La Literatura
española del Barroco es
un periodo de creación literaria que abarca aproximadamente
desde las obras iniciales de Góngora y
Lope
de Vega, en la década de 1580,
hasta bien entrado el siglo
XVIII. El siglo más característico del barroco literario
español es el XVII,
en el que alcanzan su
cénit
prosistas
como Baltasar
Gracián
y Francisco
de Quevedo,
dramaturgos
como Lope
de Vega, Tirso
de Molina,
Calderón
de la Barca y Juan
Ruiz de Alarcón o
la producción poética de los citados
Quevedo,
Lope
de Vega y Góngora.
Las
características fundamentales de la literatura
barroca española
son la progresiva complejidad en los recursos formales y una
temática centrada en la preocupación por el paso del tiempo y
la pérdida de confianza en los ideales neoplatónicos del Renacimiento.
Asimismo, es de destacar una variedad y diversidad en los
asuntos tratados, la atención al detalle y el afán de atraer a
un público amplio, de lo que es ejemplo el auge de la
comedia
nueva lopesca. De la preocupación sensual dominante en el
siglo
XVI se pasa a
un énfasis en los valores morales y lo didáctico, donde
confluyen dos corrientes: el
neoestoicismo y
el neoepicureísmo. El
Criticón de
Gracián supone un punto de llegada en la reflexión barroca
sobre el hombre y el mundo, la conciencia del desengaño, un
pesimismo vital (pero no exento de esperanza) y una crisis de
valores general.
Los géneros
se mezclan, convive en Góngora la poesía
lírica de estilo
sublime de la Fábula
de Polifemo y Galateaque hace virtud de la dificultad,
con romances y letrillas satírico burlescas,
de amplia difusión popular y las dos corrientes se hibridan en
la Fábula
de Píramo y Tisbe; Quevedo cultiva los poemas
metafísicos y morales más trascendentes, al tiempo que escribe
sobre asuntos de carácter bajo y hasta chocarrero (Gracias
y desgracias del ojo del culo).
El teatro
barroco español configura una escena popular y que ha
perdurado como producción clásica para el teatro futuro. Los
dramas filosóficos de
Calderón
de la Barca, de los que es ejemplo sobresaliente La
vida es sueño, suponen un cénit en la producción
dramática española y, como toda la literatura barroca, se
inscribe en una época de esplendor que recibe el nombre
genérico de Siglo
de Oro.
Contexto histórico
El Barroco español
se produce en medio de los llamados Siglos
de Oro de la
literatura española. España estuvo
gobernada en ese lapso por tres monarcas: Felipe
II, Felipe
III y Felipe
IV, gobernando este último hasta 1665.
Felipe II, hijo y sucesor de Carlos
V del Sacro Imperio Romano y
I de España, por abdicación de este, tomó posesión del trono
español en 1556.
Durante la
centuria anterior a esta, España había alcanzado su mayor
unidad y extensión territorial. Por herencias, conquistas,
convenios diplomáticos o matrimonios reales, llegaron a estar
sometidas al cetro de Carlos V, Nápoles y Sicilia; Flandes, Alemania, Hungría y Portugal,
aparte de las nuevas y ricas tierras de América.
Por el contrario, a Felipe III y Felipe IV les tocó perder una
a una todas las tierras europeas. Esto ocasionó graves
problemas, religiosos, políticos, internos e internacionales.
El siglo
XVII es muy
peculiar en cuanto a arte se refiere. Durante este siglo
gobernaron en España los Austrias
menores, con validos o
favoritos, y en muchos aspectos hay una «medievalización» de
la vida española.
Felipe III (1598-1621)
hereda un gran imperio en bancarrota, pero también la
enemistad con Inglaterra y
los
Países
Bajos. El privado duque
de Lerma traslada
la Corte a Valladolid en 1600;
seis años más tarde regresa aMadrid.
Firma la paz con Inglaterra en 1604 y
una tregua con los Países Bajos (1609-1621).
Expulsa de la Península a los moriscos (1609),
que generalmente trabajaban en el campo, lo que empobrece la
agricultura y comercialmente el país.
Al duque de
Lerma lo sucederá el duque
de Uceda. España interviene en la Guerra
de los Treinta Años. Los nobles aumentan su poder,
mientras la economía se estanca y se introducen las monedas de
cobre en lugar de las de oro y plata.
Felipe IV otorga
el poder al conde-duque
de Olivares, quien trata de mantener la supremacía
española frente a Francia en
la guerra iniciada en 1635,
y el dominio en los Países Bajos.
