Se cumplen
cinco años de la pandemia que conmovió a España y al mundo entero,
demasiadas calamidades y muertes dejó tras de si. Se vivió una de las
mayores crisis de la historia Una pandemia con efectos negativos, no
solo en el ámbito sanitario, sino también en lo social y con
incalculables consecuencias económicas, con un agujero del que todavía
no hemos salido. Las cifras en muertes han sido negras, los hospitales
se desbordaron y los frutos del confinamiento todavía se dejan notar.
La pandemia
de COVID-19 afectó as España con más fuerza que a la mayoría de los
países. Más de 3,2 millones de personas se vieron infectadas, la octava
cifra más alta del mundo, y más de ciento veinte millones fallecieron
por coronavirus. En España se diagnosticó el 31 de enero de 2020 en San
Sebastián de La Gomera, el primer caso, cuando un turista alemán dio
positivo, mientras que el primer fallecimiento conocido ocurrió el 13 de
febrero en Valencia. La gran mayoría de los fallecidos fueron personas
mayores de 65 años.
La falta de
camas o respiradores llevó a que los hospitales restrinjan ingresos por
criterios que no dependen sólo de la edad, sino de la esperanza de vida
de los pacientes. El Plan de contingencia para los servicios de medicina
intensiva frente a la pandemia del Covid-19, estableció que en la fase
de saturación de las UCI habrá "criterios de ingreso estrictos, guiados
por escalas objetivas, aplicando, si es necesario, los protocolos de
limitación del tratamiento de soporte vital". Otro documento, que
establece los criterios de la prioridad, dice que: se valorará la
expectativa de vida del paciente inferior a 1-2 años, dando prioridad a
la persona con más años de vida ajustados a la calidad de la misma o
tener en cuenta "el valor social de la persona enferma". Es decir que un
sintecho entraría en la UCI el último, por tener prioridad un dirigente
político o el Jefe del Estado.
Algunas
comunidades autónomas, como la que dirige Isabel Díaz Ayuso, estableció
un protocolo en las residencias de personas mayores, que originó 7.291
muertes. El gobierno de Díaz Ayuso había aprobado un Protocolo (de la
vergüenza) que impedía llevar a la inmensa mayoría de residentes a los
hospitales bajo la premisa de que las residencias serían medicalizadas,
algo que nunca ocurrió. Más de 4.000 personas pudieron haber salvado su
vida; no se produjo la atención sanitaria adecuada a los ancianos por
decisiones políticas y de gestión discriminatorias.
Se podrían haber evitado. Esta es la conclusión a
la que han llegado los expertos de la Comisión ciudadana por la verdad
que llevan meses investigando las muertes en las residencias de la
Comunidad de Madrid. El estudio apunta al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso,
señalando que las decisiones políticas tomadas en marzo de 2020 fueron
determinantes en el fallecimiento de los 7.291 residentes, a quienes se
les denegó el deber de socorro tras la publicación de los llamados
Protocolos de la vergüenza, respondieron a
criterios de oportunismo político y mercantilización de una tragedia.
Ante la gravedad de la situación, hay que recordar
que se han producido otras pandemias en la historia del mundo; en esta
ocasión me refiero al año 1918. Durante los últimos meses de la Primera
Guerra, una virulenta cepa del virus de la gripe se extendió, en apenas
18 meses, por todo el planeta. Cien millones de personas perdieron la
vida. Algunos temieron que había llegado el fin de la humanidad.
La pandemia de 1918, más conocida como la gripe española,
afectó a un tercio de la población mundial. La pandemia llegó a matar a
más personas que las dos guerras mundiales juntas.
Posiblemente, la pandemia adquirió su apodo debido
a que en la Primera Guerra Mundial, los principales países beligerantes,
Alemania, Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos suprimieron la
información sobre el alcance de la enfermedad.
Por el contrario, España, al ser neutral, no necesitaba ocultarla.
Este hecho produjo la falsa impresión de que este país fue el más
castigado, por informar más sobre la enfermedad. De hecho, el origen
geográfico de la gripe sigue siendo objeto de debate, aunque diversas
hipótesis apuntan al Este de Asia, Europa e incluso Kansas.
Todo comenzó
a principios de 1918, cuando miles de personas empezaron a enfermar;
sentían debilidad y tenían neumonía, problemas estomacales, dificultades
para respirar, confusión y fiebre. Casos similares aparecieron en
México, Rusia, Irán, Nueva Zelanda, Argelia, las Islas Fiji o Gambia. La
expectativa de vida se redujo 12 años en EEUU. La pandemia, que duró
poco más de un año, logró controlarse en 1919, pero los efectos de la
enfermedad más mortífera de principios del siglo XX todavía están
presentes.
