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Fuente en Sevilla a los
poetas
de la generación del 27 |
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Con el término Generación
del 27 se conoce a
un conjunto de poetas
españoles del siglo
XX que
se dio a conocer en el panorama cultural alrededor del año
1927,
empezando
con el homenaje a Luis
de Góngora organizado por José
María Romero Martínez
que
se realizó en ese año en el Ateneo
de Sevilla por
el tercer centenario de su muerte y en el que participó la mayoría
de los que habitualmente se consideran sus miembros.
Hay, por parte
de los expertos, cierta polémica sobre si debe considerarse o no
como generación a
este grupo de autores, puesto que puede comprobarse que los
integrantes del mismo no cumplirían los criterios que Julius
Petersen asigna
al concepto de Generación:
-
Nacimiento en años poco distantes
- Formación intelectual semejante
- Relaciones personales entre
ellos
- Participación en actos
colectivos propios
- Existencia de un
“acontecimiento generacional” que aglutine sus voluntades
- Presencia de un “guía”
- Rasgos comunes de estilo
(“lenguaje generacional”)
- Anquilosamiento de la
generación anterior
Realmente es
difícil ver un patrón tan claro en el heterogéneo grupo de autores
que podrían encuadrarse en la denominada Generación del 27.
Es cierto que
el nacimiento de prácticamente todos se sitúa en un segmento
temporal que no rebasa los 15 años, pero no todos los autores
nacidos en ese período de tiempo se han considerado miembros del
grupo.
Es cierto que
hay un considerable número de ellos que comparte una sólida
formación intelectual, pero nuevamente no se da en todos los
participantes de la misma.
En ningún
momento se puede ver la existencia de una guía o de un
lenguaje generacional.
Pese a ello,
existen relaciones personales entre ellos, al menos entre los que
residen en la misma zona, lo cual les hace tener una conciencia de
comunidad unida por experiencias comunes y propias.
Es por ello por lo que hay expertos que
consideran que se trata más bien de un "grupo generacional", de
una "constelación" o de una "promoción" de autores. Pese a todo,
ha terminado admitiéndose la designación de Generación del 27,
pese haber otras propuestas: Generación
Guillén-Lorca; Generación
de 1925 (media
aritmética de la fecha de publicación del primer libro de cada
autor); Generación
de las Vanguardias;
Generación de la amistad; Generación
de la Dictadura; Generación
de la República, etc.

Al grupo
literario que sucedió a los modernistas y
a la Generación
del 98, que se caracterizaba por su
clara orientación europeísta y su concepción del arte como un área
separada de lo social y lo político, se le denominó
Novecentismo o Generación
del 14. Estos grupos coinciden
temporalmente con los movimientos artísticos llamados Vanguardismo que
se desarrollan en Europa a
principios del siglo
XX, y que rompen tanto con la temática,
como en las técnicas expresivas del
Romanticismo
y Realismo.
Los vanguardistas se sienten atraídos por los adelantos
tecnológicos y sus posibilidades, dando lugar a la corriente del futurismo,
otros exploran la realidad llevándola a su descomposición, como
los cubistas;
otros sustituyen la realidad por el mundo onírico, como los surrealistas…
Esta coincidencia temporal, y las características del movimiento
vanguardista, hace que los integrantes del grupo novecentista,
vean en ellos la apuesta por un arte producto de un acto lúdico y
libre, fruto de la capacidad intelectual y expresiva del artista,
que tanto les atrae.
Los rasgos fundamentales de este movimiento
literario son dos: la expresión de lo subjetivo, por lo que se
caracterizan por el uso de la metáfora; y la precisión conceptual,
que pone de manifiesto la sólida formación intelectual de los
integrantes de este grupo. Dados sus rasgos fundamentales, no
puede extrañar que los géneros literarios más representativos de
estos literatos sean la lírica y
el ensayo,
que se divulga fundamentalmente a través de periódicos y revistas especializadas
(un ejemplo lo constituye la revista sevillana Grecia -fundada
porIsaac
Del Vando-Villar
y Adriano
Del Valle, que funcionó entre 1918-20-,
que en
1919 recibe
las colaboraciones de los poetas ultraístas).