La presión
fiscal y el descontento político general provocan la
sublevación de
Portugal,
Cataluña,
Aragón,
Navarra
y
Andalucía. Se inaugura el palacio del Buen Retiro, donde se celebrarán
numerosas fiestas palaciegas.
El
conde-duque fue sustituido por Luis
de Haro; en su destitución influyó una monja, sor María de
Jesús de Ágreda, consejera del rey. En 1648 España
firma el Tratado
de Westfalia, por el que pierde territorios en los Países
Bajos y Holanda consigue
su independencia.
En 1659 pone
fin a la guerra con Francia en la Paz
de los Pirineos. La pobreza, las epidemias y los elevados
impuestos provocan un alarmante descenso de la población y la
migración del campo a la ciudad; muchas zonas quedan
despobladas, lo que perjudica a la economía nacional.
Carlos II (1665-1700)
es el último de los Austrias menores. Hereda el trono a los
cuatro años, por lo que lo regenta su madre Mariana
de Austria, ayudada por una junta de notables.
Fue un rey
débil y enfermizo, lo que le valió el apelativo de Hechizado.
No dejó descendencia a ninguna de sus dos mujeres, lo que
favoreció que los monarcas europeos se sintiesen atraídos por
el territorio español y quisiesen repartírselo, incluso antes
de su muerte.
Durante su
reinado Portugal (anexionado a España durante el reinado de Felipe
II en1580)
logra la independencia. Las continuas guerras con Francia
evidencian aún más la decadencia de España ante el poderío de
aquella nación. Con Carlos II sin descendencia, nombra como
heredero a Felipe de Anjou, futuro Felipe
V, nieto del francés Luis
XIV, lo que dio origen a la Guerra
de Sucesión española.

El Barroco
se caracteriza por lo siguiente:
- Pesimismo: El Renacimiento no
consiguió su propósito de imponer la armonía y la perfección
en el mundo, tal y como pretendían los
humanistas,
ni había hecho más feliz al hombre; las guerras y las
desigualdades sociales seguían estando presentes; el dolor y
las calamidades eran comunes en toda Europa.
Se instala un pesimismo intelectual, cada vez más acentuado,
unido al carácter desenfadado de que dan testimonio las
comedias de aquella época y las truhanerías en que se basan
las novelas
picarescas.
-
Desengaño
: Como los
ideales renacentistas fracasaron y, en el caso de
España,
el poder político estaba desvaneciéndose, el desengaño
continúa y surge en la literatura, que en muchos casos
recuerda a la de dos siglos antes, con la Danza
de la Muerte o
las Coplas
a la muerte de su padre de Manrique.
Quevedo dice que la vida está formada por «sucesiones de
difunto»: en ellas se van convirtiendo los nacidos, desde
los pañales hasta la mortaja con la que se cubren los
cuerpos exánimes. En conclusión, nada tiene importancia,
sólo hay que conseguir la salvación eterna.
-
- Preocupación por el paso
del tiempo
-
-
Pérdida de confianza en
los ideales renacentistas

Ante la
crisis barroca, los escritores españoles reaccionan de varias
maneras:
- Evadiéndose: Tratan
de desentenderse de la realidad, y lo hacen cantando hazañas
o viejas glorias del pasado, o bien presentan un mundo ideal
en que los problemas se resuelven debidamente y triunfa el
orden. Este es el caso del teatro de Lope de Vega y sus
seguidores. Otros, sin embargo, prefieren refugiarse en el
mundo del arte y
de la mitología,
como es el caso de Góngora.
-
- Satirizando la realidad:
Otro grupo de escritores opta por burlarse de la realidad,
como Quevedo, Góngora en algunas ocasiones y la novela
picaresca.
-
- Con estoicismo:
Exponen su queja sobre la vanidad del mundo, la fugacidad de
la belleza y de la vida, la fama transitoria. El máximo
exponente de esta actitud fue Calderón de la Barca en los
autos sacramentales.
-
- Moralizando:
Critican los defectos o vicios proponiendo modelos de
conducta acordes con la ideología política y religiosa de su
época. Sus principales exponentes son la prosa narrativa y
doctrinal de Gracián y Saavedra Fajardo.

Miguel de
Cervante
La
narrativa del XVII se
abre con la figura de Miguel
de Cervantes, quien en1580 vuelve
a España tras diez años de ausencia.
