Desde la
finalización de la Segunda Guerra Mundial ha habido más de doscientos
enfrentamientos armados en más de ciento cincuenta lugares del mundo.
Guerra tras guerra, violencia constante, masacres y genocidios, odio,
destrucción y muerte, hasta llegar a nuestros días, en los que seguimos
como siempre. Las guerras representan las vergüenzas de la humanidad;
sacan lo peor del ser humano.
Las guerras
han cambiado poco en la historia, si acaso los instrumentos para la
destrucción, el sufrimiento y la muerte. Estamos en las guerras de
cuarta generación −guerra de guerrillas, guerra asimétrica, guerra de
baja intensidad, guerra sucia, terrorismo de Estado u operaciones
encubiertas−. En este tipo de guerras no tiene por que haber
enfrentamiento entre ejércitos regulares. Usan drones y las víctimas
−civiles, mujeres y niños inocentes− son llamadas daños colaterales.
EEUU ha creado un mundo de guerras interminables.
En 2008,
muchos de los simpatizantes de Barack Obama (Premio Nobel de la Paz)
tenían la esperanza de que pusiera fin a la guerra global contra el
terrorismo, pero optó por extenderla y sus sucesores no han hecho nada
para cambiar el rumbo belicista. En la actualidad, Joe Biden favorece el
genocidio que Israel está llevando contra el pueblo palestino y apoya a
Ucrania enviando armamento. Pese a que desde el ala más a la izquierda
del Partido Demócrata han intentado que Kamala Harris tenga
posicionamientos diferentes sobre el genocidio en Gaza, la candidata va
a seguir con la misma posición que el Presidente, ha declarado.
Nueve meses
de guerra en Gaza y pocos quieren la paz, ni siquiera un alto el fuego.
EEUU no ha hecho nada para que Israel deje de agredir y hostigar al
pueblo palestino. Israel sabe que no va a acabar con Hamás, por lo que
pretende debilitarlos como ya ha hecho en otros momentos de la historia,
cuanto más se degrade la situación, mejor para sus objetivos, con una
estrategia de hechos consumados matando a palestinos para que salgan de
su tierra. El Estado de Israel está orgulloso de matar a los gazatíes, a
sus hijos y a sus nietos; sabe que cruzar las líneas rojas no tiene
consecuencias. Por su parte Occidente es cómplice al consentir la
matanza sistemática. Netanyahu y su coalición de fascistas e
intolerantes no quieren un acuerdo para liberar a los rehenes. Prefieren
continuar la guerra, sin importar el coste para los civiles de Gaza o
para sus propios ciudadanos aún retenidos dentro del enclave.
Israel ha
recuperado los cuerpos sin vida de seis rehenes israelíes que fueron
capturados por Hamás el pasado 7 de octubre. Localizaron los cadáveres
en un túnel subterráneo en Rafah, localidad al sur de la Franja de Gaza.
El hallazgo ha aumentado las críticas contra el primer ministro,
Benjamín Netanyahu, tanto dentro como fuera de su Gobierno tras casi 11
meses de ofensiva sobre la Franja de Gaza. Mientras las familias del
casi centenar de rehenes que aún permanece en manos de Hamás han
convocado manifestaciones por todo el país. Netanyahu es quien ha sido
el mayor obstáculo para llegar a un acuerdo para liberar a los rehenes
israelíes en Gaza.
Sufro con las
imágenes de aquellos judíos en los campos de concentración nazis
entrando en las cámaras de gas, por lo que padecían. Hoy sufro con las
imágenes de los muertos en Palestina, las caras de los niños asesinados
y la destrucción de ciudades, que son crímenes contra la humanidad. Un
Genocidio contra un pueblo al que algunos israelitas quieren eliminar en
esta solución final actualizada. El derecho internacional humanitario
está amenazado y decenas de miles de civiles están siendo asesinados en
Gaza. Desde el 7 de octubre ya han perdido la vida en Gaza más de 40.700
personas, en su mayoría mujeres y niños, y alrededor de 94.060 han
resultado heridas; además se calcula que otros 10.000 cuerpos siguen
bajo toneladas de escombros, según el ministerio de Sanidad gazatí.
Genocidio en Gaza acompañado de asesinatos, limpieza étnica y anexión
del 88% del territorio de Cisjordania
La ayuda
humanitaria es insuficiente e impedir su distribución afectará a
millones de personas. Israel está llevando a cabo un genocidio y está
cometiendo crímenes de guerra contra la población civil, saltándose
todos los principios, doctrinas, recomendaciones y sentencias del
derecho internacional, que quedará marcado como uno de los peores
fracasos de la humanidad.
La invasión
rusa de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, constituye una el
mayor ataque militar convencional en Europa desde la Segunda Guerra
Mundial. Está generando un número creciente de víctimas. Hasta mediados
de 2023, había causado la muerte de más de nueve mil civiles y decenas
de miles de soldados. Los combates han generado la mayor crisis de
refugiados en el continente desde la Segunda Guerra Mundial: más de 7.2
millones de ucranianos han abandonado el país y más de 7.1 millones se
han desplazado internamente. Además, la guerra ha causado daño ambiental
significativo y ha puesto en peligro la disponibilidad de alimentos a
nivel mundial.
