Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, Huelva, 23
de diciembre
de
1881 – San
Juan, Puerto
Rico, 29
de mayo de 1958)
fue un
poeta
español,
ganador del Premio
Nobel de Literatura en 1956,
por el conjunto de su obra, designándose como
trabajo destacado de la misma, la narración
lírica Platero
y yo.
Juan Ramón Jiménez nació
el 23
de diciembre de 1881 en
la casa
número dos de la calle de la Ribera de Moguer. Era
hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón,
quienes se dedicaban con éxito al comercio de
vinos. En 1887 sus
padres se trasladan a una antigua
casa
de la calle Nueva y
aprende primaria y elemental en el colegio de
Primera y Segunda Enseñanza de San José.
En 1891 aprueba con
calificaciones de sobresaliente el examen de
Primera Enseñanza en el Instituto "La Rábida"
de Huelva. En
1893
estudia
Bachillerato en el colegio
de San Luis Gonzaga del Puerto
de Santa María, y
obtiene el título de Bachiller en Artes. Se
traslada a Sevilla, en 1896,
para ser pintor, creyendo que esa es su
vocación. Allí frecuenta la biblioteca del
Ateneo sevillano. Escribe sus primeros
trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar
en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.

Juan Ramón Jiménez
Comenzó la carrera de Derecho impuesta
por su padre en la Universidad
de Sevilla, aunque
la abandona en 1899.
En 1900 se
trasladó a Madrid y
publicó sus dos primeros libros de textos,
Ninfeas y Almas
de violeta. La muerte de su padre en este
mismo año y la ruina familiar le causaron una
honda preocupación, vivida intensamente a
causa de su carácter hiperestésico,
y en 1901 será ingresado con depresión en un
sanatorio en Burdeos,
regresando a Madrid, posteriormente, al
Sanatorio del Rosario.
En 1902 publica Arias
tristes e
interviene en la fundación de la revista
literaria Helios.
También abandona el Sanatorio del Rosario y se
traslada al domicilio particular del Doctor Simarro. Ya en
1904
publica Jardines
lejanos.
En 1905 regresa
a su pueblo natal, por la muerte de su padre y
los problemas económicos por los que
atravesaba su familia, residiendo en la casa
de la calle Aceña.
Este periodo coincide con la etapa de mayor
producción literaria, entre los que figuran,
en la Segunda
Antolojía Poética (terminada
de imprimir en 1922), los libros en verso:
Pastorales
(1903-1905); Olvidanzas (1906-1907); Baladas
de primavera
(1907); Elejías(1907-1908); La
soledad sonora
(1908); Poemas
májicos y dolientes (1909); Arte
menor (1909); Poemas
agrestes
(1910-1911);
Laberinto (1910-1911); Melancolía(1910-1911); Poemas
impersonales
(1911);
Libros
de amor (1911-1912); Domingos
(Apartamiento: 1) (1911-1912); El
corazón en la mano (Apartamiento: 2) (1911-1912); Bonanza
(Apartamiento: y 3) (1911-1912); La
frente pensativa (1911-1912); Pureza (1912); El
silencio de oro (1911
-1913) e Idilios (1912-1913),
todos escritos durante su estancia en la casa.
Seis años más tarde se
traslada a Madrid, donde conoce a Zenobia
Camprubí Aymar en 1913,
de quién se enamora profundamente. Hizo varios
viajes a
Francia y
luego a Estados
Unidos, donde en 1916 se
casó con Zenobia.
Este hecho y el redescubrimiento del mar será
decisivo en su obra, escribiendo Diario
de un poeta recién casado.
Esta obra marca la frontera entre su etapa
sensitiva y la intelectual. Desde este momento
crea una poesía pura con una lírica muy
intelectual. En 1918 encabeza
movimientos de renovación poética, logrando
una gran influencia en la Generación
del 27. Del año
1921 al 1927 pública
en revistas parte de su obra en prosa, y de
1925 a 1935 publica
sus Cuadernos,
donde se encuentran la mayoría de sus
escritos. A partir de 1931,
la esposa del poeta sufrirá los primeros
síntomas de un cáncer que
acabará con su vida.
En 1936 se
vio obligado a abandonar España al estallar la Guerra
Civil Española,
trasladándose a Washington.
Este momento marca en su obra, el paso de la
etapa intelectual a la etapa suficiente o
verdadera. En 1946 el
poeta permanece hospitalizado ocho meses a
causa de otra crisis depresiva. En 1950 se
vuelve a trasladar a Puerto
Rico, dando clases
en la Universidad
de Puerto Rico.
En 1956 la Academia
Sueca le
otorga el Premio
Nobel de Literatura
en Puerto
Rico, donde ha
vivido gran parte de su vida en el exilio y
donde trabaja como profesor en la Universidad.