A pesar de ello hay algún que otro representante de la novela
dentro del novecentismo, que opta por el subjetivismo y
la renovación iniciada por la Generación del 98, manipulando las
situaciones para poder expresar su opinión sobre los más diversos
temas.

En esta
situación de continua renovación y cambios sociales y políticos,
empiezan a aparecer jóvenes poetas, ensayistas, novelistas e
incluso escritores de teatro, que tienen características propias
difíciles de encuadrar en los grupos existentes. Pese a ello,
existen relaciones personales entre ellos, que en el caso de los
residentes en la misma zona, les hace tener una conciencia de
comunidad unidad por experiencias comunes y propias.
Todos estos jóvenes literatos, poetas en su
mayoría, van a contar, como la generación anterior, por un lado
con una revista excepcional, que va a permitir abrirse al mundo y
recibir al tiempo las novedades del exterior, la
Revista de Occidente de José
Ortega y Gasset; y por otro con un punto
de encuentro y convivencia: la Residencia de Estudiantes.
De este modo, este grupo de literatos
noveles publicaron en las revistas más importantes del momento,
como la mencionada anteriormente Revista de Occidente, o la Gaceta
literaria (dirigida
por Ernesto
Giménez Caballero), pero también en
otras más como: Litoral (Málaga, 1926,
impresa por Manuel
Altolaguirre y Emilio
Prados);
Verso y Prosa (que
viene del Suplemento
Literario del
diario Murciano La
Verdad -1923 a 1925-,
que mantenían el redactor José
Ballester Nicolás y Juan
Guerrero Ruiz. Murcia,
1927. Dirigida Juan
Guerrero Ruiz y Jorge
Guillén); Mediodía
(Sevilla);
Meseta (de Valladolid); Cruz
y Raya (dirigida
por José
Bergamín,
Madrid,
1933); Carmen
(creada por Gerardo
Diego en Santander en
el año 1927,
que tenía un suplemento festivo llamado Lola); Octubre
(revista dirigida por Rafael
Alberti) y Caballo
Verde para la poesía (Madrid, 1935.
Dirigida por Pablo
Neruda).
Pese a todo este grupo se caracteriza porque
cada uno de sus miembros posee una personalidad tan acusada que es
capaz de transformar las influencias o lecciones de cualquier
modelo en propia sustancia personalizada totalmente diferente a la
de los demás integrantes del mismo. Por ello no se puede hablar ni
de comunidad de estilo ni de escuela entre ellos. Por eso hay
muchos autores que prefieren referirse a ellos como grupo del 27.

Dentro de este grupo de
literatos podemos destacar los poetas: Jorge
Guillén, Pedro
Salinas, Rafael
Alberti, Federico
García Lorca, Dámaso
Alonso,
Gerardo Diego, Luis
Cernuda, Vicente
Aleixandre,
Manuel Altolaguirre y Emilio
Prados; hay autores que también incluyen
a Miguel
Hernández en
la lista; pero hubo
también novelistas, ensayistas y dramaturgos, que pertenecen a la
Generación del 27, entre ellos Max
Aub, Fernando
Villalón, José
Moreno Villa o León
Felipe. Por además habría que tener en
cuenta tanto los olvidados por la crítica, como ocurre con la
mayoría de las mujeres de este grupo: Concha
Méndez-Cuesta, poeta y escritora de
teatro; María
Teresa León, escritora; Ernestina
de Champourcín, poeta; Rosa
Chacel, poeta, novelista, ensayista,
traductora…; Josefina
de la Torre, poeta, novelista, cantante
lírica y actriz;
María Zambrano, filósofa y
ensayista; Margarita
Gil Roësset, escultora, ilustradora,
poeta. Y también a otros artistas como es el caso de Juan
Larrea, Mauricio
Bacarisse, Juan
José Domenchina, José
María Hinojosa,
José
Bergamín o Juan
Gil-Albert.