Tras la
invasión rusa de Ucrania, la OTAN celebró la Cumbre de Madrid de 2022,
donde se concordaron varios puntos: aumento de tropas que los países
miembros ponen a disposición de la organización; que Rusia sea observada
como una amenaza directa, dejando de considerarse como aliado
estratégico, debido a sus decisiones respecto a la política exterior y,
especialmente, a la guerra de Ucrania; que China sea considerada un
desafío sistemático por sus abstenciones en el Consejo de Seguridad de
la ONU y por su apoyo a Rusia en la invasión a Ucrania. Ucrania estaba
en su derecho de lanzar una ofensiva en la región rusa de Kursk como un
acto de autodefensa, declaró el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg. La
ofensiva lanzada el 6 de agosto tomó desprevenido al Kremlin. Kiev
afirma haber capturado decenas de asentamientos y más 1.200 kilómetros
cuadrados de territorio.
Ha habido
guerras de cien años, seis días o treinta y ocho minutos; de las
naranjas y de las Malvinas y las mandarinas chinas contra Japón. Se
terminó la guerra fría, pero sigue habiendo guerras calientes por
interés geoestratégico. Guerras que caen en el olvido, por las noticias
frescas de otras guerras: nucleares, químicas o bacteriológicas, de
información y económicas; contra el terrorismo o contra el narcotráfico.
Guerra santa, relámpago o eterna. También guerra total o madre de todas
las guerras. Pocas contra la miseria y la pobreza. Abundantes contra el
bienestar y los derechos de los miserables.
La Primera
Guerra Mundial o Gran Guerra fue un conflicto armado que tuvo lugar
entre 1914 y 1918, y provocó más de 10 millones de bajas. Se produjo por
la rivalidad entre las potencias imperialistas. Fue en su momento el más
sangriento de la historia. Por su parte la Segunda Guerra Mundial ha
sido, hasta el momento, el conflicto armado más grande y sangriento de
la historia en el que se enfrentaron las Potencias Aliadas y las
Potencias del Eje, entre 1939 y 1945. Participaron más de setenta países
en combates aéreos, navales y terrestres. Murió alrededor del 2% de la
población mundial de la época (unos 60 millones de personas), en su
mayor parte civiles.
Hay otros
conflictos que sin llegar a ser guerras abiertas, originan sufrimiento y
muerte a la población, y graves crisis políticas, con consecuencias
económicas catastróficas. No me refiero a las guerras de guerrillas, ni
a los conflictos territoriales ni a los movimientos de liberación e
independencia del pasado, sino a los actuales. Me refiero a los
conflictos políticos y sociales que se producen en América Latina
(Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Perú o Venezuela).
No quiero
olvidarme del Sáhara Occidental, una de las últimas las regiones en el
mundo que se ha unido a la triste lista de guerras y conflictos activos.
Tras casi 30 años de alto al fuego entre el gobierno marroquí y el
Frente Polisario, este se rompía. El detonante se produjo en el paso
fronterizo de Guerguerat, cuando el ejército marroquí penetraba en la
zona para desalojar a un grupo de saharauis que habían acampado en la
pista con el objetivo de interrumpir el tránsito de mercancías.
Del siglo pasado conocemos modelos de la barbarie
en occidente: En Rusia, China, Japón, Corea, Vietnam y las recientes
yugoslavas. Los crímenes de guerra en la invasión rusa de Ucrania
iniciada en 2022 y las acciones de Israel contra el pueblo palestino,
constituyen un violación de las protecciones establecidas por las leyes
y las costumbres de la guerra, integradas por las infracciones graves
del
Derecho Internacional Humanitario: malos
tratos a prisioneros de guerra, civiles y los genocidios son
considerados crímenes de guerra.
Terminaré
recordando la barbarie que se produjo en España como consecuencia de la
guerra de 1936. Demasiadas víctimas están pendientes de la reparación
que el Estado les debe. En España hay 140.000 desaparecidos, los
perdedores de la guerra, esparcidos sin identificar por cunetas y fosas
comunes.
Maldigo al
dios de la guerra y a sus señores, a los guerreros que combaten y a los
generales que ordenan; a los canallas que las provocan y a quienes se
benefician de la destrucción y del dolor inocente.
Hay que
apostar por la distensión, lejos de la retórica amenazante y las
espirales armamentísticas de EEUU, Occidente y la OTAN, que active el
desarme, abra las puertas al diálogo y a la confianza mutua con el
objetivo de desescalar los conflictos mediante el uso de la diplomacia,
la negociación, la cooperación y la noviolencia. Hay que potenciar los
recursos humanos y económicos para la reconversión industrial militar en
sectores productivos civiles de interés.
En España hay
que impulsar una política exterior orientada a la paz, a la seguridad
humana, mediante instrumentos como la mediación, la diplomacia, la
defensa de los derechos humanos o la intervención civil en conflictos
para construir la paz.