Tres días después, muere su esposa en San
Juan. Él jamás se
recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto
Rico mientras
que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río
Piedras de
la Universidad
de Puerto Rico,
acepta el premio en su nombre. Juan Ramón
Jiménez fallece dos años más tarde, en la
misma clínica en la que falleció su esposa.
Sus restos fueron trasladados a España.
Su poesía
Aunque por edad
pertenece a la segunda generación, tiene una
estrecha relación con las dos que la rodean.
Se sumó al modernismo, siendo maestro de
muchos de los autores
vanguardistas.
Busca conocer la verdad y de esta manera
alcanzar la eternidad. La exactitud para él,
es la belleza. La poesía es una fuente de
conocimiento, para captar las cosas.
Juan Ramón Jiménez tiene una poesía
panteística, exacta y precisa. Su poesía
evoluciona de forma que se distinguen dos
épocas. La primera acaba al iniciarse la
segunda en 1916. Escribió el Diario
de un poeta recién casado en
el que cuenta su luna de miel en Estados
Unidos.

Azulejos con poesía de
Juan Ramón
(Moguer )
Los temas son el amor,
la realidad de las cosas... otro de sus éxitos
fue Poemas
májicos y dolientes, extravagante título
en el que se destaca la forma personal de
escribir de Juan Ramón, que siempre escribía
«j» en vez de «g» antes de «e, i».
Su Moguer natal
fue un referente en toda su obra, fuente de
inspiración y elemento de nostalgia.
"Te llevaré Moguer a todos los lugares y a
todos los tiempos, serás por mí, pobre
pueblo mío, a despecho de los logreros,
inmortal".
“Te he dicho Platero que el alma de Moguer
es el vino, ¿verdad?. No; el alma de Moguer
es el pan. Moguer es igual que un pan de
trigo, blanco por dentro como el migajón, y
dorado en torno -¡oh sol moreno!- como la
blanda corteza”.
Etapas de su obra
La crítica suele dividir su trayectoria
poética en tres etapas: sensitiva,
intelectual, suficiente o verdadera.
La etapa sensitiva (1898–1915)
Esta etapa se subdivide
a su vez en dos sub-etapas; la primera abarca
hasta 1908; la segunda, hasta 1916. La primera
está marcada por la influencia de
Bécquer,
el Simbolismo y
un
Modernismo de
formas tenues, rima asonante, verso de arte
menor y música íntima. En ella predominan las
descripciones del paisaje como reflejo del
alma del poeta, un paisaje que no es natural
ni fruto de paseos como el de Machado,
sino sometido al estatismo de un jardín
interior, al intimismo de un orden. Predominan
los sentimientos vagos, la melancolía, la
música y el color desvaído, los recuerdos y
ensueños amorosos. Se trata de una poesía
emotiva y sentimental donde se trasluce la
sensibilidad del poeta a través de una
estructura formal perfecta. Pertenecen a esta
etapa Rimas (1902), Arias
tristes
(1903),
Jardines
lejanos (1904), Elegías (1907).
La segunda época se vierte en la forma del
arte mayor (endecasílabos y alejandrinos), la
rima consonante, el estrofismo clásico
(sonetos, serventesios); denota una mayor
impronta modernista, del Simbolismo francés
(Charles
Baudelaire, Paul
Verlaine) y
del decadentismo anglofrancés
(Walter
Pater,
fundamentalmente). Recientemente ha sido
descubierto un libro escrito entre 1910 y 1911, Libros
de amor, con una poesía carnal y erótica.
El poeta logra perfectas cumbres parnasianas,
especialmente en los sonetos; pertenecen a
esta sub-etapa La
Soledad Sonora
(1911), Pastorales (1911),Laberinto (1913), Platero
y yo (elegía andaluza)
(1914)
y Estío (1916),
entre otros. Hacia el final de esta etapa el
poeta empieza a sentir el hastío de los
ropajes sensoriales del Modernismo y
preocupaciones relacionadas con el tiempo y la
posesión de una belleza eterna.
Platero y yo, fechada por su autor en
1914, se convirtió en la obra más popular del
poeta, escrita en una espléndida prosa, que
suavemente lleva al lector a través de un
cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos
conducen desde la presentación de este
borriquete:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan
blando por fuera, que se diría todo de
algodón, que no lleva huesos. Sólo los
espejos de azabache de sus ojos son duros
cual dos escarabajos de cristal negro.
Hasta su muerte y, claro, la ascensión del
pollino al cielo... de Moguer: «Platero, tú
nos ves, ¿verdad?», preguntamos siguiendo
la letra de Juan Ramón Jiménez.