También podemos tener presenta a la llamada,
por parte de uno de sus integrantes (José
López Rubio), como ‘’Otra generación del
27’’, que está formada por los humoristas discípulos de Ramón
Gómez de la Serna, entre los que podemos
destacar: Enrique
Jardiel Poncela, Edgar
Neville,
Miguel
Mihura y Antonio
de Lara, «Tono», que se convirtieron
tras la contienda nacional en integrantes de la redacción de La
Codorniz.
Pero además hay que tener en cuenta que no
toda la producción literaria del 27 está escrita en castellano;
hubo autores que perteneciendo a esta generación escribieron en
otros idiomas, como Salvador
Dalí u Óscar
Domínguez, que escribieron en francés, o
en inglés, como Felipe
Alfau, y algunos escritores y artistas
extranjeros que fueron importantes en este movimiento, como Pablo
Neruda, Vicente
Huidobro, Jorge
Luis Borges
o Francis
Picabia.
Es por todo ello por lo que no tiene mucha
consistencia la idea de considerar la Generación del 27 como un
fenómeno estrictamente madrileño. De hecho se puede ver la
existencia de otros núcleos creativos que se encontraban dispersos
por todo el territorio nacional, aunque con una estrecha relación
entre ellos. Así, los principales núcleos se localizaron en Sevilla (en
torno a la revista Mediodía), Canarias (en
torno a la Gaceta de
Arte) y en Málaga (en
torno a la revista Litoral;
sin que esto suponga que no hubiera también una importante
actividad in
Cantabria,
Galicia,
Cataluña
y
Valladolid.

Tampoco se puede
perder de vista que algunos miembros del grupo se centraron en
actividades artísticas diferentes de las estrictamente literarios,
como fue el caso de Luis
Buñuel, como cineasta; K-Hito,
caricaturista y animador; pintores surrealistas como Salvador
Dalí o Remedios
Varo;
Maruja
Mallo, pintora y escultora; Ángeles
Santos Torroella, pintora y artista
gráfica; Benjamín
Palencia, Gregorio
Prieto, Manuel
Ángeles Ortiz, Ramón
Gayay Gabriel
García Maroto todos
ellos pintores; o Rodolfo
Halffter y Jesús
Bal y Gay, compositores y el último
también musicólogo, los cuales pertenecieron al llamado Grupo
de los Ocho, nombre con el que se suele
denominar en música el correlato de la literaria Generación del 27
y estaba integrado por: el mentado Bal y Gay, los Halffter, que
eran Ernesto
y
Rodolfo, Juan
José Mantecón,
Julián Bautista, Fernando
Remacha,
Rosa
García Ascot, Salvador
Bacarisse
y Gustavo
Pittaluga, no pudiendo dejar de nombrar
a mússicos más o menos marginales como Gustavo
Durán.
En Cataluña está el llamado grupo
catalán, que hizo su presentación en 1931 bajo el nombre de Grupo
de Artistas Catalanes Independientes
integrado
por Roberto
Gerhard, Baltasar
Samper, Manuel
Blancafort,
Ricardo
Lamote de Grignon, Eduardo
Toldrá y Federico
Mompou.
En otros ámbitos, como la arquitectura, cabe
mencionar la llamada Generación
del 25 de
arquitectos. Aunque algunos autores han propuesto llamarla también
generación del 27, para unirla a esta, se trata de dos grupos con
claras diferencias entre sí. Según uno de los estudios más
completos sobre estos arquitectos hasta la fecha (Carlos
Arniches y Martín Domínguez, arquitectos de la Generación del 25.