Su primera
obra impresa fue La
Galatea, (Alcalá de Henares,
1585).
Es una novela pastoril (véase lo dicho sobre ella en el Renacimiento)
en seis libros de verso y prosa,
según el modelo de la Diana
de Montemayor; si bien se rompe con la tradición al
introducir elementos realistas, como el asesinato de un
pastor, o la agilidad de ciertos diálogos.
En
1605 publica El
ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, con éxito
inmediato.
En
1613 aparecen
las Novelas
ejemplares, colección de doce novelas cortas que buscan
una ejemplaridad, aunque ésta no siempre quede clara.
La
siguiente prosa cervantina fue
El
ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615),
segunda parte del Quijote.
En
1617,
un año después de morir Cervantes, aparecen Los
trabajos de Persiles y Sigismunda. Se trata de una
novela bizantina o novela griega, a imitación de Heliodoro (s.
III d. C.) y su Historia
etiópica de Teágenes y Cariclea, que relata, en cuatro
libros, cómo Periandro y Auristela viajan desde las tierras
septentrionales de
Noruega o Finlandia hasta Roma para
recibir cristiano matrimonio. Como es típico de este
subgénero, a lo largo del periplo sufrirán peripecias o
trabajos: la cautividad entre bárbaros, los celos de
pretendientes de ambos amantes... La obra aprovecha recursos
de las Novelas
ejemplares, especialmente de las italianizantes, como el
enredo, las confusiones, disfraces, etc.
La prosa de
Quevedo
Francisco de Quevedo redacta
hacia 1604 su
primera obra en prosa de ficción: la novela picaresca titulada Historia
de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de
vagamundos y espejo de tacaños.
Además,
Quevedo cultivó la prosa satírica, política y moral en obras
en que domina una moral estoica, de raigambre senequista y
tratan asuntos como la crítica de arquetipos de la sociedad
del barroco, la presencia constante de la muerte en la vida
del hombre y el celo cristiano con que ha de conducirse la
política
De
1605 data
el primero de sus Sueños: El Sueño
del Juicio narra
la resurrección de los muertos, que responden de su vida. Es
una sátira contra profesiones o estados sociales: juristas,
médicos, carniceros...
En
1619 escribe
la Política de
Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás, tratado
político en el que expone una doctrina de buen gobierno o
espejo de príncipes para un rey justo, que debe tener como
modelo de conducta a Jesucristo. Es un tratado que se encuadra
en la línea del antimaquiavelismo español, y propone una
política exenta de intrigas y ajena a las malas influencias.
Hacia
1636 concluye
Quevedo su última gran prosa satírica, quizá de 1632: La
hora de todos y la Fortuna con seso, inédita hasta 1650.
En ella Júpiter le
pide a la Fortuna que
adjudique por una hora a cada uno lo que verdaderamente
merece. Ello conduce a ver las falsas apariencias, la otra
cara de la realidad y la verdad oculta tras los velos de la
hipocresía, operando por antítesis. Así se da la paradoja de
que los médicos son en realidad verdugos, los ricos, pobres
pero ladrones, y, en definitiva, se presencia una galería de
tipos sociales, oficios y estados que es satirizada
implacablemente.
El Marco
Bruto (1644)
surge de glosas o comentarios a la biografía que sobre este
estadista latino escribió Plutarco en
sus Vidas
paralelas.
Otros prosistas del barroco
Lope de Vega, del que destacaremos las conocidas como Novelas
a Marcia Leonarda (colección
de novelas misceláneas, obras breves, de temática amorosa y
técnica de enredo, que mezclan verso y prosa, ambientes
exóticos -moriscos, judíos, etc.-, con erudición recargada y
digresiones frecuentes y prolijas).
Mateo Alemán (Sevilla, 1547 - México,
¿1615?), autor de la novela
picaresca
Guzmán
de Alfarache, cuya primera parte fue editada en 1599,
esta obra estableció el canon del género, alcanzó un éxito
formidable en España y Europa, y fue conocida por antonomasia
como El pícaro
de Alemán, en 1604 publicó en Lisboa, y la segunda parte
de esta obra. El éxito europeo de su obra fue formidable; se
tradujo casi de inmediato al italiano en
las prensas venecianas de Barezzi en 1606; en alemán se
publicó en Múnich en
1615; J. Chapelain tradujo las dos partes de la novela al francés y
las publicó en París en
1620; dos años después se estampaba en Londres la
versión inglesa de James
Mabbe que, en
un prólogo extraordinario, dice del pícaro Guzmán que era
«semejante al navío, que anda dando bordes en la ribera, y
nunca acaba de tomar puerto».
