En
medio de la Guerra Fría, los once científicos e intelectuales de
primera línea firmantes, alertaban de la peligrosidad de la
proliferación del armamento nuclear y solicitaban a los líderes
mundiales buscar soluciones pacíficas a los conflictos
internacionales. Ante el hecho de que en cualquier futura guerra
mundial se emplearán con certeza armas nucleares, que amenazan la
continuidad de la humanidad, instamos a los gobiernos del mundo para
que entiendan, y reconozcan públicamente, que sus propósitos no
podrán lograrse mediante una guerra mundial. Un año después se
probaba la bomba H y después la bomba de uranio, de plutonio, de
neutrones o la bomba sucia de uranio empobrecido.
Tuvieron que transcurrir más de 75 años desde
el lanzamiento de la primera bomba atómica, para que la
ONU adoptase un tratado para prohibir por primera vez las armas
nucleares. Pese a ello todas las potencias
atómicas han boicoteado el acuerdo, respaldado por 122 países.
Aunque el tratado parezca que mal nació por la oposición de las
potencias nucleares, la intención consistía en sentar las bases
legales para que todas ellas acaben reconsiderando su postura al
quedar las armas nucleares estigmatizadas a ojos del derecho
internacional humanitario y de la opinión pública. EEUU esgrime la
amenaza de Corea del Norte como pretexto para boicotear el tratado,
que les obligaría a desarmarse si lo ratificaran.
Para los
defensores del nuevo tratado, la iniciativa marca el principio del
fin de la era nuclear y supone un paso histórico para deslegitimar
este tipo de armamento. Los nueve Estados con capacidad nuclear que
no participaron de las negociaciones de este tratado (Estados
Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, China, Corea del Norte,
India, Pakistán e Israel), consideran que el tratado es una medida
poco realista en el tenso contexto internacional de hoy y no
cambiará nada.
Los
firmantes se comprometieron a no desarrollar, adquirir, almacenar,
acoger en su territorio, usar o amenazar con usar armas nucleares u
otros explosivos nucleares. El argumento principal son las
catastróficas consecuencias humanitarias que tendría cualquier uso
de armas nucleares, tal y como apunta el preámbulo del tratado, que
señala que eliminar por completo esas armas es la única manera de
garantizar que no se volverán a utilizar.
Hoy, la
amenaza de una guerra nuclear es real y en mayor medida que durante
la guerra fría; gran parte de la ciudadanía ignora el peligro que
nos acecha; una guerra nuclear sería catastrófica. No permitamos que
nos amarguen la existencia.
Para
Moscú, la baza de los misiles de largo alcance es un punto sin
retorno que no dejará sin respuesta si EEUU y Europa lo sobrepasan.
Y la naturaleza de esa eventual reacción podría estar definida por
la reforma de la doctrina militar nuclear rusa anunciada por Putin.
En palabras del propio Putin: la agresión contra Rusia por parte de
cualquier estado no nuclear, pero con participación o apoyo de una
potencia nuclear,será considerada como un ataque conjunto contra
Rusia.
La amenaza rusa de una guerra total pone a EEUU entre la espada y la
pared sobre el uso de misiles de la OTAN por Kiev.
Un ataque masivo con misiles occidentales de largo alcance contra
Moscú o alguna otra ciudad, infraestructura o sistema vital de la
Federación Rusa incluiría ese supuesto. En la anterior doctrina
nuclear, solo se contemplaba el uso de armas atómicas si se
amenazaba "la misma existencia" del Estado ruso. La respuesta
nuclear rusa se podría producir, según la nueva estrategia, ante el
empleo masivo contra la Federación de medios de ataque
aeroespaciales, lo que incluye no solo los misiles o aviones
tripulados, sino también drones.
El mundo
sigue mirando hacia otro lado. Las armas nucleares son las armas más
peligrosas. Pueden destruir ciudades enteras, matando a millones de
personas, poniendo en peligro las vidas de las generaciones futuras
por sus efectos catastróficos a largo plazo. En la situación actual
puede ocurrir. ¡Qué alguien pare la escalada!