Madrid: Mairea), formaban parte de ella Fernando
García Mercadal, Juan
de Zavala,
Manuel
Sánchez Arcas, Luis
Lacasa, Rafael
Bergamín (hermano
del ensayista y poeta José
Bergamín),
Luis Blanco Soler, Miguel
de los Santos, Agustín
Aguirre, Casto
Fernández Shaw,
Eduardo Figueroa,
Carlos
Arniches Moltó y Martín
Domínguez Esteban. Según dicho estudio Teodoro
de Anasagasti es
uno de los maestros de esa generación, clave para entender la
esencia del grupo y lo que lo hace distinto, y Luis
Gutiérrez Soto, más joven que el resto,
no cumple los valores que dicha generación se impuso. Otros, como José
de Aspiroz, José
Borobio, Manuel
Muñoz Casayús, Fernando
Salvador,
Vicente
Eced, Bernardo
Giner de los Ríos o Ramón
Durán Reynals son
considerados periféricos

En realidad, la
llamada generación del 27 fue un grupo poco homogéneo;
habitualmente se les ha ordenado por parejas o en tríos. Así, por
ejemplo, los poetas del neopopularismo o
neopopularistas, Rafael Alberti y Federico García Lorca, dentro de
una nómina que fue particularmente bien nutrida, intentan
acercarse a la poesía de Gil
Vicente y
del Romancero,
o a la lírica
cancioneril, buscando fuentes populares
y en el folclore de la lírica
tradicional; algo de ello hay también en
la aproximación que hizo Gerardo Diego, después de su etapa
creacionista, a la lírica de Félix
Lope de Vega gracias
a la edición que hizo en ese tiempo José
Fernández Montesinos.
Por otra parte,
hay dos catedráticos de filología
hispánica que
comparten intereses comunes y que incluso fueron amigos y tuvieron
trayectorias muy parecidas, pues no en vano su poética es
fundamentalmente afirmativa y optimista; se trata de Jorge
Guillén, cuya obra poética se recoge
bajo el título Aire
nuestro y está
marcada por la
poesía pura a
lo Paul
Valéry y
formada por cinco libros (Cántico,
Clamor,
Homenaje, ... Y
otros poemas y Final),
y
Pedro Salinas, el gran poeta del
amor del 27.
El grupo surrealista está
más nutrido, pero destaca especialmente el premio nobel Vicente
Aleixandre, seguramente el más original,
ya que, según Cernuda, «su verso no se parece a nada», y el que ha
venido a ser el poeta más influyente de la generación durante la
última mitad del siglo XX, el ya citado Luis
Cernuda. Sin embargo, hubo otros poetas
del 27 que notaron el impacto surrealista y que poseen etapas en
su evolución marcadas por esta estética: Rafael
Alberti, por ejemplo, compuso la última
sección de Sobre
los ángeles y
Sermones y moradas
en
versículo
surrealista y Federico
García Lorca asimiló
su impacto en Llanto
por Ignacio Sánchez Mejías, Poeta
en Nueva York y
los Sonetos del amor
oscuro. Una etapa surrealista posee, por ejemplo,
José María Hinojosa con
su La flor de
Californía (con
acento en la i) y Emilio
Prados. Son éstos dos últimos, junto a
Vicente Aleixandre, cuya infancia transcurriría en Málaga, García
Lorca, que pasaba largas estancias en la costa malagueña, José
Moreno Villa y Manuel
Altolaguirre, quienes constituyen el
llamado grupo de Málaga,
formado alrededor de una serie de revistas editadas por el grupo,
siendo Litoral la
más importante, así como su colección de libros poéticos.
Dámaso Alonso y Gerardo
Diego constituyen
el núcleo de los que permanecieron en España tras la Guerra Civil,
más o menos integrados en el régimen franquista. Este último
realizó una larga trayectoria poética donde combinó a la vez
tradición y vanguardia, muy variada en su temática, desde el toreo
a la música y las inquietudes religiosas, el paisaje y los
contenidos existenciales. Otros que permanecieron, se convirtieron
en maestros y guía de toda una nueva generación de poetas, como
Vicente Aleixandre, u optaron por el
exilio interior, como Juan
Gil-Albert.
La homosexualidad también
es un tema ocasional, tal y como puede observarse en la obra de
Luis Cernuda, Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados o
Juan Gil-Albert, como también en la obra del pintor Gregorio
Prieto.