Alonso de Castillo Solórzano (1584-
antes de 1648),
natural de Tordesillas (Valladolid),
fue un novelista muy popular, autor de La
niña de los embustes Teresa de Manzanares (1632), Aventuras
del Bachiller Trapaza (1637)
y La garduña de
Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642).
Obras de corte picaresco en las que se mezclan novelas, poemas
y algún entremés, como ya hemos visto en Lope
de Vega.
No sin
razón se considera a la madrileña María
de Zayas y Sotomayor (1590-1661)
segunda novelista del siglo, después de Cervantes. En 1637 aparecen
sus Novelas
amorosas y ejemplares, colección de diez relatos en que la
temática erótica crea situaciones conflictivas y
sorprendentes.
Seguidor de Francisco
de Quevedo y
sevillano fue Luis
Vélez de Guevara (1579-1644),
autor de El
diablo cojuelo (1641), sátira social
acompañada de figuras alegóricas.
La mitad
del siglo se cierra con la Vida
y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor (Amberes,1646).
Narra su vida (1608-1646)
como criado de muchos amos y soldado en varias ocasiones.
Presenta rasgos de la picaresca: estafas, peleas, engaños,
borracheras, robos y prostitución.
La prosa
filosófica brilla con Luis
de Molina (1535-1600),
iluminado establecido en Roma.
Su doctrina apodadamolinosismo tuvo
una gran repercusión e influéncia en los pensadores y
escritores barrocos posteriores a él. Su pensamiento mezcla
los principios de la religión con una elaborada filosofía
moral.
Baltasar
Gracián
La obra más
importante de la segunda mitad de siglo es El
Criticón (1651-1657)
del jesuita aragonés Baltasar
Gracián (1601-1658).
Con ella, la novela española se resuelve en conceptos o
abstracciones. La idea se impone sobre la figura concreta. Se
trata de una novela filosófica escrita en forma de alegoría de
la vida humana.
Gracián
cultivó la prosa didáctica en tratados de intención moral y de
finalidad práctica, como
El
Héroe (1637), El
Político don Fernando el Católico(1640)
o El
Discreto (1646).
En ellos crea toda una serie que ejemplifica el varón
modélico, prudente y sagaz, y las cualidades y virtudes que le
deben adornar.
El
Oráculo
manual y arte de prudencia es
un conjunto de trescientos aforismos para triunfar en el
complejo mundo en crisis del siglo XVII. Ha conseguido un
reciente éxito editorial, al vender una versión de este denso
tratadito al inglés más de ciento cincuenta mil ejemplares,
como manual de autoayuda para ejecutivos.
También
escribió una
retórica de
la literatura barroca, que partía de los textos para
replantear los tropos de
la época, al no ajustarse ya a modelos consabidos. Es un
tratado sobre el concepto, que define como «un acto del
entendimiento que expresa la correspondencia que se halla
entre los objetos». Es decir, concepto es toda asociación
entre ideas u objetos. A su clasificación y disección dedica
Gracián su Arte
de ingenio, tratado de la agudeza (1642),
ampliado y revisado en el posterior Agudeza
y arte de ingenio (1648).
El estilo
de Gracián es denso y
polisémico.
Está construido a partir de sentencias breves,
que contienen abundantes juegos
de palabras y
asociaciones ingeniosas de conceptos.
Su actitud
ante la vida es desengañada, como corresponde a la decadencia
de la sociedad española. El mundo se configura como un espacio
hostil y lleno de engaños y apariencias, que imperan sobre la
virtud y
la verdad.
El hombre es un ser interesado y malicioso. Muchos de sus
libros son manuales de comportamiento que permitan al lector
salir airoso pese a la malicia de sus semejantes. Para ello
debe ser prudente y sabio, aprender de la experiencia vital y
conocer las intenciones de los demás, hasta el punto de
comportarse «a la ocasión» y «jugar del» disimulo.
Gracián es
reconocido como precursor del
existencialismo.
Influyó también en los moralistas franceses, como La
Rochefoucauld, y en el siglo XIX en la filosofía de Schopenhauer.