Los periódicos de la época muestran las calles
vacías, trabajadores que no acudían a sus trabajos y de gente que no se
atrevía a salir de sus casas, por miedo a cruzarse con quienes sufrían
la enfermedad y que, desesperadamente, pedían ayuda.
Uno de los testimonios, fue el del director de la organización Ayuda de
Emergencia en el estado de Pensilvania.
Contaba que había niños que morían de hambre porque sus padres habían
fallecido y nadie quería acercarse a ellos; un pánico similar al de la
Edad Media con respecto a la Plaga Negra, afirma un informe interno de
la Cruz Roja Americana citado por el Institución Smithsonian
estadounidense.
Como ya he mencionado, a la pandemia se le conoce
como la gripe española por la atención que recibió por la prensa;
incluso el rey Alfonso XIII enfermó. Los medios de comunicación, que no
estaban censurados como los de otros países que participaban en la
guerra, cubrieron el tema ampliamente. Pese al transcurso de los años y
la evolución de la tecnología, no se han logrado explicar todas las
circunstancias que rodearon a la mortal pandemia. Un hecho destacable es
que la enfermedad se cobró la vida de adultos jóvenes saludables, de
entre 20 y 40 años, en vez de niños y ancianos, que suelen ser los más
vulnerables.
Hay quien la ha calificado de la mayor pandemia de la historia.
Lo que
ocurrió entre 1918 y 1919, tuvo una consecuencia positiva: la creación
de la Liga de las Naciones. Sus principios se acordaron en la
Conferencia de Paz de París, que tuvo lugar en 1919, tras el fin de la
Primera Guerra Mundial. Su objetivo principal era mantener la paz, pero
también se concibió como un centro de cooperación y coordinación
internacional. La prevención y el control de las enfermedades era un
asunto de preocupación internacional y fue incluido en el tratado,
marcando las bases del sistema moderno para el control global de crisis
sanitarias como la que ocurrió en 1918, más recientemente, las que se
presentaron con el ébola o la gripe aviar.
La pandemia
del coronavirus, comenzó el 1 de diciembre de 2019 en China, en la
ciudad de Wuhan, cuando un grupo de personas contrajeron neumonía por
causa desconocida, vinculada a trabajadores del mercado mayorista de
mariscos de Wuhan, el cual vendía, diferentes tipos de animales exóticos
(murciélagos o perros). La economía mundial se vio afectada por esta
pandemia. Varios países aplicaron medidas de prevención y restricción
para evitar la propagación de la enfermedad, como la cuarentena aplicada
en Italia y en España o la cancelación de vuelos a Europa por Estados
Unidos, entre otros. En China, se redujo la aparición de nuevos casos.
La pandemia
de 1918 cambió el curso de la Primera Guerra Mundial; la tercera oleada
de la pandemia fue la más letal; el virus mató a la mayoría de las
personas infectadas; las terapias de la época apenas tuvieron impacto
sobre la enfermedad; los funcionarios de los servicios públicos de
salud, la policía y los políticos marcaban motivos para restar
importancia a la gravedad de la gripe. Los genes del virus nunca se han
secuenciado. En 2005, los investigadores anunciaron que habían
determinado con éxito la secuencia; el virus se recuperó del cuerpo de
una víctima de la enfermedad enterrada en Alaska, así como por muestras
de soldados estadounidenses que cayeron enfermos en aquella época.
La pandemia de 1918, fue un escenario más de una
de las peores tragedias que ha vivido la humanidad. Quinientos millones
de personas se contagiaron.
Ahora la pandemia del Covid-19, afecta a 176 países,
con cerca de más setecientos millones de personas contagiados y
superados los siete millones de muertos. La pandemia de 1918 ofrece
algunas lecciones para la de 2020, pero quienes tenían que tenerlo en
cuenta no lo hicieron. En cada década se producen epidemias graves de
gripe y los expertos creen que no hay que preguntarse si va a haber una
próxima, sino cuándo sucederá.
Han pasado
cinco años de un hecho sin precedentes en las últimas décadas. El
Gobierno tomó decisiones de impacto con el objetivo de salvar el mayor
número de vidas posibles y con el foco en que la economía empresarial y
familiar no se hundiera. El coronavirus puso al límite la capacidad
material y moral de los países y de sus representantes políticos. Se
pasaron momentos muy críticos y los que vinieron después no lo están
siendo mejores.