En los autores
del 27 es muy significativa la tendencia al equilibrio, a la
síntesis entre polos opuestos, incluso dentro de un mismo autor:
Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción
tiende a ser refrenada por el intelecto. Prefieren inteligencia,
sentimiento y sensibilidad a intelectualismo, sentimentalismo y
sensiblería (Bergamín).
Se observa muy bien en Salinas.
Entre una
concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una
concepción clásica (esfuerzo riguroso, disciplina, perfección).
Lorca decía que si era poeta «por la gracia de Dios (o del
demonio)» no lo era menos «por la gracia de la técnica y del
esfuerzo».
Entre la pureza
estética y la autenticidad humana, entre la poesía pura (arte por
el arte; deseo de belleza) y la poesía auténtica, humana,
preocupada por los problemas del hombre (más habitual tras la
guerra: Guillén, Aleixandre...).
Entre el arte
para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo
culto y lo popular (Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un paso
del «yo» al «nosotros». «El poeta canta por todos», diría
Aleixandre.
Entre lo
universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea
del momento (surrealismo) y de la mejor poesía española de
siempre. Sienten gran atracción por la poesía popular española:
cancioneros, romanceros...
Entre tradición
y renovación. Se sienten próximos a las vanguardias (Lorca,
Alberti, Aleixandre y Cernuda poseen libros surrealistas; G.Diego,
creacionistas); próximos a la generación anterior (admiran a Juan
Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén Darío...); admiran del XIX a
Bécquer (Alberti: «Homenaje a Bécquer», Cernuda: «Donde habite el
olvido»...); sienten auténtico fervor por los clásicos: Manrique,
Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y, sobre
todos, Góngora.

La mayoría de
estos autores, principalmente líricos, entraron en contacto con la
tradición literaria a través del
Centro de Estudios Históricos dirigido
por el padre de la filología española, Ramón
Menéndez Pidal, y con las vanguardias a
través de los viajes, la divulgación llevada a cabo por
Ramón Gómez de la Serna y
otros
novecentistas y,
sobre todo, las actividades y conferencias programadas por la Residencia
de Estudiantes, institución inspirada en
el krausismo de
la Institución
Libre de Enseñanza y
dirigida por Alberto
Jiménez Fraud. |
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Poesía de la Generación
del 27
No
se puede unificar la poesía de esta generación, ni en el caso
particular de cada poeta que se integra en ella. Pero puede
encontrarse en todos ellos una voluntad de renovación, una
superación de los “ismos” que surgieron en épocas anteriores, lo
que supuso una superación del espíritu iconoclasta y destructor
que los caracterizaba. Lo cual no les impide romper con el
academicismo, y presentar, en ciertos momentos, una cierta
irracionalidad en el uso de sus metáforas e imágenes, lo que les
permite mantener su marcado talante original e independiente,
sin ataduras a nada.
Puede distinguirse diversas etapas en la poesía de este grupo,
unos autores hablan de dos,2 mientras
que otros se decantan por establecer tres:
Hasta 1927.
Esta primera etapa se caracteriza por el influjo de las primeras
vanguardias, lo cual les hace priorizar los logros estéticos,
con gran utilización del verso libre. Así, en esta etapa se
mezclan rasgos de la poesía pura y conceptual de Juan
Ramón Jiménez, rasgos del vanguardismo anterior, y, por último, rasgos provenientes de la poesía
tradicional recopilada en canciones, romances, que ejerció
influencia sobre ellos, al tiempo que también se dejaron influir
por autores clásicos como Góngora.
De 1927 hasta
la guerra
civil (1936).
Se caracteriza fundamentalmente esta etapa por aparecer en los
autores una cierta preocupación por el ser humano y por ciertas
situaciones sociales en las que se ve inmerso. Se puede decir
que se inicia un proceso de rehumanización, que coincide con la
irrupción del Surrealismo; lo que da pie a la aparición en la
poesía de bellas, aunque inquietantes imágenes, en muchas
ocasiones semejantes a las oníricas.
Después de la guerra (1939).