Las
representaciones teatrales de esta época se efectuaban en
sitios abiertos, plazas o corrales fijos: los corrales
de comedias. Comenzaban alrededor de las dos de la tarde y
duraban hasta el anochecer. No había, por lo común, asientos y
los espectadores permanecían de pie toda la representación. La
nobleza ocupaba los balcones y ventanas de las casas que
rodeaban la plaza o daban al corral, y las damas asistían al
espectáculo con la cara cubierta con máscaras o tras las
celosías. La función comenzaba con la ejecución en guitarra de
una pieza popular; en seguida se cantaban canciones
acompañadas con diversos instrumentos. Venía luego, la loa,
especie de explicación de los méritos de la obra y síntesis de
su argumento. Daba comienzo la comedia u obra principal, y en
los entreactos se ejecutaban bailes o se representaban
entremeses.
El
escenario era un simple tablado y la decoración una cortina.
Los cambios de escena eran anunciados por uno de los actores.
Escribía la comedia el
poeta, bien pagado por el autor -actual director- a quien
cedía todos los derechos sobre la obra representada o impresa
para modificar el texto. Las obras duraban en cartel tres o
cuatro días, o (con excepciones) quince para una comedia de
éxito.
Juan de la Cueva, en la segunda mitad del siglo
XVI, introduce dos elementos de gran importancia para el
auge de esta producción artística: la ética popular, que dio
origen a las comedias de carácter histórico nacional, y la
libertad de componer obras dramáticas teniendo en cuenta el
gusto del público. Lope
de Vega y Tirso
de Molinallevaron a su plena realización estas
características.
A finales
del siglo XVI crea Lope
de Vega la
comedia nacional: a una acción de tema amoroso se superpone otra histórica o legendaria, morisca, de cautivos, o
religiosa. Concluía con un final feliz. Construida sobre tres
jornadas, la redondilla o la décima se usan en diálogos,
el romance en
narraciones, el soneto en monólogos y
el tercetoen
situaciones graves.
De 1609 es
el Arte
nuevo de hacer comedias, defensa jocosa de su teatro.
Muestra desprecio por la rígida interpretación que los
preceptistas -sobre todo italianos- del Renacimiento habían
hecho de las ideas aristotélicas sobre el teatro y propone
como valores la naturalidad frente al artificio, la variedad
frente a las unidades y el tomar en consideración el gusto del
público.
De entre su
prolífica producción dramática destaca: Peribáñez
y el Comendador de Ocaña (1604-12)
es una tragicomedia desarrollada en 1406,
en Toledo:
Peribáñez comprende que el Comendador de Ocaña le ha colmado
de honores para acosar a su mujer. Tras matarlo gana el perdón
real.
Hacia 1614 compondría
Lope una de sus mejores tragicomedias:
Fuenteovejuna.
Siguiendo la Crónica
de las tres órdenes... (Toledo, 1572)
de Francisco de Rades, muestra los abusos del Comendador
Fernán Gómez de Guzmán sobre los vecinos de Fuenteovejuna y
sobre Laurencia, recién casada con Frondoso. El asesinato del
Comendador por el pueblo y el perdón de los Reyes
Católicos ante
la evidencia rematan su acción. Se ve en ella una sublevación
popular ante el abuso del poder, pero sólo refleja una
injusticia puntual y subraya la sumisión al rey.
El mejor alcalde, el Rey vuelve
sobre la dignidad campesina: Don Tello, soberbio noble, abusa
de Elvira, prometida del campesino Sancho. Alfonso
VII restaura su
honra, casándola con don Tello, a quien ajusticia, para
desposar a la ya noble viuda, con Sancho.
El caballero de Olmedo (h. 1620-25), tragedia de
raíz celestinesca, basada en un cantar popular: Don Alonso
muere a manos de don Rodrigo, celoso de perder a doña Inés.
Guillén de Castro fue
un dramaturgo español,
considerado como el más importante de fines del siglo
XVI y uno de
los más señeros de la comedia
nueva lopesca, desarrollada a partir de la irrupción en el
teatro de Lope
de Vega. Sus obras, en especial Las
mocedades del Cid influenciaron
a otros dramaturgos franceses posteriores.