Estío (1916)
supone el cambio hacia la segunda etapa de
Juan Ramón. El poeta se aleja del Modernismo en
busca de una mayor depuración de la palabra.
Desaparecen los ambientes nostálgicos,
evocados y soñados, en favor de una realidad
más concreta.
"Te llevaré Moguer a todos los lugares y a
todos los tiempos, serás por mí, pobre
pueblo mío, a despecho de los logreros,
inmortal".
“Te he dicho Platero que el alma de Moguer
es el vino, ¿verdad?. No; el alma de Moguer
es el pan. Moguer es igual que un pan de
trigo, blanco por dentro como el migajón, y
dorado en torno -¡oh sol moreno!- como la
blanda corteza”.
La etapa intelectual (1916-1936)
Su primer viaje a América y
el contacto con la poesía en inglés (Yeats,
William
Blake, Emily
Dickinson, Shelley)
marca profundamente esta segunda etapa (1916–1936),
bautizada por él mismo como Época intelectual
y que le vincula a la corriente literaria del Novecentismo.
Se produce un hecho fundamental: el
descubrimiento del mar como motivo
trascendente. El mar simboliza la vida, la
soledad, el gozo, el eterno tiempo presente.
Se inicia asimismo una evolución espiritual
que lo lleva a buscar la trascendencia.
En su deseo de salvarse ante la muerte, se
esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo
puede conseguirlo a través de la belleza y la
depuración poética. Suprime, pues, toda la
musicalidad, los argumentos poéticos, la
aparatosidad externa y ornamental anterior
para adentrarse en lo profundo, en lo bello,
en lo puro, en lo esencial.
De esta época destacan Diario
de un poeta recién casado
(1916),
Primera
antología poética, (1917), Eternidades (1918), Piedra
y cielo
(1919),
Poesía
(1917–23)
y Belleza (1917–23).
Con Diario
de un poeta recién casado, titulado
posteriormente (en
1948)
Diario
de poeta y mar (para
incluir el segundo apellido de su esposa,
Aymar), se inicia esta nueva etapa en la obra
de Juan Ramón. Se trata de una poesía sin
anécdota, sin los «ropajes del Modernismo»,
una poesía estilizada y depurada, donde el
poeta admira todo lo que contempla. Este
poemario surge como fruto de su viaje a
América. En el Diario,
Juan Ramón experimenta con los temas y las
formas, y abre una nueva corriente poética,
que será explotada por algunos miembros de la Generación
del 27.
En Piedra y cielo (1919)
el tema central es ya la creación poética: la
poesía como actividad, el poema como objeto
artístico y el poeta como dios-creador de un
universo nuevo. Se abre así una nueva línea
temática que Juan Ramón ya no abandonará: la
búsqueda de la sublimación poética y la
intensificación creativa de una poesía pura,
esquemática.
La Estación total (1923–36).
Recoge los últimos poemas escritos en España.
El 22
de agosto de 1936,
Juan Ramón marcha al exilio.

Juan Ramón Jiménez
La etapa suficiente o verdadera (1937–1958)
Pertenece a la etapa
suficiente o verdadera todo lo escrito durante
su exilio americano. Juan Ramón continúa
replegado en sí mismo en busca de la belleza y
la perfección, aunque no tanto como para no
preparar un amplio libro en favor de la
República española, Guerra
en España, que nunca pudo ver publicado. Su
ansia por la trascendencia lo lleva a una
cierta mística e
identificarse con Dios y la belleza en uno. Su
lengua poética se transforma en una especie de
idiolecto poblado de múltiples neologismos (ultratierra, deseante...).
Tras un período de relativo silencio, publica Animal
de fondo
(1949),
Tercera
antología poética (1957), En
el otro costado (1936–42)
y Dios
deseado y deseante(1948–49).
En Animal
de fondo el
poeta busca a Dios «sin descanso ni tedio».
Pero ese dios no es una divinidad externa al
poeta, sino que se halla en él y en su obra («tu
esencia está en mí, como mi forma»; «en
el mundo que yo por ti y para ti he creado»).
Ese dios al que se refiere es causa y fin de
la belleza.
Dios deseado y
deseante (1948–49)
supone la culminación de Animal
de fondo. El poeta llega incluso a
identificarse con ese dios que tanto ha
buscado. Un dios que existe dentro y fuera de
él, un dios que es deseado y deseante.
Juan Ramón revisó concienzudamente a lo largo
de su vida su obra. El poemario Leyenda
(1896–1956), publicado póstumamente por
Antonio Sánchez Romeralo en 1978, y en edición
corregida por María Estela Arretche en 2006
(Madrid: Visor), recoge la obra poética
íntegra del autor tal como éste quiso que se
publicara.
|