La contienda nacional del 36 provocó la dispersión del grupo,
algunos porque se exiliaron, como fue el caso de Pedro
Salinas, Jorge
Guillén, Luis
Cernuda y Rafael
Alberti; otros como ocurrió con Federico
García Lorca fue asesinado y, por
último algunos como Dámaso
Alonso, Vicente
Aleixandre y Gerardo
Diego permanecieron en España.
Esta dispersión da pie a diferente temática, así, mientras los
que viven el exilio se centran en su experiencia como exiliados
y los sentimientos que ello les provoca, los que permanecieron
en el país, centraron en la angustia existencial el tema más
importante de sus obras.
Destacamos entre los autores:
Pedro
Salinas
Nació en Madrid, fue profesor de literatura en varias
universidades. Influido por la obra de Juan
Ramón Jiménez, cultiva la poesía
pura. Al igual que Juan Ramón intenta
entrar en la esencia oculta de las cosas, con una poesía
intelectualizada, aparentemente sencilla. Su obra se diferencia
en tres etapas:
1.ª etapa: mezcla la poesía pura y temas futuristas (bombilla,
automóvil,…). Destacan: Presagios, Seguro azary Fábula y signo.
2.ª etapa: es la más importante. Presta atención al mundo íntimo
y al amor como experiencia gozosa. Predomina el diálogo y un
lenguaje conceptual. Es característico el verso corto
heptasílabo y silvas (estrofa
compuesta de versos endecasílabos y heptasílabos, con rima
libre.). Destacan:
La
voz a ti debida, extrae el título de la Égloga III de Garcilaso.
El amor aparece esencializado en los pronombres yo y tú para
referirse a la pareja tu-yo, cuyo centro es la mujer.
Razón de
amor, continuación del libro anterior, donde prosigue la
racionalización del proceso amoroso.
Largo
lamento, poemario sobre el desamor y la muerte del amor, que
vive con resignación y agradecimiento de lo vivido.
3.ª
etapa: escrita ya en América. El contemplado'’ alude al mar que
es su interlocutor. Todo más claro, angustia que le provoca la
civilización tecnológica contemporánea y los horrores de la
Guerra Civil y la 2.ª Guerra Mundial, y Confianza, que cierra su
obra poética.
Jorge
Guillén
Nació en Valladolid.
Se exilió a los Estados Unidos y fue, como su amigo Pedro
Salinas, con quien sostuvo un
prolongado epistolario, profesor de literatura española. Regresó
tras la muerte de Franco y obtuvo el premio Cervantes. Su
singularidad reside en haberse mantenido fiel al ideal de poesía
pura, y ofreció una visión optimista
y serena del mundo, con lo que se constituye en la antítesis
del pesimismo cosmológico
de Vicente
Aleixandre.
Toda su
obra se agrupa bajo el título general de Aire Nuestro, que
integra cinco libros: Cántico, Clamor, Homenaje, ...Y otros
poemas y Final. Su lenguaje es muy elaborado, en busca de la
máxima y concisión; prefiere el verso corto y el endecasílabo.
Su obra es fruto de un riguroso proceso de selección (de
palabra), en el que se suprime lo accesorio para comunicar la
idea o sentimiento esencial.
Sus
temas son la afirmación jubilosa del ser; la plenitud, el tiempo
que pasa e invita a gozar de la vida; el azar y el caos, que
producen inseguridad o sufrimiento.
Gerardo Diego
Nació en Santander y
desempeño la cátedra de Literatura en un Instituto de Enseñanzas
Medias de Soria. Recibió el premio Nacional de Literatura, junto
con Rafael
Alberti, y el de Cervantes. Su poesía
se desarrolla paralelamente en dos vertientes: la tradicional y
la vanguardista (casi siempre creacionista).