La
dramaturgia de Tirso
de Molina, como la de Lope, cuenta con numerosas comedias
de capa y espada. Un ingenioso argumento se da en Don
Gil de las calzas verdes, que trata el motivo de la
mujer vestida de hombre y los equívocos a que da lugar. Dentro
de estas comedias de enredo se encuentra otro subgénero, el de
las comedias
palatinas o «de
fábrica» (como las llamó Bances
Candamo), de las que El
vergonzoso en palacio se
ha considerado como el modelo de todas las que se escribieron
posteriormente en las que los personajes son de elevada
condición social. Sin embargo Tirso también destacó en las
comedias de asunto grave, como en las de
santos: La
dama del olivary, sobre todo, El
condenado por desconfiado. Se le ha atribuido
tradicionalmente la creación del mito de Don
Juanen El
burlador de Sevilla en
la que un distinguido noble altera el orden social deshonrando
a las mujeres y es castigado por la estatua funeraria de una
de sus víctimas, padre de una de las damas burladas, que lo
mata y lo arrastra a los infiernos. Su teatro también destaca
por la profundidad psicológica con que caracteriza a los
personajes femeninos, que llegaron a ser protagonistas de sus
obras.
Cabe
destacar la importancia de otros dramaturgos de alta
categoría, tales como Juan
Ruiz de Alarcón. Son sus obras maestras, La
verdad sospechosa, que inspiróLe
menteur de Pierre
Corneille y El
mentiroso
de Goldoni,
y Las
paredes oyen. El
examen de maridos tiene
concomitancias con El
mercader de Venecia de William
Shakespeare, porque se inspiran
ambas en una fuente común italiana
El otro
gran dramaturgo del XVII fue Pedro
Calderón de la Barca (1600-1681).
Su obra más famosa es La
vida es sueño (1635), drama filosófico
que presenta a Segismundo, hijo del rey de Polonia,
encadenado en una torre, por los fatídicos pronósticos de los
astrólogos reales. Mientras, Rosaura reclama en la Corte su
honor robado por el duque Astolfo. Éste corteja a Estrella
para ser rey. La agresividad de Segismundo estalla al
liberarlo de su torre, adonde vuelve, encadenado, creyendo
haber soñado su experiencia de libertad. Cuando un motín lo
rescata otra vez, su albedrío vence las predicciones: domina
su condición, casa a Rosaura con Astolfo y acepta la mano de
Estrella. El orden queda establecido. El drama acaba con el
final esperado para un público de mentalidad y cultura
barroca.
El
garrote más bien dado pudo
estrenarse en 1636 o 37.
Se imprime en 1651.
Desde1683 recibe
el título de El
alcalde de Zalamea. Presenta la violación de Isabel,
hija de Pedro Crespo, por el capitán Álvaro de Ataide.
Nombrado alcalde Pedro Crespo, lo ajusticia. El rey escucha su
defensa y le da la razón. Este drama costumbrista
o de honor sigue el tema tan lopesco de la honra del villano.
Además de
estas obras, Pedro Calderón de la Barca, ha contribuido a la
literatura española con un gran número de autos
sacramentales, de entre los que destaca El
gran teatro del mundo.
Siguiendo el estilo de Calderón, un conjunto de autores
teatrales continúan escribiendo en la segunda mitad del siglo.
Se caracterizaron por un mayor rigor en la construcción
dramática que los dramaturgos de la escuela lopesca, por un
esfuerzo de simplificación de los argumentos y el número de
personajes, y por el cuidado observado en el decoro poético.
Muchas de sus obras refunden y mejoran las de Lope y su
escuela dramática. En el estilo se advierte la asimilación de
los recursos del culteranismo,
principalmente a través del uso que para el teatro hizo de
ellos Calderón. En general buscaron profundizar en la
reflexión intelectual o moral en su producción, que a menudo
planteaba dilemas morales, más que caracteres enfrentados.
Escribieron muchas obras para los teatros de la corte, que
influyó también en las que se representaban en los corrales de
comedias.
Los autores
más destacados de la escuela de Calderón fueron Agustín
Moreto, con comedias precisas y de gran equilibrio
estructural como El
desdén con el desdén o El
lindo don Diego, y Francisco
Rojas Zorrilla, autor de ingeniosas comedias como Entre
bobos anda el juego y
dramas de gran hondura, tales Del
rey abajo ninguno oCada
cual lo que le toca. También se adscriben a esta
corriente dramática Cubillo
de Aragón (Las
muñecas de Marcela), Matos
Fragoso (El
marido de su madre), Antonio
de Solís (Triunfos
de amor y fortuna), Antonio
Coello(El
conde de Sex), Juan
Bautista Diamante (El
honrado de su padre) y Bances
Candamo (Por
su rey y por su dama), quien escribió en los últimos
años del siglo XVII y teorizó sobre el teatro barroco español
en su importante obra de crítica literaria Teatro
de los teatros de los pasados y presentes siglos.