A su vertiente creacionista se adscriben: Imagen y Manual de
Espumas. De su estética tradicional destacamos: Versos
Humanos, Soria y Alondra de Verdad, colección de sonetos. Los
temas de esta segunda vertiente son: el amor, Dios, la música,
la naturaleza, los toros, la forma, la iconografía, la belleza…
Dámaso Alonso
Nació en Madrid, dirigió la RAE. En él se fundieron tres
vocaciones: la de poeta, lingüista y crítico literario de la
estilística. Entre sus libros sobre
literatura destaca La lengua poética de Góngora y una serie de
estudios admirables sobre líricos modernos (desde Bécquer hasta
los escritores de su época) que constituyen Poetas españoles
contemporáneos. Editó las obras de Góngora y
se consideró a sí mismo dentro del 27 solamente como crítico, y
como poeta más bien dentro de la primera generación poética de
posguerra, en lo que él mismo llamó
poesía desarraigada.
La
guerra de 1936 le hizo aborrecer la pureza propugnada por Juan
Ramón. Sus obras más importantes se sitúan en la posguerra
con: Hijos de la ira (1944), muy influida por el Existencialismo y
por la poesía bíblica de los
Salmos penitenciales, que hace surgir
en España la corriente poética de la poesía desarraigada.
Vicente Aleixandre
Sevillano, cuya amistad con Dámaso Alonso despertó su vocación
poética. En 1935, su libro La destrucción o el amor obtiene el
Premio Nacional de Literatura. Es elegido miembro de la RAE. y
en 1977 obtiene el premio Nobel.
La
mayor parte de su producción sigue los pasos del Surrealismo y
se constituye en el gran poeta de esta estética; utiliza el versículo y
la imagen visionaria en Espadas como labios y La destrucción o
el amor. Evoluciona hacia una «poesía de comunicación», en
consonancia con la tendencia social vigente en la lírica de los
años 50.Sombra del paraíso (1944), inaugura junto con Hijos de
la ira de Dámaso Alonso, la corriente desarraigada de la
posguerra. Con Historia del corazón inició una poesía solidaria. Y con la gran trilogía de senectute Poemas de la
consumación, Diálogos del conocimiento y En gran noche volvió a
un peculiar surrealismo, con profundas implicaciones filosóficas
y dejes conceptistas.
Federico García Lorca
Nació en Granada en
1898. Sus estudios de Letras y Derecho no le interesaron tanto
como la música; fue amigo entrañable de Manuel
de Falla, de quien luego se distanció.
Se instaló en la Residencia
de Estudiantes, donde convivió con
numerosos artistas (Salvador
Dalí y Luis
Buñuel en especial). Tras vivir una
temporada en Nueva York, regresa a España y en 1932 funda La
Barraca, grupo teatral universitario
con el que recorre España
representando obras clásicas. Participa en ciertas actividades
públicas de signo izquierdista y muere asesinado por los
nacionalistas en Viznar (Granada). Su asesinato produjo gran
conmoción mundial.
En
la obra de Lorca se aúnan lo culto y lo popular, lo tradicional
y lo vanguardista. Conocía los cancioneros tradicionales y la
poesía oral del pueblo andaluz. Su tema era la frustración en
dos vertientes, la ontológica y la social; desarrolla este tema
en un rico estilo poético, con uno de los sistemas simbólicos
más complejos de la literatura española, formado por elementos
extraídos sobre todo de tres fuentes: la superstición popular,
Shakespeare y la Biblia. Le obsesionan
temas como la soledad o el destino trágico, y la lucha de los
seres marginados (el homosexual, la mujer, el niño, el deforme,
el viejo impotente, la solterona, la estéril, el gitano, el
negro...) contra una sociedad opresiva basada en los
convencionalismos. Su obra se separa en dos etapas, una
neopopularista y otra en que se acerca
al Surrealismo.
De la
primera etapa destacan:
Poema
del cante jondo, que se inscribe dentro de la línea
neopopularista de la G. 27 y utiliza varios poemas cortos que
pueden leerse como poemas independientes o como fragmentos de
uno largo encadenados. Se utiliza el pie quebrado.
Romancero gitano, en la misma línea neopopularista, está
compuesto por 18 romances.
El protagonista es el gitano que simboliza el hombre puro e
inocente, enemistado con las leyes y normas sociales,
representadas por la Guardia Civil (su antagonista).
De la
segunda destacan:
Poeta en Nueva York, el poeta se ahoga en aquel mundo que
convierte al hombre en una pieza de un gran engranaje. Con
procedimientos claramente surrealistas, Lorca alza el grito en
pleno Crack
del 29 y su protesta contra aquella
colmena inhumana; los negros, en especial, merecen su piedad.
Llanto por Ignacio
Sánchez Mejías, planto compuesto a la
muerte de un torero amigo suyo.
Sonetos
de amor oscuro, publicados póstumos, son la expresión de un
erotismo homosexual dramático.
Rafael Alberti
Del Puerto
de Santa María (Cádiz). Con su familia
se traslada a Madrid. Abandona el Bachillerato y se dedica a la
pintura. Se afilió al partido comunista y tuvo una activa
participación política en la guerra. Al acabar esta se exilió a
Argentina. Restablecida la democracia vuelve, y le será
concedido el Premio Cervantes.
Se
funden lo popular y lo culto, lo escueto y lo barroco, lo
tradicional y lo frenéticamente nuevo. Su libro más
temprano, Marinero en tierra, se inscribe en una línea del neopopularismo.
Son canciones que evocan un paraíso perdido, que el poeta
identifica con el Cádiz de su infancia, y el mar, las salinas,
los momentos más jubilosos de la misma. Le siguen El alba de
alhelí y Cal y canto, del más difícil neogongorismo o culteranismo.
En 1929 publica su obra maestra, Sobre los ángeles, inducida por
una profunda crisis de perdida de fe; es un libro en tres
partes; las dos primeras son de inspiración becqueriana; la
última utiliza ya un pleno surrealismo en
que desata el
versículo. Utiliza símbolos como los
ángeles, los fantasmas y los duendes. Libros de su segunda
época, destaca El poeta en la calle, de literatura comprometida.
Otras obras, ya en el exilio publicará Baladas y canciones del
Paraná.
Luis
Cernuda
Fue alumno de Pedro
Salinas y profesor de varias
universidades europeas y americanas. Reunió su obra poética bajo
el título general de La realidad y el deseo, colección de libros
a la que pertenecen: Perfil del aire, Égloga, elegía, oda, Los
placeres prohibidos, Donde habite el olvido, Un río, un amor,
y Las nubes, ya en el exilio, Desolación de la quimera. Es
también importante su labor como crítico literario y ensayista,
con los dos volúmenes de Poesía y literatura, etcétera.
Su
poesía rehuye el énfasis formal y busca lo indefinible, lo
aéreo. Por eso repugna de estrofismo y de rima, y cuando utiliza
alguna es la asonante, que es la que ofrece más libertad. Se
centra en la experiencia humana, pero ahuyenta lo más específico
y propio para que el lector pueda identificarse con el poeta.
Canta el choque entre el deseo y la realidad, que deja al poeta
solo el consuelo elegíaco del recuerdo o unos pocos instantes,
que el llama acordes, de gozo intemporal.

Historiografía sobre el 27
Por otra parte, y para reconstruir la memoria viva de lo que se
ha venido a llamar la Edad
de Plata, hay que leer una serie de
libros de memorias
escritos por diversos autores más o menos vinculados a esta
promoción. La arboleda perdida, de Alberti, por ejemplo. Es
también el caso de Pablo
Neruda, quien por entonces vino a
Madrid y reforzó el grupo surrealista con algunas de sus
contribuciones, en particular con la edición de su libro
Residencia en la tierra I y II y que en sus dos libros de
memorias, Confieso que he vivido y Para hacer he nacido, dio
testimonio y noticias sobre las actividades del grupo durante
esos años y el exilio posterior, en particular sobre Lorca y
Alberti. Los encuentros, de Vicente Aleixandre, narra las
primeras veces que vio a cada una de las figuras relevantes de
la generación; Mi último suspiro, de Buñuel, publicado
primitivamente en francés, incluye numerosas anécdotas sobre los
poetas del 27, etc.
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